Excalibur
Título: LAZARUS II
Autora: Clumsykitty
Fandom: MCU con un pellizco de Marvel Cómics.
Parejas: sorpresa sorpresa.
Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.
Warnings: Viene la continuación de Lazarus I, por lo que os recomiendo primero leer esa parte antes de adentraros a esta desquiciada historia. Como su homóloga, está dividida en libros que van en secuencia numérica pero no en orden de trama. Historias muy agridulces, crudas como violentas. No apta para corazones sensibles o mentes tiernas. Sobre aviso no hay engaño.
Gracias por leerme.
Libro X. El Libro Final.
Excalibur.
How can I say this without breaking?
How can I say this without taking over?
How can I put it down into words
When it's almost too much for my soul alone?
I loved and I loved and I lost you
I loved and I loved and I lost you
I loved and I loved and I lost you
And it hurts like hell
Yeah it hurts like hell
I don't want them to know the secrets
I don't want them to know the way I loved you
I don't think they'd understand it, no
I don't think they would accept me, no
Todo estaba destruido, ya no quedaba nada.
Solo caos.
Y él.
Myrddin podía ver al fin, sus ojos azules de diferente tono estaban de vuelta en su rostro y con ello esa sabiduría, ese amor que siempre le habían caracterizado. Le eran claras las vibraciones de la nada comenzando a reconstruirse para gobernar de una vez y para siempre todo ese omniverso como lo fue un tiempo atrás en la historia antes de la historia. A lo que vagamente llamaban padre pero era Nada, realmente una Nada sin sentimientos o raciocinio. Caos puro. Apretó una sonrisa, flotando ahí en ese espacio vacío, bajando su mirada hacia el cuerpo inerte que sostenía en brazos, cubierto por una armadura hecha trizas, manchada con sangre, mostrando piel herida igual que severas quemaduras. Recorrió ese rostro pálido al que se le habían congelado las lágrimas, suspirando al ver esos cabellos castaños que tanto amó.
En alguna parte de su mente escuchó el llamado de Muerte, esperaba por su magia para sellar de una vez y para siempre aquel caos eterno, dando paso a lo que sería una clase de semi existencia carente de sentido. Destrucción cíclica. El archimago apretó el abrazo que tenía sobre su Nimue Reminiscente, temblando acaso al contener el llanto ahora que podía ver, realmente ver, le eran claras muchas cosas, tantos errores como aciertos. La vida de su Dama del Lago en esa forma simple humana llamada Anthony Edward Stark al que la desgracia siempre persiguió pues el odio que les tenían desde tiempos inmemoriales nunca les abandonaría.
Otro suspiro más parecido a un sollozo escapó de sus labios, pudiendo recordar desde que tuviera vida en Avalon todo lo que había ocurrido como nadie nunca antes lo había hecho, por eso era Myrddin el gran archimago al que una vez apodaron Merlín. Esa vida que tuvieron feliz como pequeños Draconianos ajenos a los prejuicios o rencores que pendían sobre su cabeza, jugando a ser dichosos con los mortales de Midgard a quienes generosamente obsequiaron parte de sus conocimientos para que evolucionaran y no fuesen más esclavos de seres poderosos, los cuales llegaban de forma regular a provocar guerras, buscar tesoros que les sirvieran o simplemente eran alguna clase de autonombrado dioses con el ego suficientemente alto para creerse amos y señores de la creación, el jardín de juegos de todos ellos llamado la Tierra.
Para Muerte que no tenía tiempo ni espacio y había estado con ellos desde un inicio, el manipular los tejidos temporales a favor del Mensajero no le costó nada, llevándole hacia ellos con palabras que a unos sembraron temor y a otros, furia, comenzando a dividir a la familia que él tanto amó con mentiras basadas en promesas falsas que jamás se cumplirían. Esa maldad que brotó en Tyar hasta convertirlo en un Alfa Draconis despiadado que ni siquiera tuvo empacho por usar a sus hijos como títeres de los designios de Muerte, muriendo y renaciendo en cuerpos que cada vez fueron haciéndose más putrefactos al haber alterado la inicial función de Lazarus, el de recuperar en su totalidad la esencia del Pendragón muerto y depositarlo en una nueva semilla para una nueva generación, no para un regreso que solamente alteraba el curso de la Vida.
