Soledad
Título: LAZARUS I
Autora: Clumsykitty
Fandom: MCU con un pellizco de Marvel Cómics.
Parejas: bastantes, principalmente Stony, Thorki y Spideypool.
Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.
Warnings: Esta larga historia está dividida en libros que van en secuencia numérica pero no en orden de trama. Historias muy agridulces, crudas como violentas. No apta para corazones sensibles o mentes tiernas. Sobre aviso no hay engaño.
Gracias por leerme.
LIBRO I. El libro de las Amarguras.
Soledad.
"Poned atención: un corazón solitario no es un corazón." Antonio Machado.
La tormenta de nieve duró más de lo esperado, y no era que esperara que terminara pronto para hacer algo en particular. Pero el silencio dentro de la cueva era demasiado mientras afuera en la superficie el azote del hielo destruía y formaba nuevas montañas o valles en la geografía hostil de Jotunheim. Cantar para pasar el tiempo era una buena opción pero la sensación de ridiculez que eso le provocaba le detenía de hacerlo. No había más que hacer en aquel sitio tan desolado como aburrido.
-¿Pensando de nuevo en lo inservible que eres?
Ahí estaba de nuevo ese fantasma suyo que le atormentaba con ideas muy peligrosas.
-Casi aciertas.
-No sé por qué le dedicas tiempo a eso si ya tienes la seguridad de tal condición tuya.
-Me resisto aún a creerla.
-Eso ya es otro asunto diferente. No eres bueno para nada, nunca lo has sido ni lo serás. Mírate, ni siquiera puedes salir de Jotunheim.
-Estoy en eso.
-¿De la misma forma que participaste en el Ragnarok? Te felicito, de veras.
-Yo no participé en el Ragnarok.
-Ah, no, cierto, lo provocaste. Cuanta diferencia.
-Sigo vivo. Algo que tú no puedes afirmar.
-Al menos yo acepto lo que soy. Tú en cambio ni siquiera eres capaz de ver de reojo tu figura por el reflejo del hielo. Tienes miedo de verte como el Gigante de Hielo que eres.
-Estoy con mi cuerpo azul y mis marcas blancas, estoy con mis cuernos y estos ojos carmesí. Creo que eso refuta tu argumento de que rehúyo de mi ascendencia.
-Por favor, Loki. ¿A quién quieres engañar, eh? A mí no, ciertamente. Te horroriza no poder cambiarte a ese estúpido cuerpo de Aesir. Estás esperando a que pase la tormenta para que puedas salir a distraerte y no pensar en lo muy inútil que eres.
El Jotun tomó aire sentado sobre el bloque de hielo donde se encontraba con manos cruzadas sobre su regazo. Por más que se esforzara por no provocar las palabras hirientes de esa criatura fantasmal, no existía manera de detenerla.
-No estoy esperando a cambiar a mi forma Aesir, y bueno, si tanto lo dices, soy un inútil.
-Ja, como si con eso bastara.
-Lo intento.
-Sí, porque eres una criatura que no conoce la satisfacción. Que miedo, tiemblo de verdad. Ah, tu furia vengativa y tus planes retorcidos. Cuanto horror por todas las estrellas en el cielo. ¿De verdad, Loki? ¿De verdad?
-Hoy estás muy agresiva.
-¿Qué sentiste cuando Volstagg casi se echó a reír cuando le dijiste que eras el nuevo rey de Asgard? ¿Y cuando Thor destruyó el Bifrost a pesar de que eso lo separara de Jane Foster? Te cambió por ella, ¿no es cierto? Todos esos siglos de convivencia y cariño de hermanos tirados al olvido, ¿y sabes por qué? Porque nadie puede quererte, nadie te estima en todo el ancho universo. ¿Alguien ha venido a buscarte? Vaya ni siquiera Thanos o los Otros. Eres tan poquita cosa que te olvidan en cuanto hay algo mejor en sus vidas, así de rápido igual que el tronido de los dedos. La única persona que tuvo sentimiento alguno por ti, la asesinaste. "Deberías tomar el camino de la izquierda". Se necesita ser una mierda completa para sentenciar a muerte a una madre.
Loki se mordió una mejilla para no responderle. Ya sabía por experiencia que alejarse de ella era tiempo perdido, eso solamente aumentaría su salmodia de recuerdos dolorosos.
