Rechazado
Título: LAZARUS I
Autora: Clumsykitty
Fandom: MCU con un pellizco de Marvel Cómics.
Parejas: bastantes, principalmente Stony, Thorki y Spideypool.
Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.
Warnings: Esta larga historia está dividida en libros que van en secuencia numérica pero no en orden de trama. Historias muy agridulces, crudas como violentas. No apta para corazones sensibles o mentes tiernas. Sobre aviso no hay engaño.
Gracias por leerme.
LIBRO V. El libro de las Despedidas.
Rechazado.
"Un hombre es mucho más sensible a los desprecios de los demás que al desprecio por sí mismo." Friedrich Nietzsche.
-No deberías estar aquí.
-Tú tampoco.
Loki frunció el entrecejo, mirando con enfado y confusión mezclados a Peter sentado a un lado suyo, sobre una columna que perteneció a algún edificio cercano al Sanctum Sanctorum, viendo una noche de estrellas poco usual, con un aire refrescante. Adentro, había luces en todas las habitaciones y pisos con el resto de los sobrevivientes en medio de una fiesta cena que habían organizado de manera improvisada para celebrar un día más de vida, para comenzar. No era una tontería, en verdad era válida aquella razón cuando se dieron cuenta que estaban siendo rodeados por el más espantoso y numeroso ejército de muertos vivientes, la amenaza oculta de Myrddin Pendragón como la inequívoca llegada del resto de los Draconianos a Midgard en cuanto posaran sus ojos sobre aquel mundo a punto del colapso.
Ambos eran buenos mentirosos, fue lo que pensó el Embustero, sus ojos cayendo al tazón de comida que el adolescente le había traído de buena voluntad y que tomó luego de unas fugaces vacilaciones sobre el comer alimentos en su condición. Después de que el hijo del Capitán América hiciera aquella escena de abrazarle, todos al fin se calmaron, al menos lo suficiente para que escucharan de sus labios el por qué había atacado tan ferozmente a Wanda Maximoff sin motivo aparente. Sí que lo tuvo, como le gritó a Stark a punto de pelear con él. Había detectado la locura insalvable de la mutante, quien advertida de la cercanía de todos ellos, se apareció con la firme intención de barrerlos de la faz del universo. Por venganza o locura psicótica era lo de menos. De no haber sido por la intervención del Jotun, ya no habría más héroes para oponerse a los Pendragón.
El que los demás lo aceptaran de buen grado ya fue una historia completamente diferente. Ni con el gesto de bienvenida de Peter los demás quisieron acercarse al hechicero. Rocket seguía insistiendo en que era un Skrull al que debían asesinar. Groot fue más amable, obsequiando una flor a Loki con una de sus sonrisas inocentes, en eso compartía sentimientos con el hijo de Tony, el cual ya se había dado por vencido con las maneras de su hijo. Primero había sido Wade, ahora se trataba del Embustero. Sif vino al rescate, contando la historia que Lady Eir le confiara, tratando de aminorar las sospechas de los demás pero el pelinegro sabía de antemano que así devolviera el universo a su estado original antes del Ragnarok, siempre lo rechazarían.
Así que no hizo ni el más mínimo intento por interactuar con todos ellos, siempre manteniéndose fuera del Sanctum Sanctorum a menos que tuviera que ayudar a Peter o Sif con algo, responder alguna pregunta del grupo o bien ir a su habitación designada para dormir. Pero el sueño era un lujo para el Jotun, prefería dar un paseo por las afueras hasta que el cansancio realmente le golpeaba y así dormir sin soñar nada hasta que la luz de un sol sobre dunas secas le despertaba, iniciando una vez más la rutina de ser un fantasma. Particularmente para el Dios del Trueno. Especialmente por él.
Luego de que los Guardianes al fin pudieran contar su historia, llevaron la cámara donde esperaba por ayuda el Hijo de Odín. Pasaron un par de días antes de que todos se dieran por vencidos en sus intentos, hasta que Groot le dijo a Rocket que solamente era cuestión de magia para que el Asgardiano despertara de su sueño como el guerrero que llegaron a conocer. El candidato más idóneo para tal labor por supuesto que fue Loki, quien no se negó a la petición de Peter de ayudarles con ello. Ya había pasado unas buenas horas contemplando la cámara que solo mostraba el rostro inexpresivo del Dios del Trueno. Sif le animó diciendo que una vez que su hermano despertara, las cosas cambiarían para él. Mentiras sobre mentiras, más el Embustero nada replicó, dedicándose a rescatar la mente perdida de Thor.