Myrddin gritó en un lamento, siendo capaz de sentir lo que experimentaron todas aquellas almas que se cruzaron en la historia de los Pendragón, cada ser de cada rincón del universo que de una u otra manera terminó extinto por su nombre, para que los planes de Muerte enviados por medio del Mensajero, una forma proyectada del Hielo, tuvieran éxito. Esos mortales llamados mutantes, sufriendo al no entender la forma del Fuego llamada Fuerza Fénix. Esos Vengadores tratando de mantener la paz en su mundo y luego en parte de la galaxia, peleando contra la figura de una joven que desconocía sus capacidades llamada Bruja Escarlata, el envase del Hielo. Thanos y su amor obsesivo por Muerte al punto de no darse cuenta de cómo estaba cumpliendo sus designios ocultos al ordenar la búsqueda de las Gemas del Infinito.
Toda la descendencia de Uther, manipulada cuales peones para mantener en un solo camino el poder de los Pendragón. Como Uther mismo, luego de sacrificarse, se mantuvo cerca de todos ellos buscando protegerles, manteniendo su promesa hecha cuando le dejara en Avalon de buscar a su Dama del Lago. Y lo hizo, Uther jamás le dejó, haciéndose pasar por una inteligencia artificial para ayudarle en los momentos más oscuros y nunca permitir que su alma cayera en el Hel donde le podrían usar como al resto. La paciencia que mostró para traer de vuelta y de forma discreta sus ojos, que se fundieron en aquellas nuevas semillas, un gesto como ninguno. Que su Nimue no extrañara la mirada que le juró amor eterno. El archimago castañeó sus dientes, destrozado.
Lo que había sido ya no podía volver a ser.
Ese pensamiento le quemó el alma que también estaba ya sufriendo las consecuencias, mirando el rostro amado de su Dama de Lago. Habían llevado hasta el límite a todos ellos, provocando un daño de dimensiones titánicas cuyas consecuencias seguramente tendrían un eco eterno. La ambición en corazones de reyes y guerreros que supieron de su magia, de su herencia del Principio Teseracto como de los Dragones Cardinales trayendo la desgracia una y otra vez. Esa separación que había roto tantos hilos que Myrddin realmente se aterró de las repercusiones de sus acciones, pero muy en especial, de todo aquel dolor que sembró en el amor de su vida sin saberlo, ciego no solo de ojos sino en su corazón para ver que lo único que habían hecho con todos ellos era haber jugado a las maquinaciones perversas hasta conseguir el caos demente del cual originalmente brotaron.
-Siempre fuiste tan fuerte, ¿no es así? -habló Myrddin dejando caer sus lágrimas con una sonrisa rota- No importaba el dolor que sintieras por dentro, siempre seguiste adelante porque tú eres así. Firme, creyendo en el futuro más que otra cosa, en un futuro donde las cosas son mejores. Ahí depositaste siempre tus esperanzas, ¿verdad que sí? -sollozó un poco- Justo como lo habíamos acordado, aunque tu alma ya no tuviera esas memorias. ¿Puedes recordarlo, Nimue? ¿Lo que te dije aquella tarde cuando te enseñé como invocar un Dragón Cardinal y tú me reprendiste por hacer cosas tan atrevidas? ¿Lo recuerdas? Nuestra enseñanza a pasar de generación en generación. Si habríamos de elegir entre el universo y nosotros, nunca dudaríamos en elegirnos... pero sí teníamos que elegir entre tú y yo... ¿puedes... puedes recordarlo? -el archimago apretó los dientes- Prometiste elegirte a ti.
Levantó ligeramente el cuerpo entre sus brazos para depositar un tembloroso beso sobre la frente fría, dejando caer algunas lágrimas sobre aquel rostro.
