24. Changbin oppa

Suni seguía quejándose mientras su padre le ponía el pantalón y la camiseta en los vestuarios. Tenía un berrinche estúpido sobre ir a dar una vuelta en bicicleta al río Han.

—Suni, ni siquiera sabes montar en bicicleta —le recordó. Ella refunfuñó, enfadada—. ¿A qué viene todo esto?

—Hoshi se fue al río Han con su papá. Yo también quería ir.

—Ya cariño, pero uno, no tienes una bicicleta y dos, te repito que aunque la tuvieras no sabrías montar.

—¡Pues enséñame! —Apretó la boca en un puchero y se cruzó de brazos. Jisung suspiró.

De nuevo, su ocupada semana terminaba con una perfecta guinda para el pastel que era su vida (nótese la ironía). No bastaba con haber soportado el humor de Felix en su celo, con las agujetas y los cortes en las manos por ayudar a terminar de montar el festival de primavera y con su obvia frustración sexual por no poder quedarse a solas con Minho; que ahora la ardillita quería aprender a ir en bicicleta.

—¿Puede ser otro día? ¿La próxima semana? —intentó razonar con ella mientras se quitaba el dobok y se ponía el vaquero y la sudadera blanca.

—La próxima semana es el festival, no podremos ir al río Han.

—Pues la siguiente.

—Para eso falta muchísimo tiempo —exclamó, levantándose de un salto del banco de madera en el que la había sentado un segundo atrás.

Jisung guardó en la mochila la ropa de ambos y se agachó a ponerse las zapatillas. Le quitó la vista de encima un segundo, pero aparentemente fue suficiente para que la malcriada escapara del vestuario.

—¡Suni! —chilló, tropezando con sus pies y cayendo de bruces. Se levantó rápidamente y corrió tras ella con un solo zapato—. ¡Han Suni, para! —Trató de alcanzarla antes de que llegara a la puerta de salida, con el corazón latiendo a dos mil por hora y el miedo haciéndolo temblar.

Aunque Jisung siempre tenía mala suerte, ese día parecía que la fortuna estaba de su lado.

Alguien abrió la puerta de la academia en el mismo instante en el que su escapista trataba de huir. La niña impactó directamente contra las rodillas del adulto, que reaccionó rápidamente agarrándola antes de que cayera al suelo. La muy víctima se puso a llorar.

Jisung terminó de recorrer el pasillo con paso veloz, cojeando por la falta de calzado en uno de sus pies, con un cabreo monumental y unas casi irrefrenables ganas de darle un azote a la pequeña. No lo haría, nunca había levantado la mano a Suni y no iba a empezar ahora. Mucho menos delante de Seo sabumnim, que la abrazó contra su pecho, consolándola.

¿Quién lo iba a consolar a él? Porque también quería echarse a llorar.

—¿En qué coño estabas pensando, Han Suni? —reprendió cuando llegó hasta ellos.

—Jisung, el lenguaje —escuchó la voz de Minho tras aquel alfa que sostenía a su hija.

—¡Ni lenguaje ni lenguaja! ¡Se escapó! —acusó, la niña lloró más fuerte contra la camiseta de Seo—. Iba a salir sola, sabe que no puede salir sola —Estaba agobiado, la posibilidad de que Suni se hiciera daño era una idea que le rondaba continuamente la cabeza. Pero era padre, era algo normal, ¿no?—. Eso no se hace, Han Suni, no puedes volver a hacer eso nunca más. ¡Podrían atropellarte! ¡Podrías perderte por ser una desobediente!

—Cálmate, Han, la niña está a salvo —defendió el sabumnim dando unos golpecitos en la espalda de la chiquilla.

—¡Pero podría no estarlo! —Estaba a punto de estallar, le picaban los ojos por las lágrimas y tuvo que tragar saliva para no romper en llanto.

Odiaba su vida.