Sigfried le había herido de muerte, pero como todo en aquel universo bajo el mando de los Pendragón, su cuerpo y alma no había pasado mucho tiempo en el Hel. Morgana le había manipulado para convertirle en uno de sus perros cazadores, enviándolo en la búsqueda de los Guardianes de la Galaxia con el firme propósito de exterminarlos junto con él. Con lo que no contaban era que Rocket y Groot no eran rivales tan sencillos, fortuna del Dios del Trueno el haber portado una armadura Pendragón o el disparo del mapache en verdad lo hubiera asesinado. No le tomó mucho a Loki reordenar las memorias del Hijo de Odín, quitar aquellas falsas que podía detectar tan bien y simplemente esperar a que la propia esencia Asgardiana volviera a su normalidad.
Mientras estaban debatiendo la forma misteriosa en que la Milano se salvó del a explosión en aquella madriguera de dragones, vieron aparecer por una puerta a un Thor confundido pero alegre que de inmediato les abrazó como si no hubiera un mañana. Salvo a Loki. Para limpiarle de toda magia Pendragón, el hechicero había tenido que borrarle las memorias propias del Ragnarok, así que el Dios del Trueno le recordaba como en viejos tiempos. La amabilidad propia del guerrero le obsequió un seco saludo al que correspondió de la misma manera. Fue gracioso ver como Sif por tratar de jugar a la reconciliadora entre ambos, terminó captando la atención del Asgardiano. Cosas naturales en la vida de un Jotun maldecido, se dijo en silencio éste, aprovechando un momento de distracción del resto para salir del edificio.
Así había terminado sentado sobre esa columna mirando a la nada mientras a sus espaldas se escuchaba una música alegre como las charlas descansadas de todos los invitados a ese festín en honor a Thor. Hasta que apareció Peter llevándole esa comida cuyo gusto le desagradó porque sabían a hogar, felicidad y serenidad. Lo que nunca iba a tener en su vida, lo que le hacía preguntarse el por qué seguía intentando hacer cosas que nunca iban a tener recompensa, mérito o un lugar en la memoria del universo. Estaba cansado y el hijo de aquel par de Vengadores estaba bien dispuesto a no dejarle caer.
-Debes volver, niño.
-No.
-Bien dice tu padre sobre tu terquedad ingenua.
-Bien dice Thor sobre tu orgullo ciego.
-No trates de jugar esas tretas conmigo.
-Prefiero estar aquí.
El Embustero entrecerró sus ojos. -¿Por qué?
-¿Seremos honestos el uno con el otro?
-Un día de éstos, cuando menos lo esperes, tu adorado padre Stark se va a dar cuenta de la verdad –siseó, inevitablemente atacando.
-No me importa, estoy listo.
-Tus cuentos de caballeros son meras patrañas.
-Lo sé.
Loki bufó, tensando su mandíbula. -¿Qué clase de juegos estás armando?
-A ti no se te puede decir que las cosas cambiarán para mañana o que todavía hay esperanzas –Peter le miró fijamente- No funcionan. Yo también sé tu verdad.
-¿Ah, sí? ¿Crees conocerme?
-Tu corazón está prisionero.
El viento nocturno silbó, enfriando la comida que el hechicero no había probado todavía. La observó unos minutos antes de dejarla donde originalmente la había dejado aquel muchachito insolente.
-Deberías decirle a Stark.
-No, se asustaría mucho.
-Si en verdad te ama como pregona, lo comprenderá.
-Papá carga con demasiadas culpas, traerlas a colación solamente le empeorarán.
-Quieres saber algo de mí.
-También.
-De acuerdo –Loki se puso de pie, mirando el suelo- Le arranqué a tu padre una memoria ancestral de su alma primaria, pero nunca pude averiguar su fuente. Es un episodio prohibido en los Nueve Reinos.
-¿Episodio prohibido?
-Sí –el Jotun se giró sobre sus talones, mirándole- La vergüenza de Asgard: el exterminio de la Familia Pendragón de Midgard. El rey Bor los acabó de la peor manera, y lo que sucedió en este mundo por aquellos tiempos solamente las estrellas muertas pueden contarlo.
-¿El alma de papá vivió esos tiempos?
-Pude ubicarle ahí, pero sin confirmar si es más antigua que eso.
-¿Qué te hizo buscar su origen?
-La Espada Excalibur.
-¿Qué...?
Loki se miró sus manos, esas garras negras en la piel azul con marcas blancas.
-La verdadera espada, no la de sus cuentos mortales, es capaz de romper cualquier cosa, cualquier cosa, joven Stark-Rogers. Cualquier cosa.
-¿Cómo por ejemplo, el universo?
