27. ¿Amigos?
—Por qué no contestas al puto teléfono, Jisung —gritó Félix a la pantalla iluminada.
Changbin lo miró una vez más, conteniendo una sonrisa. Debía verse como un imbécil, porque se sentía como uno cada vez que estaba alrededor del omega. El chico estuvo a punto de lanzar el dispositivo contra el suelo, pero el alfa le agarró la mano. Hubo un segundo de reconocimiento, como si se diera cuenta de quién era él y lo que acababa de hacer. Se apartó, dando un paso para alejarse. Seo se sintió otra vez rechazado.
El aroma a fresas era fuerte porque estaba agitado. Él lo entendía, no le había dado un gran pronóstico: el que consideraba "su omega" estaba encerrado con un alfa en celo que tenía una pequeñísima obsesión con él. Era un desastre, se mirara por donde se mirara.
—Voy a subir, entraré al apartamento y dejaré la bolsa.
—Iré yo, soy un omega.
—Minho no tendrá consideración por tu rango, Lee. —No mentía, su amigo era terriblemente territorial cuando estaba en celo, razón por la que tenía que irse a dormir a casa de sus padres una vez cada seis meses.
—Su nivel de agresión será más bajo con los omegas, a ti te arrancará la cabeza —A pesar de las circunstancias adversas, estaba bien que por fin lo tuteara—. Cuando mis hermanas tenían sus celos, era yo quien les llevaba la comida.
—Son tus hermanas, os une un lazo familiar, es normal que no se sientan atacadas por ti. Mi hermana solo me gruñe un poquito cuando está en celo —bromeó, para tratar de quitarle hierro al asunto. La mejilla del pecoso se contrajo.
—Igualmente subiré contigo, Seo sabumnim, necesito saber que Jisung está bien. No estaba preparado para esto. Por tu culpa —Le dio una mirada de reojo y se encaminó al portal del edificio. Lo siguió.
—Ya te he dicho que lo siento. Pensé que Han sabía que estaba en celo, joder.
—Te preguntó por teléfono si estaba enfermo y si estaba bien que lo cuidara.
—¡Creí que era algo en clave! Todos nos dimos cuenta de cómo olía cuando volvió en el festival.
—Todos menos él. Amo a Jisung, pero no es muy listo para estas cosas. Así que voy a entrar para asegurarme de que está bien y no está haciendo estupideces.
—No entrarás, Minho se vuelve loco en su celo.
—Como todos los alfas —Rodó los ojos. Changbin frunció el ceño—. Voy a ir, necesito comprobar que Jisung está de acuerdo con esto. No voy a permitir que tu amigo lo encierre contra su voluntad.
—Oye no te pases —Empezaba a enfadarse—. Tampoco es tan hijo de puta.
—Acababas de decir que es territorial, ¿cómo podría escapar alguien como Jising de un alfa territorial? Por dios, es incapaz de jugar al fútbol sin rodar por el suelo.
—No subestimes a Han. Y tampoco el honor de Minho.
—Mira, Seo, me parece que deberíamos estar subiendo de una puta vez. Me importa una mierda el honor de tu amigo, lo que quiero es saber que mi omega está bien.
Ahora ambos estaban enfadados. Changbin no quería entrar a la casa con ese ánimo porque, seguramente, y tal y como Felix había dicho, Minho le arrancaría la cabeza. O lo intentaría, él seguía siendo cinturón negro de taekwondo al fin y al cabo.
Resopló frustrado y abrió el portón, dándole paso al obstinado omega. Lo siguió y entraron al ascensor juntos, inevitablemente recordó el día que lo había llevado a casa, aunque las circunstancias eran completamente distintas. Felix martilleaba con los dedos sobre la barra trasera, estaba nervioso aunque fingiera entereza.
—Vas a quedarte en el pasillo y yo entraré —avisó.
—No...
