Refugio

Título: LAZARUS I

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU con un pellizco de Marvel Cómics.

Parejas: bastantes, principalmente Stony, Thorki y Spideypool.

Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.

Warnings: Esta larga historia está dividida en libros que van en secuencia numérica pero no en orden de trama. Historias muy agridulces, crudas como violentas. No apta para corazones sensibles o mentes tiernas. Sobre aviso no hay engaño.

Gracias por leerme.



LIBRO III. El libro de los Secretos.

Refugio.


"Cuando la situación es adversa y la esperanza poca, las determinaciones drásticas son las más seguras." Tito Livio.



El viento silbaba con fuerza, acompañado del viento helado que la tormenta de días acompañaba, azotando aquel valle montaña abajo que estaba ya cubierto por la nieve apenas si dejando ver los techos rudimentarios de las casonas donde se refugiaban mercenarios, ladrones, prostitutas y cuanto criminal hubiera en ese universo. Eir sabía que Sif estaba más que inquieta por ese refugio que habían elegido, pero era mejor así, los Pretores como los dragones no iban a buscarles donde corrían el peor de los peligros. Luego de vender su casa en Alfheim con un contrabandista, viajaron como pasajeros en un crucero comercial hasta la frontera del reino de los elfos y de ahí saltaron a unas tierras libres donde las guerras estallaban a cada instante.

Fue ahí donde encontraron al mercenario que aceptó sus pagos sin preguntas, para dejarles en ese mundo sin nombre que sufría de un clima polar bastante hostil por su cercanía con Jotunheim cuya vista era visible en lo alto como si fuese una luna gigante. No era su intención acercarse al reino de los Gigantes de Hielo, pero si requerían de ayuda, era posible que con la forma natural de Loki, eso les abriera una oportunidad con los Jotun. Un último recurso en caso desesperado. Se hicieron de armas en aquel valle de criminales, así como de instrumentos y herramientas con qué escalar hacia las montañas en busca de una cueva segura donde refugiarse antes de que la tormenta cayera sobre ellos. Estaba fuera de discusión quedarse en aquellas casonas de mala muerte, con un pelinegro de piel azul que no podía defenderse, y dos mujeres aunque una de ellas fuese de las más feroces guerreras.

Sif salía a cazar, enterándose de dónde podía hacerlo, inspeccionando la cueva como los alrededores, siempre pendiente a cualquier intruso o mercenario que les hubiera seguido las huellas. Pero nadie les había tomado en cuenta, en parte, una vez más gracias a la magia de Eir quien los había disfrazado de enanos contrabandistas esta vez. Pasaban los días charlando sobre los viejos y gloriosos días en Asgard, mientras la tormenta pasaba con aquel cántico helado rozando la entrada de la cueva que se hundía montaña adentro. Loki no había tenido más mejoras o muestras de reacción desde que abandonaran Alfheim, siempre obedeciendo en silencio a la doncella guerrera o a la sanadora, quien procuraba revisarle de vez en cuando en busca de la causa de tal estado como la manera de devolverle su forma Aesir sin resultado alguno. Era como si hubiera un muro entre el alma del Embustero y su cuerpo. Dolía verle de esa manera tan servil, quieta y desahuciada. Si había una muestra de la crueldad que los Pendragón eran capaces de generar en ser alguno, sin duda Loki era el perfecto ejemplo.

-¿Qué piensas, Eir?

-Estaba revisando su alma antes de que te marcharas, Lady Sif –la sanadora levantó su vista del Jotun que dormía a su lado- Está hecha pedazos.

-Lo temía.

-No sé qué clase de poder tiene ese cubo donde lo atraparon, pero afirmo sin temor a equivocarme que destruyó por completo la esencia de Loki.

-¿Por qué harían algo así, con él particularmente?

-No lo sé.

-¿Por traicionar a Surtur? Lo dudo mucho. ¿Crees que conocía a los Pendragón y fue a ellos a quienes dio la espalda en primer lugar?

-Loki no supo con quienes estaba metiéndose.

