Derrota
Título: LAZARUS II
Autora: Clumsykitty
Fandom: MCU con un pellizco de Marvel Cómics.
Parejas: sorpresa sorpresa.
Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.
Warnings: Viene la continuación de Lazarus I, por lo que os recomiendo primero leer esa parte antes de adentraros a esta desquiciada historia. Como su homóloga, está dividida en libros que van en secuencia numérica pero no en orden de trama. Historias muy agridulces, crudas como violentas. No apta para corazones sensibles o mentes tiernas. Sobre aviso no hay engaño.
Gracias por leerme.
Libro VIII. El Libro de la Guerra.
Derrota.
"Hay que evitar el combate en lugar de vencer en él. Hay triunfos que empobrecen al vencido, pero no enriquecen al vencedor." Juan Zorrilla de San Martín.
"En la guerra como en el amor, para acabar es necesario verse de cerca." Napoleón I.
"Los muertos son los únicos que ven el final de la guerra." Platón.
La Bruja Escarlata se paseaba por lo que parecía unas ruinas con un altar circular cuya piedra redonda estaba únicamente partida en dos. Sin escritura o signo alguno que dijera su procedencia, aunque se notaba muy antigua, la roca era semi translúcida con el brillo tenue de las estrellas reflejándose en los restos. Ahí le había mandado el estúpido Jotun en un movimiento imprevisto, y no podía salir de ahí porque ni siquiera estaba segura si estaba en un mundo dentro del universo ordinario o en alguna otra dimensión. En los desvaríos de su mente, la estabilidad de su magia era precaria, podía exterminarse ella misma si no tenía el debido cuidado. Afiebrada, hambrienta como desorientada, Wanda solamente caminada alrededor del altar con sus manos llenas de hilos carmesí listo para atacar lo que sea.
-Hola.
Nadann solamente rió ante las ráfagas de magia roja que le atravesaron, chasqueando su lengua al tiempo que negaba lentamente con sus manos cruzándose delante.
-Wanda, Wanda, sabes bien que eso no va a funcionar.
La joven no le escuchó, continuando con sus ataques de forma frenética hasta agotarse ella misma, viendo a su alrededor destruirse, encogiéndose sobre aquel altar, confirmando que, efectivamente, estaba en una dimensión entre universos. Miró sus manos antes que al sacerdote cuya sonrisa tranquila apareció en su rostro, alzando sus cejas canosas.
-No, no soy un ente poderoso que pueda superarte. Creo que no existe tal ser -silbó divertido, acercándose- ¿Es que no lo puedes recordar?
-¡¿Quién eres?! ¡¿Qué quieres de mí?!
-Yo nada, Wanda. Yo ya he cumplido mi misión. Solo he venido a sentarme contigo.
Nadann tomó asiento en uno de los escalones que ascendían al altar de piedra circular, palmeando al lado suyo. Wanda negó de inmediato, preparando más de su magia, pero el sacerdote levantó un dedo, negando de nuevo.
-Ya lo dejamos atrás. Ven, quiero hablar contigo.
-¡¡No hablaré con nadie!!
-Eso lo sabemos, nos aseguramos de ello.
La frase dejó congelada a la Bruja Escarlata. Nadann rió, mirando hacia el horizonte de estrellas apagándose.
-Dudamos mucho que una heredera de Igraine con la sangre tan diluida pudiera sostener semejante poder más nos sorprendiste, Wanda. Hay que señalar la ayuda recibida, pero en sí, todo el crédito es tuyo. Fuiste perfecta, sigues siendo perfecta. Siempre guardando rencores, dejándote llevar por el miedo antes de que la sensatez, el odio antes que el amor. Admiro lo rápido que dejaste pasar el luto por Visión, como abandonaste tan fríamente a los Vengadores, hasta como pisoteaste la memoria de Pietro una y otra vez. Más era lo que se esperaba de ti. Estamos orgullosos, Wanda.
-Yo no...
-De no haber tenido esa clase de emociones primitivas, jamás hubieras logrado controlar el poder que ahora ostentas. Nadie como tú, manipular la realidad al punto de destruirla. ¿Sabes lo que eso significa, Wanda? ¿Sabes lo que eso nos hace a ti y a mí?
-Hablas con enigmas, tú no eres un humano.
-No soy nada, ciertamente -rió el sacerdote- Únicamente estamos disfrutando de la vista como de la charla. Es curioso que Loki te haya enviado aquí, supongo que lo hizo en un acto reflejo no controlado, pero se le agradece infinitamente. Creo que es el mejor sitio para nosotros.
