Un soldado de invierno

Título: LAZARUS I

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU con un pellizco de Marvel Cómics.

Parejas: bastantes, principalmente Stony, Thorki y Spideypool.

Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.

Warnings: Esta larga historia está dividida en libros que van en secuencia numérica pero no en orden de trama. Historias muy agridulces, crudas como violentas. No apta para corazones sensibles o mentes tiernas. Sobre aviso no hay engaño.

Gracias por leerme.



LIBRO II. El libro de la Familia.

Un soldado de invierno.


"La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener." Gabriel García Márquez.



El problema no era la amistad tan cercana entre Steve y James, sino esa compatibilidad en gustos que en algunas ocasiones los hacían parecer como gemelos mellizos. Compartían experiencias similares, ideas similares como gustos similares.

Tony Stark, por ejemplo.

Luego de la Guerra Civil, las cosas no fueron muy amables entre el Sargento Barnes y el Hombre de Hierro pero la voluntad del Capitán América al fin hizo el milagro, disipando los rencores como resentimientos entre ellos para hacer un trío de buenos amigos. Bucky tenía un carácter más serio pero agresivo al momento de ponerse en modo misión, con ese acento ruso y el mortal brazo metálico que más adelante Tony ofreció no de buena gana cuando la imperiosa necesidad de vencer a Thanos superó su orgullo. No era más el alegre y amigable Barnes que Steve conociera pero seguía guardando la nobleza como fortaleza para seguir adelante. Tuvieron que lidiar con sus pesadillas, momentos de alucinación o sus malos humores donde le daba por destruir todo. Pero, ¿qué Vengador no tenía esa clase de problemas? Ni siquiera Thor siendo tan poderoso escapaba a cuestiones así.

Y si hubo alguien que no le tratara con delicadeza por temor al Soldado de Invierno, ése fue el Hombre de Hierro, con sus bromas pesadas y directas que más de una vez pusieron a todos pálidos por la osadía. Pero fue precisamente esa clase de detalles poco cuidadosos que lentamente hicieron que James Barnes comenzara a ver a ese excéntrico genio con otra mirada. Fue cosa de estar más tiempo en su taller, de compartir misiones pequeñas pero que les daban tiempo a solas, ver esas tontas películas adoración de Tony que el sargento lentamente fue percatándose de los pequeños pero significativos detalles tan delatores de la verdadera personalidad tras la máscara de la indiferencia, la broma y el orgullo marca Stark. Tristemente, se dio cuenta de ello demasiado tarde.

Tony estaba enamorado del capitán, y eso jamás iba a cambiar. Así, las tentativas que Bucky intentara por ganar el cariño del millonario solo fueron olas que se estrellaron contra las rocas de la dura realidad, sin mencionar que el objeto de su atracción ya se había dado cuenta, por algo era un genio. El sargento no le acosaba, por supuesto, en eso se parecía a Rogers, sus acercamientos eran más bien discretos, pacientes, cargados de un proteccionismo cariñoso que dejaron azorado a Stark en más de una ocasión, sin saber cómo tomárselo o como terminar con aquello. Y también fue duro para Barnes porque comprendía que el Hombre de Hierro ni en broma iba a poner en contra a ambos soldados, tal vez era una monería ver que dos machos pelearan por él pero aquello sería una carnicería tomando en cuenta sus poderes, sin mencionar la destrucción de lo que tenían y que una guerra había intentado esfumarlo.

James siempre estaba atento a sus regímenes alimenticios, motivo por el cual Tony siempre encontraba un plato de sus preferidas blueberries o una taza de café tal como le gustaba sin que supiera en qué momento o cómo le había hecho Bucky para dejarlo sin que se diera cuenta, enterándose más adelante porque Skyfall le mostraba el video. O Steve aparecía para cortar con sus tareas en el taller porque Barnes le había sugerido hacerlo al contabilizar cuanto tiempo llevaba encerrado sin tomar aire siquiera. En las misiones más peligrosas, el sargento siempre terminaba de alguna manera a su lado, cuidándole las espaldas o abriendo camino para él –es decir, acabando con todo- sin que se lo hubiera pedido o cayendo por mera casualidad sospechosa donde estaba peleando su siempre atrevido castaño.