—No admito más discusión sobre esto, Lee. Te quedarás en el pasillo y yo me aseguraré de que Jisung está bien. No voy a dejar que Minho te ataque.
—Ni que no pudiera vencerlo —soltó, saliendo del cubículo cuando llegaron a su piso.
—Eres un omega.
—Y tú eres consciente de lo que soy capaz de hacer. —Changbin lo miró con rabia, el rubio tenía una ceja retadora elevada y el aire de quien sabía que tenía la razón.
Estúpido omega.
«Hermoso omega», sí que lo era, pero ese no era el tema en ese momento.
—Vamos —añadió, echando a andar hacia la puerta de su apartamento.
A Changbin le picó la nariz en cuanto se acercaron. El olor era horriblemente intenso, más que las pocas veces en las que había cometido el error de estar en casa durante su celo. Tuvo que respirar por la boca porque se le hacía insoportable. Felix resopló de pronto, llevándose una mano a la cara.
Se volteó para agarrarlo por el codo cuando se tambaleó. El pecoso parpadeó, tratando de mantener la compostura y sacudió la cabeza.
—Joder, qué desagradable —masculló. Changbin se alegró un poco de que el olor no le gustara.
—Te dije que era fuerte.
—Es horrible, es intensísimo. —No le dijo que su olor durante el celo era mucho más intenso, tanto que le hizo desmayarse. Algo le decía a Changbin que el omega no se tomaría muy bien el comentario.
—Espera aquí, entraré y comprobaré que todo va bien.
—Pero...
—Por favor, deja de insistir en esto —pidió.
Los ojos brillantes lo miraron unos segundos antes de asentir. No parecía estar del todo de acuerdo, pero Changbin no necesitaba que lo estuviera, solo que se quedara ahí, a dos metros de la puerta y lo dejara hacer lo que había venido a hacer.
Con un último vistazo, se apartó de él y fue directo a su apartamento. Su corazón latía frenético y su lobo estaba en guardia, con el pelaje erizado. Agarró con fuerza la bolsa que traía y pulsó los botones.
—¿Qué quieres? —Sonaba a que Minho no estaba del mejor de los humores.
—Minho hyung, necesito que me dejes hablar con Han —dijo.
El golpe desde dentro lo asustó y escuchó el susurro de la ropa de Felix. Levantó la mano para pedirle que no se acercara; el pecoso obedeció, pero no parecía convencido.
—No, no vas a acercarte a mi omega.
—Déjame verlo un segundo, hyung. Necesito saber si está bien y decirle una cosa. —Estaba tratando de mantener la calma, sobre todo porque el olor a café era muy intenso y tener al rubio tan cerca de un Minho en celo estaba enloqueciendo a su lobo.
—¡No tienes nada que decirle a mi omega! —Desquiciado hijo de puta.
Changbin no quería tener que lidiar con eso, ni con el ruidito de susto que hizo Felix. Quería irse a casa de sus padres y molestar a su nuna, dejarse mimar por su madre y ver un partido con su padre. Gestionar a ese tarado posesivo no estaba en sus malditos planes.
—Changbin hyung —La voz de Jisung se abrió paso por encima de los sonidos guturales de Minho—. Estoy bien... Va todo bien...
—Joder... —Menos mal, estaba al borde del colapso por pensar que su amigo le hubiera hecho daño al chico. Tomó la bolsa con más fuerza y le habló—. Jisung tengo que darte una cosa que he traído, necesito que apartes a Minho de la puerta.
—¡No habléis de mí como si no estuviera aquí! —rugió el atolondrado alfa. Me vas a pagar la cena dos años más, cabrón, estoy intentando salvarte—. Y vete de aquí, mi omega no necesita nada tuyo.
—Hyung, no estás en todos tus sentidos ahora mismo —explicó el más joven. Felix se acercó un paso más y Changbin lo miró con reprobación. Con un gesto, le ordenó otra vez que se mantuviera al margen.
