───DIECISÉIS: no hay tiempo para morir

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CAPÍTULO DIECISÉIS
NO HAY TIEMPO PARA MORIR.
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LA ATMÓSFERA ESPELUZNANTE hizo que el grupo de personas que escapaba se sintiera derrotado por una fracción de segundo. Los soldados fjerdanos, encapuchados, vestidos con colores oscuros y plateados, les apuntaban con sus armas mientras las estridentes campanas del protocolo negro anunciaban su destino. No había a dónde correr, no había dónde esconderse cuando rodeados por el laberinto y el Djel, pareció capturarlos de una vez por todas.

Matthias sintió que un miedo inmenso lo asfixiaba mientras sostenía el cuerpo de una nueva grisha, su amiga. Ver los ojos de sus anteriores camaradas, que ahora lo apuntaban con sus armas, lo hizo sentir como un traidor. Estar al otro lado de la guerra se sentía extraño, abrazar a Lavender se sentía extraño, se sentía como un traidor y sentía que su vida era una mentira.

—¿No es Matthias Helvar?—murmuró uno de los soldados en la parte de atrás, bajándose la capucha mientras los miraba a todos con un destello de maldad en sus ojos.

Lavender se retorció en los brazos de Matthias al escuchar la voz familiar y empujó levemente su mano, haciéndole saber que debía bajarla. Una vez que sus pies descalzos tocaron la fría piedra de mármol del patio, sintió como si fuera a caerse, por lo que se aferró a la mano de Matthias mientras giraba la cabeza hacia un lado, notando las figuras moviéndose en las sombras.

Estaban rodeados.

Matthias no tuvo oportunidad de decir nada porque Nina levantó las manos para detectar el pulso del soldado, pero un lazo la golpeó y le unió las piernas y los brazos, manteniéndolos quietos para que no hiciera nada. Otros agarraron a Aleksej y lo pusieron de rodillas mientras colocaban un rifle detrás del científico Shu.

El soldado fjerdano se acercó, unos pocos soldados lo rodearon, las armas apuntando al traidor. En las manos del soldado líder había un látigo, era como un mango largo y los extremos estaban hechos de un cuero delgado, pequeños lazos unidos al extremo hechos de metal puro.

—Pensé que estabas muerto. Parece que solo eres un traidor.—admitió el soldado, levantando el látigo.—¿Recuerdas esto? Tú ayudaste a diseñarlo.

Dentro de estas palabras, movió el látigo hacia la Heartrender que se retorcía, golpéandola con las afiladas vueltas del látigo, haciendo que Matthias soltara un gruñido de desaprobación.

—Déjala en paz.—gruñó Matthias, listo para arriesgarlo todo por este grupo de criminales mientras estaba en un lugar tan sagrado.

El soldado indicó a otros cuatro tipos, con el uniforme negro y plateado, que rodearan al gigante fjerdano y lo empujaran de rodillas, haciendo que otro tipo agarrara a Lavender y la empujara hacia el soldado con un látigo.

El hombre atrapó a la grisha, agarrándola del cuello por detrás, obrigándola a mirarlo mientras claramente tenía dificultad para respirar. Un murmullo de satisfacción salió de sus labios, sus mejillas estaban empapadas de sangre y otro líquido que salía de su ojo. Ni siquiera necesitó fuerza para sujetarla mientras le pasaba el látigo a un soldado a su lado, apartando el cabello de su rostro con una sonrisa mientras ella seguía llorando.

—Esta es bonita... o al menos lo era.—avergonzó públicamente su apariencia, avergonzó las heridas que le hicieron, recibiendo una ronda de risitas de los fjerdanos que no disfrutaban más que de ver una grisha sufrir de esa manera.

Lavender realmente no entendía lo que estaba diciendo, su fjerdan no era muy bueno, pero él la estaba avergonzando por la forma en que la miraba, por la forma en que todos la miraban desde el momento en que la anunciaron como grisha, supo que que la odiaban con cada centímetro de su cuerpo.

Su misión era hacerla sentir terrible antes de matarla.

—¿Todo esto para salvarla? ¿Aún rezas a nuestro dios, Helvar?—preguntó el soldado, agarrando el frágil cuello de la mujer y empujándola hacia atrás, haciendo que su respiración se volviera más pesada.

