Te Amo

Título: LAZARUS I

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU con un pellizco de Marvel Cómics.

Parejas: bastantes, principalmente Stony, Thorki y Spideypool.

Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.

Warnings: Esta larga historia está dividida en libros que van en secuencia numérica pero no en orden de trama. Historias muy agridulces, crudas como violentas. No apta para corazones sensibles o mentes tiernas. Sobre aviso no hay engaño.

Gracias por leerme.



LIBRO V. El libro de las Despedidas.

Te amo.



Where do we go from here?

This isn't where we intended to be
We had it all, you believed in me
I believed in you

Certainties disappear
What do we do for our dream to survive?
How do we keep all our passions alive,
As we used to do?

Deep in my heart I'm concealing
Things that I'm longing to say
Scared to confess what I'm feeling
Frightened you'll slip away

You must love me
You must love me...



-¿Qué...?

Los Guardianes de la Galaxia fueron los primeros en verlo, esa explosión a lo lejos, digna de los mejores propulsores que aparecieron de la nada en pleno aire, abriéndose paso por el espacio-tiempo para desaparecer con la nave que impulsaron y que les fue desconocida. Sif, Hulk y Thor también estaban sorprendidos. Apenas estaban tratando de entender las señas de Francis al llegar a ellos en un estado alterado, aparentemente cuando la nave apareció y desapareció. Todos intercambiaron una mirada al no entender qué estaba sucediendo, en un silencio extraño cargado de un claro desconcierto, hasta que el peludo hizo un comentario.

-¿Alguien me puede decir cómo es que había una nave con propulsores de hiperespacio tan buenos en este jodido planeta y nadie nos dijo nada?

-¿De quién era esa nave? –preguntó Drax.

-Quién se marchó en esa nave –corrigió Starlord mirando al diminuto Francis que flotaba en el aire, también prestando atención al evento- ¡Tú!

-¡Yo soy Groot! –éste abrazó una pierna de Quill, impidiéndole moverse para alcanzar a la pequeña criatura que voló despavorida de ahí.

-Peter y Deadpool no están –observó Gamora- Tampoco Loki.

-¿Nos dejaron...? –Rocket se erizó, furioso.

-¡YO SOY GROOT!

-¡Rocket! ¡Dile a Groot que me suelte!

-¡YO SOY GROOT! ¡YOOO SOOOOOOOOY GROOOOOOOT!

No hubo necesidad de que el peludo tradujera, porque alzó su arma directo al cielo que se oscureció, con un disparo que fue a parar contra el pecho armado de un dragón que descendió por entre las nubes, acompañado de otros más pequeños y un enorme ejército de Pretores cayendo alrededor del Sanctum Sanctorum al que dispararon, encontrando la barrera mágica de protección que defendió a sus ocupantes, dándole el tiempo necesario para replegarse y preparar sus armas, pues el dragón negro perteneciente a Sigfried Pendragón lanzó un fuego oscuro que terminó con el escudo, permitiendo a sus guerreros ir tras todos ellos. La pelea inició bajo la mirada satisfecha de Tyar Pendragón y su hija, Morgana, ambos en sus respectivos dragones que lanzaron fuego sobre el edificio para derrumbarlo, enterrando las naves bajo las dunas.

Hulk se puso como barrera entre Sif y el pequeño Groot quienes hicieron su parte, rechazando como pudieron la enorme cantidad de Pretores bien armados que les cayeron encima. Las armas de Rocket dispararon con todo su poder, igual que las de Starlord mientras que Drax y Gamora se enfrascaron en peleas de cuerpo a cuerpo. Una tormenta cayó sobre el área, con relámpagos pulverizando a los guerreros en sus armaduras oscuras. Tyar se volvió a su hijo, en medio de él y la princesa, quien sacó su espada de la vaina colgando de su cinturón con calma. La hoja negra vibró al momento de izarla al aire, creciendo la tormenta que trajo lluvia con granizo pero controló aquel clima que el Dios del Trueno estaba invocando, atacándole en respuesta con sus propio fuego negro de lenguas azotando el suelo y por supuesto, al Asgardiano.

