Escape

Título: LAZARUS I

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU con un pellizco de Marvel Cómics.

Parejas: bastantes, principalmente Stony, Thorki y Spideypool.

Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.

Warnings: Esta larga historia está dividida en libros que van en secuencia numérica pero no en orden de trama. Historias muy agridulces, crudas como violentas. No apta para corazones sensibles o mentes tiernas. Sobre aviso no hay engaño.

Gracias por leerme.



LIBRO I. El libro de las Amarguras.

Escape.

"La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre." Friedrich Nietzsche.


Sif talló sus rodillas mientras esperaba sentada contra la saliente pedregosa de una pared a que pasara aquella caravana de mercaderes por todo lo ancho de la avenida empedrada que llevaba hacia el centro de aquella provincia dentro del reino de Vanaheim. Estaba protegida por una manta de tela pobre con hilos gruesos, algunas partes remendada con trozos de piel que apenas si mantenían en una pieza su intento de capa contra el sol ardiente que azotaba las tierras de los Vanes. Era increíble como las cosas podían cambiar de un día para otro, aquel lugar que fuese una de las provincias más ricas y esplendorosas que se pudieran encontrar en los Nueve Reinos era ahora nada más que un centro de convivencia para los más bajos seres que rondaran por el universo, el punto de reunión de escorias que solamente peleaban por un botín pagado nada menos que por el Lord Camarlengo quien trataba de limpiar de "herejes" a los reinos que una vez Yggdrasill protegiera antes de secarse.

Los ojos duros de la guerrera se posaron en las bestias que tiraban los carros con las mercancías, eran animales enormes pero deformes como muchos habitantes. Sin la protección del árbol sagrado, las cosas no eran tan sencillas ni agradables, comenzando por la salud de todos los habitantes nativos de los Nueve Reinos, incluida ella misma que sufría de una tos espantosa y un dolor en sus huesos que se hacía cada vez más insistente, acentuado por esa jornada desesperada que estaba llevando a cabo en busca de un milagro. El Ragnarok había terminado con un giro inesperado, mientras Thor se enfrascaba en una pelea a muerte contra el demonio Surtur quien había arrebatado la vida de Odín, Padre de Todo; había aparecido un ejército liderado por Tyar Pendragón como salvador de los Nueve Reinos, trayendo consigo nada menos que dragones de tamaño descomunal que podían viajar por todos los reinos y dimensiones como si fuesen las mejores naves de guerra que ojos pudieran atestiguar, los famosos Dragones Cardinales de los Alfa Draconis que el Tribunal Viviente ordenara extinguir.

Habían dado caza al Embustero, máximo traidor al unirse a Surtur para tomar la vida del Padre de Todo y luego tratar de huir del Dios del Trueno, terminando muerto a manos de Lord Tyar. Pero el daño estaba hecho, Yggdrasill había perdido vitalidad y ahora no era nada más que ramas secas que iban deshaciéndose conforme el paso del tiempo, amenazando con desaparecer junto con los Nueve Reinos a menos que se pusiera un alto a la situación. Asgard no era más que tierras yermas, secas cual desierto con sobrevivientes que estaban padeciendo de los horrores dejados por el Ragnarok: pieles enfermas, muertos aumentando cada día al no haber más sanadores o hechiceros, tierras quedando estériles sin poder alimentar a un pueblo azotado por los horrores de la guerra y cuyas esperanzas recaían en el paradero de Thor de quien no sabían nada desde la pelea.

-Aquí estás, mujer –le llamó una voz ronca que pertenecía a un pequeño guardián peludo que llevaba sobre un hombro una pesada arma producto de su ingenio- La nave está lista, vámonos antes de que vengan los Pretores.