—Solo abriré y dejaré la bolsa, Minho hyung, no me acercaré a Han... —aseguró.
—¡No! —Acompañó el grito de otro golpe en la puerta. Felix gimoteó asustado mientras él se tensaba todavía más.
Quería acercarse al chico y abrazarlo, protegerlo de esas feromonas agresivas, de la voz de Lee y de todo lo que tenía que estar sintiendo por saber que su amigo estaba allí dentro. Pero no lo hizo. Clavó sus pupilas en las del rubio y susurró una frase: —Todo saldrá bien, confía en mí, Felix.
El chico estaba sorprendido, seguramente porque lo había llamado por su nombre. Solo asintió, alejándose un poco de allí.
—Vamos al sofá, por favor, alfa. —Escuchó claramente a Jisung y suspiró, aliviado.
Si había alguien en el mundo que pudiera controlar a Minho en medio del celo, ese era Han. Ese muchacho menudo y lleno de energía tenía a Lee enredado alrededor de su meñique. Rezó todas las oraciones que conocía porque lo hiciera.
Puso atención en las voces apagadas; parecían más lejanas. Contó hasta diez calmando a su lobo e intentando que sus feromonas no se salieran de control. Volvió a pulsar el código en la cerradura electrónica y entró. El olor fue tan potente que le subió una arcada. Los escuchó besuquearse en el sofá y se arrepintió de mirar porque vio la espalda y el culo pálido de su amigo, mal enrollado en la manta.
El rellano estaba lleno de cajas de medicamentos y había ropa por todas partes. Por no hablar de las cosas tiradas sobre la barra de la cocina. Puso cara de asco.
Maldito cabrón, no solo mancillas mi sofá sino también la barra de desayuno.
Sin pensarlo mucho más, lanzó la bolsa cerrada por encima del sillón; cayó justo junto a ellos.
—Úsalo, Han. Y lo siento... —comentó, tratando de disculparse.
—Ya hablaremos tú y yo, Seo sabumnim.
—No, no le hables —se quejó Minho, como un niño pequeño.
—Minho hyung, no pierdas mucho la cabeza... —advirtió. El bofetón de las feromonas agresivas fue casi visible.
—Lárgate de una vez, Changbin, puedo olerte y estoy a punto de saltarte a la yugular.
Tenía dos opciones, seguir tentando a la suerte o huir de allí como alma que lleva el diablo. Decidió que todavía era muy joven para morir. Los dejó allí, retozando sobre su amado sofá y se encontró con la cara preocupada del omega que lo esperaba.
—¿Lo viste? ¿Está bien?
—Vamos a alejarnos un poco de aquí, estoy a punto de vomitar —rogó, llevándose una mano al vientre.
Los dedos de Felix lo agarraron del codo, sorprendiéndolo. Lo ayudó a caminar hasta el ascensor, haciéndose cargo del temblor del alfa. Ahora que todo había pasado, se sentía mucho menos confiado. Odiaba muchísimo a Minho por ser tan territorial, pero, en realidad, le gustaba sentir al omega pecoso tan cerca.
Cuando salieron a la calle, Changbin se sentó en el borde de una maceta, respirando hondo. Joder, qué viaje.
—Jisung está bien —comentó—. Minho hyung no le hará nada. Es un buen hombre...
—No me fío de un alfa en celo.
—¿Tus hermanas han hecho daño a alguien alguna vez? ¿O tus padres? —Felix apretó la mandíbula y negó con la cabeza—. Pues es lo mismo —escupió—. Mira, Lee, mi amigo es buena persona, está enamorado de ese chico desde antes de conocerlo. Puede que sea un poco posesivo con él, pero no le hará daño. Joder, ni siquiera le ha saltado al cuello a Hwang y eso que esta mañana ya empezaba a tener síntomas...
