───ONCE: plan en acción

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CAPÍTULO ONCE
PLAN EN ACCIÓN.
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LLEGAR A DJERHOLM FUE placentero, ya que todos anhelaban algo de comida caliente. Finalmente pudieron quitarse esos abrigos de lana y capas de ropa. Sin embargo, ese día que pasaron en la posada no fue para relajarse, sino para volver a armar todas las piezas del rompecabezas.

Durante ese día, Ninca escondió su tatuaje de los Cuervos para que nadie supiera que la pandilla de Ketterdam estaba involucrada en esto. Lavender hizo algunas soluciones para dormir que se usarían en los siete prisioneros con los que se intercambiarian. Jesper y Matthias observaron a los guardias y la frecuencia con la que pasaban por la calle; ahora era el momento de pasar a la acción.

Todos ellos estaban colocados en la cima de una colina que destapaba una vista del camino por el que debería aparecer el camión con los prisioneros. Matthias acababa de terminar de talar un árbol que bloqueaba el camino y ahora estaba arrodillado sobre la nieve, diciendo una oración por lo que hizo. Aparentemente, los árboles eran sagrados para los fjerdanos, sagrados para su dios, Djel.

Jesper estaba al otro lado del camino, vigilando el perímetro para no acabar cayendo en una trampa. Tan pronto como eñ camión apareció en el camino, todos se callaron, tragando amargamente mientras veían cómo se detenía.

En ese momento, todo se volvió real y probablemente ninguno de ellos pudo entender lo que estaban haciendo en realidad. Una vez que estuvieran metidos en ese vagón, no habría salida. Lavender se preguntó si ella era la única que quería alejarse y correr por su vida.

Dos guardias del carro salieron y miraron el árbol caído, observándolo como idiotas, esperando que saliera solo del camino. Uno de los guardias estornudó, limpiándose la nariz y el otro soltó un suspiro.

—¿Qué tan perezosos son?—Kaz murmuró, viendo a esos dos idiotas finalmente moverse hacia el árbol. Esa fue la señal de Kaz. Antes de eso les dijo a todos que tenían alrededor de quince minutos para subirse al vagón.

Kaz bajó lentamente la colina y se movió hacia la puerta trasera del vagón mientras Inej con Matthias lo seguían. Dos ganzúas brillantes salieron de las mangas de Kaz y él empezó a trabajar en quitar las bisagras de la puerta.

Wylan estaba ubicado con Lavender y Nina en la colina. Se podía escuchar cuánto miedo tenía Wylan y no podía culparlo. Ella misma estaba aterrorizada.—¿Crees que lo logremos?—preguntó el adolescente, viendo cómo Kaz sacaba la puerta.

—Si te hacer sentir mejor, niño, sí, lo lograremos.—respondió Lavender, ya que era señal para que ella, Nina y Wylan bajaran la colina. Todos llegaron al vagón justo cuando Matthias e Inej sacaban a siete prisioneros que comenzaron a susurrar entre ellos lo que estaba pasando.

—¡Tig!—Matthias exclamó y los prisioneros rápidamente cerraron la boca, enviando escalofríos por la espalda de todos. Cada vez que Matthias hablaba fjerdan, se parecía mucho a un druskelle y todos se sentían increíblemente incómodos. Matthias era intimidante.

Nina desaceleró el pulso de los prisioneros, quitándoles las capuchas y los grilletes. Lavender les inyectó la solución para dormir para después hacer rodar los cuerpos lejos de la vista.

—Simplemente los estamos dejando morir.—susurró Wylan.

—La solución funcionará durante un par de minutos. Les estamos haciendo un gran favor.—respondió Lavender y Kaz les indicó a todos que subieran al camión.

Wylan fue el primero en subirse al vagón y se sentó junto a un prisionero mientras Matthias le ponía la capucha y lo encadenaba, luego fue el turno de Nina. Al mismo tiempo, Jesper apareció junto a ellos, sin aliento mientras le dirigía a su hermana una breve mirada de disculpa.

Todos se subieron al vagón de la prisión y ella le puso la capucha a Jesper, encadenándolo y como Jesper no hizo ninguna broma, entendió que él también estaba aterrorizado.

