De promesas y amistades


Título: LAZARUS II

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU con un pellizco de Marvel Cómics.

Parejas: sorpresa sorpresa.

Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.

Warnings: Viene la continuación de Lazarus I, por lo que os recomiendo primero leer esa parte antes de adentraros a esta desquiciada historia. Como su homóloga, está dividida en libros que van en secuencia numérica pero no en orden de trama. Historias muy agridulces, crudas como violentas. No apta para corazones sensibles o mentes tiernas. Sobre aviso no hay engaño.

Gracias por leerme.



Libro VII. El Libro de los Recuerdos.

De promesas y amistades.


Como el álamo al camino,
la estrella al anochecer;
como el sauce lo es al río
mi amor a tu amor fue fiel.

Como el álamo al camino, Julio Iglesias.


La paz que sentía era tal que de buena gana se hubiera quedado dormido así tal estaba, desnudo sobre las sábanas revueltas con un cuerpo más que empapado de sudor con un soldado perfecto sujetando sus caderas mientras le embestía con tal lentitud que parecía aquello más un encantamiento para cerrar sus ojos que un apasionado momento en plena madrugada dentro de su recámara en la torre. Steve se estaba tomando su tiempo para moverse de tal manera entre sus muslos que Tony de buena gana se hubiera quejado sino era que precisamente esa calma llena de cariño era lo que estaba relajando todos sus músculos, llenando de una neblina de placer sus sentidos hasta que un ligero pero certero empujón tocaba ese punto de placer que le hacía arquearse de golpe, con sus manos aferrándose a lo primero que encontraban, las sábanas o los fuertes brazos de su amante, abriendo sus labios para volver a jalar aire a sus pulmones con sus ojos cerrándose al sentir el latigazo de placer recorrer todo su ser a punto de freírle las neuronas.

Aquella vista, de ese cuerpo estremeciéndose con sus cabellos castaños más que revueltos con mechones pegándose en sus sienes por el sudor y una boca susurrando suavemente su nombre como una oración era toda una exquisita visión para el Capitán América quien sonrió complacido, volviendo a atacar aquella zona únicamente para deleitarse de esos temblores, con unos muslos apretando su cintura de forma involuntaria antes de volver a caer sobre la cama. Quería que su hermoso genio disfrutara aquel instante, resistiendo la tentación de cubrirle con su cuerpo y no darle tregua con sus embestidas hasta que esos gemidos quebrados se volvieran un solo grito sensual y ahogado donde las palabras se perdían. Sabía que tales maneras eran en sí mismas una tortura para ese cuerpo a su merced pero era un tormento placentero. Para ambos.

-... S-Steve... por favor...

Un par de ojos color chocolate le miraron suplicantes pero aún no terminaba. Mirándole travieso, deslizó una mano de la cadera que sostenía a su espalda hasta llegar donde terminaba su cuello para levantarle de un solo movimiento y sentarle en su regazo. Rogers gimió entre dientes al sentir como ese interior cálido le apretó por el cambio de posición, haciendo más profunda su penetración, quedándose quieto mientras unos agotados brazos apenas caían por sus hombros con unas manos acariciando apenas su piel. El castaño buscó en automático el hueco debajo de su mentón para acurrucarse con un largo suspiro, jadeando con esfuerzo sobre su pecho.

-... vas... a... matarme...

Steve rió besando sus cabellos húmedos, bajando sus labios hacia el lóbulo de su oreja que besó antes de darle un mordisco tranquilo pero lascivo.

-Solo disfruta, amor.