-Lo hiciste, amor mío, lo hiciste pese a quedarte sin la mitad de tu ser, lo hiciste pese a que no estabas seguro si era lo correcto o no. Seguiste adelante sin mí. Por mí. Por nuestra promesa de amor -Myrddin inclinó su rostro, pegando su frente contra la de Tony- Firme, preciso cual hoja de espada. Preferiste sufrir todo este tiempo antes que entregar a Excalibur. Lo hiciste bien, cariño. Ahora es tiempo... tiempo de enmendar todo esto. La Muerte cree haber ganado, pero... no todo está perdido, ¿no es así? Porque tú siempre supiste mirar hacia el futuro, por encima de todos hasta de tu propia persona. Estoy tan orgulloso, Nimue. Tu corazón es tan grande que puede amar a este vacío y llenarlo de luz. Gracias, gracias en verdad. Ahora... ¿podemos descansar al fin?
Buscó aquellos labios, invocando en su mente a Lazarus en su forma invertida. Tanto el archimago como el castaño entre sus brazos desaparecieron, aparentemente tragados por la oscuridad caótica que envolvía el último bastión de luz. Ahí, Peter sintió que las aguas ya imposibles del espejo vibraron, cobrando un brillo inusual como un color azul muy claro. Volviéndose en la orilla, notó en el centro a una figura que hizo su corazón estremecerse al ver su similitud con la antigua escultura a modo de tumba que viera originalmente. Quiso acercarse, pero tuvo miedo de hundirse en el agua, notando que esa figura pisaba sobre las mismas, lo que le motivó a imitarle, poniendo un pie sobre la superficie del lago sin que se hundiera. Peter corrió entonces a la Dama del Lago. Sus pasos fueron desacelerándose conforme llegó a ella, las lágrimas que creyó extintas volvieron con mayor fuerza. Largos cabellos castaños caían al agua, perdiéndose igual que su manto que formaba su vestido sujeto por cordeles rojos y dorados. Hermosa, era realmente hermosa como sus ojos avellana y chocolate. Una versión femenina de Tony...
-¿M-Mamá? -tartamudeó el adolescente sintiendo sus labios temblar al pronunciar la palabra.
La fantasmal Dama del Lago le sonrió, juntando sus manos frente a su pecho donde colgaba un medallón en la misma forma que el Reactor Arc que tanto quiso Peter. De ahí brotó una luz que cayó a las aguas y se transformaron en una hermosa espada que ya había visto el muchacho en la biblioteca de Myrddin. Excalibur. Supo el nombre de solo verla en lo alto cuando la Dama del Lago -o su madre- la levantó, antes de colocarla de forma horizontal sobre sus palmas extendidas, estirando sus brazos hacia él, dando a entender que se la entregaba con una sonrisa tan típica que terminó por hacer estallar en llanto a Peter.
-¿M-Mamá?
Hermosa, realmente hermosa y risueña como si nada le preocupara, la Dama del Lago, la forma original de Tony, le tendió la espada que el adolescente tomó. Era ligeramente pesada, más vibraba como si tuviera vida propia. Nimue pareció reír, tomando el rostro de su hijo entre sus manos y besando cada párpado como tratando de borrar sus lágrimas. Aquello solamente aumentó el llanto en Peter quien la hubiera retenido en un abrazo desesperado cuando ella comenzó a desvanecerse, sin dejar de mirarle con esos mismos ojos que le vieron al nacer, que le lloraron, reprendieron, animaron, consolaron. Que toda su vida siempre estuvieron atentos a él, dando la vida por él como ahora se daba cuenta. Lo único que tuvo fue la gran espada mítica, con su hoja de un gris claro pero brillante como la plata, el mango de oro con tachonaduras en rojo y azul, en su centro una joya en forma de reactor.
-Excalibur -lloró Peter, abrazándola contra su pecho.
El espejo vibró, convirtiéndose en un círculo de luz que fue adoptando la silueta de una serie de símbolos mágicos complejos e imposibles. La nada caótica a su alrededor pareció reaccionar como una bestia enfurecida ante lo que parecía una amenaza. Peter sintió la espada moverse, aunque no era la palabra correcta, estar viva, quizá fue una definición mejor. Ya era el momento y la tomó con el mango, levantándola para escuchar entonces la única pregunta que importaba en esos momentos y cuya respuesta definiría si aquel caos ciego, frío e inmortal continuaría por siempre o habría un segundo camino para todos. Sintió sus piernas temblar, sus rodillas atentando con doblarse al momento de permitir que en su alma se abriera paso a la pregunta con una fuerza que le quitó el aliento, apretando sus párpados ante la resonancia de su cuestionamiento, notando la manera en que tomó forma corpórea.