Un día, Tony le enfrentó, cuando no estaba ninguno de los demás Vengadores ni tampoco Steve, quería saber si estaba jugando con él por una mera venganza añeja por la Guerra Civil o bien estaba siendo muy serio con respecto a sus acercamientos sigilosos. Bucky no le pudo mirar a los ojos, no le pudo responder. No había cosa más dolorosa en esos momentos que ver al amor de su vida estar con alguien más, un hermano por el que se sacrificaría sin dudarlo. Dejó que el millonario lo tomara de la peor manera, que le odiara para no perjudicar su relación con el capitán, restringiéndose en cuerpo y alma. Hasta que un día, discutiendo con él dentro de su taller sobre la posibilidad de probar la resistencia del brazo metálico contra un relámpago de Thor –idea que Stark tachaba como idiota- es que ya no soportó más y de la nada sujetó por la cintura al Hombre de Hierro y le besó como si ni hubiera un mañana, estampándole contra su pecho sin posibilidad de escape. Tony debió insistir en sus golpes contra sus brazos para que le dejara respirar como hablar.

-No, Bucky, esto está mal. Yo no puedo...

-Ni yo tampoco, Antoshka.

Antoshka. Comenzó a decirle así cuando estaban completamente solos –sin contar a Skyfall, por supuesto, la pobre IA estaba guardando oscuros secretos- o también, en momentos donde James le veía decaído o desanimado, le decía Kotenok. Gatito. Hubo días en que James quiso llorar, porque no deseaba tal carga sobre los hombros ya tan agobiados de Stark, porque tenía que morderse la lengua para mentirle a Steve cuando le encontraba cabizbajo. De haber sido otra la situación, es decir, una donde Steve Rogers no existiera, las cosas entre ellos dos hubieran sido completamente diferentes. Rogó a todos los dioses del universo porque apareciera alguien quien realmente le pudiera corresponder, alguien con quien disfrutar de tales atenciones. Una vez Natasha le interrogó cuando le veía azorado, preguntándole si estaba teniendo problemas. Le mintió diciendo que estaba enamorado de ella, una salida desesperada a su problema desesperado.

Steve tuvo la genial idea de una salida al cine entre los cuatro, celebrando el nuevo noviazgo. Siempre se preguntó si Natasha confabuló con él para ahorrarle problemas o fue un horrible monstruo que le hizo creer que la amaba. Tony se mantuvo todo el tiempo posible al lado de su ahora pareja pero le notó más relajado y quizá ligeramente decepcionado pero sería su mente anhelando una oportunidad que jamás habría. Por error, por casualidad o gusto del destino por hacer las cosas más complicadas, Barnes mencionó el tema del matrimonio y su amigo le siguió la corriente sin darse cuenta de lo adolorido que quedó el sargento ante la insinuación de poner un anillo de bodas en la mano de Stark quien solamente sonrió haciendo sus acostumbradas bromas pero con la mirada dichosa, clavando un puñal en su corazón. Igual que la mejor tragedia que Shakespeare pudiera escribir, Fury llamó en esos momentos a Steve como líder de los Vengadores, quien pidió la ayuda de Natasha, debiendo ambos abandonarles al regreso a casa, que fue de silencio mortal.

-James... -Tony le llamó, notando una genuina preocupación- ¿Estás bien?

No pudo dar una respuesta y su culpa pesó más que todo el hielo de Siberia. Continuaron en un horrendo silencio por el elevador cuando Barnes lo detuvo de golpe, casi rompiendo el control al golpearlo con su brazo metálico.

-James...

-No me importa, Antoshka. Yo te amo.

-¿Qué...? ¿Pero Natasha...? ¡No! ¡James! ¡Yo no...!

Le estampó contra la pared metálica al besarle por segunda vez, levantándole para tener mejor acceso a su boca, sujetando sus manos por encima de su cabeza. No hubo nada que Tony hubiera podido hacer para liberarse, estaba por completo a su merced. Todo era una jodida pesadilla por la que hubiera intercambiado su muy maltrecha alma a cambio de esfumarse del universo. Estaba metiéndose en una espiral de mentiras y traiciones porque simplemente no podía dejar de amar a quien no le amaba ni podría corresponder nunca. Y seguía teniendo el sentimiento de todas maneras.

-Te amo, Antoshka, y no hay nada que puedas hacer al respecto.

-Bucky, por favor, escúchame, yo no te amo... te quiero como un amigo, un hermano... no así. Lo siento, entiéndelo de una vez.

-Yo sé lo que sientes y por quién. Eso no cambia nada.

-¡Deja de ser tan idiota! –reclamó con angustia el millonario- Yo soy la pareja de tu mejor amigo, no estoy dispuesto bajo ninguna circunstancia a que peleen por mí. Elegí a Steve, James. Déjame ir.

-Aún si te casaras con él, seguiría sintiendo lo mismo.

-¡¿Por qué?!

-Te amo, ése es mí por qué.

-¿Y qué sucede con Steve?

-Es tan jodidamente afortunado...

-¿Acaso desearías que le sucediera algo malo para que tú...?

