───VEINTINUEVE: ¿de qué sirvo si estoy muerta?
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CAPÍTULO VEINTINUEVE
¿DE QUÉ SIRVO SI ESTOY MUERTA?
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AHORA QUE TODOS ESTABAN en Black Veil, llenos de sus aventuras e historias, se sentía extraño. Todo avanzaba a un ritmo realmente rápido, el infierno se estaba desatando poco a poco en Ketterdam, y cada vez más gente se unía a la caza de ellos. Tenían que ser rápidos y letales y, lo más importante, confiar el uno en el otro de todo corazón.
Ahora había algunos carteles de se busca colocades en la parte superior del escritorio, Matthias se unió al club. Parece que el gobierno no retendrá ningún dineor ya que las recompensas mpas jugosas estaban sobre las cabezas de Kaz y Wylan, seguidos por Inej, Jesper, ahora Matthias y Lavender.
Jesper se rio.―Eso es un poco triste, ¿no crees?―sostuvo el cartel de su hermana y lo movió para que todos lo vieran.
―Bueno, al menos me convocan para un interrogatorio y no para una ceremonia de decapitación inmediata.―le arrebató el cartel.―¿No debería preocuparte de que tu cara esté esparcida por todo Ketterdam y que nuestro padre esté en Ketterdam?―señaló que su cartel ni siquiera tenía un boceto adecuado, era sólo la silueta de una mujer.
Eso pareció callarlo muy bien.
―Tal vez deberíamos irnos todos a Ravka. ¿Un nuevo comienzo? Lejos de recompensas idiotas.―sugirió Nina.
―No es mala idea.―dijo Kaz.
Todos lo miraban con extrañeza: Kaz nunca abandonaría Ketterdam bajo ninguna circunstancia. Debía ser una broma, ¿verdad?
Nina se obligó a salir del trence ante la idea de que Kaz se fuera y sacudió la cabeza, metiéndose dos galletas en la mejilla derecha:―¿Escuché bien? ¿Irías a Ravka?―tomó un sorbo de agua para ayudarla a tragar las galletas secas más fácilmente.
―No es posible. No he terminado con Van Eck.―destruyó la imagen de él saliendo de Ketterdam.―Pero no es mala idea que todos vayan.―miró directamente a Lavender y ella le ofreció una mirada que demostraba su terquedad. Ella tampoco se iba. Si él quería ver cómo se desmoronaba la vida de Van Eck, ella quería ver cómo su padre caería en los abismos del infierno.
―Pero todos ustedes podrían venir.―dijo Nina y miró a Jesper.―Colm también podría hacerlo.
Jesper miró a su hermana y sacudió la cabeza.―Papá nunca abandonará su granja. Quiero que consiga el dinero y regrese a Novyi Zem.
―¿Inej?―preguntó Nina.
―Iré a Ravka, pero no ahora. Estaré en mi barco, con mi tripulación y mis propias reglas.―Inej expresó su deseo de quedarse.
―¿Aleksej?―preguntó Nina.
―De ninguna manera. Preferiría ir a Novyi Zem y comenzar un futuro allí. No hui de Ravka sin razón. No volveré a ser marioneta.―respondió el de cabello rizado. Acercándose unos pasos a Lavender, le pasó una mano por la cintura por soporte.―En realidad, me gustaría hablar con Colm. No me importaría ayudarlo con la granja.
Lavender sonrió suavemente, sabiendo cuánto deseaba Aleksander tener un poco de paz. La vida en la granja no era más que paz y Colm siempre se quejaba de vender la granja porque era demasiado mayor para cuidarla. Echar una mano beneficiaria a su padre y, sabiendo lo bonita que es la granja, también sería lo mejor para Aleksej.
―Esa es una gran idea.―respondió Jesper.―Creo que papá estaría feliz.
Kaz apartó la mirada de la mano de la cintura de Lavender y miró el reloj de su chaleco.―Estamos llegando a las ocho campanadas. La reunión será pronto en el Consejo Mercantil, lo que nos permitirá a Wylan y a mí sacar el sello de la caja fuerte. Nina e Inej llegarán a Sweet Reef. Recuerden a los guardias y la puerta controlada.―dejó una pequeña botella sobre la mesa.―Este es un extracto de café. Si esos soldados Shu realmente pueden oler grishas, asegurémonos de que no lo hagan.