Ayudó a hacer lo mismo con Inej y Matthias y se sentó cuando ambos escucharon cómo los guardias se movían hacia la puerta trasera del vagón, por lo que Lavender cerró rápidamente la puerta, manteniéndola en su lugar mientras Kaz trabajaba en colocar las visagras nuevamente. Sus manos enguantadas temblaban.

Lavender no tuvo tiempo para darse cuenta de que Kaz Brekker también estaba asustado... y si estaba asustado, significaba que estaban jodidos.

La adrenalina los invadió a ambos cuando escucharon los pasos de los guardias y Kaz ni siquiera había terminado con todas las bisagras. Lavender sujetó con fuerza la puerta. Kaz se quedó quieto, escuchando cómo el guardia agarraba la manija de la puerta y tiraba levememte de ella un par de veces.

La puerta aguantó.

Cuando Kaz y Lavender escucharn los pasos regresando al frente del vagón, ambos se sentaron rápidamente en sus lugares y Kaz miró a la mujer a su lado, vinedo que no podía respirar y parecía que iba a vomitar, pero él no podía culparla. Solo en ese momento, cuando él estaba apretando las bisagras, comprendió que fue su culpa que ella estuviera aquí. Fue un idiota al traerla aquí con él y la única razón por la que ella estaba aquí, no fue porque ella era una medik, sino porque no quería estar lejos de ella nunca más.

Le tomó demasiado tiempo darse cuenta de que no quería perderla y ahora le estaba poniendo cadenas, una parte de él le decía que esta podria ser la última vez que la vería.

Sus ojos se encontraron y sus manos se detuvieron en los grilletes que estaban alrededor de su cuello y ella le dio un asentimiento tranquilizador, sus ojos estaban llorosos mientras su labio inferior temblaba. Tan pronto como Lavender le dedicó una suave sonrisa, comprendió que ella también pensaba que esta podía ser la última vez que lo vería.

Kaz quería disculparse por eso, quería pedirle perdón, pero en lugar de eso, le colocó la capucha y se sentó a su lado, haciendo lo mismo.

Todos se quedaron en silencio, incluso los prisioneros que no entendían lo que estaba pasando. Tantos pensamientos pasaban por la cabeza de Kaz mientras su respiración cambiaba, el olor a humedad de la capa llenaba sus pulomnes, haciendo que su cabeza se mareara. la voz de Jordie pareció sonar más fuerte en su cabeza, pero se agarró las rodillas, respiró hondo y soltó jadeos silenciosos.

Kaz Brekker necesitaba decirle a Lavender que la recordaba o tal vez no tendría otra oportunidad para eso.

—¿Lavender?—su voz era silenciosa, ya que pronunciar su nombre en voz alta era lo más doloroso, pero también lo aliviaba.

La mente de Lavender se alertó, ya que era la primera vez que Kaz decía su nombre después de que se volvieron a encontrar y giró su rostro encapuchado hacia su lado, sus brazos se tocaban mientras el camión se movía por un camino lleno de baches.

—¿Estás bien?—ella preguntó, al escuchar lo pesada que estaba su respiración, parecía que estaba a punto de tener un ataque de pánico.

—Lavender, yo...—comenzó Kaz, pero pronto sus palabras se detuvieron, su respiración se hizo más lenta y su cuerpo se desplomó al lado de la mujer, haciendo que ella soltara un grito ahogado.

Kaz Brekker se había desmayado.











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Lavender no pudo hacer nada más que llorar.

El hombre que estaba desmayado a su lado era el autor intelectual del plan y ella no sabía qué hacer. Como sus manos estaban encadenadas, no podía tratar de despertarlo. Ella solo tenía que esperar.

Lavender esperó mucho tiempo, mucho tiempo. Pasaron por dos controles de seguridad donde desencapucharon a todos, uno por uno y comprobaron si estaban vivos. Uno de los guardias incluso se burló de ella en Fjerfan porque estaba llorando. Al menos estaba llorando en silencio.

Después del segundo punto de control, Lavender comenzó a empujar bruscamente el costado de Kaz con el codo, moviendo su cuerpo bruscamente, haciéndolo despertar. Y con una fuerte inhalación, Kaz Brekker recuperó la conciencia e inhaló profundamente, fijando su postura.

—Pasamos dos puntos de control.—informó Lavender en silencio mientras las lágrimas finalmente dejaban de caer de sus ojos.

