Descenso
Título: LAZARUS II
Autora: Clumsykitty
Fandom: MCU con un pellizco de Marvel Cómics.
Parejas: sorpresa sorpresa.
Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.
Warnings: Viene la continuación de Lazarus I, por lo que os recomiendo primero leer esa parte antes de adentraros a esta desquiciada historia. Como su homóloga, está dividida en libros que van en secuencia numérica pero no en orden de trama. Historias muy agridulces, crudas como violentas. No apta para corazones sensibles o mentes tiernas. Sobre aviso no hay engaño.
Gracias por leerme.
Libro VI. El Libro de la Desesperación.
Descenso.
"Las lágrimas más amargas que se derramarán sobre nuestra tumba serán las de las palabras no dichas y las de las obras inacabadas." Harriet Beecher Stowe.
"No hay pecado tan grande, ni vicio tan apoderado que con el arrepentimiento no se borre o quite del todo." Miguel de Cervantes.
Thor había escuchado en boca de su padre la descripción de lo que era el Hel, así como había visto en el palacio algunos retratos de su soberana, Hela. Pero aquellos cuentos parecían ser de otra historia pues en el largo trecho que había corrido junto a Deadpool, lo único que había visto eran páramos y más páramos interminables por los que serpenteaba un río humeante, nada más. Ninguna alma vagando o guardianes que les salieran al paso. Era cierto también que Francis estaba llevándolos por caminos no transitados, más para el tiempo y la distancia que llevaban recorrida, era para que tuvieran algún obstáculo al frente que no había aparecido en lo absoluto. El Hel estaba sencillamente deshabitado, lo cual no era una buena noticia para el universo, puesto que significaba el uso masivo de las almas que le habitaban para un ataque final.
-Tienes una resistencia proverbial, mi querido amigo.
-Digamos más bien que... uf... si me permites, necesito recuperar aire.
Wade se inclinó, apoyando sus manos sobre sus rodillas jalando aire. El Dios del Trueno sonrió apenas, dándole tiempo a recuperarse.
-Estos son pantanos que fueron desconocidos en la biblioteca de Asgard.
-Así como en tu tierra hubo caminos secretos, aquí también.
-¿Cómo es que tu pequeño Francis los conoce?
-Digamos que escapar de la Valkiria de la Desesperanza te hace ingenioso... uf... ya estoy viejo... sigamos.
Si bien aquellos páramos eran solitarios, iban tornándose cada vez más oscuros, la tierra ennegrecía conforme descendían en los valles, uno dentro del otro, a veces pasando por puentes de piedra lisa o terrenos llenos de arena grisácea. El aire se enrarecía más a ninguno de los dos molestaba. Francis voló por delante de ellos, llevándoles hasta una montaña no muy alta pero rodeada de espinas negras cual muralla que se deshizo ante los cortes de katana del mercenario. Usar a Mjolnir estaba prohibido puesto que su poder sería detectado de inmediato por Hela, y hasta el momento eran sigilosos intrusos ocultos a los ojos de cualquier guardián aún disponible o de su misma reina. Dieron una media vuelta a la montaña, encontrando una estrecha cueva por donde descendieron a través de escalones de roca, tallados burdamente que seguían un camino en espiral. Únicamente sus pasos se escuchaban en el interior más y más amplio hasta que les fue imposible decir dónde estaban las paredes o lo alto del techo, bajando a ciegas las escaleras en medio de una densa oscuridad.
-Hasta aquí -dijo Deadpool deteniéndose.
-¿Dónde estamos?
-Lo vamos a titular Caída Libre al Centro del Hel.
-... ¿tan rápido llegamos?
-No, mi querido rubio nórdico, estamos en la orilla de un ojo que mira al centro de estas tierras.
-Apenas si puedo verte.
-Es por el traje, yo si veo tus cortinas.
-¿Qué?
-No lo tomes en mal sentido, pero me gustaría que te agacharas y sintieras hasta donde llega este escalón.
Thor parpadeó un poco, más le obedeció, palpando inquieto la roca fría.
-La escalera... ya no continúa.
-¡Bingo! Final del camino.
-¿Cómo...?
