Fairytale

Estoy enamorado de un cuento de hadas
Aunque duele
Porque no me importa perder la cabeza
Ya estoy maldito

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Contar la manera en que se conocieron era como escuchar un cuento de hadas. Un joven embarcándose en un viaje inesperado a un lugar alejado con tal de no dejar a su maestro solo, un hombre que tiene su propia historia sin final feliz, una historia que inició cuando se enamoró de la mujer incorrecta obligándose a enterrar su amor para huir del hogar que lo vio nacer y crecer. Varios años después es necesario que regrese porque su padre esta muy enfermo y lo único que desea es verlo.

Es ahí cuando llega a la casa de su infancia y es recibido por una bella joven, entonces el joven estudiante siente que su corazón puede volver a querer, que puede volver a latir luego de sufrir por aquel primer amor.

La historia en boca de la mujer es maravillosa, increíble, mágica y haciéndote imaginar un viejo mito de amor, lo suficientemente fuerte para que no pensara en unir su vida con alguien que no estuviese dispuesto a superar las proezas de su antiguo amor.


Vamos, no puedo creer que ningún chico quisiera poner un anillo en ese dedo.

Muchos lo intentaron, pero ninguno de ellos ha muerto por mí.

Que puedo decir, soy difícil de seguir.


El cuento se vuelve mejor cuando sigues narrándolo, el maestro vuelve a ver aquella mujer que nunca pudo olvidar, ella levanta el rostro y luego de muchos años se reencuentra con un par de ojos que la siguen observando como si fuese la más magnífica obra de arte.

Y no es la única que se alegra al verlo pues su padre pide que no lo despierten si es un sueño o que no lo dejen dormir si lo que ve es real.

Pero como en toda historia también existen los villanos, aquellas personas que han cargado en sus espaldas rencores de antaño. El maestro no quiere enfrentarse, no con su padre enfermo sabe que ver a sus dos mejores alumnos lo terminaría de matar.

A pesar de los contratiempos, nuestros protagonistas se reúnen frente a frente, los significados en cada acción lo hacen encantador, entonces se acercan y rozan sus labios entregando sus corazones por completo.

La paz y calma se ve perturbada por un tifón y nuestro príncipe hace la primera acción heroica del relato, sube las escaleras en medio de la tormenta y salva a una pequeña niña.

La frase: "después de la tormenta viene la calma" es cierta, ambos maestros se reconcilian, la Villa regresa a ser de sus pobladores y el villano ya no lo es.

El final parece llegar, la joven danza y el joven no deja de admirarla con fascinación, es lo más sublime y perfecto que ha presenciado en su corta vida.

¿Qué lo que ve a lo lejos? Es demasiado tarde para advertirle y la joven cae manos del alumno que no aprendió la más importante lección.

Su maestro le previene que esa pelea no es como la que tuvo con antes, era matar o morir.

Estaba perdiendo, pero todos se unieron y sin saber de dónde sacó la fuerza suficiente para derrotarlo.

Johnny bajo la mirada y se sintió miserable por enamorarse de un cuento de hadas, uno donde Daniel hizo lo más valiente por alguien que no era él.

Kumiko era perfecta para el pelinegro, un complemento insuperable, Daniel era fuego, energía, impulsividad, torpeza, fanfarronería, valentía, perspicacia y fuerza. Kumiko era agua, paz, equilibrio, razonamiento, astucia, bondad, empatía y humildad.

Sin embargo, las cosas cambiaron cuando Daniel pidió que lo disculparan un par de horas. Kumiko le sonrió y con voz suave dijo:


─ Aunque nada se compara con lo que tienen. ─ Johnny ladeo su cabeza en señal de confusión.


Kumiko lo creía así. La historia que ella vivió quedó en eso, mientras que el ojiazul estaría con Daniel el resto de sus días.

La historia de Daniel y Johnny era algo diferente, dos muchachos que nacieron en el mismo país, pero separados por miles de kilómetros de distancia. Su encuentro fue poco común con tintes clichés: una cálida noche en la playa peleando por Ali Mills.

Sin saberlo ambos influyeron en la vida del otro. Johnny creía que seguía al maestro indicado o eso pensaba hasta que un día Daniel tuvo el valor de enfrentarlo y advertirle sobre las malas enseñanzas de Kreese, a pesar de que el rubio defendió a su sensei también se permitió reflexionar sobre lo que el molesto pelinegro le dijo.

Por otra parte, Daniel vivía en una zona de confort, impulsividad e impaciencia hasta que su enfrentamiento con Johnny le hizo conocer al señor Miyagi quien lo guio a reencontrarse con su equilibrio interno.