-¿Q-Quién eres tú?
-Llamadme Lyer.
Peter bajó la espada al mismo tiempo que la Valkiria de la Desesperanza aterrizó suavemente sobre aquel círculo de símbolos mágicos, tomando su propia espada de hoja gruesa y pesada que dejó caer sobre la superficie luminosa con un eco sordo, mirándole fijamente con sus ojos verdes y esa cabellera rubia flotando alrededor, envuelta en la armadura tan representativa de las valkirias de Asgard.
-Tú eres la pregunta.
-Sois perspicaz. En guardia, mozo.
Lyer no le dio mucho tiempo para pensar en alguna posición, Peter había llevado clases de esgrima, pero aquello era completamente diferente y a nada estuvo de caer del círculo ante los ataques despiadados de la valkiria con rostro inexpresivo, mirada cansada. El muchacho le pateó, saltando ágilmente sobre su cabeza, volviendo de nuevo al centro del círculo donde le esperó, esta vez con Excalibur bien sujeta con ambas manos, observándole detenidamente. Se notaba que ella era experta en el combate, así que estaba jugando con él al mismo tiempo que esperaba por su respuesta que decidiría la pelea como el destino final de ese caos a su alrededor, rugiendo y susurrando cosas que el corazón del chico podía entender con la misma facilidad con la que estaba comprendiendo el silencio de la valkiria.
-Tú... tú cuidaste de Loki en el Cubo del Infinito.
-Cuidar es una palabra muy generosa.
-... eres su hermana...
-También es una palabra benevolente.
Con un giro sobre su eje, la valkiria se elevó en el aire, tomando con una sola mano el mango de su enorme espada que hizo girar consigo, haciendo un arco que fue a chocar contra la hoja de Excalibur, haciendo vibrar el círculo como a Peter quien tuvo que usar las dos manos para no terminar estampado contra el brillante suelo por ella. Ambos se miraron por entre las hojas cruzadas que temblaban por la fuerza impresa en las hojas que buscaban qué cortar. Los ojos de Lyer si bien no parecían humanos, no tenían la ira que el adolescente hubiera imaginado al sentir su esencia tan rabiosa e igual de caótica como la oscuridad de la cual brotó al aceptar la pregunta primordial a la que debía dar respuesta.
-Pelead, mozo.
-Tú no quieres hacer esto.
-Ya es demasiado tarde para ello.
Ella torció su muñeca, obligando a Excalibur a girar con Peter, saliendo ambos despedidos por el aire y cayendo cerca de la orilla una vez más. La espada rebotó lejos del muchacho más éste la recuperó corriendo desesperado a ella, rodando por el suelo para evitar los cortes que Lyer hizo al notar su gesto, persiguiéndole alrededor del círculo hasta que el chico pudo levantarse. Excalibur brilló al moverse en zigzag, haciendo retroceder a la Valkiria de la Desesperanza lo suficiente para ganar terreno y no temer por caer al vacío. Lyer fue quien se alejó ahora, sacudiendo su espada, aunque no estaba manchada, más fue una forma de recuperar energías, analizando a su rival en busca de algún punto débil qué atacar. Peter no se lo permitió, siempre usando ese sentido arácnido como su agilidad para no terminar partido en dos, tomándose su tiempo para percibir lo que el corazón de aquella fantasmal jovencita estaba diciéndole.
-Tú sabes que El Mensajero le mintió a Odín, se hizo pasar por uno de los enanos...
-Callad ahora mismo.
-Él creyó que estabas muerta y fue a vengarte, asesinando a los herreros que atestiguaron la creación de esta misma espada. Solo fuiste el pretexto para ello.
-Os cortaré esa lengua.
-Lo vi en el espejo, no miento.
-Verdad o mentira, no me importan ya.