-Escucha, Thor, quiero que nos pongamos serios como nunca. Irás al centro del Hel por la vía rápida, tocarás las heladas aguas del Río de la Muerte que descansan tranquilas en una especia de agujero negro y te llevarán al Cubo del Infinito. Usarás al miumiu para abrirte paso y entrarás. Recuerda, solo tú y solo tú escucharás una músiquita como de cajita, ésas que regalan a las niñas bien portadas.
-Wade...
-Cuando la música comience a ser más rápida, tu tiempo se agotará. De no salir del cubo te vas a convertir en un adorno más ahí dentro, sino es que primero Laif te hace pedacitos.
-Estoy listo para enfrentarla.
-Yo lo sé... solo que...
-¿Sí?
-Te lo voy a decir así de frente, aunque no te veo el rostro ya. Mira, o mejor dicho, escucha. Sé que fuiste feliz con Jane, que tuviste cierto "alivio" con Sif, pero va a ser la más pésima de las ideas si se te ocurre mencionarlas ahí dentro del cubo. Estarás tratando con la esencia pura de Loki, lo que probablemente jamás le viste en vida y un solo pequeño nimio error y habremos perdido en grande.
-Estoy consciente de ello, Wade.
-Bueno, no perdamos más tiempo que quiero ir al baño. Presta oídos mitológicos. Tendrás que lanzarte así como cuando solías caer del puente arcoíris, ¿vale? Tú solo flojito y cooperando, déjate caer hasta que de pronto sientas que ya no puedes respirar, no te apaniques que lo que pasará es que de pronto sentirás agua rodeándote, pero seguirás cayendo. No pelees ni nada. Cuando tu caída se detenga, es hasta entonces que sacarás tu arma y no me refiero a lo que tienes en los pantalones sino al martillo y golpearás con todas tus fuerzas. Sí, a ciegas, abrirás el cubo y entrarás. Lo demás queda por tu cuenta.
-¿No vendrás?
-Si voy contigo, nos van a ver.
-¿Qué harás?
-Voy a quedarme vigilando, si lo piensas bien, éste es el único camino, quien venga tras nosotros tendrá que toparse conmigo.
-... Wade...
-Ssshh, ya sé que es la escena emocional donde los amigos se despiden con palabras homoeróticas pero yo hice voto de fidelidad. Vamos, Thor, ya no desperdiciemos más tiempo. ¿Listo? Te empujaré.
-De acuerdo, muchas gracias por esto, Wade.
-Nah, ahora contaré a la una, dos y... ¡Sayonara!
Thor sintió el fuerte empujón en su espalda, usándolo como impulso para saltar a la nada, confiando en la palabra de Wade. Simplemente extendió sus brazos y piernas con el fin de mantener el equilibrio durante su caía a ciegas, la velocidad era peligrosa, en cierto punto del descenso su capa se rasgó, perdiéndola para siempre entre las tinieblas. Caía y caía sin nada que le detuviera o le hiciera saber a dónde estaba dirigiéndose. Llegó a un punto en el que incluso ya no supo si estaba cayendo de arriba hacia abajo o a la inversa, ni siquiera estuvo seguro de ir en posición horizontal. Tal era el panorama que tuvo esos pensamientos, hasta comenzar a sentir ese viento una vez más agitando sus cabellos con un roce incómodo que más tarde atribuyó a hielo. Estaba acercándose al Río congelado de la Muerte, un punto de convergencia en el Hel.
El golpe del agua casi le tomó desprevenido, pataleando unos segundos antes de calmarse, dejando que la atracción de aquel eje siguiera succionándole, aunque sufrió cortes en brazos, piernas y el rostro por las finas agujas heladas que pasaban a gran velocidad. Pero aún no veía nada claro. Su resistencia para no respirar alcanzaba su límite cuando todo eso se detuvo, como si rebotara contra una enorme pared negra. El frío era superior al mismo Jotunheim, pero ahora flotaba, de eso estaba seguro, y su mano derecha se estiró al frente, con su corazón latiendo a mil por hora al sentir entre sus dedos un pequeño cubo de metal. Todo el cuerpo del Asgardiano se estremeció ante el solo pensamiento de estar sosteniendo el Cubo del Infinito, la prisión de Loki, el cofre que resguardaba el Axis en su corazón. Armándose de coraje, tomó a Mjolnir de sus amarres en el cinturón, invocando su poder que lo hizo resplandecer como un minúsculo relámpago, permitiéndole ver al fin ese objeto de superficie uniforme. El lado filoso del martillo chocó con una esquina del cubo.