Cerró sus ojos al escuchar un coqueto ronroneo de Stark cuya espalda acarició antes de volver a ese lento vaivén, sosteniéndole protectoramente con sus labios buscando aquellos entreabiertos, disfrutando de su sabor y jadeos erráticos. Quería y necesitaba tenerle así hasta el final, relajado con una mente demasiado ocupada en los placeres en lugar de los agobios causados por la aparición no imposible pero rara de una pesadilla que Tony había tenido el día anterior, despertando a medianoche con un grito de auxilio, llamándole como si algo malo estuviera ocurriéndole. El capitán odiaba esa clase de episodios en su amante. Desde que se habían convertido en una pareja esos terrores prácticamente se habían marchado, cuando volvían, él sabía que existía una muy buena razón para ello. A veces era una misión de lo más extenuante y cargada de estrés, o algún accidente dentro del taller con sus trajes que siempre estaba mejorando. Tenía perfectamente ubicado las causas, como objetivos que mantener bajo estricta vigilancia. Por eso estaba preocupado y enfadado de que hubiera aparecido de la nada una pesadilla. Haciendo un recuento de días anteriores ninguna circunstancia o evento había podido catapultar tal abatimiento.

-Steve...

-Solo disfruta.

De nuevo rió ante un gemido que intentó ser una protesta, besando su cuello, mandíbula, párpados y labios con reverencia al tiempo que sus caderas hacían estremecer ese cuerpo exhausto entre sus brazos. Ya le había hecho tener varios orgasmos, reconocía el agotamiento que estaba tocando a la resistencia del millonario, quien levantó su rostro como sus temblorosas manos para acariciarle, viéndose reflejado en esos ojos nublados, adormilados pero dichosos. Unos dedos húmedos acariciaron sus facciones antes de ver sus cejas juntarse con un gemido breve pero delicioso al volver a tocar su próstata. Sus propias manos bajaron a las caderas de Tony para levantarle un poco más y embestirle de lleno. Esta vez fue recompensado con un grito que llevó su nombre, viendo caerle de vuelta a la cama donde se retorció de placer.

Acomodando esas inquietas piernas alrededor de su cadera, se recostó con cuidado sobre su amante, callando sus quejas con un largo beso, cepillando sus cabellos. Le miró atentamente cuando volvió a repetir ese movimiento de casi salir completamente antes de atacar una vez más ese punto de placer, escuchando el sonido proveniente de su cadena contra su reactor cuando Stark se arqueó clavando una sien contra la almohada que tironeó hacia él. Besó la curva de su cuello al alcance de su vista al tiempo que tomó ese miembro semierecto, terminando de estimularlo al mismo ritmo que sus embestidas.

-... ¿más? –escuchó con un hilo de voz al castaño, como un niño caprichoso a pesar de casi entregarse a los brazos de Morfeo.

-Por supuesto, mi cielo.

La verdad era que él tampoco iba a resistirse más, así que pasó una mano por debajo de su cintura para tener mejor ángulo y con su mano entre sus cuerpos deleitando a su amante, le besó una vez más para susurrar contra sus labios las más tiernas palabras de amor que sabía le encantaban escuchar.

Tony le sonrió lleno de felicidad, su cuerpo se arqueó una vez más, estremeciéndose de pies a cabeza al terminar en su mano, apretándole de tal suerte que simplemente se enterró por completo para llenarle compartiendo aquel último éxtasis. Quedaron enredados, buscando normalizar su respiración entre tiernas caricias que finalmente llevaron a la gozosa inconsciencia al millonario, el cual aún tuvo las fuerzas para abrazarle, escondiendo su rostro en su pecho. Steve solamente rió, cerrando sus ojos con un beso en su sien, protegiéndole entre sus brazos. No habría pesadillas esa noche.

El capitán le observó toda la mañana, mientras se bañaban juntos o le ayudaba a vestir robándole uno que otro beso, vanidosamente complacido de ver aquel anillo de compromiso en su mano que Stark también presumía cada vez que podía, ya fuese con sus típicos ademanes o apuntando con esa mano a propósito. Su genio y amante estaba tranquilo, sin rastros de las secuelas por la pesadilla, gracias a la noche previa más jamás bajaba la guardia hasta no tener una seguridad ciento por ciento fiable. Aún debía averiguar que lo había provocado, y si podía, desaparecerlo de sus vidas. Rogers podía tener cientos de misiones para mantener el mundo a salvo, pero siempre las más importantes eran aquellas relacionadas con la salud y bienestar de Tony.