Un temblor calló su conversación. Sif frunció su ceño tomando su escudo y espada antes de levantarse del suelo donde descansaba junto con Eir, dejando a Loki dormir como siempre lo hacía, mientras caminaban hacia la entrada de la cueva, sosteniéndose de sus paredes cuando otro temblor hizo cimbrar aquel rocoso interior. Justo cuando llegaron a la entrada es que sus ojos se abrieron de par en par al ver a un monstruoso como gigantesco dragón en color rojo carmesí que escupió fuego sobre el valle, extinguiendo toda vida en su interior. Ambas mujeres se tomaron de las manos ante el espectáculo de llamas y humo que se elevó entre la tormenta abruptamente, disminuida por el fuego del dragón cuyas alas se agitaron, destruyendo colinas y caminos alrededor, con un rugido que les hizo estremecer antes de contemplar como ahora en lugar de escupir fuego, sus flamas eran de hielo como si de un Jotun se tratara, cubriendo el valle incinerado por completo en una gruesa capa azul. Con un último aullido que mostró sus filosos colmillos, el dragón elevó sus alas para marcharse de ahí, dejando aquel cementerio de hielo como única evidencia de su estancia en aquella luna de Jotunheim.

Tanto la doncella guerrera como la sanadora intercambiaron una mirada angustiada. Había sido un mero golpe de suerte el haberse escondido en la montaña tras el dragón, salvándose de aquella horrible suerte que los pobladores del valle no tuvieron ni vieron llegar. Lo más terrible era el hecho de haber atestiguado el poder de las bestias de los Pendragón, dragones que bien podían escupir fuego como hielo. No eran monstruos ordinarios. Volvieron al interior de la cueva en aquellas meditaciones que finalmente ganaron la batalla en el cuerpo cansado de Sif, que fue cobijada por Eir, misma que le sonrió acomodando sus cabellos antes de volverse hacia Loki, a quien acomodó mejor entre las pieles que le cubrían. No sabían si toleraba el frío o no, dolor, cansancio, hambre o sueño no eran cosas que manifestara el pelinegro como si lo hubieran entrenado para no hacerlo. La sanadora tocó su frente fría, acariciando sus marcas entre sus cuernos negros con líneas blancas. Sí, el alma de Loki estaba hecha pedazos, remendada bajo una magia oscura que solamente brindaba dolor, pero detectaba algo extraño. Ya había intentado sanarle, porque era la mejor de Asgard, si había salvado la vida de Odín Padre de Todo en varias ocasiones, un espíritu herido como el del Jotun no era un reto, más no conseguía que reaccionara. Sin embargo, el daño era tal que necesitaría primero resucitarle antes de ser capaz de revelar lo que estaba escondiendo esa alma atormentada.

Para sobrevivir, necesitaban la magia de Loki.

Aquel dragón había barrido con el valle y sus alimentos, ahora no iban a tener qué comer o pieles con que cubrirse del frío que aumentaría debido al hielo dejado por la bestia. Ya sentía como la tormenta arreciaba bajando la temperatura. Tenían que marchar a otra parte, pero Eir no era una hechicera consumada que pudiera dar con un portal o apertura dimensional que controlar como pasaje a otro mundo. Eso era un arte que el pelinegro tenía dominado, pero ahora era un muñeco sin voluntad. La mirada de la sanadora fue hacia la guerrera durmiendo exhausta. Las fuerzas de Sif estaban acabándose entre las constantes cazas y esfuerzos por mantenerles a salvo, tampoco iba a resistir mucho tiempo.

Por otro lado, ella tampoco estaba siendo de mucha ayuda con una pierna que estaba sufriendo los estragos de exponerse a mundos corrompidos, sentía como la herida volvía a sangrar, carcomiendo su piel. Pensó en Nadann y sus ojos llenos de tanta maldad, era la maldad misma. Ni siquiera los Pendragón eran así. Eir sonrió con lágrimas en los ojos. Desesperación y desesperanza eran una mala combinación, se arrepentía tanto de haberse ocultado en lugar de pelear junto a los suyos para defender a su tierra, de no haber hablado de la muerte de Loki a quien pudiera escucharla y así desenmascarar a los Pendragón. Su mano acarició los cabellos largos y negros del Jotun, cerrando sus ojos al inclinarse hacia él para susurrarle al oído.

-Asgard no caerá y sé que tú no lo permitirás.

Como sanadora, tenía amplias habilidades que rebasaban cualquier sueño u obstáculo, entre sus mejores armas estaba ser capaz de restaurar un alma dañada aún en contra de la magia oscura que impidiera su recuperación.

-Confío en ti, Loki. Cuida de Lady Sif.

Ella era Eir de Asgard, la mejor sanadora, restauradora de vida, dadora de vida.

-Adiós.