-¿Q-Qué significa eso?
-Este altar -Nadann golpeó la piedra con sus nudillos- Fue donde asesinaron a la última Alfa Draconis.
-N-No...
-Ya nadie lo recuerda porque sucedió antes de que el tiempo existiera. Es más, Yggdrasil no florecía. Necesitaba de más sangre y ella fue la ofrenda perfecta. Toda su raza estaba casi extinta. Decimos casi porque ahora todos sabemos que sus dos hijos sobrevivieron, su propio padre los encarceló para que el Tribunal Viviente le permitiera buscar los restos esparcidos por el universo de su amada, devorando mundos con tal de hallar un solo gramo de la poderosa Alfa Draconis, aferrándose a la esperanza de que un día estarían juntos de nuevo. ¿Qué horrible mentira, no te parece? Solo lo condenaron a muerte.
Wanda miró alrededor, jadeando, agotada, comenzando a sentir pavor en su interior.
-Fueron ellos, el Tribunal Viviente quien levantó la mano que arrancó la vida de esa entidad del caos y luego le hicieron pedazos. Aquí mismo. En este lugar olvidado. No tan olvidado, tú no permitiste que se olvidara.
-Yo no hice nada, yo no hice nada...
-Todos ellos, los Dioses Proemios, se sintieron tan poderosos, brotando del caos original, de ese poder original lleno de vacío, desesperanza. Incluso algunos dirían maldad. Comiendo Alfa Draconis para absorber su poder y detener la entropía fatal, queriendo hallar la forma de dominar el Principio Teseracto de los Dragones Cardinales, motitas del caos. Qué nombre tan peculiar.
-Yo no hice nada.
-¡Luego le dijeron a todos que la luz era el origen único! -el sacerdote se carcajeó hasta que las lágrimas le brotaron de los ojos- Algo se les reconoce, y es acomodar la historia del Hielo y el Fuego. Todo lo demás fue un vil robo.
Wanda le atacó de nuevo, destruyendo de paso el altar, aunque Nadann siguió tan imperturbable como siempre, esperando tranquilamente a que ella volviera a cansarse.
-Podrías decir No más Alfa Draconis. Podrías...
-No...
-Pero sabes que eso te mataría al instante, y has estado huyendo de la muerte.
-Mentira, dices mentiras. Déjame en paz.
-Wanda, Wanda. Falta lo mejor.
No había Muspelheim. El reino entero había desaparecido como por arte de magia. Quill pasó saliva, sintiendo que lloraría de un momento a otro. Todos estaban en silencio observando un hueco en aquella parte donde alguna vez Surtur gobernara. Fue solo un breve momento de angustia que pasó a uno de terror cuando una bandada de esos monstruos deformes y voladores azotara la nave élfica de Guldham, haciéndolos girar sin control hasta estrellarse en un trozo de roca de algún mundo ya perdido, casi partiéndolo en dos. Reaccionaron más por inercia que por razón, tomando sus trajes antes de salir a pelear contra las bestias sin un plan de acción concreto ya que no lo tenían. La señal de Gamora les había llevado ahí, sin embargo, no había nada rescatable. Guldham tironeó de una manga de Starlord, apuntando con su dedo hacia una distancia lejana pero que sus ojos de elfo veían con toda claridad. Ahí estaba la nave en la que había partido Gamora y Drax, parecía girar lentamente en el espacio.
-¡ROCKET! -llamó Quill.
No se hizo del rogar el peludo, tomando a Groot quien se aferró a su espalda mientras salían despedidos entre las alas y garras que esquivaron, buscando la nave a la que llegaron. Rocket se aferró al casco desgastado, mirando hacia los monstruos rodeando a Peter como a Guldham. Algo no estaba bien, más no supo decir qué era, sacando una de sus herramientas que junto con la ayuda de los dedos de Groot, rompieron una de las paredes del casco para entrar de inmediato. Adentro no había mejor aspecto que afuera, todas las cosas estaban flotando a falta de gravedad, a oscuras con luces muy tenues de emergencia. El peludo guardián como su amigo gritaron a todo pulmón, llamando a sus amigos. Al no recibir respuesta, entraron, volando aprisa por los pasillos con la mirada frenética y los pelos de punta al imaginar lo peor. Había rastros de sangre en paredes y pisos.
-¡YO SOY GROOT!