-¿En qué piensas? –le preguntó a éste, besando su cuello al abrazarle por la espalda mientras se preparaba su típico café.

-En el traje de Scott. Perdió velocidad de respuesta luego de la última misión.

-¿Tienes idea de cómo solucionarlo?

-Eso es lo que estaba pensando –le miró, sonriendo antes de buscar sus labios- ¿Vendrás conmigo?

-Estoy libre este día.

-Tal vez tarde un poco –Stark se mordió un labio alzando sus cejas.

-No importa, mi amor. Puedo platicar con Skyfall mientras tanto.

-Bueno, pero no quiero que te aburras, ¿de acuerdo?

-Con Sky, difícilmente. Palabra de boy scout.

-Mmmm, te amo, Steve.

-Y yo te amo, Tony. Pero eso no me distrae de tu intento de evadir ese pan y fruta.

-Aaww.

-Desayuno real, mi vida.

Fueron al edificio sede de las Industrias Stark donde Pepper les recibió con una amplia sonrisa, dándole los últimos detalles sobre la junta con su consejo directivo. Ahora que la tenían de vuelta las cosas eran más sencillas en Industrias Stark para su siempre apurado genio, a quien también sabía azuzar para atender deberes realmente necesarios como esa junta. Una reunión ordinaria de negocios pero que bien le podía tomar un par de horas al castaño quien le abrazó apenas, suspirando contra su hombro.

-Si me quedo dormido, será tu culpa, Stevie.

-Acepto los cargos, anda.

Le vio alcanzar a la ejecutiva, entrando a la enorme sala de juntas donde ya estaba todo el consejo directivo de las Industrias Stark. Con una sonrisa quieta, Steve se dirigió a la oficina de Tony a donde le esperó. No buscó a Happy porque deseaba estar solo para hacer un metódico recuento de lo que había sucedido días anteriores incluso una semana antes con tal de capturar el momento que disparó la pesadilla en su pareja. Y para ello tenía un aliado muy valioso.

-Te escucho, Skyfall.

-"He revisado los archivos del cuartel, las ruedas de prensa y los eventos de caridad. Limpio."

-¿En el taller?

-"Actividad usual, de hecho nos dedicamos más a una recopilación de viejos archivos que a un trabajo exhaustivo."

-Tuvimos una noche de película –recordó Rogers cruzado de brazos mirando hacia el paisaje matutino de la ciudad por el enorme ventanal- Partido de boliche, visita a Phillip. Fueron los días más tranquilos que hemos tenido.

-"Sin duda, alguna."

-Vuelve a repetir sus actividades en ese día, comienza desde antes de que despertara.

-"La señorita Potts vino a despertarle porque no escuchó su alarma ni tampoco mi llamado por el cansancio de la carrera nocturna con el señor Wilson y el señor Lang. Ella le estuvo siguiendo prácticamente hasta que estuvo listo, tomando la limusina hacia esta oficina donde trabajó hasta aproximadamente las tres de la tarde, tiempo en que llegaste a buscarle para que fuesen a comer con el director Fury en el cuartel, donde se quedaron hasta que pasó la nevada. Happy le comunicó sobre la visita del Jeque de los Emiratos, momento en que se separaron. Estuvo en el hotel del Jeque hasta el anochecer cuando el Sargento Barnes le escoltó de vuelta hacia la torre, permaneciendo con él dentro del taller hasta que se despidieron y Tony fue a la recámara para dormir."

-¿Algo en la reunión con el Jeque?

-"Nada, fue de hecho una merienda de lo más divertida."

-¿En qué estuvo trabajando antes de ir a dormir?

-"Un módulo intercambiable para Dummy."

-¿Todo ese tiempo?

-"En parte, la otra parte fue una plática con el Sargento Barnes."