-Realmente no tienes cerebro o hubieras abierto los ojos cuando te dieron tantas palizas los Vengadores. No ibas a ganarles nunca. Nunca. Eres un perdedor nato. Jamás tendrás victoria ni en la forma en que hablas. Todos esos años perdidos en la biblioteca de Asgard no te valen aquí para nada, ¿o miento? Tú, el Dios de las Mentiras, el Embustero. Jajajajaja. Cómo me río. Me hubiera gustado estar presente cuando Thor te dio una patada en el trasero al negarte el derecho a saber cómo murió Frigga, ¿por eso lo traicionaste de nuevo? Hasta te lloró, desgraciado Jotun deforme y despreciado por tu raza.
-¿Qué me dices de ti?
-Uh, que valiente. Atacando. Así hubieras sido para enfrentarte a Odín, cobarde. ¿No te mantuviste detrás de Surtur para protegerte? Ese tuerto era un imbécil pero era tu padre, miserable hechicero de poca monta. ¿O preferías a Laufey con sus desprecios? Qué genial, eso solamente reafirma tu estupidez titánica. Destruiste Asgard, ¿y luego qué? Estás atrapado aquí conmigo. Qué bonito trono azul y frío tienes, mira tu ejército que no cabe en Jotunheim. Oh, los tributos, por todos los dioses, no sé qué vamos a hacer con tantos obsequios. Eres un rey, Loki. ¡Larga vida al rey!
-Fui rey.
-¿Ah? Por favor. La primera vez fuiste el causante de la destrucción del Bifrost y de la casi extinción de los Gigantes de Hielo. Entre otras cosas todavía más vergonzosas. La segunda vez provocaste el Ragnarok y te cargaste al Padre de Todo. He conocido escorias con mejor récord. ¿Por qué me miras así, eh? Jamás fuiste rey, porque no supiste gobernar, solo eres un estúpido que se cree poderoso porque puede hacer uno que otro tuco de magia y sientes que posees la inteligencia debida para salir airoso de todos los problemas hechos por tus propias e ineficientes manos. El bloque de hielo donde estás sentado tiene más dignidad que tú.
-La tormenta ya pasó.
Loki se puso de pie para terminar tan amarga charla, subiendo por los escalones azules que daban a una rampa igualmente helada que conectaba con el exterior. Laif siempre repetía esas palabras que lejos de perder su efecto lentamente comenzaban a minar su voluntad y alma. Miró alrededor pensando en un nuevo camino que le hiciera perderse lo suficiente para despejar su mente, necesitaba concentrarse para encontrar una salida de aquel mundo frío y desolado. No había encontrado otro Jotun en el tiempo que llevaba preso ahí, temía que la raza de los Gigantes de Hielo realmente se hubiera extinto, dejándolo a él como único en su especie. Sin embargo, el humor de Laif ese día era fatal. Resbaló por una ladera ante el ataque súbito de esa niña fantasma que se dejó caer sobre su pecho mirándole con ojos entrecerrados en un desprecio total.
-Todos te odian, nadie tiene ni el más mínimo aprecio por ti, solamente Frigga lo hizo y la mataste como el vil cobarde cerdo despreciable Jotun falso que eres. Laufey fue demasiado bondadoso contigo al dejarte morir en el templo de Utgard, debió tirarte por un precipicio para que murieras al instante. No te merecías ni el amor de Odín, engendro deforme. Querías que nadie se sintiera a gusto donde estaba, ¡felicidades! Lo conseguiste, estúpido. Ahora todos estamos sufriendo por tus idioteces de sentirte desubicado como abandonado. ¡Claro que estás solo y abandonado! ¿Qué pensabas? Mírate lo horrible que eres, incluso para ser un Jotun estás espantoso, yo vomité la primera vez que te vi a lo lejos. De seguro si Thor te viera en estos momentos también lo haría.
-¿Y qué hay de ti al estar conmigo?
-Soy un fantasma, seguramente muerta por tu culpa si me pongo a investigar al respecto.
-Para ser un fantasma te empeñas demasiado en hablar.
-Cierto.
Aquello fue un error, las garras de Laif se enterraron en su pecho, alcanzando su corazón con esos dedos fantasmales, haciéndole encogerse de dolor, aullando al sentir como estrujaba entre sus garras parte de su espíritu.