Dos cuerpos estaban flotando entre escombros de lo que parecían ser municiones. Rocket se impulsó, haciendo a un lado todos, conteniendo el aliento al ver a una inconsciente Gamora con una herida en hombro y otra en el costado muy severa. Drax tenía la espalda llena de agujeros, como si le hubieran disparado a quemarropa. Tocando sus cuerpos en busca de signos vitales, el peludo volvió a respirar al sentirles pulso, tirando de ellos en busca de un botiquín o algo con qué vendar sus heridas antes de sacarles de ahí. Pulsó el comunicador en una de sus orejas, casi gritando por una histeria que deseaba dominarle mientras le daba las noticias a Starlord, animándole a resistir pues requería de su ayuda para sacar vivos aquellos dos. Quill sonrió, evadiendo a una bestia voladora a la que desintegró, escuchando la voz de Rocket.
-¡Gamora! ¡Drax! ¡Vamos enseguida, estamos acabando con ellos, no son rivales para nosotros!
-¿Tan pronto?
-Hey, Rocket, dame crédito... ¡ooohhhh, cuidado con eso!... serán espantosos más no invencibles...
-Algo no está bien, Quill.
-¡Enseguida llegamos con ustedes, solo...!
-¡YO SOY GROOT! ¡YO SOY GROOT! ¡YOOOO SOOOOY GROOOOOOOOOOOOOT!
-¿Rocket? ¡¿ROCKET?! ¡ROCKET!
Guldham exterminó la última docena que restaba, mirando a Starlord confundido al verlo golpearse la cabeza. No hubo necesidad de señalar hacia la nave porque ésta explotó, lanzando fragmentos de la misma a todas partes, obligándoles a cubrirse entre las rocas donde estaba aferrados. El elfo aulló, llamando la atención de Peter, quien, al asomarse, entendió el porqué de su reacción. Dos Alfa Draconis Pendragón estaban flotando en el espacio, cada uno sostenía por el cuello a Rocket como a Groot. Las manos de Quill comenzaron a temblar al darse cuenta de su gran error. Todo había sido una trampa. Gamora, Drax, estaban muertos. En su lugar estaban esos dos horrorosos Pendragón acercándose con sus amigos como rehenes. La rabia como impotencia le invadió y casi brincó al sentir la mano de Guldham apretar su codo, haciéndole volverse hacia él.
-Más de esas bestias vienen, puedo sentirlo. No vamos a salir vivos de esta situación, pero tenemos aún la libertad de morir con dignidad. Esos dragones van a torturar a tus amigos, tienes que decidir, capitán, si quieres verlos agonizar o nos adelantamos a sus planes.
Peter se giró violentamente hacia los Alfa Draconis, notando las heridas en sus dos singulares amigos. Iban a tragárselos, lo harían sin duda a menos que hiciera algo al respecto. Asintió a Guldham para darle a entender que aceptaba sus palabras. El elfo de nuevo apretó su codo, con más fuerza y creyó que veía a la nueva horda de monstruos acercarse. Lo que vino a ellos fue algo completamente diferente. Una esfera de energía jade brillante envuelta en relámpagos. Los Pendragón azotaron en aquel vacío sus colas, y el guardián juró que estaban temerosos. Sus ojos se abrieron de par en par con una sonrisa al ver transformarse esa energía en nada menos que un dragón de escamas azules oscuras con trazos blancos y ojos verdes que escupió fuego helado a las cabezas de los Alfas Draconis. En su cuello iba montado Thor, Hijo de Odín.
-¡LO LOGRARON MALDITA SEA!
Guldham fue por Rocket y Groot, liberados del agarre de los Pendragón cuando fueron atacados por el hielo y una descarga de relámpagos dorados provenientes de Mjolnir. Todo iba tan rápido que el elfo no tuvo tiempo de procesar lo que estaba ocurriendo. Así como habían aparecido Loki y Thor, otro dragón de escamas oscuras que se camuflaban con el espacio también apareció, golpeando el costado del ojiverde, tumbando de su cuello al Asgardiano. Este dragón tenía una particularidad como se dieron cuenta todos, la mita de su hocico estaba deforme, como si algo le hubiera quemado hasta los huesos. Sigfried Pendragón se ocupó de defender a los suyos, atacando a Loki quien le dio batalla, mordiendo su cuello hasta arrancarle escamas y algo de piel, resistiendo las garras que intentaron romperle una de sus patas. Relámpagos vinieron en auxilio del dragón azul, abriendo más las heridas en el hocico de Sigfried hasta hacerle soltar al otro.