Un trazo directo al pecho de Peter rasgó su traje, cortando apenas su piel. Desvió ese peligroso filo de su cuerpo con un empujón desde el mango de Excalibur, corriendo al otro lado para recuperar su posición defensiva. La valkiria bufó, girando rápidamente su propia espada que lanzó al aire, corriendo hacia el muchacho con las manos desnudas, pero bien dispuesta a darle varios puñetazos que buscaron romperle los huesos antes de recibir su espada en el aire. Esta vez la hoja alcanzó el mentón de Peter que abrió, haciéndole sangrar profusamente con una exclamación de angustia por parte del chico quien retrocedió al acto, llevándose una mano a la herida, notando la sangre. Lyer sonrió despectiva, sacudiendo su espada antes de echarla al hombro como solía hacerlo.
-¿Decís, mozo?
-... e-eres... eres fuerte... -jadeó Peter.
-No solo eso, soy mejor que vos -la valkiria entrecerró sus ojos- Escuchad, mocoso. Soy un espíritu, no importa cuánto tratéis de herirme, no me haréis daño. Vos sois un cuento diferente, terminaréis con el cuerpo destrozado... y ese corazón -su espada apuntó al pecho del muchacho- El Corazón del Universo, será del caos.
-Tal vez no.
-Cuando Thanos llegó a vuestro mundo, había conseguido al Corazón original pero vuestro mercenario lo robó, perdiéndolo con alevosía para impedir que le fuese robada la ubicación. Fue demasiada coincidencia que terminara en Asgard bajo las manos de la sanadora que puso en Nimue el don de la vida. Obtuvisteis un regalo por mero accidente prodigioso, dones así se pierden con facilidad.
-Las cosas más sorprendentes llegan solas.
-Tal pensamiento no os ayudará ahora.
Peter cerró sus ojos. -¿Y qué me dices de ti, Lyer? ¿Por qué no torturaste al pequeño Loki como se te ordenó y en su lugar hasta jugabas con él?
-... os confundís.
-No -el adolescente le miró con el ceño fruncido- Sabías que era tu pequeño hermano, sabías por todo lo que había pasado porque tocaste su corazón. Nunca te habías detenido antes por un niño, pero lo hiciste con Loki... de la misma manera que no estás atacándome con todas tus fuerzas. Tú también estás esperando por un milagro.
La Valkiria de la Desesperanza adoptó una postura de ataque. -Ahorrad vuestro aliento.
-¡Sabes que es verdad! ¡Deja de pretender!
-Lo habéis dicho, mocoso, soy la pregunta que debéis responder. Vuestro tiempo se ha terminado.
Peter fue quien tomó esta vez la iniciativa, corriendo con Excalibur hacia Lyer sin titubear. Ella le recibió en una danza de cortes y bailes de espada en lo que fueron avanzando o retrocediendo según tomaran ventaja por turnos. No iba a darse por vencido tan rápido, tampoco la valkiria desistiría pese a que el joven Stark-Rogers podía sentir claramente el dolor en su corazón, esas dudas que ya nadie podría aclarar ni la tristeza de haber sido lastimada de una manera imposible por la única familia que siempre supo estuvo vivo todo ese tiempo, pero jamás le permitieron acercarse, so pena de extinguirla. Tal vez era que Lyer ya no tenía otro camino que recorrer más que ese, le había sido arrebatado toda oportunidad de elegir, nunca había podido hacerlo como varios de los Pendragón.
Ella era la pregunta que tenía el caos para él, ¿habrían de volver a ese origen lleno de desesperanza, confusión y crueldad variando de formas o realmente era posible cambiar lo que nunca había cambiado? Ahí estaba la Valkiria de la Desesperanza, una Alfa Draconis más que sufrió como el resto y a pesar de saber ya la verdad, se encontraba en un punto más allá del rencor o el perdón. Solo quería escuchar algo que al fin diera respuesta a toda su vida, desde que fue tomada en brazos por un amoroso Odín hasta esos momentos, luchando sin estar confiada de tener la razón, arriesgando su vida por algo en lo que nunca creyó, sin embargo, fue lo único en lo que pudo refugiarse cuando lo demás falló. ¿Eso era? ¿Cuándo no quedaba nada solo existía la desesperanza?