Fue como ver a través de un ojo todo el universo, planos y estrellas convergieron en la abertura que pareció expulsarle más se aferró a la apertura cada vez mayor, empujando un pie y luego otro dentro. El Hijo de Odín cayó dentro del cubo que volvió a cerrarse, iniciando un mecanismo de cuenta con unas notas musicales. A diferencia de su primera caída, ésta fue más breve, aterrizando sin mucha gracia sobre un campo muerto con cráneos de animales decorando el tétrico paisaje. El cielo era rojo oscuro con nubarrones dominando el firmamento. Su atención fue de inmediato a la copia del Valhalla a lo lejos, exactamente el mismo palacio que su memoria recordara salvo que estaba opaco. Oxidado. Todo alrededor estaba muerto con una lluvia muy fina apenas perceptible de ceniza grisácea. Thor no se lo pensó mucho, corriendo hacia el palacio con Mjolnir en mano.
Pronto cayó en la cuenta que no sería tan sencillo como lo había pensado, la tierra se movía igual que si fuese una esfera girando por el impulso de sus pies, alejando el palacio de su vista. Tuvo que hacer grandes saltos de roca en roca, árbol en árbol para aventajar aquella ilusión y alcanzar el arco de entrada hacia la construcción. El Asgardiano ya sudaba profusamente para cuando lo logró, jadeando pesado con su mirada buscando por todos lados a Laif, la Valkiria de la Desesperanza, pero tampoco le vio. Echó a correr por segunda vez, empujando los portones que le abrieron paso al interior del palacio, con ojos bien abiertos y el alma en un hilo. Adentro, a diferencia del exterior, parecía que todo estaba en perfectas condiciones. Paredes, suelo, estatuas, telares y demás lucían como si hubiesen sido hurtados del original.
-¿Dónde...? -musitó desesperado- ¿Dónde estás?
Corrió hacia el nivel siguiente, imaginando si acaso el ojiverde estuviera en sus aposentos como cuando vivía en Asgard. Una risa infantil captó su atención, casi a punto de caer al detenerse de golpe por escucharle y ubicar ese sonido. Provenía de la sala donde de forma habitual Frigga solía leer a solas. Sus pies se movieron en automático hacia la habitación, desacelerando, cuando vio la puerta entreabierta con luz asomándose por la abertura. Thor contuvo el aliento al reconocer la risa en la segunda ocasión que la oyó. Era esa dulce risa que el pequeño niño Loki tenía para llenar los pasillos del Valhalla en tiempos más felices. Con pasos lentos, se acercó, observando por el espacio de las puertas lo que había dentro. El Dios del Trueno contuvo el aliento al ver un niño de cabellos negros cortos y ojos verdes jugar con unas pelotas de piel sobre el suelo alfombrado.
-Loki...
Entró de golpe, asustando al pequeño que respingó, lanzando un gritito al tiempo que se ponía de pie con un salto, olvidando las pelotas para esconderse detrás de una escultura de una valkiria en mármol blanco.
-¡Loki! -Thor pasó saliva, deteniéndose y arrodillándose al guardar su martillo tras de sí- No pasa nada, estás a salvo.
-¿Quién eres? -preguntó el pequeño con vocecilla temblorosa- Yo no te conozco.
El rubio sintió llorar, pero sonrió a pesar de todo. -Soy un amigo.
-¿De mi hermanita?
-¿Herma...? No, Loki, tu amigo. Ven, no tengas miedo, no voy a hacerte daño.
Sus manos se estiraron ansiosas, queriendo atraparle y echar a correr fuera de aquel cubo. Loki le examinó de arriba abajo con su ceño fruncido y un puchero que le hacía ver tierno a los ojos del Asgardiano que oró a todos los dioses bondadosos para que lograra su misión. Si Loki no estaba convencido de marcharse, el Cubo del Infinito jamás iba a dejarle ir. Usaba su propio miedo, su propio rechazo para encarcelarlo. Era necesario hacerle entender su estado como prisionero, de que podía volver a la vida y huir de la Valkiria de la Desesperanza. El niño se talló su boca, no convencido de las palabras de Thor, echando a correr a la habitación contigua.
-¡Loki! ¡Por favor, no huyas!
