Caballeros
Título: LAZARUS II
Autora: Clumsykitty
Fandom: MCU con un pellizco de Marvel Cómics.
Parejas: sorpresa sorpresa.
Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.
Warnings: Viene la continuación de Lazarus I, por lo que os recomiendo primero leer esa parte antes de adentraros a esta desquiciada historia. Como su homóloga, está dividida en libros que van en secuencia numérica pero no en orden de trama. Historias muy agridulces, crudas como violentas. No apta para corazones sensibles o mentes tiernas. Sobre aviso no hay engaño.
Gracias por leerme.
Libro VIII. El Libro de la Guerra.
Caballeros.
"A veces tenemos que perder las cosas para entender la importancia que tienen." Susanna Tamaro.
"Un hombre vale por lo que construye." Alejandro Casona.
Peter no perdonó a Skyfall en al menos tres días o eso le pareció el tiempo transcurrido encerrado en aquella enorme habitación hasta que el hambre pudo más que su orgullo y tuvo que salir a enfrentar a esa cosa que no supo ya cómo llamarle. No era más una inteligencia artificial por más avanzada que su padre la hubiera creado, ni tampoco era algún fantasma chocarrero trayendo funestas noticias como lo había pensado en tiempos no lejanos con la relación de su padrino y Tony. Abrió las puertas, mirando con enojo a la esfera que pacientemente le había estado llamando todo ese tiempo con su voz paternal, calmada, de timbre arrepentido. Claro que le dolía esa traición, porque Skyfall había sido como el ángel guardián que siempre veló por los intereses de su familia a niveles imposibles... ya sabía el por qué, lo cual aumentaba su rabia contra aquel Pendragón hecho consciencia matemática informática cuántica.
-Te odio -le dijo en cuanto estuvo frente a él.
-"Lo siento, Peter. No pretendía que lo supieras así."
-¿Entonces cómo?
-"... no lo sé."
-¿Para qué me trajiste aquí? ¿También quieres hacerme daño?
-"Todo lo contrario, Peter, estoy buscando salvarlos a todos ustedes."
-Eres un Pendragón... uno como ellos.
-"Por favor, te lo suplico, Peter, permíteme explicarte y entonces quizá me comprendas mejor. ¿Puedes hacerlo?"
La verdad era que Peter aún seguía amando a Skyfall. -O-Okay...
Uther había sido el segundo hijo de Anmore Draconis-Pendragón. Conoció a una humana -de raza anterior a la que ahora terminara sus días en la Tierra- llamada Igraine, era hermosa y gustaba de las artes como de la magia elemental. Fue cierto que bailó para él, pero no estaba desposada con hombre alguno, era un espíritu libre al que Uther tardó mucho en convencer que realmente sentía algo sincero por ella. Le dio dos hermosos hijos: Arthyir y Morwen. Arthyir siempre mostró apenas pudo sostenerse en sus piernas regordetas, que sería un auténtico caballero, un protector de los indefensos, justo juez como un soberano admirable cuando le dieron las tierras de Camelot, un reino reflejo de Avalon en Midgard. Morwen por su parte, mostró inclinación hacia el dominio de la magia hasta que ambos hijos suyos fueron poderosos en sus habilidades al punto de ser rivales más nunca enemigos.
De Arthyir descendieron más líneas de sangre humanas que fueron perdiéndose con el paso del tiempo cuando ya nadie habló ni le interesó la historia de los Pendragón luego de la masacre en Avalon. Varias de esas líneas vinieron a reunirse tiempo más tarde, algunas mostrando dotes que jamás se habían visto sino hasta que el despertar de las Gemas del Infinito propició su aparición. Como los mutantes, como muchos súper héroes en diferentes puntos del universo, no solo en la Tierra. Lo que no se sabía es que Arthyir había tomado sangre de su fallecida y pequeña hermana Morwen para que legado no se perdiera... y un día sus descendientes pudieran cobrar venganza. Uther dijo que ahí comenzó uno de tantos problemas, pero ya no hubo tiempo de remediarlos, para cuando notó lo que su primogénito había hecho, tenían encima al ejército de Asgard.