-Esa lengua de serpiente ya no es tan valiente ahora, ¿verdad? Bien, Loki, eres un mentiroso, tramposo, traidor, cobarde, inútil. Te voy a enseñar a hacer las cosas como son debidas y voy a comenzar con la verdad. ¿Quieres saberlo? Aquí y ahora, el único muerto eres tú.
Loki le miró fijamente sin poder creerle, jadeando por el dolor que las garras de Laif dejaron en su corazón libre al fin de su ataque.
-Es verdad, te asesinó un héroe. Te asesinó el Dios del Trueno.
-No...
-Oh, sí, te lo merecías. Y para asegurarse de que no escaparas del Hel te entregó a nuestro cuidado hasta el fin de los tiempos, así no reencarnarás ni harás más idioteces. Por eso no puedes salir de este mundo, porque no es Jotunheim, no el real. Es tu prisión eterna.
-¿Qué...?
-Hum, al fin vas comprendiendo, bastardo de mierda. No vales nada, no eres nada, estás bien muerto y jamás verás consuelo alguno que llegue a tu alma porque si hubo algo para ti lo destruiste con tus actos, mentiras y traiciones. Tú solito forjaste este tormento que cae sobre tu horripilante y asqueroso ser deforme que la vida escupió desde el primer momento en que abriste los ojos. Pero las palabras no funcionan aquí, ¿cierto?
Loki se arrastró rápidamente cuando Laif sacó una espada del suelo, filosa como gigante en sus manos que ondeó al aire.
-¡Quiero escucharte decirlo, bestia!
El pecho del Jotun terminó ensartado por aquella arma que lo enterró en la nieve cuyo frío solamente aumentó el dolor de la herida. Jadeó tratando de llevar aire a sus pulmones. Si estaba muerto se sentía muy vivo. Laif chasqueó su lengua recargándose en el mango de su espada, gesto que solamente la enterró más en el cuerpo de su víctima.
-Dilo, monstruo infame indigno de toda compasión. Dilo.
-... ¿d-decir...?
-¡DILO, LOKI!
Una llamarada de fuego envolvió su cuerpo, haciéndole gritar y estremecerse con la espada castigando no solo su piel azul sino también su alma que sintió se hacía pedazos. Todo desapareció mientras se hacía ovillo sobre su costado con una mano sobre su pecho abierto que se cerraba sin necesidad de magia alguna, demostrándole que en verdad estaba muerto. Sus ojos se abrieron de par en par al notar que estaba sobre un espejo, levantándose para ver alrededor. El paisaje de Jotunheim había desaparecido y en su lugar estaba rodeado de miles de espejos que le devolvieron su figura de Gigante de Hielo. Laif apareció detrás de él sujetando su rostro para impedir que desviara su mirada de su reflejo.
-Mírate, escoria, mírate bien. Que asqueroso, vomitivo eres, ¿quién puede tener aprecio por algo como tú? Ni siquiera eres un ser, eres una cosa horrible que causa desgracia en todo lo que toca, por eso trajiste la ruina de Jotunheim, por eso trajiste la ruina de Asgard. Por eso destruiste el universo. No vales nada, no eres nada. La muerte que recibiste a manos del Dios del Trueno fue misericordia que no te mereces. Ahora te vas a arrepentir de lo que hiciste, bestia. Así que dilo, dilo. DILO. ¡DILO!
Laif le estrelló contra uno de los espejos cuyos fragmentos se clavaron en su piel, sangrándole profusamente.
-¡DILO!
Tiró de sus cabellos para arrastrarle contra otro espejo donde tuvo la misma suerte, y luego con otro y así hasta que formaron una montaña de escombros que abrieron heridas en la piel azul de Loki quien terminó boca abajo escupiendo sangre con el cuerpo temblando.
-¡DILO!
Los espejos fueron sustituidos por una oscuridad que hizo gemir al Jotun, apareciendo entre las sombras las figuras de los Otros que al verle comenzaron a carcajearse, señalándole como tirándole piedras o pedazos de comida podrida. Se llevó las manos a los oídos para no escucharles, arrastrándose lejos de ellos pero una vez más Laif no se lo permitió, tomando uno de sus brazos para levantarle y llevarlo de vuelta con aquellos seres cuyas carcajadas de burla aumentaron mientras sus garras acariciaron de forma lasciva todo su cuerpo.