Todos los que tenían poderes de grisha se habían aplicado una cantidad generosa alrededor de las oreja, cuello y las muñecas, esta vez incluida Lavender. Ahora sabían mejor.
―¿Cuántos refugiados?―le preguntó Kaz a Nina.
―Un total de diecisiete.―respondió ella.
―Además de ti, Matthias, Wylan y Kuwei. Veintiuno. Specht falsificará la carta.
―No voy a ir.―no estuvo de acuerdo Wylan.―No dejaré que mi padre me saque de esta ciudad como si fuera una especie de perro. Ya no.―todos en la sala respetaron su decisión. Todos estaban en una pelea con su padre y él era la persona que más merecía verlo caer.
Jesper se burló sacudiendo la cabeza.―Lo sabías... Por supuesto que lo sabías.―dirigió sus palabras a Kaz.―Sabías que la madre de Wylan estaba viva.
¿La madre de Wylan estaba viva? Todos los demás ni siquiera tuvieron tiempo de reaccionar ante esto.
―¿Por qué crees que los dejé ir a Olendaal? Necesitaba ver quien es realmente su padre.―respondió Kaz, imperturbable.
―Podrías habérmelo dicho.―Wylan sacudió la cabeza.
―Decir y mostrar no tiene el mismo impacto. Te necesitaba justo, no enojado.―Kaz enderezó la espalda.―Se hace tarde. Pongan sus mentes en lo que tenemos que hacer ahora. Dejemos nuestros problemas familiares para más tarde. Todos ustedes.―Kaz miró a Lavender y los demás que aún no tenían una misión asignada.―Saldrán hacia la embajada a las nueve y media. Se acercarán desde el canal, ni siquiera llamarán la atención, es decir... Lavender guiará a Kuwei con Matthias y Jesper mantendrá la distancia ya que podríamos necesitar un francotirador. El barco se llama Verrhader. Manténganse inteligentes y callados.
Lavender sintió un poco de felicidad en su pecho: estaba feliz de ser incluida en el plan y no desechada por su seguridad. Era discutible lo útil que era ahora, considerando sus pulmones y su vista empeorada, pero podría permanecer callada y sigilosa. Definitivamente era más sigilosa que su hermano, quien estaba en desventaja solo por su altura.
Todos se movieron a recoger sus cosas, sin dejar tiempo para un gran adiós porque tenían que mantener la mente despejada. Tenían que mantenerse positivos en que todo esto funcionará, ya que todos han pasado por tanta mierda y fracaso que necesitaban que algo funcionara.
Kaz la hizo a un lado cuando estaba recogiendo sus suministros médicos. Empujándola hacia el rincón más alejado, rodeado por el zumbido de los demás, se inclinó hacia ella mientras la punta de su bastón la mantenía en su lugar.―Si hay algún problema, no llames la atención y retrocede. Tu trabajo no es sólo mantenerlos a todos con vida sino también a ti mismo.
―¿De qué sirvo si estoy muerta, verdad?―ella susurró, mirándolo.
Kaz se abstuvo de sonreír.―¿De qué sirves si ya estás muerta?―repitió. Se quedó parado allí por un momento, claramente queriendo decir algo más, pero estaba debatiendo. Pero él no le dijo lo que quería, porque se permitió ser un poco optimista esa noche. No dirá las palabras que debían decirse si nunca se vuelven a ver. Se volverán a ver.
En cambio, se dio la vuelta, alertando a todos con sus palabras que pretendían mostrar que tenían que irse.―No luto.
―No funerales.―respondieron todos los demás en un murmullo.
Y los primeros cuatro desaparecieron en la oscuridad, dejando a los demás esperando su marca.
Kuwei comenzó a empacar sus cuadernos y Jesper se puso algo más sencillo, dejando sus patrones llamativos aquí. Matthias estaba sentado, mirando a Kuwei y finalmente preguntó:―¿Podría el parem alterar el poder de Nina? ¿Cambiarlo?
―Supongo que es posible.―respondió Kuwei.―Nina sobrevivió a la retirada. No sabemos mucho, pero es posible.
Lavender tarareó:―Los poderes de Nina definitivamente están cambiando. Su hambre de jurda parem no es tan horrible como antes. ¿Tal vez sea el hecho de que ha estado expuesta al jurda parem solo unas pocas veces?