La escena fue tornándose cada vez más violenta a medida que las filas de los Pretores iban cerrándose alrededor de los héroes que en vano trataban de levantarse una y otra vez con mayor dificultad conforme sus energías iban mermándose, al contrario de los soldados inmortales cuyas armas absorbían los impactos de las que trataban de romper. Ninguno de ellos iba a ceder tan rápido, con eso contaba Sigfried, observando tranquilo sobre su dragón la manera en que peleaban, concentrado su mirada sobre el Hijo de Odín, volviéndose a su hermana. Morgana le había asegurado que moriría con los Guardianes de la Galaxia en la explosión provocada cuando estuvieran en el nido de los dragones, pero su plan había fallado. Cosa que no se interponía en sus planes, después de todo, estaban ya muy avanzados en la senda que los guiaría directo a su meta final, las acciones de un puñado de héroes no iban a cambiarlo.

A un gesto de la mano del Emperador del Fuego, los tres dragones que montaban los Pendragón agitaron sus enormes alas, levantando una tormenta de arena, empeorando la vista de los últimos defensores de la Tierra, pero no de sus Pretores que no necesitaban ojos para ver. Era imposible vencer la enorme cantidad de guerreros al servicio de los Draconianos por más esfuerzos que los otros hicieron para ello. Uno por uno, fueron cayendo entre las duras garras de metal que les apresaron con grilletes, tumbándolos sobre la arena entre rugidos y chillidos sobrehumanos. Thor y Hulk fueron de los últimos en caer, combinando sus poderes para darse el gusto de exterminar un generoso número de Pretores antes de que las cadenas llegaran a ellos.

-En tiempo humano han peleado casi tres horas –comentó Morgana, barriéndoles con la mirada- Es loable su esfuerzo, aunque muy inútil, como el idiota de Fandral.

-Calma, hija mía, tendrás tu sustituto –dijo Tyar, volviéndose a Sigfried- ¿Qué ordenas?

El Heraldo de la Noche descendió de su dragón, caminando unos cuantos metros para observar a sus presas que tendieron en fila no muy lejos de él. Todos estaban malheridos, agotados, pero sobre todo y para su complacencia, mostraban la inequívoca expresión de quien se sabe cercano a la muerte, la derrota inminente. Sigfried levantó sus manos para quitarse el casco por primera vez ante ellos, ante todos en general. Los Guardianes como los otros no pudieron evitar el horror en sus rostros al ver un Alfa Draconis mutilado, quemado. Los huesos asomaban por partes en su hocico con sus ojos sin párpados que le confirieron un aspecto psicótico, perverso, tan malvado en ese color dorado original que poseía, contrario a sus familiares de ojos verdes.

Sigfried no les dijo nada, volviéndose hacia el horizonte a un costado de todos ellos. Caminando tranquilamente como quien no tiene prisa, llegaba el Embustero. Thor jadeó sintiendo lágrimas que brotaron en sus ojos ante la traición, igual que Sif aunque ella no mostró ojos húmedos, sino más bien preocupados porque aún en esos momentos, no creía que Loki les hubiese dado la espalda pues había vivido los días suficientes en el palacio de Asgard como para creer tal cosa. Quizá fue su desesperación, no lo supo decir. Los demás maldijeron al Jotun cuanto quisieron hasta que patas de los Pretores les callaron a puntapiés. De esa manera llegó el hechicero, sin dirigirles una mirada, avanzando hacia el Emperador del Fuego ante el cual se hincó ceremoniosamente, bajando su cabeza.

-Milord, te he servido como me lo has pedido, tienes ante ti a tus prisioneros para hacer de ellos las larvas que nuestros familiares necesitan. Hemos perdido al gran Myrddin, pero sabemos que es temporal, desafortunadamente en su locura acabó con el Vengador llamado Tony Stark y su hijo, Peter.

Quill intercambió una mirada con Thor y con Hulk, entendiendo la mentira en aquellas palabras. Hulk quiso liberarse, como si aquellas palabras le enfurecieran para confirmar lo que el Embustero dijo. Morgana rió hasta las carcajadas mientras que Tyar solo esbozó una sonrisa, arqueando una ceja.

-Parece que después de todo, nuestra Emperatriz del Hielo ha sabido cumplir con sus deberes. El sacerdote siempre tuvo razón.

-¿Qué desea ahora, milord? –preguntó Loki sin alzar el rostro.

-Estos cuerpos con esencias tan rebeldes no son útiles.

-Permítame entonces cortar sus cabezas como regalo de bodas que no he obsequiado, mi señor.