Sif se puso de pie, mirando por última vez aquella caravana cuyas últimas jaulas llevaban esclavos, mortales de miradas asustadas con cuerpos castigados por los látigos de sus amos. Tomando aire, se acomodó su capa, cubriendo la mitad de su rostro mientras avanzaba por entre el gentío siguiendo a Rocket hasta la plataforma de despegue que se hallaba fuera de la provincia sobre una meseta de tierra seca y roca marrón donde esperaba la nave de los antiguos Guardianes de la Galaxia, la Milano. Gamora aguardaba en la plataforma de ascenso, haciendo una reverencia a la doncella guerrera antes de darse media vuelta y entrar con ellos a los talones, cerrándose la compuerta antes de despegar hacia el espacio exterior. Peter Quill le tendió un cilindro con agua a Sif cuando tomó asiento cerca de los controles mirando el oscuro espacio en tanto se preparaban para viajar a la velocidad de la luz.

-¿Todo bien? –preguntó Starlord.

-Cansada, eso es todo. Gracias por ayudarme, lamento no tener cómo recompensarlos.

-Hay que encontrar al Dios del Trueno.

Ella asintió bebiendo del agua fresca que ayudó a su garganta reseca. –Realmente son unos genios para evadir a los Pretores.

-Somos los Guardianes de la Galaxia –bromeó Peter torciendo una sonrisa- Aún tenemos trucos bajo la manga que el Lord Camarlengo no ha visto.

Los Pretores era el ejército de élite al servicio del Lord Camarlengo, Tyar Pendragón, conformado por criaturas nunca antes vistas, parecían la unión de los elfos y Jotunes con armaduras de escamas en color plata con pieles negras debajo. Se contaban por miles, nadie sabía exactamente su número porque aparecían dispersos por los Nueve Reinos bajo el comando de sus Legionarios, unos altísimos seres fornidos cuyos rostros estaban ocultos por unas máscaras reptilescas con voces huecas y roncas que provocaban escalofríos. Los Pretores mantenían el orden luego del caos dejado por el Ragnarok y la desaparición de casi todas las familias gobernantes, varios reinos y mundos a lo largo y ancho de todo el universo. Pero sus métodos eran cuestionables, aunque jamás les había visto torturar a alguien, Lady Sif estaba segura que eran crueles con quienes llegaban a sus garras. Eran un mal que comenzaba a apoderarse de todos aquellos territorios sin que nadie tuviera el valor de detenerles, los sobrevivientes buscaban seguridad y tranquilidad que ese ejército proveía con las seductoras palabras de Tyar sobre un futuro mejor que llegaría en cuanto pudieran reestablecer a Yggdrasill.

-¿Cómo está Groot? –preguntó Sif.

-Se renueva, lentamente, pero lo hace.

-Estoy en deuda de muerte con ustedes, en verdad.

-Sif, esta situación es horrible, no nos debes nada.

La doncella guerrera quiso llorar, estaba exhausta tanto física como mentalmente. Había soportado espantosos días para conseguir ese viaje al lado de los antiguos Guardianes de la Galaxia y aún no estaba segura de que fuese a tener éxito en su empresa.

-Debe ser un sentimiento especial visitar tu antiguo hogar.

Peter sonrió. –Sí, no lo niego, aunque también hay tristeza. Anda linda, duerme un poco, lo necesitas. Yo te despertaré en cuanto lleguemos.

-Gracias una vez más.

Recostándose en la camilla pegada a la pared, Sif cerró sus ojos, recibiendo una frazada de manos de Peter quien le cubrió sonriéndole tranquilamente. Había sido un milagro de los dioses que les hubiera encontrado merodeando por Vanaheim justo cuando había escapado de las manos del Lord Camarlengo cuando había anunciado que iba a desposarla a pesar de la negativa de la doncella guerrera a tal unión, porque estaba consciente del juego sucio que Tyar Pendragón estaba ejecutando en Asgard. Ella, como heraldo de las tierras del Padre de Todo, era un eslabón importante que aquel hombre astuto deseaba tomar para reafirmar su dominio como Lord Camarlengo.