Como el hombre quería continuar con su lentía antes de matarlos a todos, un fuerte estallido salió de un árbol. La vieja madera ancestral comenzó a desaparecer, las raíces se enroscaron, rompiendo la concentración con la que estaba sujeta, revelando un oscuro abismo en su muerte. Los lamentos de los soldados al verlo caer con fuertes y entruendosos crujidos los rodeaban a todos, sus atenciones se desviaron de los traidores a la caída de su árbol ancestral.

Lavender aprovechó la oportunidad para salir del agarre de su oponente, pero alguien se interpuso entre ambos y Lavender se encontró con los ojos de un soldado mientras se ahogaba con su respiración, la sangre brotaba de su boca. Lo habían apuñalado. Antes de caer al suelo, soltó a Lavender de su agarre. El piso de mármol temblaba debajo de ellos mientras el suelo caía en la oscuridad. El movimiento la hizo lanzarse hacia adelante solo para que el asesino del soldado la agarrara.

Una vez que las manos enguantadas la agarraron, su corazón burbujeó de alivio. No tuvo la oportunidad de compartir su felicidad de que fuera él, ya que el suelo temblaba cada vez peor. Kaz simplemente la enpujó hacia Matthias mientras los soldados volvían su atención a las personas que intentaban escapar.

Sin hacer preguntas, Kaz empujó una especie de disco en la boca del Shu con fuerza, empujando su cabeza hacia el abismo.

Tendrían que saltar.

—No hagan estallar el disco hasta que lleguen al suelo.—instruyó Kaz, su voz grave coincidía con esta situación peligrosa mientras empujaba un disco en la boca de Lavender también.

Puramente improvisando, envolvió su mano firmemente alrededor de la cintura de Lavender, alertando a los soldados con los rifles, queriendo saltar antes de que su susurro llegara a sus oídos en toda esta locura.—Kaz.

—Lo sé.

—Lo siento.

El hombre se abalanzó hacia la peligrosa oscuridad, arrastrando a la mujer con él, dejando ráfagas de balas detrás de él cuando finalmente fueron tragados por el abismo. Tan pronto como su cuerpo golpeó el agua helada, su corazón martilleante se disparó con miedo cuando ella comenzó a alejarse de su agarre. Luchando por mantenerla cerca, el miedo lo golpeó y la frialdad envió un dolor agudo a través de su cerebro, haciéndole perder el control de ella y morder el disco un poco antes de tiempo.

Asustado y consumido por el agua bendita del Djel, se dio ceunta de que el agua si tenía voz. Tal vez fue el Djel, tal vez fue cualquier de los santos en los que Inej creía. Fue el momento en el que el miedo estridente lo ahogó y Jordie volvió a su memoria, instándolo a ir hacia él, a dejarla ir y encontrar a su hermano.

Fue entonces cuando el agua habló alto y claro: tienes que seguir luchando por ella. Porque no podía volver a perderla.












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Lavender logró salir del agua, agarrándose de la nieve que ya ni siquiera se sentía fría mientras su cuerpo estaba empapado en agua fría, los vendajes habían desaparecido y lo que fuera que llevaba puesto hacía que su cuerpo se sintiera viscoso y doloroso. Se las arregló para toser un poco de sangre mezclada con mucosidad cuando unas pocas partículas del disco salieron de su boca, dejándola con un sabor metálico muy amargo.

Empujándose hacia arriba, giró la cabeza hacia la izquierda y observó cómo Nina y el científico sacaban un cuerpo inconsciente del río. Debido a su estado de pánico, logró levantarse y caminar hacia el cuerpo solo para caer de rodillas una vez que vio que era Kaz.

No.

Ella no podía perderlo de nuevo.

Su rostro pálido y enfermo estaba tranquilo, casi irreconocible para ella, ya que desde que entró en Ketterdam, siempre tenía esa expresión fría y disgustada en su rostro. Así, incluso si las manchas moradas y azules indicaban que se estaba muriendo, se parecía al Kaz que conoció hace mucho tiempo.

En pura tensión, miró a Nina, que también estaba recuperando el aliento, extendiendo su mano hacia el cuello de Kaz, sintiendo que había un débil pulso. La Heartrender asintió, demasiado débil para acelerar su pulso, por lo que Lavender se preparó para hacer su trabajo.