Aleksej dio un paso más hacia el fjerdano.―Siento que mis poderes han desaparecido por completo. No tengo la sensación en mi pecho de saber que puedo alterar algo. Si este es el caso, tal vez una pequeña dosis de jurda parem puede alterar el poder si sobrevives. Otras veces desaparece.
Kuwei anotó las palabras. Durante las últimas semanas había estado interrogando a Aleksej sobre sus síntomas, sobre lo que recordaba, sobre lo que sentía. Parecía que esa teoría era correcta: las dosis pequeñas y la supervivencia eran prometedoras, pero estar expuesto durante casi un año y no morir era un puro milagro.
―No es en lo que trabajó mi padre.―admitió Kuwei.―Se suponía que el jurda parem no solo fortalecería a los grishas, sino que también expandiría sus habilidades uy les haría esconderse más fácilmente. ¿por qué estar atado a un elemento si puedes tener dos?―miró a Lavender.―Eres lo más parecido que tenemos a eso.
La mujer se quedó allí confundida, cruzando las manos sobre el pecho.―¿Cómo sabes si tengo dos habilidades? Ni siquiera sabemos qué clase de grisha soy. No hay necesidad de saberlo.
―Una heartrender y si tuviera que adivinar, una sanadora también.―dijo Kuwei.
―No importa.―Lavender negó con la cabeza.
―El jurda es un estimulante, bueno para combatir la fatiga. SI hay una fórmula adecuada, los grishas pueden mantenerse saludables mientras ocultan sus poderes.―Kuwei se mantuvo firme.―Estás enferma.
Lavender cerró los ojos con frustración. Matthias se inclinó hacia adelante en su silla:―¿Qué quiere decir con eso?
Ella suspiró:―Hace un tiempo cogí un resfriado que parecía no terminar nunca. Me dañó los pulmones; un grupo de sanadores no lograron curarme. Ahora es cuestión de tiempo.
El rostro de Jesper cayó.―¿Qué quieres decir con que ahora es cuestión de tiempo?―sabía de su enfermedad, pero no creía que eso le quitaría a su hermana en ningún momento. Pensó que era una de esas toses constantes que tienes hasta que envejeces y mueres.―¿Qué significa eso?
―Significa que está muriendo.―respondió Aleksej por ella, notando lo incómoda que se veía Lavender.
―La enfermedad vive mientras no seas grisha. Si usaras tus poderes...―le recordó Kuwei nuevamente.
Jesper se acercó a su hermana.―No, pero Kuwei tiene razón.―se ganó una suave sonrisa del chico Shu.―Mírame, apenas uso mis poderes y nunca he estado enfermo ni un solo día en mi vida.―puso las manos sobre los hombros de su hermana.―No es necesario utilizar la energía todos los días, sólo la suficiente para vivir.
La mujer hizo una mueca. Ella no quería usar los poderes. No sabía cómo y ni siquiera sabía si era posible. Quizás ya era demasiado tarde. Y era culpa suya por la terquedad, pero trató de no culparse a sí misma: ya había sido castigada por ser grisha, y la tortura interminable en la parte posterior de su cabeza, las cicatrices visibles en su cuerpo, su apenas visión en el ojo, eran un recordatorio constante de por qué no podía usar sus poderes. Estaba aterrorizada. Aterrorizada de que un estúpido fjerdano salte del arbusto en el mismo instante que intentara alterar algo. El miedo era infantil, pero ya se estaba enmendando con la muerte. Era muy tarde.
―Primero sobrevivimos a todo este desastre y una vez que podamos caminar libremente por las calles, ya veremos.―lo prometió aunque en el fondo de su corazón sabía que el camino hacia la victoria no llegaría pronto. Y ya estaba contando los días hasta que sus pulmones colapsaran. Abrazó a su hermano, apretando su desgarbada figura tanto como pudo.
De repente, la ventana se hizo añicos justo en frente de todos ellos y Lavender ni siquiera logró parpadear porque ya estaba en el suelo, Jesper protegiéndola con sus armas ya en la mano. Instando a Aleksej ponerse detrás de ella, sacó sus pistolas de su bolso mientras Matthias protegía a Kuwei y lo arrastraba debajo de la mesa, agarrando un rifle.
―El cementerio finalmente ha revivido.―susurró Jesper, acercándose a la pared y mirando por la ventana, notando varias linternas y figuras salpicadas.―Muy vivo.