—Hwang y Jisung no son pareja —interrumpió, Chanbing elevó las cejas con sorpresa—. Se acostaron una vez y él se quedó preñado. Fueron unos idiotas, pero no tienen nada más que a Suni entre ellos —Estaba aturdido por la información, pero el omega siguió hablando—. ¿Por qué el alfa idiota fue al festival si le tocaba su celo? Eso es irresponsable.
—Por la misma razón que tú te tomaste cinco inhibidores en el tuyo y fuiste a trabajar —Iba a añadir "y te plantaste en mi academia", pero no lo hizo. Los ojos de Felix lo apuñalaron y se sintió automáticamente mal—. Discúlpame, no quería decir eso. Todavía estoy un poco aturdido por las feromonas de Minho.
El chico se quedó en silencio, como si estuviera maquinando algo en su adorable cabecita rubia. Changbin se levantó, sin saber qué más hacer o decir. Puso rumbo a su coche, dejándolo allí.
—Seo —lo llamó—, lo siento. Siento haber ido a la academia y todo eso —dijo, con la boca pequeña—. Yo... No quería importunarte y... Bueno, no estoy interesado en tener pareja. No... O sea, eres un tipo estupendo y eso, pero esas cosas no son para mí.
El crujido de su corazón al quebrarse fue tan alto que temió que Felix lo hubiera escuchado.
—¿A qué viene esto?
—A que... Jisung dice que tenía que decírtelo, que no te hiciera ghosting... —Changbin apretó los dientes—. Eres muy agradable y me caes genial pero nuestros caminos van a sitios opuestos —Estaba diciéndole estúpidas excusas de manual, la misma mierda edulcorada de siempre. Ni siquiera habían hablado lo suficiente para saber si le caía bien o mal—. No quiero estar en malos términos contigo. Pero tampoco puedo darte ese tipo de atención. Espero que lo entiendas...
—Sí, claro que sí, Lee. Todo claro como el agua.
—Entonces, ¿amigos? —Lo miró, entre horrorizado y maravillado. Sonreía genuinamente y, a pesar de que estaba maquillado, todavía podía ver sus pequitas. Extendió la mano hacia él y, aunque lo que quería era echarse a llorar, la estrechó.
—Okey... Ahora debo irme —No tenía que irse a ninguna parte, pero tampoco quería quedarse allí—. Ya nos veremos, Lee.
—Sí, está bien... Ya nos veremos. Y muchas gracias por cuidar de Jisung.
—No ha sido nada —contestó, dejándolo en la entrada del edificio.
Se encaminó a donde había aparcado su coche, peleando con las lágrimas que estaban a punto de cubrirle las mejillas. Ese día un alfa había encontrado a su omega y otro había perdido toda esperanza con el que esperaba conocer.
Minho despertó sudando y aturdido. Todo estaba oscuro, con las persianas bajadas y la puerta cerrada, pero sabía que estaba en su dormitorio. Le dolía todo el cuerpo, especialmente la entrepierna que se alzaba a media asta entre sus piernas desnudas. Percibió el olor a lavanda antes de que realmente se diera cuenta de lo que estaba pasando.
Junto a él, estaba el cuerpo de Jisung, boca abajo y sin una sola pieza de ropa sobre él. Su lobo se revolucionó y las feromonas del celo volvieron a nublarle un poco la razón. Aprovechando ese instante de lucidez, se giró hacia la mesilla de noche para tomar un supresor. Seguramente se habría saltado alguna de las tomas, ni siquiera sabía qué día o qué hora era. Encendió una pequeña luz de lectura, parpadeó un par de veces antes de acostumbrarse a la escasa claridad.
Respiró hondo, apreciando las notas de la lavanda en su nariz y como se mezclaba con su propio aroma. Se giró para mirar al omega y observó, consternado, la espalda llena de terribles marcas. Mierda, hasta sus nalgas tenían morados y huellas rojas de dientes. Estaba horrorizado y asustado. Levantó la vista hacia su cuello y suspiró, un poco más tranquilo, cuando vio el collar que llevaba puesto.