-Se hizo para brindar justicia, traer equilibrio de fuerzas, fundar un reino. No el de los Pendragón, sino uno más elevado. Un paraíso.
-¿Cuál es la relación de papá con la espada?
-Nunca pude averiguarlo.
-¿Myrddin busca a mi padre por esa espada?
-Tal vez... son cosas inciertas, niño. La mente del hechicero Pendragón está más allá de mis poderes y de los tuyos, ciertamente.
-Hay algo que no comprendo –Peter se puso de pie, alcanzándole- Él no es...
-¿No es qué?
-Malo.
-Tu nobleza de corazón de impide ver la maldad en los demás.
-Tú tampoco eres malo, solamente te han herido al punto de no confiar ni en ti mismo.
Loki rugió, entrecerrando sus ojos. –Tus parloteos no van a impresionarme.
-¿Entonces por qué me toleras? ¿Qué ves en mí que me permite acercarme?
-Debes cerrar ese poder, solamente te traerá desgracias.
-¡No! Puedo hacer una diferencia.
-¿Ah, sí?
Peter tensó su cuello pero resistió el escrutinio de su mirada.
-Puedo hacer una diferencia por ti.
-Mentiras.
-Lee mi mente como lo haces, Loki, verás que no oculto nada para ti.
-Y eso será tu perdición.
-Trata, trata ahora de hacerme daño, me tienes a tu merced. Inténtalo.
No pudo hacerlo, ni esa noche ni las siguientes que continuaron hablando a solas, siempre con los demás ocupados en sí mismos. En hablar de lo sucedido una vez más hasta que no quedaron recovecos de las historias que analizar. Loki lo sabía ya pero escuchar las narraciones de los demás lo confirmaron para él. El Mensajero había llegado para liberar a Sigfried Pendragón, cosa que el Jotun hizo sin enterarse de ello, y aquel, al despertar, pudo sacar del Hel las almas de su padre Tyar, y de su hermana, Morgana. De la misma forma en que el Heraldo de la Noche había desgarrado piel de su rostro, otorgado sangre maldita para crear un cuerpo nuevo que El Embustero pudiera usar, así también lo hizo para su horrible familia que incubó en esos huevos que los Guardianes encontraron. Junto con un ejército de dragones nunca antes vistos, cuyas esencias eran nada menos que todos los héroes de los Nueve Reinos, muertos bajo la espada de Surtur cuyo único fin en el Ragnarok había sido precisamente ése: proveer de almas a Hela para luego darlas a Sigfried y así crear las huestes Draconianas con que azotar el universo.
Lo que preocupaba enormemente al hechicero era la presencia de Myrddin. En las historias ocultas que hallara al vagar por los Nueve Reinos, todas coincidían en que el archimago Pendragón como el gran Sabio Uther habían muerto durante la matanza de Bor. Odín nunca les había visto en persona aunque juró perseguirles después. Todos los daban por muerto, sin embargo, estaba en la Tierra persiguiendo aparentemente a Tony Stark por razones que no alcanzaba a comprender, como tampoco el por qué su hijo Peter era tan amable y cálido con él como no lo eran los demás. Ni la historia de Sif, ni la serenidad de Hulk fueron cartas suficientes para que el resto se sintiera tan cómodo al lado de Loki. El rencor todavía seguía vivo, salvo en el corazón del hijo del Capitán Rogers, quien siempre tenía una sonrisa, un obsequio diminuto, una mano con qué ayudarle. Jamás le dejaba solo y eso le atribulaba.
Igual que la convivencia con Thor.
Apenas se hablaban, pocas veces habían estado a solas y el silencio mortal caía entre ellos como barrera infranqueable. Y cuando el Dios del Trueno intentaba hacer un acercamiento, el Jotun le despreciaba en sus acostumbradas maneras. Por terror más que por odio. Si el Heraldo de la Noche llegaba a darse cuenta de las intenciones del Hijo de Odín, no quedaría roca alguna de Midgard. La avanzada Pendragón se había desviado sin motivo alguno, como si algo más hubiera llamado su atención. Pero el tiempo ya estaba marchando en su contra, solo bastaba que Sigfried montara uno de sus Dragones Cardinales hacia ese mundo agonizante y todo acabaría. Saberlo también ponía a Loki en un estado introvertido, deprimido que solo las risas de Peter sacaban a flote una vez más.
-Deja de tratar de ganarte mi afecto.
-Ya me lo gané.
-No...
-Sigfried te dijo que nadie más volvería a estimarte, ¿cierto?
-Dijo tantas cosas como estrellas en el universo.
