Galletas y malvaviscos

Johnny revisaba algunos apuntes junto a sus amigos, ese sería su último año escolar y prometió a sus padres dar su mayor esfuerzo.


─ Es el segundo día de clases y no te has metido en problemas, estoy orgullo. ─ bromeo Bobby.

─ Les dije que cambiaria, lo pro ... ─ un pelinegro algo confundido tropezó con él.

─ Lo siento, soy alumno nuevo y trataba de encontrar el salón de historia. ─ dijo volviendo su vista al mapa que sostenía.


En otras circunstancias Johnny lo habría empujado contra la pared más cercana para darle un puñetazo en la cara, pero el ojiazul sonrió, mojos sus labios y sonrió amable.


─ Que suerte.

─ ¿Perdón? ─ el pelinegro observó a Johnny.

─ Digo que suerte que tropezaras conmigo, también tengo clase en el mismo salón porque puede llevarte.

─ ¿Enserio? Gracias emm, lo siento no se tu nombre.

─ John Lawrence, pero todos me llaman Johnny.

─ Johnny, soy Daniel LaRusso.

─ Chicos me voy los busco luego. ─ el ojiazul se despidió y ellos sonrieron, tal vez su querido amigo encontró a su destinado.


Desde ese día Daniel y Johnny no se separaron en ningún momento, Johnny adoraba el olor a galletas del pelinegro, inventaba cualquier excusa solo para estar a su lado y inundar sus fosas nasales con su aroma.

Todo iba bien, de no ser porque nadie de los dos se atrevía a dar el siguiente paso, dejar de ser amigos para convertirse en pareja. Los amigos de ambos contenían su ganas de gritarles lo lentos que eran.


─ Johnny está enamorado. ─ dijo Daniel sentándose junto a Ali ─ Me lo confesó en clase de algebra. ─ explicó con lágrimas en los ojos.

─ Oh dios ¿me pregunto quién será? ─ cuestiono Freddy con sarcasmo y rodó los ojos.

─ Yo también necesito saber. ─ dijo Daniel y Ali hizo golpeo su frente con la palma de la mano.

─ Está hablando de ti, Daniel. Desde que llegaste no se ha despegado de ti parece un chicle, ni siquiera ha mirado a otra u otro omega que no seas tu. Cada vez que un alfa se intenta acercarse a ti, te marca con su aroma. Reacciona ya. ─ le gritó Ali.


El pelinegro tardó en procesar la nueva información, pero cuando por fin lo hizo corrió en busca de Johnny. El rubio salía de su clase de filosofía, el aroma a galletitas con chispas de chocolate alegró su día.


─ Dani ... ─ el nombrado no lo dejo hablar y se abalanzó sobre él como un koala.

─ También me gustas. ─ y le dio un beso como evidencia de sus palabras. Al separarse, el pelinegro se veía sonrojado, Johnny sentía su corazón acelerado e hizo la tan ansiada pregunta.

─ ¿Quieres ser mi novio?

─ Si, si quiero ─ Daniel abrazo a Johnny y se dejo perder en el rico aroma a café del ojiazul.


El tiempo transcurrió más rápido de lo que les hubiera gustado. Pronto irían a la universidad.

Una tarde en la que el omega estaba especialmente sensible, Johnny lo consolaba acariciando su cabello y fue ahí donde le propuso vivir juntos. Si se verían poco en la universidad por lo menos se reencontrarían en casa.

Pocos meses después la mudanza terminó y se volvió oficial, vivirían juntos. Su primera noche en el departamento culminó con una marca en el cuello de Daniel, se habían enlazado. A la mañana siguiente se paró frente al espejo y observo la mordida todavía fresca, la delineo con suavidad y sonrió, amaba tanto a su alfa.

El estrés de la universidad y el trabajo no tardaron en afectar la relación, cuando uno estaba cansado el otro tenía buen humor, si Daniel sonreía Johnny gritaba por no resolver un problema.

Ese día pelearon más fuerte que antes, Daniel azoto la puerta de la habitación y Johnny salió del departamento.

Cuando la furia del pelinegro desapareció se dio cuenta que pelearon por una tontería. Johnny inicio diciéndole que lo amaba, el pelinegro contestó que él lo amaba más y los reclamos que por tanto tiempo guardaron salieron a la luz.


─ Yo te amo mucho más, si no esperaría hasta que terminarás tus tareas.

─ Yo te perdono cuando cancelas nuestras citas.

─ Yo no me enojo cuando no quieres abrazarme.

─ Te dejaría abrazarme si me dieras un poco de atención.

─ Te daría un poco de atención si me dieras tiempo de terminar mis deberes.

─ No es mi culpa que retrases todas tus proyectos por tu falta de organización o tal vez no eres lo suficiente inteligente para no reprobar.


Y ahora Daniel lloraba hecho bolita en su cama, él no quería decir eso, las palabras salieron solas, en absoluto pensaba todo lo que dijo.