-¡NO!
-¡DILO, LOKI!
Éste cayó sobre un pasto verde que un viento cálido mecía. Sentándose apoyado sobre las palmas miró alrededor encontrando a lo lejos el dorado e imponente palacio de Asgard con un cielo claro y la luz de Yggdrasill brillando detrás.
-¡DILO!
Se encontró de nuevo sobre las tierras heladas de Jotunheim con una nueva tormenta que azotó sus cabellos como su cuerpo. Levantó su mirada carmesí hacia Laif quien esperaba con una mirada furiosa y su espada lista para volverle a castigar.
-¡DILO!
-... n-no soy nada...
-¡NO TE ESCUCHO PORQUERÍA!
-No soy nada...
-¡MÁS FUERTE PEDAZO DE ESCORIA INSERVIBLE!
-¡No soy nada! –Loki apretó sus párpados como sus puños que temblaron- ¡NO SOY NADA!
La adolescente se carcajeó antes de asestarle un puñetazo que lo lanzó contra una pared que se venció por el impacto, resbalando contra el suelo, recibiendo sobre su espalda los restos de maltrataron su piel, con sus cabellos descompuestos y un trozo de uno de sus cuernos cayendo al suelo. Se dejó caer, sintiendo como de nuevo su cuerpo volvía a regenerarse, siendo un alma iba a suceder eso todo el tiempo para beneplácito de Laif quien le tironeó de un cuerno para arrastrarlo a una charola llena de vísceras frescas.
-Bien, animalito, bien. Por ser nada te recompensaré. Anda, come.
Loki le miró de ojos bien abiertos.
-COME.
Pasó saliva observando aquella charola en el suelo frente a él. Una pequeña mano tomó su nuca para enterrarlo en aquel festín sangriento donde por nada estuvo por ahogarse, tosiendo restos de aquellas vísceras que le provocaron vómitos. Laif le observó arquearse con ojos entrecerrados, cruzándose brazos esperando a que le mirara.
-Asqueroso como solo tú puedes serlo. Te ordené comer, animalito, y eso vas a hacer, incluido lo que acabas de escupir. Quiero mi suelo perfectamente limpio o volveremos al paseo y esta vez me voy a quedar con los Otros para ver cómo te ultrajan hasta que tu trasero se rompa.
-...n-no... por favor... detente ya...
Laif sonrió victoriosa. -¿Ya no somos tan altaneros después de todo, eh? Haz lo que te digo, animalito. Voy a contar hasta tres.
El paisaje cambió a una playa de arena rojiza y aguas negras con un cielo grisáceo de nubes que se arremolinaban furiosas entre relámpagos. La Valkiria de la Desesperanza caminaba tranquilamente por aquel paisaje con su espada sobre el hombro y una cadena en la otra mano que estaba unida a un collar que un Jotun usaba, gateando tras ella con la cabeza baja que sus largos cabellos negros ocultaba. Era una playa interminable con el silencio acompañando los débiles sollozos de la mascota que la adolescente tironeaba con mirada satisfecha. Se pasearon así por un tiempo desquiciadamente largo para Loki quien en un momento dado terminó agotado, dejándose caer sobre la arena con las manos y rodillas abiertas en llagas profundas de tanto arrastrarse de esa manera.
Laif ladeó su rostro al sentir el jalón de la cadena, volviéndose a él para inspeccionarle, dándole tiempo a su espíritu de volver a reconstruirse y continuar con el paseo mudo hasta volverle a sentir que se detenía una vez más por aquellas horribles heridas. Aquello se repetiría una docena de veces. Al final, la chica le dejó dentro de un pozo poco profundo pero lleno de desperdicios y moho negro poniendo una tapa de barrotes de hierro rojo en la entrada.
-Aquí dormirás a partir de hoy, animalito. Soy muy buena dándote cama donde reposar. ¿Cómo se dice, animalito?
-... gr-gracias...
-Repite tu lección.
-No soy nada, no valgo nada. Estoy solo.
-Bien, bien, hora de las pesadillas.