Sacó de su cinturón la daga que compraran en el desaparecido valle para clavarlo en su corazón de golpe, murmurando una apurada oración cayendo sobre el cuerpo de Loki que envolvió entre sus brazos, dejando que su sangre y su vida se volvieran una magia de brillo dorado, consumiendo su cuerpo como su alma a cambio de alcanzar el espíritu perdido del hechicero que se agitó en sueños con su ceño frunciéndose. El resplandor creció hasta abarcar toda la cueva y a Sif misma quien despertó al sentir aquel golpe de magia, cubriendo sus ojos con una mano al tiempo que se erguía para tomar asiento. Cuando pudo volver a ver, casi gritó al ver de pie a Loki, aún en su forma Jotun pero su mirada carmesí había cambiado como su expresión muerta.

-Sif –le habló.

-¡¿Dónde está Eir?!

La doncella guerrera se puso de pie, buscando alrededor francamente asustada de que la sanadora hubiera hecho algo irreparable. Sus ojos se llenaron de lágrimas al darse cuenta que ya no podía sentirla en ninguna parte.

-No, no, no... nooooo... -sollozó apretando sus puños.

Gritó con todas sus fuerzas con su cuerpo estremeciéndose. Hubiera caído al suelo de no ser por los brazos de Loki que le sujetaron, llevando su rostro a su pecho, acariciando sus cabellos. Sif apretó sus puños como si fuese a golpearle pero luego se aferró a su torso, llorando abiertamente hasta que no tuvo más lágrimas que derramar. Levantó su rostro hacia el Jotun, confundida por aquel gesto amable y sus manos con finas garras que limpiaron con gentileza su rostro, mientras le sonreía tranquilamente.

-¿Te sientes mejor?

-¿Qué hizo ella?

-Lo que siempre pudo hacer, sanar.

Loki le soltó al notar que podía estar sin su apoyo, mirando alrededor con una mano tomando una piel que enredó alrededor de sus hombros como una capa.

-Tenemos que irnos de aquí, esta luna está por estrellarse contra Jotunheim.

-¿Qué? –Sif se asustó aunque no entendía bien hasta donde había llegado el último obsequio de la sanadora.

-Sígueme.

-Espera... -la doncella se mordió un labio pero el Jotun ya caminaba a la salida, tomó su capa peluda como el resto de sus armas para alcanzarle- ¿A dónde iremos sin una nave o...?

-Usaremos un portal.

-¿Puedes... puedes sentirlo?

-Claramente.

-Loki... -Sif de pronto tuvo tantas preguntas.

-Luego, Lady Sif. Corremos peligro a cada segundo que continuamos aquí.

Salieron de la cueva para seguir el camino arriba de la montaña que llegaba a una de sus puntas escarpadas llenas de nieve que el hechicero quitó con un gesto de su mano, descubriendo un círculo de runas mágicas en el suelo a las que invocó. Sif estaba perpleja, Loki tenía de vuelta sus poderes pero seguía en su forma Jotun. Dejó las preguntas para después, cruzando el portal mágico que se abrió para ellos. Tenía que darle crédito al Embustero porque antes de desaparecer de aquel mundo que les abrigara por unos días, la vista de Jotunheim se hizo más cercana, demasiado. Realmente ese mundo estaba por chocar contra el hogar de los Gigantes de Hielo, colisión seguramente provocada por el enorme dragón. Atravesaron rápidamente hasta llegar a un nuevo mundo, uno que hizo al corazón de Sif latir con frenesí por la alegría. Estaban en Midgard.

-¿Cómo...? –se volvió a Loki sinceramente asombrada.

Pero éste miraba concentrado alrededor. La doncella guerrera supuso que estaba tratando de ubicar el cuartel de los Vengadores o al menos alguien conocido por ellos, pero su expresión de alerta y la súbita tensión de su cuerpo le dijo otra cosa distinta. Ella se le acercó cautelosa.

-¿Loki?

-Sígueme.

El Jotun se giró sobre sus talones, caminando hacia unas ruinas a lo lejos, edificios colapsados entre sí con dunas a modo de puentes. Sif le obedeció mirando por detrás de su hombro hacia donde el hechicero había percibido algo, volviendo su vista hacia él.

-¿Por qué no usar tu forma Aesir?

-No puedo.

-¿Realmente Eir te... te...?

-Hay un Pendragón en Midgard.

-Por los dioses... ¿quién? ¿Sigfried?

Ese nombre hizo temblar a Loki sin poder evitarlo, deteniéndose unos segundos antes de continuar su tranquila marcha.

-No. Es Myrddin.

-Loki, no sé cómo decirlo, pero me alegra verte de vuelta.