Mientras que el elfo abrazaba a sus dos protegidos contra su pecho, los demás de pronto se enfrascaron en una lucha algo desigual cuando las bestias voladoras llegaron atacando con mayor ferocidad que aquellas a las que Guldham había vencido. Iban a perder con todo y el Dios del Trueno siendo auxiliado por el dragón azul cuyo fuego de hielo parecía letal para los Pendragón. Pero necesitaban algo más. Uno de los Alfa Draconis le avistó, volando hacia él con las garras listas para hincarlas en sus cuerpos. Groot despertó a tiempo para lanzarle lejos con su propio brazo que no resistió semejante esfuerzo, saliendo despedido junto con el dragón. El elfo sintió lágrimas en sus ojos ante semejante barbarie, orando por un milagro que aparentemente fue escuchado en todo ese caos. Una nave que conocía pues había llegado a su refugio no hacía mucho tiempo. La Argos descargó toda su artillería pesada contra los monstruos, dejando a los dragones pelear entre sí.
-Es de mala educación no invitar a una pelea, Quill.
-¡TONY!
-¿Ése de allá es Loki?
-¡Lo tenemos! ¡Vamos a encargarnos de una vez por todas de estos monstruos!
Los dos Alfa Draconis que hasta entonces se habían mantenido en un tamaño pequeño, transformaron sus cuerpos en dos enormes dragones igual que Sigfried. Tony se preparó con un escudo y los cañones de la Argos, Starlord ya sosteniéndose de la nave, también recargó sus armas, mirando con rencor a esos dos que habían terminado con la vida de Gamora, de Drax. Thor hizo girar su martillo mientras que el pecho de Loki ronroneó al preparar otro golpe más. Guldham no quiso quedarse atrás, llamando a la magia de su raza al tiempo que Rocket maldecía sobándose su cabeza, pero tomando su mejor arma que apuntó contra los dragones, Groot mismo haciendo crecer rápidamente su brazo con la vista fija en esos Pendragón que abrieron sus fauces en un aullido que se dejó escuchar pese a estar en el espacio.
A todos les tomó desprevenidos la onda gravitacional que los sacudió, lanzándoles lejos unos de otros. No solo fue el toque de aquella fuerza, fue como haber sido arrojado al ojo de un tornado y luego al de un huracán para rematar en un agujero negro. De no haber estado con los cinturones de seguridad, Stark hubiera salido despedido. Mismo caso para Quill quien se había amarrado a la nave. El miedo que les hizo erizarse sus pieles les advirtió de un nuevo contendiente que se unió a los Pendragón a quienes hizo aumentar de tamaño. Todos abrieron sus ojos de par en par al ver a Myrddin Pendragón de vuelta, montando en un dragón extraño. Más de las bestias voladoras llegaron, dando un panorama muy poco prometedor de la situación. Sigfried cargó contra Loki, Tyar lo hizo contra Thor, Morgana se giró a un indefenso Guldham al que devoró de un solo bocado.
Tony miraba por las pantallas hacia donde Myrddin, sintiendo que temblaba de pies a cabeza. Cuando la Pendragón tragó al elfo, miró su mano con el anillo, sintiendo que el corazón se le salía del pecho. Recordó las palabras de Bruce y apretó sus dientes. Matarían a Loki, siendo el único dragón de su lado. Además, no podían perderle si era cierto lo que Steve le había dicho sobre el Axis incrustado en su ser. Se mordió un labio, apretando los controles como sus párpados. No sabía cómo podía invocar esos dragones, desconocía las frases o el ritual para hacerlo, era una tontería sobre la cual no había pensado detalladamente. Era un mal plan. Groot fue tomado preso por Morgana, empezando a ser despedazado por sus colmillos sin que los demás pudieran hacer algo al respecto, tratando de no morir también.
Mamá.
El Hombre de Hierro abrió sus ojos como platos al escuchar esa voz en su cabeza. Una imagen vino a su mente, su pequeño Peter abrazado a sí mismo, encorvado sobre lo que parecía ser un enorme lago de aguas congeladas. Herido, ojeroso, llorando con unos ojos ya hinchados por tanto llanto.
Mamá.
