Días grises

Cobra Kai se ha ido del Valle, no hay nada más que los una ahora y es momento de despedirse.

Entran por última vez al bar, piden las mismas bebidas de siempre y pasan el resto de la noche en silencio, ya no hay temas para ellos, no más Ali Mills, ninguna discusión sobre si la patada era legal o ilegal, no más planear entrenamientos, los días de hablar de kreese y Terry acabaron, no había nada más que dos ex rivales de karate que ya no tenían una historia sin redención.

Johnny da el último trago, toma su chaqueta y deja unos dólares sobre la barra. Ni siquiera se despiden, las palabras quedan atascadas en sus gargantas.

La campanilla en la puerta suena, Daniel se resiste a voltear y prefiere terminar su copa. Junta sus billetes con los del rubio, se coloca el saco y observa al lugar antes de marcharse, ya no tiene sentido volver así que observaría cada rincón para guardarlo en lo profundo de sus recuerdos.

Los meses pasan y la vida vuelve a ser lo que era antes ... bueno algunas cosas han cambiado, pero naturalmente tendría que pasar.

Daniel vuelve a sus rutinas, despierta, se ducha, viste su traje a la medida, con Sam en la universidad ahora solo cocina panqueques para Anthony. Prepara café para él y Amanda. Maneja a la concesionaria, en el camino ve el aviso de renta frente a un local vacío. Llega a la concesionaria, saluda a la misma gente, asiste a las mismas reuniones interminables y pasa frente a la oficina de Amanda que como de costumbre, da indicaciones a los vendedores. Se dirige al taller y arreglo unos detalles que los mecánicos no pudieron encontrar. La noche los sorprende, guarda el papeleo pendiente, camina al auto y ahora conduce de regreso a casa. El aviso de se renta permanece. Se estaciona y entra a la casa. Cena en compañía de su esposa e hijo. Va a la habitación, va al baño, lava sus dientes, sale, abre los cajones y escoge una camiseta y shorts. Se acuesta y odia saber que el día siguiente será igual.

Miyagi-Do ha quedado en manos de Chozen, es lo más sensato que puede hacer por sus alumnos y los ex alumnos de Cobra Kai que decidieron inscribirse en su dojo. El espacio en casa donde entrenó a Sam, Robby y Anthony, ha vuelto a ser la bodega para las cosas sin importancia.

Entonces sucede cuando está en una junta, la gráfica proyectada se vuelve borrosa, las manos le sudan, el aire abandona sus pulmones, todo alrededor da vueltas, cada vez es más difícil respirar, aflojó su corbata, cosa que no ayuda mucho.

─ ¿Daniel? ¿Qué ocurre? ─ Pregunta Amanda y el pelinegro no contesta. ─ Terminamos por hoy. ─ No sabe cómo, pero está frente a su antiguo departamento.

Con pesar ve al joven Daniel entrando con maletas en mano, a ese adolescente con un montón de sueños. Su meta era volver a Newark, estudiar administración, graduarse, hacer sentir orgullosa a su madre y trabajar en algo que pudiera darle el dinero necesario para independizarse.

Después del torneo hubo muchos cambios en sus planes. Tener un negocio propio que le diera los ingresos suficientes para vivir decorosamente, comprar una casa en Encino, pavonearse frente a los señores Mills en su auto último modelo, no más entradas clandestinas por la cocina del club, Lucille podría comprar lo que se le antojara, callaría aquellas bocas que le dijeron que no valía nada y sería feliz con la vida que llevará, no sería como esos señores viviendo en monotonía, sus hijos sabrían el valor de las cosas, los entendería, cuidaría y procuraría ser el mejor padre. Seguiría con el karate, con suerte, algún día se convertiría en la mitad de buen sensei que el señor Miyagi.

Daniel de diecisiete años lo mira enfadado, en sus ojos puede ver decepción y tristeza. Lo ha decepcionado, no está feliz con su vida repetitiva, desperdicio el último año de Sam en casa y Anthony pronto volará lejos del nido, de nuevo abandonó el karate, se pregunta ¿cómo fue que se convirtió en todo lo que rechazaba?

Al volver a su hogar pregunta por Anthony, el menor de los LaRusso se despide de Kenny, ambos han ganado la partida o eso es lo que indica el monitor.

─ ¿Puedo jugar? No soy un experto, pero aprendo rápido. ─ Anthony sonríe, sabe que su padre está intentando entenderlo, se está esforzando y lo aprecia.

─ Claro. ─ Se levanta y enciende la consola, toma los controles y pide a Daniel que escoja alguno. El moreno se sorprende al ver la cantidad, Anthony se da cuenta.

─ ¿Ninguno te agrada?