Aún no comprendía el por qué Tyar no se había autonombrado rey de Asgard cuando tenía el trono entre sus manos, prefiriendo ser un protector y vigía. Eso solamente había avivado sus temores sobre las verdaderas intenciones de los Pendragón sobre los Nueve Reinos tan maltrechos como indefensos ante sus dragones descomunales cuyos alientos mágicos podían extinguir toda vida en el universo a pedido de sus amos. Ahora Sif viajaba ayudada por los Guardianes hacia Midgard para reunirse con los Vengadores sobrevivientes a la masacre ocurrida durante el Ragnarok. Esperaba que pudieran ayudarle a encontrar a Thor, y también frenar los avances de Tyar sobre todos esos territorios.

Con sueños intranquilos, Lady Sif durmió el resto del viaje hasta que Peter le despertó a tiempo para ver en los monitores de la Milano la imagen de la Tierra. Sus mares azules eran menores a los gloriosos que una vez poseyera, pero tenía la suerte de aún contener suficiente líquido vital para sus escasos habitantes quienes vivían entre máquinas y artilugios tecnológicos basados en mecanismos rudimentarios y unas tierras que lentamente iban perdiendo su riqueza natural. La nave alcanzó una ciudad entre dunas que cubrían los restos de altos edificios que ahora eran solamente pedazos cobrizos de un pasado floreciente. Volaron sobre un techo circular que soportó los trenes de aterrizaje de la Milano cuya compuerta se abrió dejando salir a la doncella guerrera junto con Peter y Gamora.

-Suerte, Lady Sif –dijo ésta última.

-Estaremos cerca por si nos necesitas –Peter le sonrió palmeando su hombro- Ánimos.

-Cuídense mucho, y denle mis mejores deseos a Groot.

-Tranquila –Starlord guiñó un ojo.

Bajó por la escalerilla que rodeaba aquel techo hacia la siguiente plataforma donde tomó el ascensor, perdiéndose tierra adentro mientras la Milano despegaba de nuevo para hacer un vuelo de supervisión por las zonas aledañas. La mayoría de los habitantes de la Tierra habían optado por vivir bajo la superficie debido a la presencia cada vez mayor de las tormentas de arena como los tornados y huracanes que azotaban los vestigios de la civilización humana. El cuartel de los Vengadores se hallaba cientos de metros debajo, entre escombros de naves y computadoras. Sif se acomodó su manto con un suspiro, cuando las puertas del elevador se abrieron, recibiendo la sonrisa de un joven adolescente de cabellos castaños y ojos azules con manos en los bolsillos de sus pantalones.

-Lady Sif de Asgard, bienvenida.

-Peter, gracias por recibirme.

-¿Tienes hambre? Estaba por comer.

-Te acompaño de buen grado.

Peter James Stark-Rogers le guió por el estrecho pasillo de paredes metálicas y piso marmoleado hacia el discreto comedor donde esperaba una comida sencilla dentro de recipientes de plástico previamente calentada en un microondas. El adolescente sacó de un estante oculto por una falsa pared un plato y vaso más para compartir sus alimentos con Sif quien seguía sus movimientos con una mirada de tristeza.

-¿Cómo se encuentra Tony?

-Bien –Peter se encogió de hombros- Trata de seguir adelante.

Starlord ya le había comentado a la doncella guerrera sobre la muerte del Capitán América en la última pelea ocurrida en la Tierra por las fuerzas de Surtur, este fallecimiento había dejado devastado al Hombre de Hierro el cual se mantenía de pie únicamente por el hijo de ambos, el joven Peter.

-No te pongas así, todos tienen esa cara –reclamó en un murmullo el adolescente mientras volvía a la mesa para servirle- Buen provecho.

-Mis más sinceras condolencias, Peter.

-Lo hizo para protegernos.

Comieron en silencio, sin nada más que comentar. Era difícil. Con casi todos los Vengadores perdiendo la vida durante el Ragnarok y con un mundo que comenzaba a perecer, llegar a pedir ayuda le causaba conflictos a la doncella guerrera pero estaba francamente desesperada, no existía nadie más, salvo los Guardianes, que pudieran ayudarla para encontrar a Thor como protegerla de los Pretores de Tyar.