James sonrió negando. -No, Kotenok. Primero deben pasar sobre mi cadáver antes que lastimar a Steve. Acabaría con el universo entero si alguien te tocara uno solo de tus hermosos cabellos.

Ambas frentes se encontraron, James soltando al fin las muñecas de Tony para sujetar su rostro que acarició con sus pulgares.

-Lo intenté, traté de olvidarte, de que alguien más ocupara tu lugar pero fue imposible. Estás clavado en mi alma, Antoshka.

-Bucky...

-Déjame hacerte feliz, déjame estar cerca de ti, protegerte, procurarte.

-Eso no es justo para ti... y Tasha... ella...

-He pasado por injusticias que no preguntaron por mi opinión. Vivir esta por elección es lo mejor que habré de experimentar. Yo hablaré con ella, si me asesina, nos habrá hecho un favor a ambos.

-No, James –Stark se mesó sus cabellos- Es que... no... tú...

-Realmente te preocupas por mí –sonrió Barnes- Quizá eres un Hombre de Hierro, pero tienes un corazón lleno de ternura, Kotenok.

Con eso le soltó y salió del elevador para entrar a su piso, dejando a Tony que terminara de llegar a la parte más elevada de la torre. Exactamente una semana después, Steve le propuso matrimonio. James nunca habló con la Viuda Negra, siguió con la charada hasta que las misiones y sus silencios terminaron por alejar a la rusa, quien le despidió con lágrimas en los ojos. Al menos en una parte de su alma cabía la tranquilidad de que hizo hasta donde su voluntad le permitió por ser una buena pareja para ella. Odiaba su vida. Llegó el día de la boda, con una ceremonia memorable donde su sonrisa fue un gesto permanente aunque por dentro estaba llorando, pronunciando un discurso propio del mejor amigo del novio con una elocuencia que incluso le hizo pensar si no estaba desarrollando una tercera personalidad. Cuando llegó el turno de James para felicitar a Stark, sus ojos se humedecieron al momento de abrazarle, susurrando a su oído lo que el otro ya sabía.

-Verte tan feliz me hace feliz, Antoshka. Te amo.

Besó su mejilla en un gesto nada fuera de lo común para los demás. Tony solamente suspiró hondo antes de sonreírle viendo llegar a Steve a su lado que fue igualmente felicitado por Bucky en esos abrazos fraternales y sinceros. Por eso era tan difícil, porque las dos personas que más amaba en el mundo eran el obstáculo y la meta. James pidió una copa para hacer un brindis al que el resto de los invitados se unieron aplaudiendo cuando el capitán atrajo a Tony con el fin de besarle mientras todos alzaron sus copas, deseando toda una eternidad juntos a la pareja recién casada. Hubo pétalos lanzados al aire junto con papelitos que hicieron una lluvia blanca que disfrazó el rostro cabizbajo del sargento, dejando su copa sobre una mesa para desaparecer. Agradeció ese tiempo de luna de miel en que no estuvieron para ensayar mejor su máscara ante los demás, mirando todas las noches el brazo que el millonario le hiciera, lo único que tendría de él.

James no dejó de procurarle ni protegerle, aunque por respeto a Steve olvidó todo intento de querer acercarse de una manera impropia. Quizá por la costumbre de sus maneras atentas hizo que todos vieran eso como parte de sus vidas, a veces agradeciéndole que estuviera ahí mediando cuando las peleas tomaban otros tintes o alguno de los dos esposos necesitara apoyo moral. No era ni remotamente agradable más era inevitable. Creyó que el tiempo se encargaría de disipar su amor, pero aquél le falló. Era como el maldito Severus Snape, se dijo cuando Skyfall se lo mencionó algún día de manera discreta, sacándole una risa divertida que le trajo más tranquilidad a su mente.

Misma que le ayudó a soportar esas escenas domésticas que si bien le alegraban, también agitaban ese monstruo de los celos y la envidia, prefiriendo enfocarse en entrenar, perderse en sus propios recuerdos o en cuidar el brazo metálico para ya no molestar a Tony con tantas actualizaciones. A veces era difícil porque Steve mismo las pedía, el muy cabeza hueca. Entonces vino el Incidente Fantasma, tan espantoso como confuso. La sangre le hirvió cuando las peleas estallaron, cuando pidieron la cabeza del Hombre de Hierro. En una graciosa vuelta de la rueda del destino, todos dieron la espalda al Capitán América, excepto él. Menos él. Jamás iba a dejar a su Antoshka desahuciado así Odín mismo pretendiera impedírselo. Confió en el plan de Steve para sanar lo que le había sucedido al millonario, preparó todo para su huida y finalmente esperó a que su amigo terminara su trato con Loki en aquella catedral en ruinas.