Sintió la mano en su espalda, con círculos calmantes, antes de darse cuenta del olor a café que se colaba por sus fosas nasales. Minho lo abrazó un segundo después. ¡Qué falta le hacía ese abrazo! Incluso cuando no lo había pedido. Respiró hondo, aplastando su cara contra la tela de la sudadera azul celeste del alfa. Sus pulsaciones bajaron el ritmo y su cuerpo pareció tranquilizarse, con la adrenalina desapareciendo lentamente. Ahora le temblaban las piernas.

—Ya está, está a salvo —susurró el hombre en su oído, justo antes de dejar un discreto beso en su coronilla. A Jisung se le escapó una lagrimita porque le creía.

—Lo... Lo siento, papá —balbuceó Suni—. No quería hacerte llorar. —Una manita pequeña le tocó la cabeza.

Han respiró hondo y volteó la cara hacia ella, con su mejilla apoyada en el hombro del alfa. No le importó que su hija lo viera con su profesor tan inadecuadamente cerca, había pasado tanto miedo que los brazos de Minho parecían el único lugar seguro del universo. Los deditos de Suni le tocaron la mejilla, limpiándole las escasas lágrimas.

—Perdóname, papá —insistió, todavía entre los músculos de Seo.

—No vuelvas a hacer algo así, Suni, me asustaste, me asustaste muchísimo... —confesó.

Las feromonas calmantes de Minho estaban por todas partes en ese momento, así que se sintió lo suficientemente valiente como para apartarse un poco de él. La pequeña estiró sus brazos para que la cargara y él aceptó, sin separarse del todo del calor del alfa. Seo sabumnim le pasó a la niña y ella rodeó su cuello, dándole unos cuantos besos en los mofletes.

—No lo volveré a hacer... Te lo prometo, papá, no lo haré más...

—Está bien... —se rindió, apretujándola contra su cuerpo. Se quedaron en silencio unos segundos.

—¿Dónde está tu otro zapato, Han? —preguntó el instructor de taekwondo.

—En el vestuario, con el resto de mis cosas... —contestó tímidamente.

El hombre asintió y se dirigió allí sin decir nada más. Suni y él se quedaron a solas con Minho en la recepción de la academia.

—¿Qué haces aquí?

—Vine a buscar a Binnie, no trajo el coche hoy —contestó. Binnie no es un nombre que le pegue a esa mole—. Y tú, ¿por qué corrías así, Suni?

—Porque quería ir con el señor Bang y Hoshi... —Parecía avergonzada—. Estaba enfadada porque papá no me quería llevar a montar en bicicleta al río Han y pensé que podría ir por mi cuenta y encontrar a Hoshi allí.

—No puedes ir a los sitios sola sin avisar a tus padres, Suni. —Agradeció que él interviniera, porque estaba a punto de reprender duramente a su hija otra vez.

—¿Podemos ir a montar en bicicleta al río Han, papá?

—No, lo que has hecho no está bien, te dije que iríamos otro día y desobedeciste —Se mantuvo todo lo firme que pudo ante la cara de tristeza de la pequeña. Ella asintió, resignada—. Iremos a comer y luego tal vez al parque, pero tengo que pensármelo.

—Sí, papá... ¿Puede venir el señor Lee con nosotros?

—Aquí tienes, Han —Seo volvió con sus zapatos y su bolso, Jisung bajó a Suni al suelo y trató de ponerse el zapato sin soltarle la mano—. No se va a escapar, la tenemos controlada —dijo, guiñándole un ojo a la niña.

Aceptó, atándose las zapatillas rápidamente y cerrando el bolso.

—Seo sabumnim, ¿quiere venir a comer con nosotros y tal vez, si papá me perdona por haberme portado mal, al parque? —ofreció.

Zalamera.

«No te metas con la cachorra»

Minho y Seo se miraron unos segundos, suponía que estaban comunicándose telepáticamente. Pensó que no se parecía en nada a la relación escandalosa y caótica que él tenía con Felix. En realidad, le caía muy bien el hombre. Su lobo se sentía tranquilo alrededor del alfa, sobre todo, después de que estuviera tan preocupado por el rubio durante la semana. El pecoso había ignorado olímpicamente a Seo, así que él había optado por preguntarle a Jisung cómo estaba el omega. Unas veinte veces al día.