Una hora después escuchó la puerta abrirse, el seguía sollozando. Verlo así le rompió el corazón a Johnny, de inmediato se recostó a su lado soltando sus feromonas para tranquilizarlo y Daniel se giró quedando frente a frente.


─ Perdón, no quería decir eso. Tu eres el alfa más inteligente que haya conocido.

─ Tranquilo bebé, yo también dije cosas muy feas y no debí dejarte solo.


De las peleas en pareja siempre se aprende algo, Johnny y Daniel prometieron decir las cosas que les causaban conflicto pues vieron que guardarlas por tanto tiempo harían que reventaran como un globo.

Los siguientes años fueron mejores, los dos graduados con trabajos estables y más tiempo para compartir.

Entonces un martes a las 7 de la mañana, Johnny despertó con una idea en su mente y cito a Ali en el centro comercial.

La rubia no podía creerlo cuando Johnny se detuvo frente a una joyería. Ella tuvo que contener sus ganas de gritar por la emoción, el ojiazul la había llamado para pedirle ayuda escogiendo el anillo de compromiso. Tras ver varios modelos por fin uno llamó la atención de Ali, ese anillo tenía todo el estilo de Daniel.

Familia y amigos planearon cada detalle de la propuesta. El cumpleaños de Daniel se acercaba, ese día se lo pediría.

La casa que recién compraron estaba repleta de personas, en su mayoría familia y amigos.


─ Daniel, tenemos un problema en el jardín y no encuentro a Johnny, ven. ─ pidió su primo Louie.


Llegó al jardín, el atardecer había pasado por lo que las luces iluminaron el lugar y en medio de las flores vio a Johnny.


─ ¿Qué es esto? ─ preguntó Daniel asombrado.

─ Una sorpresa para ti. ─ Johnny entrelazo su mano con la del pelinegro. ─ Hace casi 6 años un lindo omega con aroma a galletas choco conmigo, cuando lo vi supe que por fin había encontrado a mi destinado, a pesar de todas las peleas y los malos entendidos siempre logramos resolverlo juntos. ─ Johnny se hinco ─ Daniel, ─ miró a los grande ojos que no pestañeaban ante la sorpresa ─ te amé desde que te conocí, eres tu con quien quiero pasar el resto de mis días y formar una familia. ─ colocó una cajita negra frente al pelinegro y la abrió ─ ¿Quisieras casarte conmigo?

─ Sí, sí acepto.


Daniel pidió a Ali ser su dama de honor y juntos realizaron los preparativos de la boda. En un inicio Johnny quiso ayudar, pero no ayudaba mucho cuando se perdía observando a Daniel emocionándose por cada detalle, su sonrisa y ojos se iluminaban de tal manera que el ojiazul terminaba babeando y a veces llorando por sentirse afortunado de tener a tan perfecto omega a su lado.

Johnny no se contuvo, ver al pelinegro caminando hacia él lo conmovió. La boda fue preciosa, los esposos no dejaron de bailar en toda la noche y sus amigos los observaban enternecidos.

Daniel desechó la prueba, de nuevo el resultado era negativo. Hace tres años de su matrimonio y llevaban 2 intentando tener un hijo. Odiaba pasar por eso, él sabía lo mucho que su esposo deseaba un hijo y no poder darle un cachorro lo entristecía.


─ Será mejor que lo dejemos de intentar, no me gusta verte así de estresado. ─ Johnny lo consolaba dándole besitos en la nariz. ─ Tal vez si dejamos de estresarnos lo logremos, pero recuerda que yo te amo.


Tal como lo dijo Johnny dejaron de intentar concebir, Daniel pudo dejar el tema de lado y se concentró en disfrutar de su matrimonio, dijo adiós a las pruebas de embarazo y se enfocó en disfrutar del placer que Johnny le daba cada vez que se encerraban en la habitación o lo tomaba en cada rincón de la casa.

Cuatro meses después Johnny lo llevó al hospital, Daniel cocinaba y de repente comenzó a marearse, el ojiazul se dio cuenta y afortunadamente pudo sostenerlo antes de que el pelinegro perdiera la consciencia por completo.


─ Felicidades, están esperando a su primer cachorro.

─ Pero ¿cómo es posible?

─ He visto muchos casos así, cuando un o una omega deja de intentar concebir el estrés disminuye y luego de un par de meses descubren que están en cinta.

─ ¿Cuánto tiempo tiene de embarazo? ─ preguntó Johnny.

─ Casi tres meses, tiene el peso y medidas correctas para un cachorro de su edad.

─ Ahora mis náuseas matutinas tienen sentido.

─ ¿Quieren escuchar el latido de su corazón? ─ ambos asintieron.


Los ojos de Daniel se cristalizaron, el sonido de los latidos de su cachorro se convirtió en su melodía favorita.

Ya en casa, Johnny no dejo de consentirlo, se desvivió por complacer cada uno de sus caprichos y le dio las gracias un sinfín de veces por darle un hijo.

Cuando sus amigos se enteraron llegaron con bolsas de tiendas para bebés. Daniel lloro y les agradeció a todos por ser los mejores tíos que su cachorro pudiera tener.