Arthyir había heredado la espada Excalibur que su primo Myrddin le otorgó al mostrar tal honor para defender la vida en Midgard. Fue el propio Arthyir quien la devolvió antes de que se convirtiese en un trofeo de Sigfried o del rey Bor de Asgard. Myrddin pidió a la Dama del Lago ocultarla hasta que alguien digno volviera para esgrimirla. Con mucho, fue el único tesoro de los Pendragón que no terminó manchado por la avaricia de Tyar ni la maldad de Sigfried. Toda la historia sonó a Peter como un enredijo muy elaborado, pero más interesante que todo el mito artúrico que se basó en estos hechos para crear sus propias leyendas contadas por los mortales cuando ya todo había pasado y no quedaba testigo alguno que corrigiera sus fantasías. Aunque la parte más triste fue saber que Uther sacrificó cuerpo material para salvar a su familia... lo que eso significara porque aún tenía esas ideas en la cabeza sobre Excalibur.
-"Dime ¿qué piensas, Peter?"
-Creo que me mientes en algunas cosas.
-"No puedo, la magia de Avalon me lo impide."
-¿Y cómo puedo estar seguro de que no es tu magia?
-"Myrddin creo ese hechizo como otros más, para protegernos, para contenernos. Nos conocía lo suficientemente bien para ser justo y no favorecernos."
-¿Sky...? No, te diré Skyther desde ahora.
-"... creo que es bien merecido."
-¿De verdad Myrddin fue tan poderoso que incluso luego de muerto su magia perduró?
-"Nunca murió en realidad."
-¿Ah?
-"Deberías comer algo y te mostraré libros que necesitas ver."
-...
-"¿Por favor, Peter?"
-Um, okay.
Los siguientes días fueron duros, incómodos en la interacción entre ambos. No porque Peter odiara a Skyther, era imposible, aunque le hubiese engañado de semejante manera. Era que no sabía y tenía miedo de lo que fuese a sucederle a partir de esos momentos. Todo se volvía incertidumbre, cada paso era pisar campo minado. Skyther le aseguró que volvería a ver a Tony, pero ya con las charlas previas, el joven Stark-Rogers se daba por enterado de que esas palabras bien podrían no tener la forma que estaba deseando. También se dio cuenta de la complicidad de Skyther con Wade, aunque tanto el chico como la IA ignoraban si acaso el mercenario sabía de la verdadera identidad tras Skyfall. Sería un misterio en espera a ser revelado cuando llegara la ocasión. Por el momento, lo que realmente importó fue que en los libros que Skyther le señaló a Peter, habían cosas sorprendentes, muchos eran apuntes de la mano de Myrddin.
"... Eylimi ha llegado a las tierras de Avalon, vestida de gloria y poder que la gracia de Svartalfheim dejó caer en ella. Su boda con Tyar ha de sanar heridas y reconciliar viejos rencores..."
A Peter le pareció que Myrddin era como un Strange en Avalon, a base de estudios y duro esfuerzo fue que terminó convirtiéndose en un archimago. Y como era en la leyenda, ya era todo un hechicero consumado para cuando Arthyir nació de Igraine con Uther como padre. Por órdenes de Alberich, el primogénito de Uther fue criado entre los mortales para adquirir mejor su condición, puesto que su herencia Skrull requería estar cerca de las formas que imitaban. Ninguno de los Pendragón usaba ya su forma de dragón, siempre eran humanos regios pero sonrientes que invitaban a todo aquel mortal deseoso de conocer secretos del universo para ayudarles en su misión de proteger a los menos favorecidos. Eran una familia de exiliados y perseguidos, entendían lo que era ser marginados, olvidados o cazados hasta el fin de los tiempos.