Fue una persecución que si bien al principio estuvo cargada de angustia por su parte, luego notó que era un juego más de aquel pequeño ojiverde, a quien escuchó reír al escabullirse astutamente de sus manos, por debajo de muebles, saltando a esculturas como si fuese un mono o escondiéndose en recovecos de las paredes hasta que sus carcajadas lo delataban, corriendo tan rápido como podía con esas piernas cortas. Thor respiró aliviado, quedándose serio después, no podían jugar, tenían que marcharse.
-¡Loki, escúchame por favor!
-¡Nooo quierooooooooo!
-¡Loki!
-¡Jijijijijijiji!
En otras circunstancias, el Dios del Trueno hubiera seguido el juego, pero la ausencia de Laif no iba a durar mucho tiempo. Cuando al fin acorraló al pequeño, un sonido que le erizó la piel detuvo su intención de cargarlo y salir huyendo de ahí. Era como trompetas oxidadas retumbando en todo aquel espacio, eso no le había puesto la piel de gallina, había sido el grito que Loki lanzó, con sus ojos mutando de la travesura al terror más puro. Fue el niño quien ahora corrió hacia él, tirando de su mano que se vio enorme entre las pequeñas del ojiverde, suplicándole que le siguiera. Las preguntas esperaron porque todo el palacio comenzó a oscurecerse, las paredes a pudrirse, lámparas apagarse. Un aroma a quemado inundó el aire mientras él corría tirado de la mano por Loki, bajando hasta donde eran las mazmorras.
-¿Qué...?
-¡Vamos, vamos, vamos!
Fueron a la parte más oscura, de los calabozos donde todas las celdas poseían una fuerte puerta encantada. Solo una estaba abierta y ahí entraron justo antes de que les dejara fuera porque también se movió sola para cerrarse. La oscuridad les envolvió por unos segundos. Thor jadeó al perder la manecita de Loki, pero éste corrió a una esquina donde encendió una lámpara de aceite, iluminando esa esquina. A un lado estaba un montoncito de paja con una frazada.
-Si quieres te puedo compartir.
-¿Qué... qué es todo esto?
-Cuando los cuernos retumban, los monstruos salen. Nunca debes estar cuando los monstruos salen o te comen las tripas.
-¿Quién te ha dicho tal cosa?
-Mi hermanita Laif.
Esta vez Thor bufó molesto, apretando sus puños mientras alcanzaba a Loki quien ya se sentaba sobre la paja, cubriéndose con la frazada que obviamente solo podía cubrirle a él, pero aun así le esperó para tenderle una esquina. El Dios del Trueno se sentó a un lado de la paja, negando en silencio mientras le tapaba con cariño, dándose cuenta que al fin le tocaba. Acarició sus cabellos negros, con los ojos rozándosele. Vino a su memoria aquella despedida en la Tierra, el cuerpo del hechicero perdiéndose entre sus manos como cenizas, esas palabras que intentaron decir algo importante, su mirada llena de tristeza y arrepentimiento. Los ojos de Loki ahora eran claros, sin la mancha de la amargura o la malicia.
-¿Ahora si me puedes decir quién eres?
-Mi nombre es Thor.
-¿Thor? -el pequeño alzó sus cejas.
-Sí... ¿no me...? ¿Jamás habías escuchado de mí?
-Um, no. Yo vivo solito aquí, con mi hermanita.
El Hijo de Odín se juró que si volvía a escuchar eso, se vería en la necesidad de destrozar algo.
-¿Nadie viene a visitarlos?
-Nu, ¿por qué habrían de hacerlo? ¿Quiénes?
-No lo sé... ¿tus padres?
Loki rió, negando. -Yo no tengo padres.
-¿Entonces como naciste?
-Umm, pues como mi hermanita, así nada más, con un pensamiento.
-¿Y de quién sería ese pensamiento del cual nacerías?
-Oh, haces preguntas muy difíciles -Loki se mordió un labio, abriendo y cerrando sus piernas.
-Pues tú pareces saber, eres muy listo.
-¡No, oh no! -el ojiverde sacudió su cabeza- No sé quién me pensaría. Yo creo que solamente lo hizo por gusto y dejó botado ese pensamiento.
-¿Y desde que naciste siempre te escondes aquí?
-Oh, sí. ¿Ya viste afuera? Es horrible, eso lo hicieron los monstruos.
-¿Tú alguna vez los has visto, Loki? ¿A los monstruos?