Presionó sus manos sobre su pecho y comenzó a empujar las palmas hacia abajo, creando compresiones rítmicas. Después de treinta veces de repetir el ejercicio, abrió su boca, cerró su nariz y empujó sus labios contra los de él, soplando un poco de aire.

La conversación distante de Nina abandonó por completo su mente mientras continuaba presionando su pecho, las lágrimas caían sin su permiso, como si su cuerpo ya estuviera preparado para perderlo. Sin embargo, cuando estaba a punto de cerrarle la nariz, sus ojos se abrieron ampliamente, una tos escapó de su boca cuando se volvió hacia un lado, tosiendo el agua en la nieve.

—¡Oh, santos!—Nina exclamó, juntando sus manos con alivio, ya que no importaba cuánto quisiera que el manos sucias muriera de vez en cuando, no saldrían de esto sin él.

Lavender se tambaleó hacia atrás, sin aliento. El dolor en sus pulmones era insoportable mientras temblaba. Sabía que el frío le estaba dañando los pulmones y ahora estaba empapada de agua fría, arrodillada sobre la nieve, mirando la Corte de Hielo que estaba más lejos de lo que imaginaba, sabiendo que iba a morir.

—¿Los demás?—Kaz preguntó aturdido, empujándose hacia arriba, notando a la Heartrender, el joven científico shu y Lavender.

Cuando sus ojos se detuvieron en la figura ligeramente oscilante de Lavender, notó que sus ojos revoloteaban, obligándola a mantenerse despierta, pero no esperó a escuchar respuesta, era claro que se habían separado. Vivos o no, tenían que ceñirse el plan y llegar a Djerholm, pero ahora, se levantó y se abalanzó hacia adelante, preso del pánico.

Agarrando a la mujer pelirroja en sus brazos, su pecho se elevó pesadamente mientras gemidos fuertes y sofocantes salían de su boca. En ese momento, la voz de Jordie desapareció. Sin siquiera pensarlo, puso su mano enguantada en su mejilla, el miedo carcomía su pecho sin ningún remordimiento.

Con el giro de su cabeza, su cabello se movió hacia atrás, revelando la herida de su ojo. Estaba sangrando y una especie de líquido amarillento bajaba por su mejilla. Sus labios temblorosos y agrietados intentaban decir algo, pero nada coherente salió de su boca.

Kaz no podía hacer esto.

—Lavender.—exhaló su nombre, esuchando un sonido agudo en sus oídos cuando comenzó a respirar con fuerza. No sabía qué hacer.

El momento de alivio al encontrarla y salir con vida del agua se ahogó rápidamente. El aleteo de sus párpados solo mostraba que estaba luchando por mantenerse despierta. La voz de Nina no lo despertó de este terrible momento.

Kaz vio cómo moría su hermano. Kaz observó cómo ardía su casa. Pero Kaz no vería como moría.

Envolviendo sus manos alrededor de ella, recibió un gemido de desaprobación y la levantó. Su pierna derecha protestaba por el peso adicional, pero no le importó. Con un gruñido, una mirada de determinación apareció en su rostro cuando se dio la vuelta, ignorando por completo a Nina y el científico. Así, marchó hacia adelante, hacia Djerholm.

Nina nunca había visto a Kaz así, en completo pánico. Por eso le hizo una seña a Kuwei para que la siguiera y rápidamente apareció al frente de Kaz, ya que necesitaba saber qué demonios estaba haciendo.—¿A dónde vas?

Dedicándole a la mujer una breve mirada de desaprobación, siguió avanzando, incluso si era más lento de lo habitual. Su pierna derecha estaba a punto de romperse una vez más por toda la presión. Sin embargo, Nina se paró justo frente a él, bloqueando el camino y él sintió ganas de asesinarla allí mismo.

—Nina.—su tono era amenazante, su pecho subía y bajaba con rápidez y pánico. Necesitaban llegar a Djerholm lo antes posible.

—¡Dime qué estás haciendo! ¡Tenemos que encontrar a los demás!