"... tan solo tenía once años cuando Arthyir levantó un pesado escudo de madera y con su espada sin mucho filo, se decidió a enfrentar al guerrero Aesir que se burló de su pequeña estatura..."
Libros y libros enteros atiborraban pasillos con la saga de la Familia Pendragón, de buena gana y en otras circunstancias, Peter los hubiera devorado todos. Recordando las diferentes construcciones que anteriormente había visitado, el adolescente decidió volver a mirar una vez más, ahora lo hacía con otros ojos. Cuando estuvo frente a la estatua de Igraine con sus dos hijos, entendió que la parte faltante era la figura de Uther, quien ahora le acompañaba como una esfera flotante, observando en silencio la escultura.
-¿Skyther?
-"Dime, Peter."
-¿Qué le sucedió a tu esposa?
-"Aparentemente murió por la edad aunque ella tenía inmortalidad... pero muy tarde me di cuenta de que había sido asesinada."
-... lo siento.
-"Yo la amaba como jamás volveré a hacerlo... su ausencia me duele."
-Pero... ¿ella no...?
-"No era una Pendragón, pero hubiera tenido la oportunidad de volver con el hechizo Lazarus si Bor no hubiera extinguido su ser."
-Quisiera preguntar algo...
-"Hazlo."
-¿Por qué se parece a la Doctora Jean Grey?
-"Es posible... que parte de Igraine hubiera reencarnado en ella."
-¿Cómo Morwen?
-"... sí."
Peter suspiró, mirando un papiro extendido en sus manos que había traído consigo. -Aquí dice que hubo una larga línea de hijos de Uther e Igraine.
-"Cuando Arthyir terminó su gobierno en Midgard, volvió a casa pero sus hijos se multiplicaron."
-¿Sólo tuviste a ellos dos?
-"... no, Peter. Tuve una hija más."
-¿Ah? -el chico enarcó sus cejas, parpadeando- ¿Quién fue ella?
-"Mi pequeña hija Farbauti."
Luego de la muerte de Igraine, Uther se convirtió prácticamente en un misionero en Midgard que iba de un lado a otro, realizando actos de buena fe para enseñar los altos valores de Avalon. No por ello ignoraba las peleas, si bien era un luchador de temer, no era su afán llenarse las manos de sangre constantemente. En una de esas batallas terminó enfrentándose a Firnund de Jotunheim con quien se enlazaría más adelante. Ella sería la madre de Farbauti.
-Pero... entonces... -Peter abrió sus ojos como platos- ¿Tú eres...?
-"El abuelo de Loki Laufeyson, sí."
-¿Lo sabías? ¿Siempre lo supiste?
-"No, Peter. La magia de Frigga en él me impidió reconocerle sino hasta que sucedió el Ragnarok y su alma fue encarcelada."
El tiempo pasaba más aprisa de lo que el adolescente hubiera deseado, porque estaba consciente de que cada vez que amanecía, cada vez que el sol se ocultaba tras las montañas, allá afuera su familia estaba más cerca de la muerte. Pero en ninguno de los libros estaba alguna solución para su problema. Salvo en un cantar que aparentemente había escrito nada menos que la Dama del Lago. Ahí narraba con una bella poesía que un día Arthyir volvería, levantaría en alto a Excalibur y el reino de lo bueno, de la iluminación por fin llegaría a todos. ¿Dónde estaba esa espada? Fue la pregunta que asaltó de nuevo a Peter, dejando sus lecturas un mediodía, para volverse a Skyther quien era cada vez más nostálgico y meditabundo si así pudiere adivinar de sus silencios.
-¿Skyther?
-"Dime, Peter."
-¿Dónde está Excalibur ahora?
-"Se ha quedado donde fue puesta la última vez."
-¿Y eso dónde es?
-"La Dama del Lago... Nimue, fue quien la ocultó."
-¿Ella murió también en el asalto a Avalon?
-"Sí."