-¿Y creíste en todas ellas? ¿Tú?
-Puedo sellar tu poder y dejarías de sufrir.
-No.
-¿Por qué?
Peter se encogió de hombros, con lágrimas en el rostro. –Duele mucho, hay veces en que no puedo dormir por ello, pero no voy a acobardarme.
-¿Aún te crees Galahad?
-Me creo Peter James Stark-Rogers.
-Un día –una garra negra apuntó al rostro del adolescente- Un día tendrás que tomar una decisión, y verás que todo esto es una vil mentira sin final feliz. No vamos a ganar.
-De eso no estás seguro, por eso estás aquí. También tienes esperanzas.
-Estoy aquí porque la maldad me dio vida.
-Si yo pudiera hacer una diferencia, si pudiera darte lo que tanto deseas, ¿creerías al fin en mí?
-No intentes nada, niño. Solo gastarás perlas que se pudrirán en el fango.
-Al menos harán hermoso el fango y no se quedarán encerradas en el cofre donde las oculto.
-¿Por qué eres tan necio?
-Dicen que es herencia.
Todos se preguntaban por qué Hulk no se transformaba en el Doctor Banner, la respuesta era más que sencilla aunque solamente la sabían el muchacho y Loki. Demasiado dolor para querer volver a ser un humano. Hulk era más fuerte, menos sensible, más decidido. Bruce podría volverse loco si regresaba de nuevo. El Jotun les dijo a los demás la mentira de que la humanidad del buen doctor se había fundido con el monstruo verde sin posibilidad de retorno. No hubo muchas preguntas, aceptando mansamente su respuesta. El Dios de las Mentiras encontró una que otra vez a Peter llorando, abrazando una manaza de Hulk, lo hacía por Banner quien no podía expresar su tristeza en la mole de rabia que ahora le cubría. Así tenían esa clase de secretos entre ellos, nunca supo cómo empezaron o cómo iban a terminar.
Estaba creando un vínculo afectivo con ese mocoso crédulo de fantasías artúricas y no era bueno, porque le hacía sentir vivo. Loki se decía que probablemente por eso volcaba su frustración contra Thor cuando de pronto le cuestionaba sobre sus actitudes, replicando con esa lengua ponzoñosa que le hiciera tan famoso. Angustia, terror, autodesprecio. Un hermoso cóctel destructivo. La otra cara eran las noches despejadas mirando el cielo estrellado, con Peter bien recostado en su regazo, ambos comiendo una golosina en tanto dentro del Sanctum Sanctorum los demás pasaban su tiempo inventando mejores motores para el Quinjet o la Milano, arreglando armas, haciendo apuestas, contando historias alegres.
-¿Loki?
-¿Ahora qué deseas saber?
-¿Cómo era Merlín?
-Myrddin.
-¿Supiste su historia?
El Embustero suspiró, rodando sus ojos antes de bajar su vista hacia el adolescente, viéndose reflejado en esos ojos azules que irradiaban vida y pureza. Una peligrosa pureza. En un universo donde ya no tenía cabida la inocencia ni la verdad, el poseer un corazón puro se volvía el mejor de los tesoros que manos asquerosas podrían codiciar.
-Los Alfa Draconis eran esencias caóticas imparables. Los más poderosos seres del universo nacieron en respuesta para contrarrestar su poder y ni así pudieron exterminarles. El Tribunal Viviente los selló en una dimensión atemporal, esperando que la eternidad hiciera el trabajo por ellos. Casi tuvieron suerte, salvo por dos Alfa Draconis que escaparon. Una iracunda y vengativa Pendragón y su hermano menor, un pequeño Anmore, el cual terminó viviendo en Midgard con tres hijos: Alberich, Uther y Tyar. Alberich se unió con una elfa de luz proveniente de Alfheim y tuvo dos hijos, Aldrich y Myrddin. Dicen los mitos que ella al tener a Myrddin en los brazos, lo primero que le presentó fue el vasto universo y las estrellas se quedaron prendidas en los ojos del posteriormente archimago. Dicen que nació con cabellos oscuros que se hicieron rojizos, luego dorados y por último platinados conforme su magia se hizo más poderosa.
-¿Y entrenó al rey Arturo?
-Arthyr fue el primogénito de Uther cuando hizo votos con Ingraide, la humana. Por ella renunció a su inmortalidad, dicen los cuentos ancestrales. Y su hijo heredó su nobleza como el amor a los mortales, con la fuerza pura de los Pendragón. Myrddin le entrenó para convertirlo en la mítica figura que luego sirviera de modelo a los grandes reyes de tu mundo. Como fue un Pendragón de corazón noble, la Dama del Lago creó para él Excalibur, sabía que él haría la diferencia y que la maldición que había perseguido a la familia desaparecería por fin. Pero Arthyr jamás tuvo oportunidad de hacerlo.