Empujando su cabeza hacia un lado, explotó:—¡Nos apegamos al plan! Si están vivos, es mejor que esperes a que sean lo suficientemente inteligentes como para llegar al puerto.—escupió las palabras con pura rabia.—Vamos a ir a Djerholm, la curaremos, encontraremos un lugar seguro y la llevaremos al barco, ¡porque no voy a perderla de nuevo!

Nina se sorprendió por la ira en su voz pero no le impidió continuar. Ella tomó un brazo de Lavender y lo pasó alrededor de su hombro, por lo que la mujer herida se puso de pie y su otro brazo se envolvió alrededor de Kaz, por lo que caminaron más rápido hacia Djerholm, el científico los seguía.

La Heartrender se perdió en sus pensamientos cuando llegaron al pueblo, la noche los ayudó a permanecer casi desapercibidos mientras llevaban a Lavender a una de las casas cerca de la posada. Mientras Kaz cojeaba para mirar alrededor de la casa, para comprobar cuántos personas había, se perdió en sus pensamientos.

—¿Siempre está tan tenso?—preguntó Kuwei, temblando por el viento que soplaba directamente hacia él, pero protegiendo a Lavender de el.

—La mayoría de las veces, si.—murmuró Nina, pensando.

Si, Kaz estaba tenso todo el tiempo, ya que nunca podrías atrapar a ese hombre estando feliz en ningún momento. Siempre se sentía como si simplemente no pudiera ser feliz y a Nina le gustaba empujar sus límites y burlarse de él, solo para ver qué tan rápido se enojaba con ella. Pero cuando tomó a Lavender en sus brazos, por primera vez vio puro miedo en sus ojos y escuchó cómo decía: "de nuevo".

¡Santos! Los ojos de Nina se agrandaron cuando Kaz apareció de nuevo, sus ojos se posaron inmediatamente en Lavender antes de volverse hacia Nina. Fue entonces cuando la Heartrender entendió por qué el corazón de Kaz se volvía loco en los momentos en que Lavender se unía a ellos.

Kaz Brekker estaba enamorado de Lavender.

—Hay un hombre adentro. ¿Puedes hacerlo dormir?—preguntó Kaz.

Nina estaba agotada, pero tenía que recomponerse a sí misma porque Kaz tenía razón, como la mayoría de las veces, aunque le doliera admitirlo. Tenían que curar a Lavender y llevarla al puerto, con la esperanza de que los demás ya estuvieran allí. No había forma de que dejara Djerholm sin los demás, pero ahora mismo, tenían que ocuparse de Lavender.

Por eso la mujer asintió y dio la vuelta a la esquina, caminando hacia la ventana que estaba entreabierta y la golpeó con fuerza, retrocediendo para esconderse. Tal como dijo Kaz, un hombre abrió la ventana y asomó la cabeza hacia afuera y eso le dio a Nina la vista perfecta para sacar las manos y cruzarlas en una posición determinada. Sintió la forma en que su corazón latía con fuerza: estaba cansada, pero con una lucha, el hombre puso los ojos es blanco, mientras su cuerpo caía hacia adelante, su cabeza quedó afuera y el resto de su cuerpo adentro.

Retrocediendo, Kaz ya estaba listo para forzar la cerradura y la abrió en menos de diez segundos. Nina y Kuwei agarraron a Lavender y la metieron adentro. Sin prestar atención al pobre interior de la pequeña casa, empujaron a Lavender a la sala de estar donde había fuego en la chimenea y la acostaron sobre la alfombra. En el otro extremo de la habitación, Kaz empujó el cuerpo inconsciente del hombre hacia el interior y cerró la ventana.

Se movían rápido y constante como un reloj. Kuwei estaba buscando vendajes mientras Kaz y Nina tomaban ropa para cambiarse. Entonces, Nina comenzó a secar a Lavender y sacarle la ropa viscosa y ensangrentada lo más rápido que pudo, rasgándola y cambiándola por un suéter hecho de pura piel y unos pantalones que le quedaban demasiado largos.

Notó muchas heridas salpicadas en su cuerpo, algunas de ellas aún sangraban, pero lo peor de todo era su ojo. Después de cambiarla, Nina entró en la otra habitación donde Kaz y Kuwei ya se habían cambidado.

La redada en la casa duró unos ocho minutos. Al menos ahora parecían menos peligrosos, vestidos con extrañas ropas fjerdanas. Santos, Kaz se veía raro con ese abrigo de piel, pero Nina no pensó mucho en eso.