Una asistente de Pepper entró, trayéndole unos bocadillos y algo de beber con la disculpa de Stark porque la junta tomaría otro poco más. Steve agradeció el detalle, mirando la bandeja antes de volver su vista hacia el exterior. Había sido uno de esos días que su pareja llamaba "domésticos" por lo ordinario que bien podía llegarle a aburrir. Y aburrición jamás había provocado una pesadilla, al contrario, lo mantenía despierto hasta altas horas de la madrugada si él no estaba ahí para sacarlo del taller para que durmiera un poco antes de que llegara el amanecer. La mente de Tony siempre debía tener retos o el sueño no llegaba a él. El rubio jaló aire, ahí estaba. Algo había alterado lo suficiente a su pareja para que tuviera una pesadilla, algo que se hubiera mencionado durante una charla quizá de ese mismo día y solamente tenía una posibilidad que de inmediato comprendió.

-"¿Steve? Detecto un cambio en tu actividad neuronal. ¿Estás molesto por algo?"

Frunció su ceño, de pronto muy serio.

-Skyfall, ¿de qué hablaron James y Tony?

La junta terminó casi hasta el mediodía, con un saldo positivo como lo refirió Pepper quien se dirigió al capitán, señalándole con un dedo.

-Tuve que darle varios codazos y pisotones.

-Lo siento. Aunque no tanto.

-Bueno, yo tengo que atender una transacción con gente de Japón. ¿Podrías ser el celoso chaperón que siempre eres y acompañarle a Washington? Todo está listo.

-Por supuesto, nos vemos Pepper.

-Si acaso, acaso, consigues que pueda descansar por allá, te lo agradecería. No hay mucho qué hacer en estos momentos por acá. Skyfall es un amor.

-"Gracias, señorita Potts."

-Pepper, ¿qué tanto estás confabulando en mi contra? –se quejó Stark llegando a ellos- ¿Te gustaron los bocadillos, mi amada águila americana?

-Todos son iguales para mí.

-¡Argh! Pepper, mi prometido no tiene paladar gastronómico.

-No tengo jurisdicción ahí –rió la ejecutiva- Hasta luego, chicos,

-Te quiero, Peps.

-Recuerda, Tony, no hay prisa.

-Sí, sí –éste se volvió a Steve, entrelazando su mano- ¿Quieres ir a Washington, corazón?

-Vamos.

Washington ya era un manto blanco de nieve para cuando llegaron. El castaño tenía un cierre de negocios con unos productores de acero en el lobby de un hotel, sede de un congreso de acereros. Stark estuvo alegre todo el camino, haciendo sus bromas o poniéndole a prueba sobre sus conocimientos cinematográficos o de cultura popular. Cuando salió de la reunión con la carpeta con las firmas adquiridas, cambió el impecable traje sastre por ropas más cómodas. Unos jeans con sus típicas playeras y una chamarra con sudadera de gruesa capucha debido al clima que siempre le hacía quejarse melodramáticamente.

-¿Tienes más que hacer? –le preguntó acomodando su chamarra.

-No –Tony sonrió coqueto- ¿Qué estás pensando, capitán?

-Natasha me comentó de un restaurante en esta ciudad. Podemos ir a cenar algo.

-¿Sin reservación?

-No todos los restaurantes viven de reservaciones, amor mío.

-¿Por qué no?

Esa mente insaciable volvió de su letargo al reponerse de su recaída, haciéndole reír o pasar momentos bochornosos ante sus preguntas indiscretas al mesero que los atendió o al dueño de aquel restaurante más familiar que ostentoso. Cuando salieron, Rogers no le llevó de vuelta hacia el hotel sino que fueron a una pista de hielo donde quería terminar las lecciones del castaño al que le había prometido volverle todo un experto en patinaje para que Clint ya no le hiciera más burla.

-¡Está cerrado! –Tony se vio sinceramente decepcionado.

-No lo está, pedí que lo cerraran para que estuviéramos solos.

-¿Tú? ¿El Capitán América haciendo un acto de egoísmo galante?

Rió tomando su mano para llevarle dentro, saludando a la dueña que había conocido no hacía mucho tiempo. Así estarían lejos de los paparazis o de miradas indiscretas, con un espacio que Skyfall bien podía vigilar mientras ellos iban al centro de la pista de hielo.

-¿Recuerdas tus últimas lecciones?

-Como la caída.