—Igual tienen otros planes, Suni...

—No tenemos planes —aseguró Seo—, vayamos a comer.

—Y al parque —añadió Suni.

—Todavía no me lo he pensado —intervino.

—Vamos al coche, Suni —propuso Minho, tomándola de la mano.

Salieron los cuatro de allí y se subieron al vehículo después de que Seo cerrara con llave la academia y bajara la verja. La pequeña, como de costumbre, se quedó dormida en cuanto salieron a la carretera.

No pensaba que su día pudiera mejorar tanto en pocos minutos. Mentiría si dijese que no esperaba encontrarse al omega cuando fue a la academia, pero no creyó que acabarían los cuatro comiendo en el restaurante de barbacoa favorito de Changbin.

Suni estaba sentada junto a su amigo porque había decidido que él era su nuevo favorito, para horror de su padre. Minho puso un trozo de carne perfectamente hecha en el plato de Jisung, como llevaba haciendo toda la comida.

—Te voy a hacer un rollito, dame una lechuga, Changbin oppa —El "Seo sabumnim" había sido reemplazado por el "Changbin oppa" en cuando su amigo le dijo que ya "eran cercanos".

—Pero pon carne —pidió él, alcanzándole una hoja. La niña la llenó de verduras—. La carne, Suni.

—Tienes que comer verduras, oppa. Tío Félix dice que para ser una máquina de matar hay que comerse las verduras.

—Tu tío Felix dice muchas cosas que no piensa —dijo entre dientes. Minho lo pateó bajo la mesa y él lo miró con el ceño fruncido.

—Mi tío Lixie no dice cosas sin pensar. Él nunca se equivoca. Además, es campeón del mundo universal de taekwondo, si él dice que hay que comer verduras, se comen.

—Okey, pero pon algo de carne ahí, Suni. —No parecía que fuera a ceder, era más obstinada que su padre, que reía a su lado, mirándola con adoración.

La pequeña terminó su obra poniendo una minúscula porción de carne seca que había en su plato. Enrolló la lechuga con sus dedos sucios y se la dio a Seo.

—Ya está, abre la boca, ahhhhh... —Ella misma abrió la boca y a Changbin no le quedó más remedio que imitarla. Masticó con desagrado la porción de verduras que le había hecho la niña mientras ella sonreía orgullosa.

—¿Está bueno?

—Le falta carne —contestó, con la boca repleta. Ella siguió comiendo lo que el omega le ponía en el plato.

—Changbin oppa, ¿te gusta más el preciosismo o los dibujos altrastos?

—¿Qué?

—El impresionismo o los dibujos abstractos —tradujo Jisung con la boca llena de comida. Sus carrillos se inflaban como los de una ardilla, la niña masticaba exactamente igual.

—Ah... no sé la verdad, no entiendo mucho de arte.

—¿Y sabes montar en bicicleta?

—Ehm... Sí, sí sé.

—¿Podrías enseñarme?

—Yo puedo enseñarte, Suni —replicó Jisung.

—Pero no quieres.

—Si quieres te enseño. Aunque tal vez tu otro papá pueda. —Minho arrugó la boca, sobre todo porque Changbin le dio una mirada de reojo.

«Alfa maligno, metiendo el dedo en la llaga, mal amigo», su lobo era un sabio. Y Changbin un cabrón.

—Sí, que buena idea. ¿Podrías llamar a papi Hyunjin, papá?

—No. Te he dicho que hoy no, así que no insistas. Tengamos la fiesta en paz —contestó, gruñón. Minho le acarició el muslo por debajo de la mesa, tratando de calmarlo.

Y de tocarlo, porque se moría de ganas de hacerlo.