―¡Quédate abajo!―Matthias ordenó a Kuwei y dobló la esquina para mirar afuera desde la piedra agrietada.―Estamos rodeados.―dijo y pronto los recibió otra ronda de disparos mientras las vidrieras se hacían añicos a su alrededor.
Jesper se acercó a Matthias, mirando a través de la rendija mientras Lavender se ponía su bolso al hombro e instaba a Aleksej a meterse debajo de la pequeña mesa en la esquina. Comprobó si sus revólveres estaban llenos y asintió para sí misma, preparándose para la pelea. Apretó los gatillos y se acercó a la esquina cerca de la salida.
―No puedo distinguir sus tatuajes. Pero deben ser Dime Lions.―informó Jesper.
La vender se congeló por un segundo, la ira hirviendo en su pecho. Era una pregunta si Pekka Rollins envió a sus perros por Kuwei o por su cabeza. Otra serie de disparos y risas los rodearon; por supuesto, eran una pandilla, se podía oler desde aquí lo seguros que estaba de que los rodeaban.
―Puedo desviar su atención.―Lavender se acercó a Matthias y Jesper.―No sabemos por qué están aquí, pero puedo entregárselos yo misma.
―¡No, absolutamente no!―Jesper gritó en un susurro.
―¡No quiero que me secuestren, idiota! Salgo allí y tu te mueves por detrás y los golpeas. Si Wylan dejó bombas, úsalas y dáselas a Aleksej. Kuwei.―se volvió hacia él.―Usa tus poderes. Tú también, Jes, haz que tus tiros cuenten.―ordenó Lavender.
―Podemos bombardear la parte trasera de la tumba para que entren allí y luego tú puedes salir por el frente.―sugirió Matthias, empujando las bombas y la pólvora en el suelo hacia Aleksej.
Lavender asintió.―Dirígete a la catacumba rota cercana. Desde allí puedes controlar a Kuwei y cubrir el suelo.
Aleksej se acercó sigilosamente a ellos y encendió la bomba arrojándola hacia el final de la tumba y tan pronto como terminó ese horrible estallido, Lavender se levantó y corrió hacia la puerta de la tumba, abriéndola rápidamente y revelándose entre una multitud de armas.
―¿Quién diablos es ella?―un hombre mayor escupió en el suelo y le apuntó con la pistola.
Era visible que una docena de hombres corrieron hacia la parte trasera de la tumba mientras ella se enfrentaba a diez más frente a ella. Levantó las manos, sosteniendo sus armas, mirando al hombre con el ojo muy abierto.―Me dijeron... me dijeron que corriera.―se quejó, con voz temblorosa.
―No pensé que esa pandilla de escorias aceptara putas.―refunfuñó el viejo.―Y bonitas también.
Detrás de ellos se produjo una explosión que hizo temblar la tierra bajo sus pies. Ella gimió, cerró el ojo y sacudió la cabeza.―Me dijeron que viniera aquí; ni siquiera sé cómo usar armas. ¡Sólo soy un medik, por favor!
Los disparos resonaban en la oscuridad mientras la cantidad de armas en su cara no disminuía.
―Recibir el medik de Brekker no hará daño. El jefe estará feliz.―dijo uno de ellos y el anciano estuvo de acuerdo.
Cuando estaban a punto de agarrarla, se vio una ráfaga de fuego detrás de ella y desvió su atención justo en el momento adecuado. Se agachó suavemente y agarró al hombre que estaba más cerca de ella, para su alegría, no muy alto y poco gordito. Ella empujó una de sus armas debajo de su barbilla y apuntó con la otra al anciano frente a ella.
―Ustedes, muchachos, están muy interesados en las cosas que son brillantes.―susurró. Sintiendo que el hombre luchaba por salir de su agarre, empujó el cañón del arma hacia arriba, con el dedo ansioso por dispararle.―No es bueno trabajar estando borracho. ¿Qué diría Pekka Rollins?
―Maldita perra.―escupió el viejo.―No creas que no te dispararé sólo porque estás reteniendo a uno de nosotros.
―Oh, sí.―asintió, con el ojo brillando con deleite.―Oh, sí, mátame y tu jefe nunca encontrará a Brekker.
―¡¿Qué diablos?!―otro hombre refunfuñó.―¡Vamos a matarla ya!