Sigfried asintió, haciendo un gesto para que el Jotun se pusiera de pie, afilando sus garras al volverse hacia el grupo cautivo. Groot lloriqueó, Rocket maldijo como Hulk volvió a removerse. Thor contuvo el aliento cuando se detuvo frente a él, mirándole fijamente sin emoción alguna.

-¿Loki?



La voz de Odín retumbaba en los pasillos del Valhalla, haciendo temblar las rodillas de sus dos hijos fugitivos buscando un refugio lejos de los mentores y los consejeros reales. Habían cometido otra travesura pero esta vez la paciencia del Padre de Todo había tocado a su límite y buscaba a los culpables. Thor miró por encima de su hombro, esperando ver aparecer en cualquier esquina a los Einherjars de su padre, apretó la mano de su hermanito Loki quien lloriqueaba asustado con sus hermosos ojos verdes bien abiertos en franco temor por el castigo proveniente de su muy colérico progenitor. Thor tuvo una idea, deteniéndose de golpe tan bruscamente que Loki chocó contra su costado, mirándole confundido.

Ambos niños tomaron un pasillo muy estrecho, la mirada del mayor buscando una rendija que al fin apareció casi al final. Soltó momentáneamente la mano temblorosa del menor para jalar de la rendija y abrir aquel conducto por el cual se deslizaron, cerrando detrás. Arrastrándose sobre sus estómagos, fueron avanzando así hasta terminar en una salida del palacio, corriendo tan rápido como sus piececitos se los permitieron hasta que al fin se detuvieron en un campo abierto de verdes pastos con flores blancas en diminutos pétalos que se mecían con el viento fresco soplando por todo Asgard. Se dejaron caer, exhaustos tanto de aquel maratón y del susto que se habían llevado. Cuando el inicial temor se disipó ante el calor de un sol de otoño, sus carcajadas al fin estallaron, pataleando al aire con sus frentes unidas.

Loki le miró como siempre solía hacerlo, con orgullo y admiración. El corazón de Thor latía entonces con fuerza, sonriendo de esa manera que nadie más veía, solo su hermano, su pequeño hermano al que adoraba y por el que cometía esas descabelladas ideas que luego les costaban severas reprimendas. Loki rió un poco más antes de tomar su rostro entre sus suaves y pequeñas manos, acercándose para estamparle un beso tierno e inocente sobre sus labios, enseguida recostando su cabeza sobre su pecho para escuchar el latir de su corazón bravío. Thor parpadeó con ojos bien abiertos, pero luego se acomodó mejor, con un brazo sobre la espalda de su hermano menor.

-¿Siempre me amarás? –preguntó de pronto Loki con un hilo de voz.

-Siempre –respondió al acto el mayor con la voz más segura que se conocía.

-¿Aunque luego me enoje contigo o no sea tan valiente como tú?

-Te amo porque eres Loki, nada más.

-Yo también te amo.

-¿Cuánto?

-Mamá dice que el amor no tiene medida.

-Pero al menos una idea –Thor hizo un puchero.

Loki se sentó sobre el pasto, mirándole fijamente con una seriedad nunca antes contemplada. Thor creyó que había dicho algo mal, abriendo su boca para disculparse pero en esos momentos las manecitas de su hermano se levantaron haciendo unos signos raros que no comprendió, parpadeando rápidamente al intentar hacer memoria de lo que podían representar pero negando al no saber.

-Significa "Soy de ti como tú eres de mí". Yo lo inventé anoche.

-¿Tú?

-A que sí –Loki levantó su mentón orgulloso- Por ti.

Thor le miró unos segundos en blanco, antes de sonreír de oreja a oreja, lanzándose hacia su pequeño hermano a quien abrazó con fuerzas, llenándole de besos y luego de cosquillas para escucharle reír como el agua de una cascada serpenteando entre las rocas. Ese movimiento de manos siempre lo vería, cada vez que Odín le castigaba, cuando presentaba una nueva batalla y tenía miedo de perder. Se giraba entonces a su hermano cuya astucia permitía mover sus manos sin que nadie lo notara, para repetirle su frase que le llenaba de valor. Loki le amaba y nada más importaba.

Nada más importó por un tiempo.



Cuarta Despedida: Loki.



-L-Loki...