-Estuve trabajando con Skyfall –dijo de pronto Peter- Luego te mostraré que encontramos.

-Tienes el talento de Tony para las computadoras.

-Él lo odia, dice que paso mucho tiempo en eso.

-Qué ironía.

Ambos rieron volviendo a sus alimentos. Cuando terminaron, el adolescente llevó a un nivel inferior a Sif para mostrarle la sala de comandos donde la nueva inteligencia artificial, Skyfall, trabajaba igual que sus antecesoras, saludando con una voz relajante y paternal a la doncella guerrera.

-"Bienvenida, Lady Sif".

-Es un placer conocerte, Skyfall.

-Sky, muéstrale a Sif nuestro mapa.

-"Enseguida".

Un holograma apareció sobre la amplia y larga mesa central con un mapa extraño. Peter se acercó haciendo acercamientos con un gesto de su mano que le recordó a Sif las maneras de Stark cuando manipulaba sus pantallas.

-Es un mapeo general del universo, claro, con lo que tenemos. Es probable que nos falte mucho espacio y otras cosas pero... bueno es algo –señaló unos enormes agujeros- ¿Ves esto? Son boquetes espacio-tiempo. No hay nada ahí. Literalmente nada. El universo parece un queso gruyer.

-¿Se debe al Ragnarok?

-Probablemente. Pero es extraño, porque se supone que entropías de esta índole van cobrando dimensión y estos hoyos no han cambiado su tamaño. Siguen tal como están como si algo los detuviera para crecer. Solamente se me ocurre que la vida que aún tiene Yggdrasill los está manteniendo a raya, no encuentro otra explicación para este fenómeno.

-Si el árbol muere...

-También estuve haciendo las búsquedas que Rocket me pidió por ti –el adolescente mostró otra pantalla sobre la mesa- Skyfall aún no termina pero hasta el momento no hemos hallado rastro de la energía que emite Mjolnir.

-¿Puede estar perdido en alguna dimensión?

-Sí, eso pensé. Pero Gamora nos dio algunos datos, Sky los usó para recrear las dimensiones posibles donde pudiera haber caído con Thor y así le buscamos. Nada, Sif.

Ella buscó donde sentarse, con las manos sobre la orilla de aquella mesa. No había rastros del Dios del Trueno por ninguna parte. Estaba comenzando a sentirse desahuciada, visualizándose como la futura esposa del Lord Camarlengo. Peter se le acercó arrodillándose frente a ella, tomando sus manos vendadas y llenas de cicatrices que acarició.

-Te prometo que lo encontraremos. ¿Verdad, Skyfall?

-"Lo encontraremos, Lady Sif".

-Estoy tan cansada –la doncella no pudo reprimir más sus lágrimas- Ya no sé qué más hacer... ya no puedo más, Peter...

-Ssshh, todo está bien –el adolescente le abrazó, haciendo círculos en su espalda- No llores, no te van las lágrimas. Eres muy bonita para eso.

Sif rió entre sollozos, abrazándose al chico que no le soltó. Todo estaba cayéndose a pedazos, y la única salvación posible para el universo se hallaba en las crueles manos de Tyar Pendragón cuyo precio por aquella solución provocaba terror en la doncella guerrera, no por ella o su alma sino por todos los inocentes que ignoraban la clase de hombre perverso que era aquel Draconiano. Sus mejores amigos estaban muriendo o habían muerto, solamente quedaba la desolación y el caos alrededor. Se lamentó profundamente no haber perdido la vida en batalla, no haber sido capaz de ayudar a Thor quien seguramente había muerto, por eso no podían encontrarle.

-Ven, te llevaré a tu habitación –Peter se levantó tomando su mano.

-No, Peter, no puedo quedarme...

-Ah, ¿los Pretores ésos?

-No han venido aquí, no sabes de lo que son capaces. Si me encuentran contigo, ustedes...

-Somos los Vengadores, podemos con ellos. Además, eres mi amiga.