Al final de todo Johnny y Daniel pudieron dejar de molestarse por un tiempo, después cada quien eligió su camino.

Cuando vuelven a encontrarse han pasado 3 años, era la noche de año nuevo y Daniel prefirió alejarse de los demás para ver los fuegos artificiales sin tener que escuchar los cuchicheos de la gente o ver cómo las parejas se besaban recordándole lo soltero que estaba. Faltaban 10 minutos para las 12 y una cabellera rubia apareció frente a él.


─ ¿Puedo estar aquí? No voy a molestarte, ni siquiera notaras mi presencia.

─ Bien. ─ Se limitó a responder, pero Daniel LaRusso no puede quedarse callado por mucho. ─ ¿Vienes solo?

─ No, los chicos están en algún lugar con sus novias y yo pues tengo salud. ─ A Daniel se le escapó una risita y a Johnny le encanto.

─ Bienvenido al club. ─ Suspiro y reviso la hora. ─ Falta un minuto.

─ Dicen que es de buena suerte besar a alguien ... ya sabes para tener amor y esas cosas. ─ Johnny se aclaró la garganta.

─ ¿Es eso una propuesta Johnny Lawrence?

─ Solo digo que podría ser una especie de trato, tu me das suerte a mi y yo a ti. O si alguien te pregunta con quien pasaste año nuevo podrás decir que besaste a un chico y no te veras como un perdedor.

─ Esta bien, solo porque quiero tener pareja este año.

─ 5, ─ Se escuchó el inicio del conteo. ─ 4, ─ Daniel mojo sus labios. ─3, ─ Johnny limpio el sudor de sus manos. ─ 2, ─ Quedaron frente a frente. ─ 1. ─ Johnny levantó el rostro de Daniel y con cuidado acercó sus labios hasta rozarlos con los del pelinegro.


Luego de aquel beso que les hizo sentir miles de cosas simplemente se despidieron.

Pero el destino tenía sus propios planes y volvieron a reencontrarse, por alguna razón su enemistad resurgió, tal vez trataban de cubrir amor con odio. Daniel no podía permitirse pensar en Johnny porque ahora era un hombre casado, jamás engañaría a Amanda.

De nuevo los villanos hacen su aparición así que a nuestros protagonistas no les queda más que unir sus dojos. Es ahí que la conexión se vuelve más fuerte pues con miradas dicen todo sin necesidad de palabras. Daniel ha perdido la cuenta de cuántas veces él y Johnny comparten miradas porque lo hacen desde que se conocieron, el pelinegro recuerda las siguientes: la vez que Johnny lo vio y beso a Ali para molestarlo, cuando Daniel lo observó mientras decoraban el gimnasio para Halloween, también la ocasión donde el pelinegro fue hasta el dojo de Johnny para exigirle que lo cerrara, o cuando se dieron la mano para hacer las paces, también el momento en que Kreese estaba indefenso en el piso y el ojiazul asintió dándole a entender que todo estaría bien y la vez que Johnny entró al dojo de Miyagi sus miradas prometían arreglarlo juntos.

Amanda no tardó en darse cuenta y con todo el dolor y amor que sentía le dejó el camino libre a Daniel para ser feliz.

Johnny lo supo y no lo tomo muy bien, no se perdonaría que por su culpa una familia se destruyera, pero Amanda habló con él y le aseguro que no era el responsable, que por favor dejara de castigarse pues uno nunca elige de quien enamorarse.

Esa noche Daniel condujo hasta el complejo de departamentos, tomó aire y llamó a la puerta. El ojiazul por fin era libre de culpas y no dudo en aferrarse a la cintura del pelinegro y besarlo como hace mucho lo había deseado.

El final de los malvados Kreese y Terry fue devastador, la gente descubrió que tipo de personas eran realmente, Cobra Kai despareció y sus alumnos eligieron entre Miyagi-Do y Colmillo de Águila dejando atrás las rivalidades mal sanas.


─ Son afortunados por tenerse, admiro la manera en que se complementan sin dejar de ser ustedes mismos. ─ Admitió Kumiko. ─ Porque los dos son tan semejantes que saben cómo tranquilizarse entre sí. Ambos son impacientes, enérgicos, testarudos, insistentes, valientes, inteligentes y sobre todo cariñosos y comprensivos.


Johnny no se había dado cuenta de todo lo que construyó con el pelinegro, pero cuando escucho el recuento de su vida entendió que conocer a Daniel LaRusso era lo más mágico que pudo tener en su vida porque prefería tener aventuras por descubrir junto a la persona que más ama que tener un cuento de hadas terminado. 

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