-Lo has dicho bien para no saber cómo hacerlo. Gracias por sacarme del palacio.

Sif sonrió aunque luego bajó su mirada. Fandral había dado su vida por ellos. El pelinegro le vio por el rabillo del ojo, antes de tomar su mano para casi correr hacia el edificio más próximo cuyas vigas de acero retorció de nuevo ante un gesto ágil de su mano, abriéndoles paso. Entraron hacia la parte inferior hasta dar con un túnel estrecho, húmedo y oscuro que Loki iluminó con una esfera de energía verde mientras caminaban por sus intrincados pasillos.

-¿A dónde vamos?

-Un refugio. No podemos enfrentarnos a Myrddin en estos momentos.

-¿Estaba cerca?

-No, buscaba algo, afortunadamente.

No dijeron más en tanto recorrieron aquel túnel hasta encontrar unas escalerillas que bajaban a un nivel todavía más complejo hasta que al fin terminaron en un enorme conducto abandonado que sin embargo, estaba seco como lleno de aire fresco que Sif agradeció luego de viajar en naves pestilentes o respirar aire enviciado. Le agradaba estar con Loki, aunque tuviera ciertos recelos sobre sus maneras, confundida de que no pudiera volver a su forma Aesir y que al parecer, guardara temor hacia los Pendragón. Recordó las palabras de Eir sobre su asesinato. Había muchas cosas turbias alrededor, cosas que no le era difícil imaginar traían dolor al pelinegro, quien le señaló un espacio entre las paredes de concreto del acueducto, un hueco que podía servir de refugio. La magia de Loki hizo su trabajo creando una cama donde puso la piel sobre sus hombros, volviéndose a la doncella guerrera para indicarle que reposara ahí mientras él se quedaba afuera, vigilando.

-No me molesta si descansas a mi lado –le detuvo Sif sujetando su muñeca fría- Puedo asegurarte que hay escasos peligros en este mundo y no vendrán por nosotros. También debes reposar.

Le miró decidida, ya suficientes amarguras había pasado como para caer en los desprecios o las desconfianzas con Loki, quien igualmente ya tenía suficiente con el dolor. Necesitaban estar juntos y confiar entre ellos, una apuesta peligrosa pero que estaba dispuesta a hacer para vencer toda aquella maldad que les rodeaba.

-Has cambiado –fue la respuesta del Embustero.

-Lo dice quien anda en piel azul.

Eso le ganó una sonrisa quieta antes de que Loki asintiera, bajando su mirada carmesí al suelo mientras ambos se dejaban caer sobre la cama que les pareció una delicia luego de dormir en un duro suelo de caverna por días o entre escombros en las bodegas de las naves que les llevaron a cambio de monedas o tesoros. No necesitaron mucho tiempo para ambos realmente caer dormidos, estaban más que agotados luego de todo lo sucedido. Sif fue la primera en despertar a lo que le pareció ser el nuevo amanecer, viendo a su lado a un pelinegro profundamente dormido, pero esta vez con una respiración acompasada y un rostro relajado. El hechicero estaba de vuelta, más tenía algo oculto que envolvía un dolor que trataba de disimular, su voz era la misma y al mismo tiempo estaba herida, lejana. Su mirada a pesar del rojo Jotun estaba apagada. Una vez más la doncella guerrera se sintió agradecida consigo misma por haber rescatado a Loki de las garras del Emperador del Fuego. Thor así lo hubiera hecho.

-Hey, Loki –susurró, apartando un mechón de sus cabellos negros de su frente, acomodándolos detrás de uno de sus cuernos.

Lentamente, los párpados del Jotun se abrieron con un ligero temblor, dejando ver esos rubíes que se enfocaron antes de reconocerle.

-Lady Sif.

-Dime Sif, por todos los dioses. Me trae malos recuerdos que me llames así. ¿Qué haremos ahora? ¿Puedes sentir al Pendragón?

-Sí... -Loki parpadeó unos segundos- Está alejándose de nosotros.

-Tenemos que encontrar a Peter y los Vengadores. Seguro ese Pendragón quiere asesinarlos. Apuesto que busca a Mjolnir.

-¿Mjolnir?

Sif se mordió un labio. Lo había olvidado por completo. Loki le miró extrañado y ella no pudo evitar las lágrimas en sus ojos.

-Loki... lo siento... Thor está muerto...

El Jotun se levantó de golpe, juntando sus cejas mientras apretaba sus puños. –No.

-Lo siento, en verdad.

-No.