Jisung reaccionó dándole una mirada de soslayo, con las mejillas rojas. Siguieron hablando de unas cosas y otras. Changbin se llevaba bien con Suni y, sorprendentemente, tenía un montón de temas en común con el padre también. No le extrañaba, así como Minho era un poco raro, Binnie era una persona amigable que se ganaba a la gente rápidamente. Su cara y su cuerpo no tenían nada que ver con el corazoncito blando que latía en su pecho.

—¿Changbin oppa, tú tienes bebés?

—No, no tengo.

—¿Y hermanos?

—Tengo una hermana mayor. Es alfa también.

—Ah, ojalá yo tuviera un hermano. Eunji tiene un hermano mayor que va a un colegio de alfas. Una vez papi Hyunjin le dijo a Innie oppa que tenían que traerme un hermanito, pero Innie oppa se puso muy rojo y le pegó a papi. —Los ojos de Changbin se clavaron en los suyos y Han rio ruidosamente a su lado.

Eres un alfa moderno, ellos son gente moderna, no los juzgues, por Dios, trató de comunicarle esas mismas palabras a Binnie sin decir ni una sola en voz alta.

—Entonces, ¿te quedaste sin hermanitos?

—Tal vez cuando Innie oppa vuelva del viaje traiga uno. —Minho estaba confuso, sobre todo porque Jisung pareció muy incómodo de repente.

Sentía mucha curiosidad, si no le molestaba que la niña hablara de su alfa teniendo hijos con otro omega, ¿por qué se ponía así porque la niña hablara de ese viaje?

—Mi tío Lixie dice que papá y el señor Lee van a tener bebés —soltó de pronto.

Los tres se enderezaron en sus sillas, Minho casi escupe todo sobre su amigo. Tenía la cara ardiendo y Jisung había clavado sus uñas en la mano que seguía sobre su muslo mientras tosía, atragantado. Quería que lo engullera la tierra, sobre todo cuando Chamgbin sonrió con un brillo malvado en sus ojos.

—¿Tú qué crees? ¿Crees que tu papá y Minho hyung tendrán bebés? —Minho lo pateó de nuevo y el hombre se quejó en voz alta.

—No sé, pero estaría bien. Si papá y el señor Lee tuvieran un bebé le prestaría todos mis juguetes, incluso a Bbama.

—Cuéntale sobre Bbama, ardillita —reaccionó Jisung—. Cuéntale cuando lo operamos.

Eso fue suficiente para que la niña se desviara del tema. Minho suspiró aliviado.

A Changbin no le apasionaban los niños ni los perros, pero ahí estaba, en un parque infantil, acariciando a un cachorro de beagle con la cachorrita de Han Jisung gritando emocionada. Le caía bien la pequeña y su padre le parecía el tipo de persona con el que podría compartir unas cuantas botellas de soju.

Era súper diferente a Minho. Donde el alfa era calmado, el omega era explosivo. Era curioso que el primero oliera a café y el segundo a lavanda.

Suni se apartó de él corriendo y se subió al balancín, la siguió, inclinándose ante la dueña del beagle antes de ir a sentarse en el otro lado del columpio. Subió y bajó con cuidado, mientras ella reía en voz alta. Tenía mucha energía, pero parecía algo cansada, después de todo, eran casi las cuatro de la tarde y no había parado de correr de un lado para el otro durante la última hora y media.

—Oye, oppa —llamó su atención—, ¿vendrás al festival de primavera? Vamos a bailar. Hoshi es el mejor que baila de toda la clase.

—¿De verdad?

—Te lo prometo, es el mejor bailarín. Él es especial, ¿sabes? —Seo asintió, impulsándose con las piernas para seguir el movimiento—. Tiene su propio parque en su casa porque los niños se metían con él —Changbin no entendía cómo se relacionaban esos conceptos, pero siguió escuchando—. El padre de Hoshi es famoso.

—¿En serio? ¿Cómo se llama?

—Se llama Seungmin, sale en la tele cantando. Y también en una película, pero es para mayores y yo no la he visto.

—Ah, sí, sé quién es —De hecho, el tal Seungmin era muy famoso—. Oye, Suni, ¿dónde está tu papi Hyunjin?