Kaz permaneció en silencio, pero ella sabía que la había oído. Kaz se sintió avergonzado y humillado por haberse desmayado así, al lado de Lavender. Sin embargo, sabía que ella no lo juzgaría.

Muy pronto, el vagón se detuvo y la puerta se abrió de golpe, alertando a todos los prisioneros cuando los guardias comenzaron a sacarlosa fuera, quitándoles las capuchas y alineándolos en grupos de tres.

Tan pronto como la capucha dejó la cabeza de Laventer, esta se encantó de respirar un poco de aire fresco. Le escocían los pulmones, pero no pensó en ellos, ya que frente a ellos se reveló la Corte de Hielo.

Era maravilloso; había pensado que sería rústico y mal diseñado, pero era puro mármol azul y blanco. Todos se miraron. Era obra de Fabrikators.

El guardia comenzó a revisar los prisioneros, comparándolos con las descripciones que ya tenían y comenzaron a moverlos ya que siete de los prisioneros no encajaban con la descripción. Sin embargo, a los soldados realmente no les importó e hicieron que todos entraran a la Corte de Hielo donde una anciana estaba sentada con una mano extendida.

Con solo ese toque, la dama podía saber quién era grisha y quién no lo era. Afortunadamente, Nina se puso un poco de parafina antes de esto y Lavender también consiguió un poco en secreto para Jesper, ya que solo Kaz sabía que Jesper era Fabrikator.

Todos caminaron lentamente y Lavender notó lo nerviosa que estaba Nina, pero cuando la mujer tocó su mano, no pasó nada. La parafina funcionó. Lavender suspiró aliviada cuando Jesper atravesó a esa mujer sin llamar la atención.

Kaz estaba de pie detrás de Lavender y notó lo aliviada que estaba por Jesper. La pelirroja extendió su mano hacia la mujer y ella la agarró, sus ojos se abrieron.

—¡Grisha!—exclamó la anciana y todos en el grupo se detuvieron cuando el pánico se apoderó de ellos.

—Drüsje.—murmuraron los soldados, mirando enojados a la mujer Kaelish mientras jadeaba por aire, con los ojos llorosos.

—¡No, no! ¡Debe haber un error! ¡Nos soy grisha!—la voz de Lavender se elevó.

Lavender no sabía que ella era grisha.

—¡Vi! ¡Vi!—Jesper comenzó a retroceder y acercarse a la mujer, observando cómo los soldados tomaban los brazos de Lavender y comenzaban a alejarla de los demás.

—¡No, por favor! ¡No!—Lavender gritó, su cuerpo se removía del agarre de los soldados. Jesper se acercó, pero Matthias rápidamente lo empujó hacia atrás, manteniéndolo en el lugar para que los guardias no lo notaran.

Los ojos de Jesper estaban muy abiertos, grandes lágrimas rodaban por sus mejillas mientras sus manos se extendían hacia la recién anunciada grisha. El resto de la tripulación fue devuelto. Nina se estaba tragando las lágrimas cuando su compañera grisha fue atrapada en el peor momento. Inej estaba rezando a los santos para que todo fuera una mentira. Wylan no entendía cómo sucedió eso y Matthias continuaba agarrando a Jesper y girándolo hacia otro lado para que no los pusiera en peligro.

Kaz se quedó allí, como si hubiera sido golpeado por un rayo. ¿Era este el momento en que Lavender moriría? ¿Era este el último momento que la vería? ¿Por qué no les dijo a todos que usaran la maldita parafina?

—¡No lo sabía! ¡Lo juro!—el grito de Lavender se hizo más fuerte porque tenía miedo. Sabía que los Fjerdans la matarían.

Kaz quería noquear a todos, pero mientras estaba encadenado, no podía. El miedo lo estranguló cuando el tiempo se congeló, su mente se concentró en su grito, en sus lágrimas, en la forma en que su cuerpo se movía.

—¡Por favor!—Lavender gritó desde la parte superior de sus pulmones, Jesper aún trataba de zafarse el agarre de Matthias.

Los ojos de Lavender se encontraron con los de Kaz antes de que desapareciera de la vista, y lo último que vio fue cómo Lavender pronunciaba las palabras que hicieron que Kaz dejara escapar una toz ahogada, sus ojos rogaban que siguiera con vida. Ella solo tenía que mantenerse con vida.

—Lo recuerdo.


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