-¿Por qué?
Loki cepilló los cabellos castaños de Peter, atento a esos inquietos ojos azules.
-Porque el rey Bor de Asgard llegó para asesinarlos.
-No entiendo, ¿qué hicieron ellos para ganarse tal matanza?
-Ser los Pendragón.
-¿De qué color eran los ojos de Arthyr Pendragón?
-Tus preguntas son de lo más incoherentes. Lo siento, no eres su descendiente. Heredó los ojos de su padre Uther, color verde.
-¿Cómo los tuyos?
-Mejores.
-¿Y los de Myrddin?
-Azules, con el brillo de las estrellas en sus pupilas.
-¿Y Tyar?
-Pues, decían las historias que eran dorados, pero hoy los tienen verdes.
-¿Sabes la razón del cambio?
-Ya se ha hecho demasiado tarde, es hora de que vuelvas a tu cuna.
-¡Dime, Loki!
Su única respuesta fueron las manos del hechicero levantándole para empujarle de vuelta al edificio. Peter bufó haciendo caras pero obedeció refunfuñando para sus adentros.
-¿Loki?
-¿Qué quieres ahora?
-Me preguntaba, si llego a tener una suerte de prueba como la de Galahad y no sé la respuesta, ¿qué hago?
-Precisamente eso, responder con un "no sé".
-¿Eso se puede?
-No saber es mejor que aceptar una mentira. Ahora vuelve a tu dormitorio, tengo suficiente escuchando las quejas de todos a cerca de mi mala influencia sobre ti.
El chico rió, regresando rápidamente hacia el Jotun, con un brinco para besar su mejilla.
-Si tuviera la oportunidad de darte una vida mejor, lo haría, ¿lo sabes, cierto?
-Mejor no pienses en tonterías. Hush. Adiós.
Loki miró a Peter regresar canturreando esas melodías tan tontas de su mundo, con una sonrisa en el rostro al entrar de vuelta al Sanctum Sanctorum, de inmediato amonestando a ese mercenario sospechoso con su horrible rostro quemado. Bajó su mirada a las dunas ahora frías que se movían por el viento suave circulando alrededor del edificio. Todo era un caos, nada tenía sentido y al mismo tiempo, le parecían piezas de un complicado rompecabezas cuya forma era solamente visible a la mano que estaba tirando los hilos de sus vidas cual maestro titiritero con un objetivo muy claro para el hechicero: destruir todo. Tanto el adolescente como el Jotun bien podrían plantarse frente a los demás y decirles lo que ambos sabían hasta el momento, pero en su mente estaba la inquietud temerosa de que tal acción solamente iba a costarles más problemas, o la burla cruel. No era que estuviera en desacuerdo por ello, él mismo no estaba seguro si las memorias que poseía eran ciertas o Laif le había impuesto un hechizo.
-¿Yo soy Groot?
-Los héroes de este universo tienen la mala costumbre de espiar –murmuró, entrecerrando sus ojos al girarse para ver salir de entre las sombras a un pequeño árbol andante que corrió hacia él.
-Yo soy Groot.
La mirada carmesí del hechicero vaciló, negando al acto.
-No puedo prometer eso.
-¡Yo soy Groot!
-No nací para ser feliz, pequeño guardián.
-Yo soy Groot... -el árbol se aferró a él, con ojos aguados.
-Tan solo... tan solo cuida de Thor, ¿de acuerdo? Ni con la mayor magia se le puede quitar lo tonto... y va a necesitar de cuantas manos amiga disponga.
-¿Yo soy Groot?
-Vete, solo estaré aquí unos minutos más –su mano señaló hacia un conjunto de estrellas- ¿Las ves? Son las mismas que estuvieron en Jotunheim cuando nací. También ellas saben que mi hora se acerca, y se irán conmigo. Así es como funciona este universo. Vete ya.
-Yo soy Groot. Yo soy Groot.
Loki bufó con una risa quebrada, dándole la espalda para que al fin ese pequeño se decidiera a entrar igual que Peter, al calor de ese hogar. Al menos podría dejar unas cuantas cosas a favor de aquel grupito de inocentes guerreros, probablemente a costa de arruinar por completo su imagen. Pero eso era su marca personal. A nadie le extrañaría. Y por cierto, nadie iba a extrañarle... excepto quizá ese pedazo de rama andante llamado Groot.
O Peter.
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