Cuando el Rey Arturo enfermó, sus Caballeros de la Mesa Redonda emprendieron una búsqueda para sanarle. Necesitaban el Santo Grial, pero solamente aquellos de corazón puro lo podrían encontrar. Quien lo hizo fue Galahad, aunque no alcanzó a tener la visión completa de aquella revelación que se daba a quien recibía el Santo Grial. Por eso fue llamado el Caballero Santo. El mejor ejemplo de valor, honestidad y corazón puro. Se decía en mitos alternos que fue digno de esgrimir Excalibur pero que la dejó descansar con su rey cuando éste falleció, partiendo hacia su tumba en Avalon. Sykther ya le había dicho a Peter que Galahad había sido un guerrero de Vanaheim que había renunciado a ese reino para servir en Midgard, muchos seres de otros mundos así lo hicieron cuando vieron la grandeza de Camelot.
-A Galahad también lo asesinaron.
-"Defendió hasta la muerte Avalon."
-¿Por qué tanto odio, Skyther? ¿Qué hicieron para merecerlo?
-"Ser Pendragón, Peter. Solamente eso. Muchas veces los crímenes son herencias que vienen de tiempos antiguos donde los rencores echaron raíces en las almas que nunca perdonan."
-¿Y qué hicieron en tiempos antiguos para perseguirlos en Avalon?
-"Ser Pendragón."
-¡Eso no tiene sentido!
-"Es la única respuesta que puedo darte, Peter. Nuestro padre tampoco supo el por qué tanto odio cuando ellos jamás levantaron un dedo en contra de ser alguno."
Peter meditó el asunto, dirigiéndose después hacia aquel palacio que guardaba un aura maligna, el perteneciente a Tyar Pendragón y su familia. Buscó en cada rincón como si la vida le fuese en ello, moviendo pilares, arrancando telares, abriendo paredes, quitando pesados muebles. Fue tal su frenesí que incluso Skyther le tuvo que pedir hiciera un alto porque estaba agotando su energía de forma dramática. El adolescente tenía una corazonada, y como ya lo había comprobado, jamás le fallaban. Así que una vez que terminó de mala gana los alimentos que Skyther le trajo, continuó con su labor de inspeccionar gramo por gramo de aquel tenebroso palacio hasta que dio con una pintura oscurecida por el moho y cenizas. Era un retrato familiar y ahí Peter conoció esa familia que renaciera para robar el trono de Asgard. Tyar con su rostro duro, esa expresión maligna con una cabeza casi calva; Morgana llamó su atención porque guardaba un increíble parecido con Morwen, y pensándolo seriamente hasta el nombre era similar. Sigfried le dio escalofríos.
-No puede ser... -tembló de pies a cabeza.
Fue como sentir una avalancha caer sobre él sin previo aviso, de la nada. Comenzó a llorar apretando sus dientes porque hubo un recuerdo que se clavó en su alma, incitando al nacimiento de la más increíble rabia de la que pudiera ser capaz. Skyhter le llamó, pero no hizo caso de sus palabras. Estaba perdido en aquella memoria, antes de que el Ragnarok comenzara como la ruina de su familia. Steve y Tony habían hablado sobre Deadpool, sus métodos como sus traiciones que ya les habían costado demasiado. Como por ejemplo la muerte de Visión. Siempre creyó que no fue culpa de Wade sino de las circunstancias que le rodearon. Más en aquellos momentos, siendo ya un joven Vengador en ciernes, tuvo la brillante idea de ir a buscarle para atraparlo y llevarlo ante sus padres para que estuvieran orgullosos, asombrados de sus poderes.
Ideas de adolescente, que desembocó en un extraño templo en Camboya donde vio al mercenario, pero no estaba solo y eso echó a perder sus planes. Era verdad. Peter no había conocido por primera vez a Wade luego del Ragnarok sino antes, y de nuevo, el único que lo supo todo ese tiempo fue Skyther quien estuvo a su lado por cualquier emergencia en su alocada misión solitaria -agradeciendo de paso a su tío padrino Bucky por enseñarle a ser toda una sombra. Puesto que Deadpool no estaba solo es que el chico decidió únicamente espiarle antes de salir de su escondite y volver a casa como si nada hubiera ocurrido. La otra figura que estuvo con Wade nunca la volvió a ver, por lo que supuso que fue uno de los tantos seres de otros universos que a veces llegaban a buscar sus servicios, desapareciéndolo de la Tierra por un tiempo.