Eso solamente le trajo más lágrimas. El hijo de Steve Rogers era digno de su nombre, habiendo madurado a una edad tan temprana debido a la muerte de uno de sus padres para sobrellevar el estado depresivo del otro, recibiendo el peso de la responsabilidad como un joven Vengador, solo, con Skyfall como única compañía en aquel complejo subterráneo. El resto del equipo estaba perdido en alguna parte. Hulk seguía protegiéndoles pero la figura del doctor Bruce Banner había desaparecido y parecía que para siempre. La Bruja Escarlata rondaba por el mundo, más perdida en su mente que enfocada en la realidad que le rodeaba. Los demás habían muerto de manera horrible. Y a pesar de todo eso, Peter se mantenía ecuánime con un sentido del humor puro como su corazón.

-Anda, tienes que dormir, tienes ojeras. Te despertaré para cenar, ¿de acuerdo?

-Peter...

-Duerme, Sif, lo necesitas.

Aunque hubiera querido negarse, el cansancio golpeó mente y cuerpo de la doncella guerrera que no tardó en quedarse profundamente dormida ante la mirada tierna del joven que le abrigó, acomodando sus cabellos antes de dejarle en aquella sencilla habitación, apagando las luces para retirarse a su propia recámara, tomando una tableta que activó para seguir leyendo los datos que obtenían de los pocos satélites aún funcionando, y que buscaban por todo el universo respuestas a enigmas dejados por aquel desastre, comiendo de un tazón lleno de golosinas puesto sobre un taburete al lado de su cama llena de papeles y mapas estelares.

Peter levantó su mirada hacia la pantalla holográfica que mostraba la habitación de Tony, quien dormía sobre un sofá boca abajo con una botella vacía en una mano a punto de soltarla sobre el piso. Algunos días su padre podía salir de su encierro para convivir con él, pero eran escasas esas ocasiones, la mayoría eran tiempos difíciles, donde Stark se perdía en alcohol y rabia hasta que caía exhausto, despertando prácticamente hasta el día siguiente para volver de nuevo a ese círculo de depresión. El adolescente quería ayudarle pero el Hombre de Hierro no cedía, demasiado perdido en su dolor para escuchar cualquier ruego o consejo aunque proviniera de su hijo.

-"Peter, hay un intento de intrusión."

-¡¿Qué?!

-"Nivel A1, ala norte."

-¡Manda los centinelas! ¿Quién es? ¿Puedes verlo?

-"No, evade los puntos de vigía, es una sola persona."

-¿Qué demonios...? Cierra los laboratorios y el área donde se encuentra Sif. Voy para allá.

-"¿Despierto a Tony?"

-No.

-"¿Llamo a los Guardianes?"

-¡No, Sky!

-"Es peligroso que vayas solo."

-Te tengo a ti, haz lo que te digo.

Bajando de la cama, el chico corrió hacia otra habitación de dónde sacó su traje, una combinación de su antiguo uniforme arácnido con algunas adiciones mecánicas que le ayudaban ante ataques más feroces o situaciones inesperadas. Cuando terminó de colocarse el ligero casco, golpeó con fuerza el botón adjunto a una pared que abrió un conducto por donde se lanzó, impulsado por aire hacia el nivel superior que tocaba ya la corteza terrestre, preparando sus telarañas como diminutas bombas de gas corrosivo. Aquel nivel estaba en ruinas y no había tenido tiempo de repararlo por completo, quedando algunas partes vulnerables como los pasillos por donde el intruso había entrado. Al menos le aliviaba saber que era solamente una sola persona... o ser. Starlord le recalcó la forma de los Pretores en caso de avistamiento en la Tierra, así que no se trataba de aquellos soldados macabros.

-Sky, ¿puedes verlo? –habló por el casco.

-"No, Peter, preferiría que volvieras y..."

-Ssshh, puedo con él, mantén lejos a los vigías y dime donde está.

-"Detecto movimiento a tu izquierda."