-Tony...

-¿Qué aprenderé hoy, maestro Rogers, sí señor?

Así les alcanzó la medianoche, para sorpresa de ambos. Una nueva nevada cayó, los copos de nieve empezaron a inundar la pista, con sus alientos de vapor blanco anunciando un descenso mayor de temperatura que hizo bufar al genio millonario. Steve le cargó por sus caderas, quedándose ambos en una orilla de la pista mientras se besaban tranquilamente como si no debieran resguardarse ya del exterior. Stark le miró fijamente antes de bajar su mirada con sus manos jugueteando con los cierres de su chamarra. Iba a decirle sobre la pesadilla.

-Soñé que caías al hielo –murmuró pegando su frente contra la del rubio quien le sujetó mejor- Y éste comenzaba a cerrarse... yo quería salvarte pero entonces... entonces... tú rechazabas mi mano, no querías que te salvara. Y te ibas. Caías al fondo con el hielo sepultándote.

-Fue solo un sueño, Tony.

-No querías tomar mi mano...

-Tony –le llamó, haciendo que le mirara- Cariño, estas más que consciente que jamás te rechazaría. Y si alguien tiene mi vida en sus manos, ése eres tú.

-¿No te irás, verdad?

-No, amor. Jamás.

-¿Parezco un estúpido inseguro, no es cierto?

-Parece más bien que estás preocupado de que yo me arrepienta de nuestra relación.

-No quiero echarlo a perder –el castaño le abrazó con fuerza por su cuello- Decepcionarte, que no sepa darte lo que esperas de mí o que...

-Tony.

-Realmente quiero casarme contigo. Vivir el resto de mi vida contigo. Y tengo miedo de que sea tan idiota que...

Steve le separó lo suficiente para callarle con un beso. Los copos de nieve seguían cayendo lentamente pero sin cesar, comenzando a cubrir la pista como sus cabezas y hombros. Se miraron en ese silencio que decía más que todas las palabras que pudieran expresar.

-Yo también siento lo mismo –le confesó- Pero henos aquí, congelando nuestros traseros hablando de temores que posiblemente el resto del mundo sabe sortear.

-Pero el resto del mundo no tiene un escudo de Vibranium o una armadura con tecnología de punta.

-O dormir con costillas fracturadas.

-Pelear con monstruos salidos de otra dimensión.

-Enfrentar doctores con armas de destrucción masiva.

-Recibir en casa a un Dios del Trueno.

-Y ver con él una película de dibujos animados.

-Para que luego te pregunte qué significa tal cosa.

Rieron al recordar aquella anécdota, sin despegar sus frentes. Stark suspiró cerrando y abriendo sus ojos para verle más tranquilo.

-¿Hasta que la muerte nos separe?

-No, mi amor. Ni la muerte me podrá separar de ti.

-Me pregunto que se sentirá que un muerto viva contigo.

-¿Mucho mejor?

-Es hora de volver.

Le haría el amor una vez que estuvieran a salvo en la habitación del hotel, con más ímpetu pero igualmente tomándose su tiempo. Al final, Tony terminaría sobre su pecho al que se abrazó, posición para dormir que le encantaba por el hecho de escuchar los latidos de su corazón, lo que le daba la seguridad de saberle vivo como de que estaba a su lado, ahuyentando toda oscuridad que quisiera hacerle daño. Tal era la confianza que le tenía, y por la que moriría en correspondencia. El rubio le cuidaría hasta tarde para asegurarse de que no habría ninguna pesadilla, cepillando sus cabellos de vez en cuando mirando al techo de arquitectura clásica donde se reflejaban las luces citadinas combinadas con la nevada que siguió cayendo. Su genio excéntrico había tenido miedo de perderle, y eso había causado la pesadilla, porque no quería que llegara a dudar de su amor ni de la decisión de pasar el resto de su vida a su lado, peleando por un mundo mejor, viviendo al límite. Anthony Stark realmente le amaba y Steve estaba más que dichoso por ello, amándole de la misma manera.

Cosa que Bucky tendría que entender.

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