«Tendría que haberlo marcado cuando llegó», gruñó su lobo. Minho quiso apalearlo por sus palabras.
Se acercó al cuerpo, colocando la cabeza sobre su espalda y acariciando su cintura. El olor a café era intenso en su piel, parecía suyo, verdaderamente su omega y no alguien que tuviera que compartir con un estúpido alfa que lo miraba con desprecio. Recordar a Hwang lo hizo gruñir, sus feromonas se hicieron más fuertes aunque creía que su celo estaba controlado.
—Por favor, dame un respiro —se quejó el omega. Levantó la cabeza para apartarse confundido—. No puedo aguantar un asalto más si no me dejas dormir un poco —lloriqueó, girando la cabeza.
Tenía los labios rojos y los párpados hinchados, parecía muy cansado, como si le hubieran robado toda la energía. Minho le apartó el pelo de los ojos, antes de alejarse un poco de él.
—Tranquilo, está controlado ahora. No suele durar más de 24 horas... Y acabo de tomar un supresor —informó, dándole su espacio, aunque todo lo que quería era abrazarlo y quedarse dormido otra vez oliendo su piel.
Jisung lo miró con una sonrisa tierna y sus ojos redondos brillando: —En ese caso, te haré unos mimitos.
El muchacho se dio la vuelta y pasó un brazo bajo la cabeza de Minho. Volvió a indignarse consigo mismo y con su lobo cuando se dio cuenta de que el frente del chico estaba igual de desastroso que la parte trasera. Sus pezones parecían particularmente afectados por toda esa locura del celo.
Avergonzado, escondió la cara en el pecho de Jisung, besando el punto donde se unían sus clavículas. Quería pedirle disculpas, necesitaba hacerlo.
—Siento haber sido tan duro... —murmuró. Jisung le acarició el pelo. Olía tanto a café que dudaba de su autocontrol en ese instante—. Hueles mucho a mí...
Hueles como si fueras mío, quiso decirle, pero se quedó en silencio.
—Eso dijiste unas cien veces —bromeó, Minho se ruborizó más, escondiéndose en su pecho mientras paseaba sus dedos por la curva de su cintura—. También repetiste mil veces que era tu omega y que nadie podía verme, hablarme u olerme.
—Dios santo, qué vergüenza —lloriqueó. Han se echó a reír enredando sus dedos en su pelo con caricias calmantes—. Ya sabes como es el celo de los alfas —intentó excusarse—, no sabemos lo que decimos...
—No lo sé —contestó rotundamente.
—¿El qué?
—Que no sé como es el celo de los alfas, nunca he visto a un alfa en celo. Bueno, hasta ayer. Ahora puedo decir que tengo un máster en esto.
—¿Ya es domingo?
—Sí —aseguró, apartándolo de su pecho para darle un beso en los labios—, deben ser las tres de la tarde. Y no he comido nada desde ayer...
El puchero de sus labios se veía tan bonito como él, así que lo besó otra vez. No le apetecía una mierda levantarse, pero quería compensar al omega por todo lo que le había hecho. Se incorporó, desenredando sus piernas de las de Jisung y se sentó con dificultad en el borde de la cama. Buscó con los ojos la ropa, pero no la encontró.
Se levantó y se acercó a la cómoda para ponerse un pantalón de deporte corto que no apretase su entrepierna. Todavía estaba un poco sensible.
—¿A dónde vas?
—Haré algo de comer.
—Vamos a dormir un poco más... —pidió.
—No has comido nada...
«Un momento, amigo, ¿acaba de decir que nunca ha estado con un alfa en celo?»
¿Qué?
Miró fijamente al omega. Estaba boca arriba, con un brazo bajo la cabeza y el otro en su vientre. No había ni una pizca de vergüenza en ese cuerpo marcado por sus besos. Se veía majestuoso y olía gloriosamente a sus feromonas. La única prenda que llevaba era ese collar negro que lo había salvado de un enlace.