Eso fue lo que creyó Peter.
Ahora que tenía entre sus manos estrujando aquel lienzo viejo y de aroma putrefacto es que su mente se volvía un remolino como su corazón un tornado. Quien acompañara a Wade no había sido otro sino Sigfried Pendragón. El Heraldo de la Noche, el Amo del Anillo Nibelungo, causante de muchos dolores en el universo, de esclavizar a Loki y quien sabe cuántas maldades más, estuvo con Deadpool. Peter gritó hasta sentir que se quedaría sin voz. Steve mirándoles con lágrimas en los ojos mientras un demonio se acercaba a él desde lo alto de un cielo en llamas. El aullido de dolor de Tony al cerrarse las compuertas con el estruendo de una ojiva nuclear cuando Bucky les salvó la vida. Los ojos sin vida de Natasha. El arco destruido de Clint. Las alas rotas de Sam. Wanda sujetando el cuerpo sin vida de Visión. La tristeza de Loki, sus ansias de morir que su alma gritaba dejándole casi sordo al ser capaz de percibirlo. Más de un mundo destruido por la espada negra de Sigfried Pendragón.
-¡WAAAAAAAAAAAAAAAAADEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!
Solía ocurrir que cuando enfurecía, a veces Peter dejaba de estar consciente de sí mismo. Así ocurrió en esos momentos de ira, todo fue una neblina densa y oscura que le envolvió al mismo tiempo que un fuego recorría todo su ser hasta hacerle trizas por dentro. No supo más de Skyther o de cualquier otra cosa, hasta que al final terminó temblando sin control sobre una superficie fría, algo húmeda y muy dura a la que estaba abrazado. El adolescente se encontró despertando a la consciencia abrazado a una escultura mortuoria, era larga y blanca. Parpadeó al abrir sus ojos, con la cabeza dándole vueltas, mareado por el llanto y su furia desbordándose. Miró alrededor, notando ciertos destrozos a lo lejos, producto de sus puños porque se notaban recientes. Lanzó un quejido, soltándose de aquella escultura de mármol blanco a la que estaba prendido, tumbado a un lado de la figura larga, muy alta.
-Oh...
Estaba nada menos que junto a la representación en mármol de la Dama del Lago. Su cuerpo era más largo que la media humana normal pero ya Skyther le había dicho que la raza de seres humanos anteriores a ellos había poseído otras características por la que después les llegaron a decir vulgarmente Atlantes. Peter se apoyó sobre sus manos que notó amoratadas, con manchas de sangre y recorrió aquella figura hasta el rostro no muy lejos de él. Nimue, la Dama del Lago era hermosa, con largos cabellos, aunque la escultura era muy vaga en detalles para darle una idea completa de cómo fue. Se halló pensando en ello y no en Wade Winston Wilson. Con un largo suspiro, el chico se limpió su rostro todavía húmedo de lágrimas, sentándose en flor de loto junto a la escultura preguntándose cómo había terminado ahí sin el peligro que guardaba el Espejo de Nimue.
Lo siguiente que notó fue precisamente el lago alrededor. Ya no reflejaba más el universo, sino una negrura inquietante. Peter frunció su ceño, alzando su vista hacia el cielo de Avalon. No más días soleados o tardes rojizas. Era de noche, una noche sin estrellas. Las luces mágicas fungían como el sol ficticio que ya había desaparecido, iluminando los diferentes paisajes de Avalon. Por último, lo que preocupó más al muchacho fue la ausencia de Skyther, no le veía por ningún lado y Peter gritó su nombre una y otra vez hasta darse por vencido con un mal presentimiento. Olvidando por unos instantes la causa de su pena, midió la distancia al pilar más fuerte a lo lejos para que su telaraña alcanzara. No tenía mucho suelo donde correr para impulsarse así que debía usar todas las fuerzas concentradas en sus piernas y alcanzar el más alto brinco hacia donde el pilar y llegar a la orilla, esperando que la protección del lago no intentase tragarlo.