—En su apartamento nuevo. Es más pequeño que la casa que tenía antes, pero mandó a traer todos mis juguetes. Menos la consola de Innie oppa. —Seo achicó los ojos, confundido.

—¿Tu papi no vive con tu papá?

—Antes sí, hace como un montón de días. Pero ahora ya no. Y es mejor, porque así no se pelean y no lloran. ¿Tú te peleas con el señor Lee?

—A veces, Minho hyung es un poco tonto.

—El señor Lee no es tonto, él sabe un montón de cosas —lo defendió, con su ceño fruncido. La pequeña Han era de armas tomar—. Yo pensé que erais novios, pero el señor Lee me dijo que no, que solo sois amigos —Changbin se rio de su ocurrencia—. Cuando sea mayor tal vez yo pueda vivir con Hoshi. ¿Crees que si vivo con él se traerá el parque que tiene en su casa?

—Podría ser, también podrías ir a casa de los Bang y jugar en el parque, ¿no?

—Esa es una gran idea, siempre tienes las mejores ideas, oppa, tal vez mañana pueda ir —exclamó, emocionada. Pidió bajarse del balancín y él se lo concedió.

—¿Estás cansada? —Ella asintió. La alzó en brazos y la niña se apoyó automáticamente en su hombro. Aunque no le gustaran los niños, podría acostumbrarse a esa chiquitina—. Vamos a buscar a los tortolitos.

—¿Que son tortolitos?

—Personas enamoradas. Como tu papá y Minho hyung.

—Y como papi y Innie oppa.

—Hmm... ¿Sí? —Changbin seguía sin entender demasiado esas dinámicas "modernas".

La llevó hasta el banco en el exterior de la cerca, donde Jisung y Minho esperaban charlando de cosas de adultos. Changbin llevaba casi dos horas deslizándose por toboganes por los que no cabía, tocando perros aleatorios y enfrentándose a hordas de enanos gritones que lo obligaron a cargarlos. Y mientras, Lee había estado mariposeando con ese omega que olía a lavanda.

—¿Ya estás cansada, ardillita?

—Sí —afirmó, quejumbrosa. Jisung se levantó y se la quitó de los brazos, la niña se enganchó como un koala.

—Vámonos a casa.

—Podemos llevaros —intervino Minho. El omega asintió con una bonita sonrisa en sus mejillas regordetas.

Había una cosa realmente extraña en esa casa: no olía a alfa. Solo estaba la lavanda y el olor del hombre por el que su lobo rasguñaba en su interior. Era inevitable que pensara en Felix cuando las fresas estaban en el aire y había fotos suyas con el omega y la niña en el salón.

Han se excusó por el desorden y llevó a una adormilada Suni hasta una de las habitaciones. Unos segundos después salió, con una gran sonrisa. Fueron directos a la cocina y los invitó a sentarse mientras preparaba un café. Seo pensó que todo era muy nuevo, muy bonito y muy caro en aquel lugar. Nada que ver con el cuchitril en el que ellos vivían.

—Jisung... ¿Cómo está Felix? —preguntó de pronto, fijándose en la Polaroid de la nevera en la que los dos omegas sonreían ampliamente.

—Bien... —contestó el otro, haciendo una mueca rara con la boca—. Siento lo que pasó el otro día, no suele hacer esas cosas. No suele...

—Con que me digas que no anda por ahí sin supresores cuando tiene su celo me quedo tranquilo.

—Claro que no, él no es irresponsable. De hecho, aunque no lo parezca, es la persona más madura y responsable que conozco. Se vino a vivir a Corea solo, siendo un omega y nunca ha tenido ningún percance de esos...

—Suele... Hmmm... —No sabía como abordarlo.

—Binnie quiere saber si tiene a alguien con quien pasar sus celos. —Minho se levantó para ayudar a Jisung a servir el café, Changbin se ruborizó.

—No pasa los celos con nadie, nunca lo ha hecho —Oh, vaya, eso sí era una sorpresa que no esperaba—. Ni siquiera yo puedo ir a su casa en esos días. Esta ha sido la primera vez que me ha dejado cuidar de él en estos años, a pesar de que él siempre cuida de mí.