El anciano se burló y se rio entre dientes:―Señora Brekker.―juntó los puntos.―Por supuesto, él no se habría conformado con una granjera agradable y tranquila.
―Es realmente difícil tener una vida agrícola pacífica cuando todos ustedes persiguen a mi marido.
El anciano se rio entre dientes.―Vamos, muchachos. Si encontramos a los Shu y atrapamos a la esposa de Brekker, seremos inmensamente ricos.
Con esas palabras, empujó su rodilla entre las piernas de su rehén, golpeándolo en la ingle, lo empujó hacia abajo y le disparó justo entre los omóplatos. No los quería muertos, los quería paralizados.
Los otros hombres se abalanzaron sobre ella y ella rápidamente bajó, disparando dos balas a un hombre frente a ella, alcanzando su rodilla derecha. Otro hombre a apareció a su lado y la agarró del brazo izquierdo, empujándola hacia atrás y obligándola a soltar el arma. Ella jadeó por el dolor y le dio una patada en el estómago, extendiendo su brazo derecho y disparándole en el brazo. Pero tan pronto como lo hizo, dos hombres la agarraron por los antebrazos y la encerraron en su lugar. Sabía que escaparse era imposible, así que trató de permanecer lo más quieta posible y esperó la oportunidad de atacar de nuevo.
Sus pulmones parecían estar a la altura de su garganta, su pecho subía y bajaba de manera desigual, la adrenalina la hacía temblar. Estaría bien. El fuego detrás de ellos le dijo que los demás estaban vivos; era lo más importante.
El hombre, con el brazo sangrante, maldijo y caminó hacia ella, golpeándola con su mano izquierda con todas sus fuerzas. Ella jadeó por aire, sintiendo que él le lastimó el pómulo y le perforó bastante el labio debido a los dos anillos que llevaba.―Maldita perra.―gimió.
―Sabes cómo seguir luchando.―el anciano le agarró la mandíbula, haciendo que su cuerpo ardiese de pura ira. No podía soportar que la sujetaran; le recordaba demasiado a esa fría habitación de mármol, a los fjerdanos que le desgarraban la ropa y le cortaban el cuerpo.
Lavender ni siquiera podía oír lo que decía el anciano, su visión se nublaba por el fuego detrás de ellos y las linternas encendidas. Le dolía el cuerpo, sus pulmones colapsaban y la ira comenzaba a desatarse. Su cuerpo tembloroso se debilitó cuando pudo escuchar varios latidos en sus oídos: latidos de corazón. Ella jadeó en busca de aire cuando el anciano le soltó la mandíbula y alguien golpeó su estómago, haciéndola toser sangre. Los latidos en sus oídos se hacían cada vez más rápidos, era como si estuvieran en el dorso de sus palmas.
Latidos de corazón en sus palmas.
Se lanzó hacia adelante con todas las fuerzas que tenía y apretó las palmas de las manos, sintiendo cómo los latidos del corazón se aceleraban aún más. Al abrir los ojos, pudo ver cómo los hombres a su alrededor comenzaban a jadear por aire como si no pudieran respirar y pronto la soltaron mientras caían en los brazos de la muerte. Qué lugar tan perfecto para morir. Ni siquiera necesitarían una tumba aquí.
Tropezó sobre sus rodillas, recuperando el aliento mientras los latidos de su corazón disminuían. Rodeada de sus lamentos y sus maldiciones sin aliento, se permitió tomarse un momento y respirar. Lentamente, con las piernas temblorosas se levantó y exhaló, sintiendo cómo el poder dentro de ella calentaba todo su cuerpo.
Una heartrender. Lavender era de hecho una heartrender.
Mirando hacia adelante, agarró sus revólveres del suelo y notó que su hermano aparecía en la esquina. Sus ojos se abrieron, mirando los diez cadáveres y el estado débil de su hermana.
Kuwei apareció, todo sonrojado y sudoroso, dejando en claro que el fuego todo el tiempo fue su logro.―Te lo dije. Ella es una heartrender.
―¿Adónde vamos ahora?―Aleksej exhaló mientras Jesper corría hacia su hermana, sosteniéndola para que pudiera mantenerse erguida.
―Debemos asumir que Pekka Rollins sabía de todo esto.―dijo Jesper.―Acerca de dónde están los demás también. Si ese es el caso, no volverán aquí. Vayamos con papá.
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