─ No es eso, solo que cuando tenía tu edad no podía permitirme tener tantos videojuegos. ─ El corazón de Anthony duele, sabe que Daniel tuvo muchas carencias, pero nunca les contaba todo aquello que siempre quiso tener y no pudo. Ahora entiende que debió ser duro, que por eso les dio lo que necesitaban y mucho más. No resiste más. El pelinegro se sorprende del repentino abrazo, pero disfruta igual.

─ Puedes jugar cuando quieras. ─ Dice Anthony. ─ Incluso si no estoy, si quieres jugar solo hazlo.

Amanda los observa, pequeñas gotas de agua salada ruedan por sus rosadas mejillas. Es hora de rendirse, tampoco vive la vida que soñó. La culpa la acecha, sabe que su hijo estaba feliz por aprender karate con Daniel, pero desde que la pelea por el alma del Valle dio fin, Chozen se convirtió en su sensei. No podía quitarle más a ambos.

Cualquiera pensaría que sería feliz de volver "a la normalidad". Tendría de nuevo la atención de su esposo, volvería a las reuniones en el club, venderían autos como pan caliente, al fin paz, no más niños lanzados por la ventana, adiós a las facturas de hospital. Pero su esposo no volvió, del hombre con quien se casó no queda más que solo el recuerdo.

Cuando sus padres firmaron el divorcio se prometió algo, si un día se casaba no obligaría a su esposo a quedarse en un matrimonio perdido, preferiría separarse pacíficamente, ella nunca pasaría por el mismo tormento que su madre y no permitiría que sus hijos se sintieran como ella.

Toma la decisión una tarde.

Anoush le entrega una llave, es del auto que se aceptó como una parte del pago por uno nuevo. Daniel era el encargado de hacer el papeleo, así que salió a verlo.

Le señalan en donde se encuentra.

─ Es un Avanti convertible rojo del 83.

─ Puedes irte. ─ Ordena el pelinegro. Anoush obedece y regresa a su puesto.

Amanda lo observa desde las cámaras de seguridad. Daniel sube al auto, se queda paralizado por un momento y luego llora sobre el volante. La castaña manda a todos a casa temprano, le da un espacio para sacar lo que tanto ha guardado.

Una hora más tarde sale al estacionamiento. Acaricia las cabellera negra y Daniel levanta la cabeza.

─ Sería bueno que pasaras un rato por Miyagi-Do, tal vez obtengas las respuestas que necesites.

...

Johnny ha vuelto a beber, no con tanta frecuencia como antes, pero a veces no recuerda ni cómo logra llegar a casa.

Mientras prepara la cena ve a Robby haciendo tarea en la mesa de la cocina. Siente dicha por tenerlo en casa, aunque sea tres veces a la semana. Además, le permitieron volver a la escuela para terminar su último año.

El dojo ha crecido, de todas maneras, consiguió un trabajo de medio que le permitirá pagar cualquier universidad que su unigénito decida.

"No me iré muy lejos, ahora que estamos juntos no quiero arruinarlo".

Johnny le aseguro que jamás volverían a separarse, pero Robby insistió en ingresa a la universidad más cercana. A diferencia de Miguel y Sam que escogieron un lugar más lejano. Se había encariñado tanto con ellos, pero la distancia los ayudaría a sanar.

Shannon y el mejoraron mucho su relación, eran más cercanos que cuando fueron novios. Algunas veces salían a comer los tres juntos, Robby por fin era feliz.

La relación con Carmen no funcionó, él fue honesto respecto a sus sentimientos y ella lo entendió.

Consiguió un nuevo dojo, lejos de la sombra de Cobra Kai y de Miyagi-Do. Pero estaba bien, tenia las cientos de vallas que lo hacían extrañarlo menos. Quién lo diría, antes odiaba ver la imagen de LaRusso en cada esquina y cada comercial, ahora es lo que le permite sobrevivir.

Robby recibe lecciones privadas, ya no hay nadie a quien conozca en Miyagi-Do y Colmillo de Águila, así que Johnny lo entrena en casa.

─ ¿Lo extrañas? ─ Pregunta su hijo y alguien llamando a la puerta le impide responder.

No esperaba esa visita, pero le da algo de paz y calma.

─ Johnny, ¿puedo hablar contigo? ─ Robby se asoma y abre más los ojos.

─ Sensei, hola.

─ Robby-San, ¿Cómo has estado?

─ Mejor.

Johnny se hace a un lado y le indica a Chozen que puede pasar. Robby quita los libros de la mesa y los guarda en la mochila.

─ Iré a mi habitación. ─ Esperan a que cierre la puerta. Johnny pide que tome asiento y le ofrece algo de beber. Pide un vaso con agua y va directo al punto.

─ Vengo porque estoy interesado en combinar estilos.

─ Agradezco tu interés, pero ...

─ Escucha, se que quieres tu independencia, pero un día a la semana compartiendo dojo no estaría mal, podríamos alternar los lugares de entrenamiento si es que te hace sentir mejor.