El omega puso una taza delante de él y Minho tomó las otras dos, se sentaron para seguir con la conversación, pero Seo no sabía qué más decir. No se esperaba esa respuesta, lo hacía sentir al mismo tiempo especial y rechazado. ¿Había sido el primer alfa con el que pasaba un celo? ¿Lo había ido a buscar específicamente a él? ¿Tan mal lo había hecho que ni siquiera así se dignaba a hablarle?

«Omega caótico», sí lo era. Y le dolía un poco (mucho) que siguiera ignorándolo cuando le pegó la paliza de su vida y casi lo mata del susto con su sobredosis de inhibidores.

—¿Por qué tomó tantos inhibidores?

—Felix es repostero jefe en un hotel, dirige a bastante gente y su olor es un poco... hmm...

—Abrumador —terminó Minho, Jisung asintió. Changbin opinaba que todo él era abrumador de una manera que tenía a su lobo moviendo la cola de felicidad.

—No solo es un omega dominante y todo eso, sino que se crio entre alfas. Sus padres son alfas puros, sus hermanas también. Y nunca lo han tratado distinto a pesar del shock que tuvieron cuando se presentó, ni para lo bueno, ni para lo malo.

—O sea, recibió una educación de alfas a la antigua usanza.

—Algo así. A mí al principio me impresionaba muchísimo, tuve un crush con él y todo —Minho levantó una ceja—. Él siempre dice que soy su omega y yo siempre le digo que ojalá él fuera el papi de Suni y no el imbécil pelotinto —Jisung abrió mucho los ojos—. Quiero decir... Quiero decir que yo quiero mucho a Felix, es una persona especial para mí y para mi hija.

Para mí también, quería decir Changbin, pero no lo hizo.

—Changbin hyung —Era la primera vez que lo llamaba así y lo sorprendió—, no lo presiones demasiado... Sé que igual no son las palabras que quieres oír, pero Lixie necesita su espacio. Insistir no funcionará con él.

Bajó los ojos a la taza vacía de café y asintió, no pudo evitar que su olor a chocolate se pusiera demasiado amargo.

—Hwang no vive en esa casa —aseguró, cuando se subieron al coche para ir al apartamento que compartían.

—Cuando me quedé a dormir olía a él, tal vez está fuera por algo...

—No hay ni una pizca de olor a alfa ahí dentro, Minho hyung. Y además, Suni me dijo que vivía en otro lugar. Que vivían juntos pero se peleaban...

—No sé, Binnie, tal vez están pasando una mala racha.

—He sido el primero en estar en contra de esta cosa moderna del poliamor, pero en esa casa no vive ningún alfa. Jisung no vive con Hwang.

—¿Tú crees? —preguntó, con un brillo ilusionado en sus ojos.

—Estoy seguro. Lo que no sé es el tipo de relación que tienen...

—Pregúntale a Suni la próxima vez.

—¿Estas tonto, hyung? ¿Por qué no se lo preguntas tú a Jisung?

—Porque no sé cómo abordarlo.

—Yo que sé, ¿en una de las cinco mil veces que te escapas con él para besuquearos?

—No es como si pudiera decir "oye, Jisung, ahora que estamos así, medio desnudos y jadeantes, ¿que relación te une al padre de tu hija?"

—No me parece mala idea.

—Cállate, Binnie.

—Oye... —Minho le dio una mirada de reojo—. Él me gusta para ti. Inténtalo, hyung, os veis geniales juntos. Y a Suni también le parece bien.

Minho sonrió, con sus mejillas coloreándose. Pensó que al menos alguien en ese coche tendría un poco de esperanza.

***

Yo soy Minho y Han biased, pero Changbin tiene una parcela de mi corazón en propiedad (en realidad, la tienen todos y soy Minho biased pero JeonginSeungminChanChangbinHyunjinFelix es mi bias wecker)

¡Nos vemos en el infierno, navegantes!

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