Laif rió para sus adentros, alejándose de aquel pozo en medio de un desierto de arenas amarillentas, escuchando los gritos de aquella alma que atormentaba al caer presa de las pesadillas que siempre le abatirían. No había sueños plácidos ni descansos reparadores ahí dentro. Solo horror y desesperanza. Sabía que el espíritu rebelde de Loki no era fácilmente quebrantable, pero tenían toda la eternidad por delante para doblegarlo al punto de hacerlo irreconocible. Apenas si había comenzado con sus diversiones. Caminó hasta un mirador donde clavó su espada, ahora que la mente del Jotun estaba sin sus muros, era momento de usar todos aquellos recuerdos y sentimientos para darle forma final a su prisión.
Todo un complejo dentro del laberinto del cubo donde se presentarían las memorias más desgarradoras que se repetirían sin cesar de la misma forma que sus más profundos miedos. Un infierno personal sobre el cual la valkiria iba a divertirse. Mientras la nueva geografía y estructura tomaba forma material, ella miró la esmeralda en su mano que brillaba con luz propia. El corazón puro de Loki. Cuando la versión oscura y retorcida del palacio de Asgard se elevó ante sus ojos, dejó caer en el pasto seco aquella joya que se transformó en un niño pequeño cuya mirada aterrorizada observó alrededor antes de percatarse de su presencia. Estaba vestido igual que el infante ojiverde lo hiciera en el pasado, con sus cabellos negros cortos y ese rostro inocente.
-Hola –le saludó Laif con una sonrisa torcida- ¿Sabéis dónde estáis?
-Quiero... quiero a mi mamá –gimoteó el pequeño.
-Mmm, lo siento, mamá no está aquí, ni papá, ni vuestro hermanito mayor.
-... casa...
-Escuchadme bien, Loki. Allá atrás encontrareis el palacio, nunca debéis salir de él porque aquí afuera viven monstruos muy feos y crueles que os pueden matar. Más espantosos que los Gigantes de Hielo, ¿comprendéis que trato de deciros?
El niño asintió sorbiendo su nariz.
-Bien, os quedareis dentro todo el tiempo. Siempre tendréis comida en el comedor y vuestra recámara estará calientita todo el tiempo. Pero cuando escuchéis este sonido –un cuerno ronco se escuchó, haciendo temblar más al pequeño- lo que haréis será correr con todas vuestras fuerzas hasta las mazmorras. Habrá solamente una abierta, ahí os encerrareis hasta que la puerta se vuelva a abrir sola. ¿Habéis entendido?
-¿Corro ya? –musitó el ojiverde.
-Sí.
Laif rió viendo al pequeño correr con todas las fuerzas que sus pequeñas piernas le dieron, perdiéndose dentro del solitario palacio en ruinas, la prisión del corazón de Loki. Con el desprendimiento de esa parte sustancial de su alma, las cosas iban a ser más fáciles, no que tuviera problemas quebrando al Jotun. Pero era más divertido separando lo puro que aún guardaba ese hechicero venido a menos dejando solamente lo peor para torturarle más. La Valkiria de la Desesperanza estaba satisfecha con sus progresos hasta ese momento, echando su espada sobre su hombro una vez más para alejarse de ahí mientras una oscuridad caía en forma de neblina alrededor del palacio, llamando a las formas más espantosas que el Hel tuviera para azotar aquel exterior y dejar en claro a su prisionero que eso no era un juego. Su caminata le llevó hasta el inicio del laberinto donde se encontró con su ama y señora.
-Vuestra Majestad es bienvenida.
-Realmente estás divirtiéndote.
-Tal como vos ordenasteis, mi señora.
-Veo que tomaste su corazón.
-Siempre es más satisfactorio así.
-¿Cuándo lo tendremos listo?
-Podéis tenerlo en un abrir y cerrar de ojos, pero ruego a Vuestra Majestad me concedáis una temporada más, así me aseguraré de que no haya rincón alguno de su alma por la que no haya pasado. Y me permito aconsejaros que cuando lo devolváis, mi señora retenga su corazón en este cubo.
-¿Cuál es el motivo para ello, Laif?
-Tratarán de recuperarle y salvarle, pero sin el corazón jamás lo conseguirán. Nadie.
-Hice bien en elegirte. Jamás me decepcionarás.
-Todos desean el poder, reina Hela. Todos desean vivir por siempre, pero solo hay una cosa certera como eterna en este universo, en los que hubo y en los que habrá: la Muerte.
Hela sonrió complacida.
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