Sus manos se movieron solas, quitando los cinturones que le sujetaban al asiento, mirando hacia la pantalla donde la batalla con Jocasta prácticamente gritándole pidiendo otras instrucciones. Realmente ya no veía nada, sino que estaba como perdido. Levantó su mano izquierda a lo alto. Lo tenía. No sabía cómo, pero en su corazón hubo una voz antigua que susurró las mismas palabras que él recitó en voz alta en lo que ahora era una lengua prohibida, sin titubear como si las hubiera conocido de toda la vida.
Cuatro aristas que miran a los cuatro puntos de las cuatro caras
Cuatro aristas de cuatro formas en cuatro planos.
Yo te llamo, Dragón Cardinal que naces del caos.
¡Ven a mí, Dragón Cardinal! ¡Acaba con mi enemigo!
Así como todos habían sido paralizados por la magia de Myrddin al ser atacados por ella, ahora lo fue al sentir una vibración como ninguna cuyo epicentro fue la Argos. Un tercio de los monstruos con alas fueron devorados por un titánico y masivo agujero negro que luego se transformó en un hueco, tirando del espacio-tiempo del universo, dejando una nada en su lugar de donde se asomó un gigantesco hocico, antecediendo la entrada de un majestuoso Dragón Cardinal que abarcó la vista de todos, ocultando el resto del espacio tras él. Sus escamas eran azules, blancas y rojas, enormes alas que destruyeron estrellas cercanas al agitarse. Un par de ojos azules que se clavaron en los Pendragón. La conmoción no terminó ahí, pues otra vibración atrajo su atención en un lado puesto. Más de las bestias fueron jaladas cuando un nuevo hueco nació, tan enorme como el anterior. De ahí brotó un segundo Dragón Cardinal, de escamas grises y rojas, e igualmente con un par de ojos azules.
Tony se echó a llorar cuando vio una estrella a modo de mancha en el pecho de ambos, una de color amarillo, otra de color rojo.
Steve y James habían vuelto como Dragones Cardinales. El propio anillo se lo decía.
Los propios Pendragón estaban atónitos, mirando hacia la Argos como si con ello pudiesen obtener la respuesta a su gran interrogante. ¿Cómo un simple humano había logrado invocar a dos Dragones Cardinales si aquello era algo exclusivo de su familia? Sus cuestionamientos serían el último de sus pensamientos. Tanto el dragón de estrella amarilla en el pecho como el de estrella roja se lanzaron sobre ellos, devorándolos igual que lo hicieran los Alfa Draconis con sus víctimas. Loki giró su hocico hacia la nave de la misma forma, no era el único. Myrddin estaba inexplicablemente quieto al ver ambos dragones comer a sus familiares, y luego a su propio dragón. Él simplemente los esquivó desapareciendo y apareciendo no lejos de ellos. No les podía dejar de "observar" si tal era la palabra para describir lo que hacía.
Él último en ser comido fue Sigfried, quien en vano trató de dominarlos, pero sin el Anillo Nibelungo fue otra presa más que se pelearon ambos Dragones Cardinales y motivo por el cual, al pelear por cada mitad, pareció ser el motivo para darse cuenta de la existencia del otro. Rugieron, viéndose como perfectos extraños. Rocket tuvo el tino de avisarle a todos antes de la catástrofe, alejándose a tiempo de sus alas que se agitaron, lanzando ondas de energía que por nada estuvieron a punto de acabar con ellos. Ambos dragones comenzaron a pelear entre sí, igual que habían tragado a los Pendragón ahora parecía que anhelaban hacer lo mismo con el contrario, arrancándose pedazos de sus cuerpos al enredarse con sus colas y alas, lanzándose fuego mutuamente. Myrddin solamente estaba no lejos de ahí, llevándose lentamente sus manos a esos huecos de sus ojos.
-¡No! ¡NO! ¡NO! ¡NO, NO, NO, NO, NO! ¡NONONONONONONONONONONONO!
Tony llamó a su armadura, saliendo de la Argos que fue despedida por un coletazo. Vio a lo lejos a Starlord haciéndole señas al tratar de alcanzar la nave, sujeto por Thor. Solo fue un rápido vistazo antes de volar a toda prisa hacia los Dragones Cardinales matándose entre sí. Ambos se separaron con un rugido que hizo vibrar alrededor, con sus pechos hinchándose al prepararse para lanzar fuego al contrario. El Hombre de Hierro gritó, sabiendo que si lo hacían, se destruirían entre sí pero no conseguía que el anillo los tranquilizara, pensando con horror que él no poseía el poder para tal cosa. Myrddin le contempló, con sus manos sobre las cuencas de sus ojos, algo le sucedía más nadie prestó atención cuando las dos esferas de fuego salieron disparadas igual que los dragones que las escupieron en un último embate. Loki rugió, Thor gritó con todas sus fuerzas. Quill se llevó ambas manos a la cabeza, Rocket se ocultó en Groot quien sollozó.