-Mjolnir está roto, sin poder alguno. Su dueño ya no existe...

-No.

-Lo siento...

Ella se puso de pie para alcanzar a Loki, mirándole unos segundos antes de abrazarle con fuerza al verle temblar de nuevo, esta vez dejando libre un llanto que también le hizo derramar lágrimas. Le trajo de vuelta a la cama hasta que se calmara, notando que en verdad había una pesada carga en el alma del hechicero quien volvió a recostarse como si de pronto le hubieran robado las energías. Sif no se lo impidió, esperando sentada a su lado hasta que volvió a reaccionar después de largo tiempo en silencio, sentándose al lado de la doncella guerrera, la cual miró su largo cabello que tomó entre sus manos para trenzarlo en un gesto de empatía y confort, dejando su trenza sobre uno de sus hombros atando la punta con una tira de piel de su capa antes de levantar la vista hacia él, sonriéndole. Tenía la sospecha de que Loki había arriesgado su vida con tal de ayudar a Thor a tener la victoria sobre Surtur, pero nunca imaginó que Nadann apareciera de la nada, igual que los Pendragón. El pelinegro acarició su trenza, admirando el trabajo de las manos de Sif.

-Hay que encontrar a los Vengadores –dijo al fin.

-Acabaremos con ellos, Loki.

-Lamento la pérdida de Fandral.

-Valió la pena –Sif apretó una sonrisa.

Ambos dejaron aquel hueco para seguir avanzando por el amplio conducto que les llevó a un entronque donde se unían otros dos acueductos igual de enormes, sin embargo, Loki sabía a dónde dirigirse, encontrando para su fortuna y hambre latente unos contenedores de comida que abrieron sin dudarlo, repartiendo aquel botín entre sonrisas tranquilas, sentándose sobre una columna caída para saborear aquel botín abandonado. Llevándose consigo más comida, siguieron su marcha. Aquel camino era tremendamente largo, con sus pasos siendo el único sonido que sus oídos pudieran percibir. A veces se toparon con murciélagos o ratas pero la mayor parte del tiempo estaban completamente solos. Tomaron otro descanso sin mucho que decirse entre ellos, apenas sobre la ruta que estaban siguiendo con el fin de evadir el rastreo de Myrddin y poder llegar con alguno de los Vengadores que estaban demasiado lejos todavía según Loki, quien podía percibirles a largas distancias. En un momento dado, Sif sintió la necesidad de hablar mientras seguían caminando, y no se le ocurrió nada más que comentar sobre Peter a quien el hechicero no conocía, ajeno a lo sucedido en Midgard los últimos años. Para su sorpresa, tuvo oídos perceptores que le escucharon atentos al tiempo que descendían por un nivel del acueducto que se hizo más oscuro, iluminándose ante flamas verdes bailoteando alrededor de ellos.

-¿Entonces Stark y Rogers terminaron haciendo sus votos?

-Y luego tuvieron a Peter, sí.

-¿Cómo sucedió el accidente de su hijo?

-No tengo todos los detalles, solamente que uno de los experimentos de Doom escapó de sus laboratorios, perdiéndose en la ciudad donde hirió a la madre biológica de Peter. Eso aceleró su metabolismo, naciendo a la mitad de su gestación normal y creciendo rápidamente hasta que el virus Extremis terminó frenando esa condición, para fortuna de sus padres. Pero Tony le monitorea celosamente por cualquier brote de aceleramiento.

-Arácnido.

-Peter prefiere el término artrópodo mutante radioactivo –rió Sif.

-Hay algo que no entiendo.

-¿Qué es?

-¿Por qué todo el equipo de los Vengadores estaba dentro de la trampa de Doom y Stark no?

-Estaba recuperándose de una misión, me pareció que eso dijeron. Fue una suerte, así pudo salvar a la madre de Peter de morir envenenada.

-Pero ella murió después.

-Como millones de humanos, Loki.

-Tienes en alta estima al hijo de esos dos Vengadores.

-Cuando lo conozcas sabrás el por qué. Peter es un chico honorable, digno de sus padres con un corazón puro.

-... un corazón puro.

-¿Qué sucede?

Loki negó, mirando al frente. –Hemos encontrado a uno de los Vengadores.

-¡Loki! ¿Quién es? –Sif miró hacia la oscuridad tratando de ver algo.

Un poderoso rugido cimbró el acueducto con sus caminantes que se detuvieron al acto. Sif pasó saliva al escucharlo, mirando al Jotun. Estaban en serios problemas.

-Hulk.


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