El caso de las abuelas no fue tan diferente, ambas omegas visitaban a Daniel casi toda la semana, el primer obsequio de Laura a su nieto o nieta fue un adorable lobo de peluche, el juguete favorito de la infancia Johnny. Por otra parte, Lucille cuidaba de su hijo cada vez que Johnny se ausentaba por trabajo, aunque Daniel tuviera su propia familia para ella siempre sería su cachorro.


Tercer mes


Los vómitos seguían, Daniel no resistía oler o comer cualquier tipo de carne, simplemente iba al baño y devolvía el bocado. Los antojos iniciaron y con los días se tornaban algo raros. No sabía cómo, pero el ojiazul lograba conseguir pizza con ositos de gomita y salsa de tomate.


Cuarto mes


Por fin comenzaba a comer sin que corriera directamente al baño, los antojos seguían y los cambios de humor asustaron a Johnny.


─ ¿Escuchaste alfa? Si compras dos desodorantes te dan el tercero gratis. ─ el pelinegro lloraba como si hubiese visto una película triste. ─ Esas sí son ofertas. ─ y su llanto aumentó. ─ Johnny contuvo la risa y le pasó un pañuelo a su omega.

─ Cuando haga las compras lo recordaré.

─ No, ─ gritó Daniel y el rubio dio un salto en su lugar ─ odio esa marca ¿acaso no lo sabes?

─ Bien, entonces no los comprare. ─ dijo alzando sus brazos en señal de rendición. En ese momento Daniel comenzó a reír.

─ Es broma cariño, yo creo que sí deberíamos aprovechar la oferta. ─ el ojiazul terminaría enloquecido.


Quinto mes


El vientre de Daniel se notaba más, Johnny amaba ver la pancita pequeña de su esposo, aunque el pelinegro a veces se frustraba porque su ropa dejó de quedarle.

Para su fortuna, las náuseas se detuvieron. Los cambios de humor se volvieron manejables y se acostumbró a sus antojos. La papas fritas con helado no sabían del todo mal.


Sexto mes


Daniel dejó de trabajar, le hubiera gustado renunciar un mes antes del nacimiento de su cachorro, pero el dolor de espalda y pies se volvió insoportables. Agradecía que su alfa le diera masajes y lo consintiera.

En ese mes se reveló que esperaban un niño, las apuestas fueron pagadas y Johnny no dejo de besarlo.

Su vientre se notaba más, Johnny lo besaba y le hablaba haciendo que su cachorro se moviera, tal parecía que sería un niño con mucha energia.


Séptimo mes


Daniel vio a Johnny platicando con una mujer. Los sollozos llamaron la atención de Johnny.


─ Ya no soy bonito para ti. Estoy gordo, mi ropa no me queda y no podemos salir a ningún lado sin que quiera ir al baño cada 5 minutos.

─ Dani, amor, tu siempre serás hermoso para mí, llevas a mi cachorro, ─ acarició su vientre ─ es normal que tu ropa deje de quedarte y te sientas cansados, pero por eso estoy aquí para cuidarlos, amarlos y darles todo mi cariño. Yo hablaba con ella porque compre Ali me dijo que viste una cuna que te gusto mucho para nuestro cachorro, así que la contacte y nos reunimos porque quería darte una sorpresa.

─ Arruine la sorpresa. ─ ahora se sentía culpable.

─ Tranquilo, aun no la vez técnicamente seguiría siendo una sorpresa.

─ Te amamos. ─ Inhalo el aroma a café del ojiazul.

─ Y yo los amo. Son lo más importante de mi vida.


Octavo mes


─ Galletas y malvaviscos.

─ ¿Qué?

─ Nuestro cachorro huele a malvaviscos. Sera omega, como su linda mamá. ─ Daniel se sonrojo.

─ Él te escucha, está pateando. ─ llevó la mano de Johnny a su vientre ─ Nuestro cachorro te ama. Nos ama.


Noveno mes


Johnny caminaba de un lado a otro esperando a que el doctor saliera a darles alguna noticia.


─ Señor Lawrence, puede ver a su hijo.


Desde el cristal observaba a su cachorro, a sus ojos el más hermoso de todos.

Tiempo después pudo pasar a ver a Daniel y una enfermera les entregó al recién nacido.


─ Miguel.

─ Miguel ─ el ojiazul lo pensó un poco ─ de acuerdo, me gusta. Pero yo elegiré el nombre de nuestro próximo cachorro.

─ Te amo mi alfa.

─ Te amo mi omega. ─ se besaron tiernamente.

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Por fin escribir con temática omegaverse y me encanto.Espero les gustara tanto como a mi.

A mi criterio, pienso que Miguel se parece más a Daniel y Johnny que los propios hijos XD así que por eso lo puse como su hijo.

Ahora si mañana  subiré el capítulo de la historia Zacchio, tuve unos problemas con la electricidad y se me complico actualizar.

Nos leemos pronto. 

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