Johnny lo piensa, sus estudiantes están emocionados por participar en el próximo torneo y combinando estilos tienen oportunidad de ser mejores, lo sabe.

El ojiazul acepta y Chozen se va satisfechos.

Pasan los siguientes meses compartiendo técnicas, movimientos y secretos de karate. Chozen entrena a Johnny y Johnny entrena a Chozen. Es agradable, Toguchi no lo contradice ni una sola vez, se adapta rápidamente, sus personalidades congenian y puede decirse que son mejores amigos.

Pero no se compara con Daniel, extraña las peleas, los chistes, las noches del bar y como se sorprendían por lo que el otro sabía hacer.

Entonces Daniel aparece a mitad de la clase, lleva un traje para la reunión de negocios que tiene más tarde. Es el único que no lleva un Gi y se siente fuera de lugar.

Maldita sea, extraña el karate, extraña ese dojo y extraña su alocada y preocupante vida al lado de Johnny.

─ Demonios. ─ Chozen cae al piso y lleva las manos a su tobillo.

─ Oye viejo, ¿estas bien? ─ Johnny se acerca. ─ Señorita Lee, trae una bolsa de hielo. ─ Devon entra a la casa y segundo después sale con una bolsa en mano.

─ ¿Papá? ─ Anthony se da cuenta de su presencia.

Daniel y Johnny lo llevan a un lugar donde pudiera sentarse.

─ Te llevare al ...

─ No es necesario Daniel-San, es una pequeña lesión, pero ustedes continúen con la clase.

Por suerte, el pelinegro tenía su Gi guardado en su antiguo armario.

En cuanto la tela toca su piel, la energía vuelve a su cuerpo. Sale y pelea como hace mucho no lo hacía. Johnny y él fluyen naturalmente, defensiva y ofensiva, blanco y rojo, azul y café. Son solo ellos de nuevo, viéndose fijamente a los ojos.

No es como en el 84, esta vez es íntimo, suave, apasionado, necesitado. Se mueven a la par, saben los golpes que van a usar. Daniel esquiva, salta, empuja y patea. Johnny se acerca, golpea, grita y detiene.

No saben en qué momento se quedaron solo, pero no les molesta.

...

La casa es un caos con tanta gente. Demetri les recuerda a Eli y a la pequeña Alessandra que usen protector solar "El sol causa muchas enfermedades".

Anthony y Kenny le explican a Devon sobre su nuevo proyecto. "El videojuego es un éxito en ventas". "Estamos trabajando en la continuación".

Tory y Aisha discuten, como siempre. "Es una lastima que no participe en el segundo torneo, te habría pateado el trasero". Tory niega. "Sigue soñando".

Sam no puede más, siente que en cualquier momento el bebé saldrá dando patadas. Miguel y Robby le ayudan a ponerse cómoda. "Los adoro chicos, pero espero que pase mucho tiempo para que decidan tener otro hijo" Robby ríe. "Con uno será más que suficiente". Miguel asiente. "Nunca dejaremos de agradecerte por ayudarnos a tener a nuestro bebé".

Amanda presume el enorme diamante. "Creemos que el 2 de mayo será una excelente fecha para la boda".

El corazón de Daniel se llena de calidez, está rodeado de las personas más importantes para él. Por fin obtuvo lo que el adolescente de 17 años soñó. Un trabajo que ama, se convirtió en sensei y formó una familia con la persona que ama.

Johnny ríe por algo que dijo Bobby, no entiende porque tuvieron que pasar mucho años para llegar a ese momento, pero sin dudarlo, volvería a pasar más de treinta años esperando por el rubio.

El ojiazul se da cuenta que Daniel lo está observando, se disculpa con Bobby, y camina hacia el pelinegro.

─ Al fin bajas, ¿Qué tanto hacías allá arriba?

─ La mesa directiva del torneo tardó en responder mi llamada, pero logre inscribir a los chicos.

─ Asunto resueltos, es hora de que disfrutes de tu cumpleaños. ─ Johnny le da un beso. ─ Tengo preparada tu sorpresa. Pero antes, debo advertirte que Lucille trajo el álbum de la familia y se lo está mostrando a todo el mundo.

─ Mamá. ─ Grita Daniel. ─ Guarda esas fotos. ─ Escucha a algunos chicos reírse.

Johnny se sabe afortunado, nunca pensó que volverse a encontrar con Daniel sería una oportunidad para iniciar de nuevo y corregir los errores del pasado. Ama a LaRusso y él lo ama. De la mala relación con Robby no queda nada, está preparado para ser el abuelo más cool, ha estado pensando en construir un pequeño auto para el bebé, Robby le dijo que no, pero vamos el hijo de su hijo merecería lo mejor.

Vuelve su atención a Daniel quien está sonrojado por las fotos que Lucille muestra con orgullo. Va a su lado para tomarlo entre sus brazos y relajarlo.

No cambiarían esos momentos por nada, todo es perfecto tal y como es.

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