Cayó con un duro rebote contra el círculo luminoso, en el centro, escupiendo algo de sangre por la boca y sintiendo su cuerpo cansado. La valkiria bufó, tallando la punta de su espada contra esos símbolos en fastidio, dándole tiempo a ponerse de pie. Peter ya estaba muy cansado, había estado peleando sin parar y sin haber probado alimento. Se quedó sentado sobre sus pantorrillas, jadeando con dificultad, encorvándose un poco con sus ojos mirando a Lyer quien tomó aire, apuntando la espada hacia él una vez más.
-¿Cuál es vuestra respuesta?
En los momentos más importantes, Peter siempre tendía a perderse en cosas que aparentemente no guardaban relación con el instante. Lyer y su pregunta fue una revelación. Realmente no estaba divagando al pensar en sus padres, Steve cantando con una guitarra clásica junto a Tony con un vientre redondo mientras comía chatarra. O al aprender a bailar, aunque fuese muy pequeñito de la mano de Bucky, sintiendo infinita alegría al ver sus ojos brillar. Su mente lejos de perderse en distracciones, estaba diciéndole una vez más algo importante. Wade despidiéndose con ojos húmedos en medio de un paisaje apocalíptico y deseándole la mayor felicidad posible. Peter jaló aire que estaba faltándole, arrastrando Excalibur por el suelo de color blanco amarillento, levantando su vista hacia la valkiria.
-Solo hay dos caminos, o me asesinas o te asesino. O gana el caos o yo le destruyo. Siempre la Muerte.
-Al fin habéis despertado.
-Tal parece que sí.
-¿Vuestra decisión?
-Soy Peter James Stark-Rogers.
-¡Hablad ya!
-Mi padre Steve siempre me aconsejó seguir mi corazón -el adolescente miró la espada en su mano- Mi madre Tony siempre me aconsejó escuchar a mi cabeza.
-Os mataré. Preparaos.
-Ambos tenían la razón. No voy a matarte.
-Habéis dejado claro eso. Agachad la cabeza, seré misericordiosa.
-Pero tampoco me matarás.
-¿Qué decís?
Peter sonrió. Dejó de tener miedo o angustia, o quizá fue que se amalgamaron con una sorpresiva alegría, no sabía exactamente cómo describirlo, pero fue algo que le dejó sin aliento. Seguramente eso fue lo que experimentaron los Caballeros de la Mesa Redonda cuando el Santo Grial. La Sangre Santa que en su caso era nada menos la sangre Alfa Draconis que también corría por sus venas. Era dicha y era tristeza, júbilo y terror, de pronto todo era comprensible más encapsulado en un momento único, a la usanza de un Aleph desde el cual podía ser capaz de saberlo y sentirlo todo, pasado, presente y quizá hasta el futuro. Algunos probablemente le llamarían éxtasis, otros, iluminación, aunque las definiciones humanas estaban muy cortas a la sensación del adolescente cuyo rostro dejó ver una expresión llena de paz.
-No lo sé -respondió al fin Peter con lágrimas en los ojos.
Lyer frunció su ceño antes de soltar de golpe su espada, abriendo cada vez más sus atónitos ojos cuando la punta de Excalibur encontró paso en el pecho del adolescente, atravesando sin problemas su corazón. La sangre tiñó de inmediato la hoja grisácea de la espada, llegando hasta el reactor y el mango donde estaba tachonado. Aquella mano que hubiera guiado segura a Excalibur, le soltó, quedando caída como su gemela en ambos costados de Peter quien exhaló un último suspiro antes de cerrar sus ojos, dejando caer su cabeza contra su pecho, su mentón tocándolo mientras la sangre seguía corriendo desde su corazón abierto hasta aquel círculo mágico que vibró. La Valkiria de la Desesperanza jadeó, mirando alrededor. Eso no debía de suceder y la confusión le dominó.
Dreams fight with machines
Inside my head like adversaries
Come wrestle me free
Clean from the war
Your heart fits like a key
Into the lock on the wall
I turn it over, I turn it over
But I can't escape
I turn it over, I turn it over
I loved and I loved and I lost you
I loved and I loved and I lost you
I loved and I loved and I lost you
And it hurts like hell
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