Tony se interpuso entre ambos dragones, siendo alcanzado por la explosión.
-Yo no hice nada, yo no hice nada... mientes, mientes...
-Wanda, por favor. Digo la verdad, tú me creaste, me diste vida para llevar a cabo mi misión sagrada que he cumplido.
-Mientes, mientes, estoy... estoy alucinando.
Nadann bufó divertido, negando antes de tomar la mano de una febril Bruja Escarlata quien no intentó zafarse de su agarre, mirándole en espera del momento en el que desaparecía de su vista al ser producto de su imaginación arrebatada por tantos dolores. El sacerdote levantó ambas cejas, sonriéndole cual padre orgulloso de su hija.
-Estamos orgullosos de ti, Wanda, haz hecho lo que tenías qué hacer en cada universo. Lo has hecho muy bien. Ahora es tiempo de volver a casa, ¿no te parece? Has estado mucho tiempo sola, buscando donde pertenecer, donde no ser un peligro para nadie. Muy mal. Ellos siempre fueron el peligro, lo que no debió existir en un primer lugar. Vamos a corregirlo, no te preocupes, tú solamente debes dejarte ir.
-No, no, no te comprendo.
Con una nueva risa, Nadann se volvió hacia el horizonte donde ambos vieron un diminuto punto brillante que fue ganando tamaño como brillo. Por alguna razón, la Bruja Escarlata comenzó a sentir el miedo característico de quien está por ver a la muerte de frente.
-Siempre se ufanaron de tener en su poder el Hielo y el Fuego, más nunca fue así, querida. Era necesario que tomaran una forma agradable con que moldearles a la imagen y semejanza del poder original del cual brotaron.
-¿Qué...?
El sacerdote giró su rostro tranquilo a ella, apretando ligeramente su mano. -¿Aún no lo ves, Wanda? Tú siempre fuiste el verdadero y único Hielo. Pero ha llegado el momento de que vuelvas a unirte con el Fuego, y juntos, devolver toda esta fantasía y mentira a su forma verdadera. Hay que decir que el Fuego era más noble en manos de la Doctora Jean Grey, más obedeciendo tu caos, conseguimos nuestro cometido y al morir ella, obtuvimos el control absoluto igual que ahora lo tendremos en tu caso, querida. El caos es la única respuesta, por eso siempre lo provocaste.
-No, no... eso no...
El punto brillante se acercó más rápido, abarcando prácticamente todo el horizonte de tal forma que parecía más un hermoso y dorado amanecer que una energía aproximándose a gran velocidad contra ellos, pulverizando todo a su paso, incluyendo el altar donde ambos estaban sentados. Wanda frunció su ceño con lágrimas en los ojos.
-Gracias, Wanda, ha sido todo un honor ser El Mensajero -la sonrisa en Nadann se amplió al tiempo que iba desapareciendo- TU Mensajero.
Un sollozo escapó de la Bruja Escarlata al sentir el inequívoco fuego proveniente de la Fuerza Fénix aproximarse hacia ella, para colisionar. Todo a su alrededor desapareció mientras ella gritó con todas sus fuerzas. Su expresión se fusionó con el llamado del Fénix en una explosión primigenia, destruyendo todo por completo en una suerte de Big Bang. Si hubo un solo refugio que soportó la extinción total, fue Avalon, aunque toda estructura y ser vivo desapareció, dejando únicamente el Espejo de Nimue donde Peter se encontraba, flotando en medio de lo que era una enorme oscuridad que empezó a susurrar alrededor del aterrado chico, el cual supo entonces la llegada de su momento. La pregunta estaba por hacerse, y él aún no tenía la respuesta. Su mano golpeó sin querer el agua de aquel lago extrañamente brillante que vibró igual que una campana cuando es golpeada y que al tener esa nada para reflejar, cobró una luminosidad tenue, cálida. Peter se miró en el reflejo de ondas antes de sentirse caer dentro al ver a través de aquel espejo, una historia nunca antes contada.
La historia de los Pendragón.
FIN DEL LIBRO OCHO.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top