Claro que habían vendido al planeta con aquella transacción pero jamás se lo reprochó a Steve porque igualmente lo habría hecho de ser él quien tuviera ese anillo de bodas. Ambos juraron guardar voto de silencio sobre el incidente una vez que las aguas se calmaron. Bucky no era un ingenuo en esos temas, así que tomó cartas en el asunto con previa aprobación del rubio. Setenta años había sido un despiadado asesino a la fuerza, ahora lo fue por voluntad. Cada agente involucrado, cada testigo del evento fue paulatinamente borrado del mapa. Al carajo si eso le ganaba el peor de los infiernos, Tony valía la pena. Nunca olvidaría sus gritos de dolor ni tampoco aquella agonía invisible que le volvió loco. Cada vida que arrebató era un candado más a la seguridad y paz venideras de aquel matrimonio que estaba protegiendo.

Solo tuvo dos grandes obstáculos llamados Nick Fury y Phillip Coulson. Tal como dijo Steve, era imposible asesinarlos, ya suficiente había sido que todos los involucrados en el Incidente Fantasma hubieran terminado muertos –claro, enfermedades, accidentes, desapariciones...- no podían lastimar a quienes eran grandes amigos y jefes en momentos determinados. James recurrió a una ayuda que no había considerado hasta entonces: Skyfall. La IA de Stark mejoró y rediseñó el BARF para usarlo en los dos hombres, a fin de borrarles la memoria para no asesinarles. Una solución creativa que hizo respirar al par de soldados. El capitán dijo que eran los Tres Mosqueteros que protegían al castaño. Quitando el aspecto sangriento, lo fueron, fue la respuesta del sargento antes de usar el dispositivo en ellos, cerrando el círculo. Lo curioso fue que no tuvo efecto, de manera misteriosa siempre lo recordaron, pero se hubieran necesitado mil Thanos para hacerles hablar.

Si Peter había nacido después, era gracias a Barnes.

Él había sido su cómplice en todo aquel plan rebuscado de Tony, animándole cuando había decidido darse por vencido igual que Steve cuando las contrariedades fueron mayores a sus voluntades, sacando a flote el orgullo Stark para que llevara a cabo su objetivo que dio como fruto al hermoso hijo de ambos. Como agradecimiento a tanto amor silencioso, incondicional y permanente, Tony le dio su nombre a su pequeño. Peter James Stark-Rogers. Claro que lo compartió con el Coronel Rhodes, porque lo merecía, eso ni siquiera lo discutió. Más ese pequeño gramo de felicidad cayó en los ojos del sargento, siendo uno de los mejores obsequios entre ellos que nadie más comprendió. Y el primogénito de su mejor amigo tuvo el mejor padrino que ojos pudieran atestiguar. Tanto Steve como Tony juraron que nada lastimaría a Peter mientras Bucky estuviera a su lado, protegiéndole cual ángel guardián.

Y lo hizo cuando llegó el Ragnarok. James prácticamente secuestró a Peter para llevarlo a donde el búnker secreto de Fury, igual que a Tony cuando Steve les obligó a marcharse, dejando a ambos bajo el resguardo de Skyfall a quien dio las órdenes para sellar aquella fortaleza subterránea justo cuando una horda de demonios cayó del cielo sobre ellos. Fue la última vez que el sargento miraría esos ojos tan peculiares que una vez le hicieron suspirar con lágrimas en el rostro al saber que nunca le mirarían con amor, envidiando por última vez a Steve al haber tenido el privilegio de besar sus labios en despedida, él solamente pudo sonreírle antes de romper los mecanismos que abrían las compuertas triples. Atacaría a los demonios del Muspelheim usando una ojiva nuclear recién robada, viejos hábitos difícilmente podían ser olvidados.

No tuvo miedo a las hordas de demonios, ni al pensamiento de que iba a morir de una manera dolorosa. Peter y Tony estaban a salvo, y eso le hizo sonreír, contemplando con suma atención el brazo metálico que acarició, recordando todos esos momentos que atesoraba en su maltrecha mente. Steve había muerto, era su turno, se necesitaban dos almas para salvar otras dos. Con ello levantó su mirada, preparando la ojiva cuando la horda de soldados vino a él con sus armas y fuego clamando por su vida. El brazo hizo el resto del trabajo mientras él murmuraba entre la explosión, las maldiciones y su cuerpo estallando el nombre de su Antoshka. Siempre le había procurado, siempre le había dado amor. Ahora le daba como regalo de despedida una oportunidad de vida.

-Te amo...


FIN DEL LIBRO DOS

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