Un fuerte estruendo se escuchó en las calles y eso solo los animó a avanzar hacia el puerto. Cuanto más se acercaban al puerto, mejor caminaba Lavender.

Se movieron detrás de un almacén lleno de botes, mirando a través de la esquina hacia el puente lleno de barcos, solo para ver que estaba lleno de soldados fjerdanos.

—¿Ahora qué?—Nina susurró, notando que los fjerdanos miraban en la otra dirección y solo entonces vio que era el resto de la tripulación, todos ellos. Vivos.

—No lo sé.—admitió Kaz, mirando intensamente la escena mientras los fjerdanos pedían a la tripulación del otro lado que devolvieran a Kuwei.

No sabían que Kuwei estaba justo detrás de ellos y tal vez esa podría ser su ventaja para entrar en el barco y largarse de aquí.

—¿Qué quieres decir? ¡Siempre tienes un plan!—Niña señaló.

Kaz la miró, apoyando la espalda en la pared del almacén, fulminando con la mirada a la mujer.—Bueno, no lo vi venir, Nina.

Kuwei se asomó la cabeza por una esquina, observando que habían toneladas de soldados que apuntaban con sus rifles al resto de la tripulación. Unos cuantos tanques estaban esparcidos por el puerto, lo que significaba que no era una pelea justa.

—¡Usa tus poderes!—Kuwei se volvió hacia Nina.

La Heartrender negó con la cabeza. Incluso en sus mejores días, no podría acabar con tantos soldados.

Kuwei se mordió el labio inferior, volviendo su atención a la herida de la grisha, sus ojos brillaron con una idea.—¡Jurda parem! ¡Ella puede deshacerse de ellos!

—¿Qué está diciendo?—preguntó Kaz.

—Él cree que Lavender puede acabar con ellos, ya que ha tomado jurda parem.—tradujo Nina.

Lavender respiró hondo, mirando a Kaz con una expresión triste mientras reprimía la tos.—No sé cómo. No sé cómo usar mis habilidades.

—¿No sabes?—Kuwei preguntó en su limitado Kersh.

—No.—repitió Lavender.

—¿Cómo?—Kuwei simplemente no podía entender y Kaz estaba a punto de golpearlo en la cara.

Lavender quería responder, pero no sabía qué decir. Por eso inclinó la cabeza en la esquina, mirando a los soldados apuntar sus armas a...

Jesper.

Lavender no sabía si era un alivio lo que sentía en el pecho o miedo de que hubieran cientos de armas apuntando a su hermano. Este sentimiento no era familiar y cuando Kuwei tomó su mano para llamar su atención, un zumbido de electricidad los golpeó a ambos.

Kuwei jadeó de dolor y quiso apartar su mano, pero casi sintió como si se le hubiera atascado y lo hizo soltar un chillido, queriendo escapar, pero algunos soldados lo escucharon y dirigieron su atención al sonido, captando un vislumbro del científico shu que necesitaban regresar desesperadamente a la Corte de Hielo.

Kaz estuvo a punto de empujar a esos dos hacia atrás y correr, pero Lavender empujó su mano hacia los soldados, como una señal para que no se acercaran, solo para ver cómo los cinco soldados jadeaban de dolor y comenzaba a ahogarse. Una fracción de segundo después de que sus ojos se salieran de sus órbitas, la sangre comenzó a brotar de su nariz y boca, y los cadáveres cayeron al suelo.

Lavender se quedó sin palabras ya que ni siquiera sabía si ella lo había hecho. Pero tan pronto como las linternas de los soldados se dirigieron hacia ella y su atención se trasladó a la tripulación escondida, su cuerpo cayó al suelo, inconsciente. Inmediatamente, Kaz se lanzó hacia adelante, agarrando su cuerpo y lo levantó, su cerebro estaba tratando procesar el hecho de que acaba de ver a Lavender matar a cinco soldados en cuestión en segundos.

Su cerebro estaba zumbando con preguntas, pero ahora no tenía tiempo para pensar. Pero tan pronto como miró a Nina para instarla a correr, ella ya estaba discutiendo con Kuwei en un shu muy apresurado que él ni podía entender.

Nina tenía una solución. Jurda parem.

+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)
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