-Bueno... -el niño se mordió una mejilla- Pues una vez vi mi reflejo en un platón.
-... -Thor frunció su ceño- Tú no eres un monstruo.
-¡Claro que sí! Aquí solo viven monstruos, tú también debes ser un monstruo, pero uno muy torpe porque no entiendes.
-Mejor cuéntame cómo pasas el tiempo aquí. ¿Cuándo sabes que ya no hay monstruos afuera?
-Fácil, la puerta se abre solita.
-¿Y qué haces mientras tanto?
Loki se removió sobre la paja, echando la frazada sobre sus hombros. Miró a la lámpara de aceite que apenas iluminaba su rostro regordete.
-No sé si deba decírtelo...
-Puedes hacerlo, puedes confiar en mí, Loki.
Los ojos verdes y brillantes se posaron en el rubio con esperanza. -¿Sí?
-Tienes mi palabra de honor.
-Bueno, pues... -el pequeño jugó con sus manecitas, bajando su mirada- ¿Me cuento historias?
-Oh, que interesante. ¿Sobre qué?
-Um, bueno, pues en realidad solo es una... me gusta mucho pero Laif dice que es una tontería como muchas que hago y entonces ya no le cuento.
-Cuéntame a mí, por favor.
Loki rió como si algo supiera, acomodándose mejor sobre la paja, recargando su cuerpo contra el costado del Asgardiano.
-Eres calientito. Yo soy frío.
-Gracias, ¿siempre tienes frío?
-Todo el tiempo, pero ya me acostumbré.
-Dime a cerca de tu historia.
-Sí tú quieres...
-Te escucho.
-... es la historia de un gran guerrero, es muy fuerte ¿sabes? No le tiene miedo a nada, y puede vencer todos los monstruos feos que a cada rato le saltan. Vive en un palacio que brilla en color oro... bueno, creo que el oro no es un color, pero es la idea. Hay un sol danzarín detrás del palacio, con jardines muy muy verdes con flores muy bonitas. Todos son muy felices, corren por todos lados y ríen mucho cuando se sientan a comer. El guerrero cuenta sus aventuras con una copa en mano que choca con las demás al celebrar sus victorias porque siempre gana. ¡Ah! Es tan fuerte que hasta los truenos llegan a él cuando los llama y ¡pum! Adiós enemigos. Mi Héroe del Trueno.
Los ojos de Thor se humedecieron, resistiendo el apagar su sonrisa.
-Y-Y... ¿qué más hace ese gran héroe tuyo?
-Aahh -Loki sonrió mirando al frente- Corre por un puente arcoíris con una gran sonrisa, es por ahí donde viaja a sus aventuras a todas partes. Es muy feliz, y siempre lleva regalos a su mamá que es una reina muy bonita con un largo cabello trenzado, y a su papá que está barbón con un parche en un ojo.
-¿Tú solo creaste esa historia mientras estabas escondido aquí?
-Sí, no me gusta la oscuridad ni el silencio, antes lloraba mucho, pero desde que me conté esa historia el tiempo pasa más rápido y ya no tengo miedo.
-¿Y qué hay de su hermanito?
-¿Eh? -el pequeño le miró extrañado- ¿Hermanito?
-Sí, estoy seguro que ese Héroe del Trueno tiene un hermanito, ¿no es así? Al que ama con toda el alma y protegería con su vida.
Loki volvió a reír, más fue una risa extraña, abriendo mucho sus ojos hacia el Dios del Trueno, acercándose para hablar en susurros.
-No seas tontito, el Héroe del Trueno no necesita un hermanito.
Por alguna extraña razón, vino a la mente del rubio aquel momento en el Brifrost cuando su hermano le reclamó su cambio de sentimientos y él solamente se quedó callado. Cerró sus ojos unos momentos, abrazando de pronto al pequeño, quien, sin embargo, no protestó ante su gesto, devolviéndolo como se lo permitían sus cortos brazos. Estuvo a punto de prometerle muchas cosas, pero sus palabras fueron ahogadas por el chirrido de la puerta moviéndose por sí sola, dejando entrar la luz del exterior a la celda donde se encontraban. Una luz rojiza de atardecer, aunque brillante que solamente estuvo cortada por una silueta que les alcanzó.
La Valkiria de la Desesperanza estaba ahí.
FIN DEL LIBRO SEIS.
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