—¿Estás bien, Minho hyung?
—¿Cómo que nunca has visto a un alfa en celo? —Jisung abrió mucho los ojos y su boquita se arrugó.
—No, no sé... No es tan raro, ¿no? —Desvió la mirada. Minho estaba confuso y su lobo empezaba a impacientarse. Aunque su celo hubiera pasado en su mayor parte, todavía estaba un poco en la frontera entre su parte animal y su parte humana.
—¿Y Hwang? —preguntó de sopetón. Jisung arrugó las cejas.
—¿Qué pasa con él?
—No te hagas el tonto, Jisung —bufó. El omega se incorporó con una mueca preocupada. Minho estaba a caballo entre echarse a llorar por su corazón roto que no era nada moderno y marcharse de la casa para alejarse de él.
—Es que no te estoy entendiendo.
—No necesitas fingir que soy el primer alfa con el que te acuestas.
—Y tú no necesitas ser un puto gilipollas y mírate, graduándote con honores —Minho levantó las cejas y quiso hablar—. Ni se te ocurra decirme que modere mi lenguaje, Lee.
—No iba a decir eso...
—Más te vale, porque eres un puto gilipollas. Me marcho. —El alfa no lo pensó y se lanzó a la cama, reteniéndolo bajo su peso.
No quería que se fuera, aunque estaba un poco enfadado por esa actitud que tenía. El chico colocó sus palmas en sus pectorales, intentando apartarlo. No se lo permitió. Enterró la cabeza en su pecho, oliendo de nuevo los dos aromas mezclados.
—Siento haber dicho eso —susurró. Él le dio un manotazo en el hombro—, mi lobo se pone muy nervioso siempre que pienso en Hwang. Y ahora está frenético —decidió que era mejor ser sincero.
El omega se relajó en sus brazos unos segundos antes de cambiar sus empujones por caricias suaves. Su olor calmante recorrió tímidamente la estancia, abriéndose paso entre la intensidad de su celo y sus feromonas agresivas. Minho cerró los ojos besando el pecho del chico una vez más.
—Mi parte humana lo entiende... Bueno, más o menos... Pero el lobo no, y el celo hace que el lobo tenga más control sobre mí...
—¿Qué es lo que no entiendes?
—Que me mientas... No me gusta, ni siquiera para hacerme sentir bien...
—Es que no te estoy mintiendo, hyung, nunca había visto a un alfa en celo. Los alfas tienen celos cortos cada seis meses, es difícil coincidir con alguien en ese estado. Además, suelen encerrarse... Supongo que entiendo por qué, ahora que he vivido uno de primera mano...
—¿Nunca pasas los celos con Hwang? —se atrevió a preguntar, aunque su corazón estaba colocado justo debajo de la cuchilla de una guillotina.
—Pff, claro que no —clamó, indignado. Tiró de sus orejas con delicadeza para levantarlo y Minho siguió el movimiento, elevándose sobre el omega—. Al final, Felix tenía razón —dijo con una sonrisa.
—No entiendo...
—De hecho creo que no entiendes una mierda —aseguró, besándolo, tenía una sonrisa bonita que lo desconcertaba—. No hay nada entre Hyunjin y yo, Minho.
—¿Qué?
—Que no hay nada ni ha habido nada nunca. Bueno, mentira, obviamente hubo algo una vez, pero estábamos muy borrachos. Eso no cuenta.
—¿Qué? —El cerebro de Minho no estaba trabajando. Creía que podía escuchar el sonido del fallo de Windows en su propia cabeza.
—A ver, céntrate —Le apretó las mejillas y le dio un pico antes de continuar—. Soy soltero, no tengo pareja. La única vez que me acosté con Hyunjin fue hace casi cinco años y como resultado tuvimos a la magnífica y estupenda Han Suni. Somos amigos, bueno, éramos buenos amigos. Ahora solo tratamos de no matarnos el uno al otro y de criar a nuestra hija lo mejor que podemos.