-Lo siento, Señora Nimue. No quise incomodarla -se disculpó antes de intentar su hazaña.
Cosa que consiguió sin muchos problemas. Algo más que sumar a esas preocupaciones cada vez más crecientes en su corazón latiendo aprisa al caer en la orilla del lago, corriendo a toda velocidad hacia el palacio de Anmore pero una vez dentro, recorrió sus habitaciones sin encontrarle. Recordó el palacio espejo que perteneció a Uther, gritando ya desesperado por éste. Peter casi resbaló al llegar donde la escultura destruida, abriendo sus ojos de par en par.
-No, no, no, Skyther... no, no, no...
A un lado de las esculturas estaba tirada la esfera, ya apagada y rota al parecer por caer de lo alto. Tomando la mano mutilada de Igraine, estaba una silueta fantasmal. Una forma alta con largos cabellos y rasgos dragonescos que le sonrió, sentado donde originalmente había estado la escultura original pero que ahora Uther Pendragón ocupaba. La razón de Peter para asustarse era que sus pies ya eran iguales a la misma piedra, y esa dureza iba subiendo lentamente.
-Peter...
-No, no, no... ¡NO! -el chico gimoteó, cayendo de rodillas a su lado- ¡No me puedes dejar solo! ¡No me has dicho todo!
-He dicho cuanto he podido, aun así, es posible que mis palabras no sean del todo ciertas. Pero has de saber que siempre dije todo lo que sabía, de corazón. Ahora dejo lo que resta de mi esencia para ti...
-¡Skyther no!
-¿Recuerdas la historia de Galahad, Peter?
-¡Skyther! -las mejillas del adolescente volvieron a humedecerse por sus lágrimas.
-¿La recuerdas?
-... s-sí...
Uther sonrió, mirando hacia donde la bella Igraine, el travieso Arthyir, la inquieta Morwen. Se volvió a Peter, levantando con dificultad una mano ya convirtiéndose en piedra que alcanzó a rozar su mejilla con cariño.
-Excalibur vendrá a ti. Y también la misma pregunta que a Galahad... responde de corazón, porque tienes el más hermoso corazón de todos.
-Sky... Uther... no, por favor, no me dejes solo...
-Amor, Peter... amor es la respuesta...
-Por favor...
-Sé fuerte...
-No...
-No dudes...
-Por favor...
-Amor, Peter...
-¡UTHER!
La mano de Peter tocó una fría piedra de un rostro que le miraba bondadoso. Se aferró, así como estaba con las rodillas en el suelo, con sus brazos rodeando la figura que ahora completaba aquel cuadro. Más su lamento no duró mucho. Avalon se cimbró por primera vez desde que llegara a ese reino prohibido. El sentido arácnido del adolescente se disparó, casi haciéndole gritar. Se irguió de inmediato, saliendo a ver qué sucedía. Del lago oscuro, rompiendo la escultura de la Dama del Lago, brotaron cual erupción un ejército de seres deformes con alas y enormes, aunque deformes quijadas que castañearon con sus garras afiladas buscando donde hincarse. Sus cuerpos parecían estar descomponiéndose, despidiendo un aroma nauseabundo en el aire al batir sus alas descarnadas y huesudas. Peter tuvo miedo, apretando sus puños y conteniendo el llanto. Luego tomó aire, llevando una mano a su cinturón cuando las bestias le notaron.
Era un caballero, y defendería Avalon como lo hiciese Galahad, porque todos dependían de él. Tony volvería, los demás regresarían. Debían hallar un refugio. Él sería el refugio.
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