Avanzando con el silencio absoluto rodeándole, el joven Hombre Araña se asomó por la esquina que daba hacia si izquierda, tratando de localizar algo en aquellas penumbras de escombros y partes de estructuras que esperaban a ser puestas en su lugar. Su sentido arácnido no le advirtió de peligro alguno, escurriéndose por entre pilares directo hacia el punto que Skyfall le señaló con una mano lista para lanzar sus telarañas que no encontraron objetivo alguno donde atacar. Frunció su ceño, buscando alrededor.

-No hay nadie aquí.

-"Hubo una intrusión."

-Pues... ¡aaah!

-"¡PETER!"

Un par de brazos habían salido de la nada, envolviéndole con fuerza sin darle tiempo siquiera a atacar. El chico gritó tratando de zafarse y maldiciendo a su sentido arácnido por no avisarle del peligro, pataleando en el aire hasta que fue tumbado sobre una vieja mesa con el peso de un cuerpo sobre el suyo.

-Sí que peleas como nena –le dijo una voz al oído del casco.

-... ¿Wade?

-Hola, precioso.

-"Peter, ¿estás bien?"

-Hola, Sky.

-¡Suéltame!

-Ah, ya cariño –Deadpool le liberó alzando sus manos- Ni que perdieras la virginidad por abrazarte.

-¿Qué rayos haces aquí?

-Deseaba ver a mi princesa.

-¡No soy tu princesa! ¡Y entraste sin permiso!

-Ya, ya.

Peter se levantó el casco para mirarle con reproche. –Eres un cínico y descarado, ya te dije miles de veces que no me interesas y que no serás Vengador.

-Técnicamente lo soy, aunque no te guste.

-Vete de aquí, Wade.

-Solamente si me das un beso.

El joven se golpeó el rostro con sus manos. -¡Ya te dije que no! ¿Por qué no me dejas en paz? ¿A qué has venido precisamente hoy?

-Pues no sé, ¿cumplimos un mes de novios?

-¡No somos novios! ¡Tú y yo no somos nada!

-Ya recordé –Deadpool sacó de su cinturón una mini tarjeta de memoria- ¡Tarán!

-¿Qué con eso?

-Esta cosita linda que tengo en mis manos guarda información muy muy importante para los Vengadores, o mejor dicho, para mi hermoso y virginal Peter.

-No me interesa.

-¿Ni aunque se trate de algo muy muy muy pero muy importante?

Una telaraña se lo arrebató antes de que Wade pudiera hacer algo. Peter sonrió dedicándole una mirada al tiempo que señalaba una puerta de salida.

-Lárgate de aquí.

-Aw, eso merecía un besito, ¿no te parece?

-Vete de aquí.

-Cuando estás en tus días no hay quien te aguante, cariño.

-¡Veteeeee!

-Mañana en Sixties a la medianoche.

Peter frunció su ceño ante sus palabras, mirándole desaparecer entre las penumbras. Bufó bajando su vista a la tarjeta antes de darse media vuelta para volver a su habitación. Deadpool era un dolor en el trasero constante, siempre persiguiéndolo desde que se encontraran en aquel edificio donde el chico había buscado rastros del resto de los Vengadores. No entendía como alguien como Wade Winston Wilson podía existir, ni cómo le había hecho para sobrevivir al Ragnarok porque le veía campante como a ninguno. Una vez que se quitó el traje, fue hacia la sala de comandos para leer aquella tarjeta, no teniendo mucha fe en la información que Deadpool pudiera presumir. Se mesó sus cabellos pensando en ese idiota acosador cuando Skyfall llamó su atención.

-"El señor Wilson no mentía respecto a la información."

-¿Qué encontraste?

-"Peter, Mjolnir está en la Tierra."

-¡¿Qué?! ¡Muéstrame!

-"Desafortunadamente no puedo hacerlo, solamente tengo la lectura de su energía... y un mensaje."

-¿Qué dice el mensaje?

-"No olvides nuestra cita."

-¡ARGH! ¡Maldito seas, Wade!

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