—¿Hwang no es tu alfa?
—Claro que no, mi alfa eres tú —Los dos abrieron mucho los ojos ante la declaración y sus mejillas se pusieron muy calientes; seguramente estaban del mismo color que las del chico que estaba tumbado bajo su cuerpo—. Quiero decir...
Minho lo besó para hacerlo callar. Lo besó mucho rato, con sus lenguas enredándose y el deseo encendiéndose de nuevo bajo su piel. Aunque hacía calor y estaba cansado, las palabras del chico inyectaron en su torrente sanguíneo una dosis de energía. Pensó que daría igual lo agotado que estuviera, siempre tendría ánimos para besar a Han Jisung.
—¿Por qué nunca lo dijiste? —preguntó contra su boca.
—Tú nunca preguntaste. Joder, hyung, en el colegio todo el mundo lo sabe. ¿Qué mierdas pensabas que era todo esto?
—¿Una aventura? —Jisung levantó las cejas sorprendido—. O que erais poliamorosos...
—¿Qué demonios? —El muchacho se rió con ganas—. No somos poliamorosos, Hyunjin tiene su omega... Están dándose un tiempo, pero tiene su omega.
—¿El tal Innie? —Jisung asintió y él se sintió aún más humillado. Volvió a bajarse y se tumbó a su lado, escondiéndose en su pecho—. Mierda, pensé que era su amante... Incluso lo confronté por eso... Joder...
—Modere el lenguaje, señor Lee —se burló el chico. Él gruñó una queja—. Lo confrontaste por tener un amante y te acostaste con el que creías que era su pareja. En fin, la hipotenusa.
—No es así... Yo... Binnie me dijo que igual era una relación abierta o poliamorosa e insistió en que tenía que ser moderno. —Echarle la culpa a Changbin era mejor que ese maldito escarnio. Jisung no paraba de reír.
—Alfa tonto —dijo, dándole un beso en la coronilla—, no tengo nada en contra del poliamor, pero no es para mí. Bastante tengo con mi estado civil como para gestionar varios novios.
—¿Y Suni sabe todo esto?
—Claro que sí, Hyunjin y yo no hemos vivido juntos nunca.
—Pero aquella vez, en el despacho...
—Ah cierto, esa vez. Se vino a casa unas semanas, pero fue terrible, como pudiste ver. Ya se marchó a su apartamento, gracias al cielo. Bueno, en realidad también intentamos vivir juntos cuando yo estaba embarazado, fue un desastre casi peor.
—Dios... —Minho sentía como si le hubieran quitado un peso de la espalda, como si una prensa llevara comprimiendo sus costillas durante meses se soltara de pronto.
Respiró sobre la piel de Jisung, memorizando como sus feromonas quedaban sobre ese hermoso omega. No pudo evitar lamer su cuello, por encima del collar y mordisquear su oreja. Lo escuchó gemir, y sus manos se pasearon por su espalda. El chico abrió más las piernas, recibiéndolo. Se sentía tan correcto que era casi un sueño.
—La próxima vez que quieras saber algo, pregúntalo, Minhonnie. —Su lobo movió la cola y el humano tuvo escalofríos placenteros cuando escuchó el mote cariñoso.
—Hay algo que quiero saber —susurró en su oreja—: ¿quieres que te folle primero y luego te haga algo de comer? ¿O prefieres que te folle en la cocina mientras hago la comida? —Jisung gimió, restregándose contra él.
—¿Se permite respuesta múltiple? Quiero marcar las dos casillas. Pero solo si cocinas desnudo con el delantal puesto. —Minho sonrió, besándolo una vez más.
Esa vez, sí lo hizo suyo.
***
Bueno, navegantes, han necesitado 27 capítulos para enterarse de que Hyunjin y Jisung no son pareja.
Solo quedan 10 para el final T_T
¡Nos vemos en el infierno!
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