Las manos de éste subieron a la altura de su pecho al tiempo que los ojos de Thor se abrieron de par en par al contemplar aquel baile de dedos con su mensaje secreto, que solo él y solamente él podía entender. Soy de ti como tú eres de mí. Sus ojos dejaron escapar lágrimas, conteniendo el aliento al levantar su mirada hacia Loki. Aquellas azuladas manos se cubrieron de energía verde brillante, listas para rematarle. Se puso en cuclillas para susurrarle en un aparente gesto de burla al tiempo que tocaba su frente usando una garra, con la sonrisa de Morgana y Tyar tras ellos, la figura quieta de Sigfried más cercana. El Dios del Trueno se vio reflejado en unos ojos carmesí, por primera vez temblorosos, por primera vez mostrando miedo.

-No soy nada, no valgo nada. Estoy solo.

-¿Loki...?

Los ojos del Jotun también se humedecieron, esbozando una tímida sonrisa, esa misma que el Dios del Trueno conociera de viejos tiempos, cuando las cosas eran más sencillas, cuando ambos sabían lo que sentían el uno por el otro. Una daga se clavó en el pecho del Hijo de Odín al recordar justo en aquellos instantes los eventos del Ragnarok, la voz desesperada del hechicero confiándole los secretos de los Pendragón, la llegada súbita de Sigfried hiriendo al pelinegro antes de enfrascarse en una pelea con él, clavándole su espada para asesinarle. El rostro de Hela con una sonrisa torva, otro rostro desconocido, después nada, hasta que una vez más, abría los ojos para encontrarse en Midgard con sus amigos. Jadeó, a punto de hablar cuando el Embustero susurró de nuevo.

-Y sin embargo...

Loki se giró bruscamente, tan rápido como pudo, lanzando todo su poder en contra de Morgana y de Tyar que no esperaron la muerte de sus manos, desapareciendo en el fuego verde del hechicero junto con sus dragones que aullaron al morir. Púas de hielo se levantaron por debajo de las dunas, partiendo los cuerpos de todos los Pretores antes de que se lanzaran en su contra. El Embustero solamente tenía dos manos, así que Sifgried tuvo el tiempo para tomar la espada de hoja negra y lanzarla directo al pecho del Jotun. Thor gritó. Loki jadeó, viendo como el arma se empañaba hasta el mango con su sangre, más unió sus manos en un último ataque fulminante contra Sigfried quien a su vez hizo lo mismo, igual que su dragón.

Hulk se liberó de sus ataduras, saltando hacia la cabeza del enorme dragón negro cuyo cráneo estrelló contra la arena, usando sus manazas para asegurarse que nada de la cabeza ni el cuello quedara intacto. El Heraldo de la Noche desapareció entre llamas verdes con un grito rabioso que prometía venganza de ultratumba. La tormenta se fue igual que el hielo, los Pretores, los dragones y los Pendragón. Solamente quedó el Dios de las Mentiras con el pecho abierto y un cuerpo que fue convirtiéndose en cenizas oscuras. Sin la magia de Sigfried sustentándole, Loki no tenía un minuto más de vida. Thor le alcanzó para sostenerle en brazos cuando cayó.

-No, no, Loki, por favor, dioses, no, no, no...



Why are you at my side?

How can I be any use to you now?
Give me a chance and I'll let you see how
Nothing has changed...



Nuevas lágrimas brotaron en los ojos del Hijo de Odín, como del resto que rodearon a los dos semi dioses, contemplando la extinción del Jotun pues su cuerpo fue deshaciéndose en cenizas oscuras a una velocidad impresionante. Sin tormentas ni dragones, cielo estaba despejado ya, con su usual tinte cobrizo que anunciaba la llegada de la noche. El hechicero se estremeció de dolor, abriendo sus ojos trémulos hacia el rostro lleno de pena sobre él, con una mano temblorosa queriendo acariciar su barba rubia.



Deep in my heart I'm concealing

Things that I'm longing to say
Scared to confess what I'm feeling
Frightened you'll slip away...



-Y sin embargo... -susurró con un hilo de voz- ... sin embargo... yo... yo... te...

-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

Thor se quedó abrazando el aire, todo el cuerpo de Loki se esfumó con una brisa que acarició su rostro, el sol muriendo en el horizonte.



You must love me
You must love me

You must... love... me.



FIN DEL LIBRO CINCO.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top