10. ¡Viniste!
No entendía ese paripé. El director Yoo estaba sentado en el escritorio tratando de mantener la expresión estoica, pero tenía la sensación de que por dentro estaba igual de indignado que Jisung. Bang Chan, sentado a su lado, resopló, frotándose los ojos. Le tranquilizaba saber que no era el único al que toda esa conversación le estaba pareciendo una memez.
—Se supone que esta es una de las instituciones más prestigiosas del país —concluyó la señora Jeong, después de una larguísima diatriba que ni siquiera escuchó—, los docentes tienen que ser igual de prestigiosos.
—Le he enviado el currículum académico de Lee Minho-ssi, está absolutamente capacitado para realizar este trabajo. De hecho, es el primero de nuestros docentes que tiene un título específico en educación especial.
—Pues que se vaya a dar clase a un colegio para "niños especiales" —soltó el señor Jeong con desprecio—, nuestros hijos son normales. Bueno, mi hija es normal al menos.
Han percibió el gruñido de Bang Chan a su lado y como apretó los puños. Parecía a punto de explotar, sus feromonas se hicieron algo más perceptibles; esperaba que fuera porque estaban sentados muy cerca y que el resto de los padres que había en el salón no lo notara.
—En esta institución tratamos de darle la mejor enseñanza a los niños, Lee Minho-ssi es un buen profesor, es un gran cuidador, se preocupa por todos, los conoce individualmente y trabaja para que mejoren sus capacidades. Es un perfil perfecto para estar aquí.
—Y es un alfa —interrumpió la señora Jeong—, nunca jamás he escuchado de un alfa que de clase a niños pequeños. Los bebés son cosa de los omegas.
Han frunció el ceño y entonces fue su olor el que se espesó. ¿Así que toda esa mierda era porque el señor Lee era un alfa? ¿Qué coño significaba eso?
—Mi esposa tiene razón, además, es maleducado y entrometido —añadió el padre de Eunji.
—Si Lee Minho-ssi les ha ofendido, estoy seguro de que no ha sido a propósito.
—Se atrevió a poner en tela de juicio nuestra elección educativa. Insinuó que estábamos siendo malos padres porque nuestro hijo mayor va a una escuela distinta —se quejó la mujer.
Jisung quería pegarle a esa alfa tan idiota. Ojalá fuera una máquina de matar como Felix, la patearía hasta que se callara esa boca pagada de sí misma. Tengo que volver a clase de taekwondo para ser como Lixie, estaba seguro de que él podría con ella incluso cuando era una alfa pura.
—Señora Jeong, siento que se lo haya tomado así, Lee Minho-ssi está preocupado por Jeong Eunji, por eso habló con ustedes. La niña le contó que su hermano iba a otro colegio y parecía incómoda con la situación. Me lo explicó y yo mismo hablé con la pequeña.
—Mi hija entiende que Eunwoo va a un colegio muy exclusivo, sabe que solo admiten a algunos niños al año. Tiene buena relación con su hermano y se portan bien en casa. Si mi hija tuviera algún problema nos lo diría. —Jisung bufó en voz alta y las miradas del resto de padres cayeron en él.
Bang Chan sonrió de medio lado, ese hoyuelo se sintió como un apoyo, como si dijera: "Dale, Han, te cubro la espalda". Hyunjin, sentado junto a los Jeong, sin embargo, tenía fuego en las pupilas.
«Alfa estúpido», el chucho tenía razón. Quería sacarle la lengua por mirarle de esa manera, pero no se pondría más en ridículo de lo que lo estaba haciendo. Y tampoco quería seguir llamando la atención de la gente que estaba allí. Bastante tenía con el desprecio patente en los gestos de los señores Jeong.
—Señores Jeong, ¿qué es lo que pretenden que haga? —preguntó el director Yoo, recuperando la atención.
—Que despida al alfa inmediatamente —sentenció la mujer. Hubo un par de miradas extrañas y el ambiente se puso frío.
La gente se removía incómoda. Se había pasado tres pueblos y de verdad necesitaba una bofetada. La imagen que tenía de la pequeña Jeong Eunji cambió y, en lugar de darle rabia, le daba muchísima pena. Tenía que ser difícil crecer en un ambiente así, con unos padres estrictos y conservadores. Gracias a Dios, no había sido su caso y tampoco estaba siendo el de Suni.
Aunque Hyunjin era un imbécil de manual, solía estar de acuerdo con las decisiones que tomaba Jisung. Se enfadaba porque no le avisaba de nada, pero en realidad no tenía quejas. Sabía que su cachorra era fantástica y que estaban haciendo un buen trabajo como padres, a pesar de todos los impedimentos.
—Como dice mi esposa, la única opción posible es que lo despida. Ese hombre no debería haber entrado aquí en primer lugar. Y si no lo hace, lo elevaremos a la institución pertinente. Sabe que ambos somos parte de la Junta Educativa.
—¿Entienden que sus razones no son legítimas? —A Han le sorprendió que el director Yoo fuera tan franco. Se había comportado muy cordialmente durante todo el rato que los Jeong estuvieron escupiendo mierda, pero parecía que su paciencia estaba agotada—. Ser alfa no te incapacita para tener hijos. Ustedes dos son alfa y tienen dos pequeños.
—Le diré lo mismo que le dije al señor Lee: por esa razón tenemos una omega que les cuida.
—Señores Jeong, por más que insistan, Lee Minho-ssi es un gran profesor y una gran persona. No voy a perder a uno de mis mejores educadores porque ustedes tengan esa visión sesgada de lo que deberían ser un alfa, un omega y un beta.
—¡Es que los alfas no saben cuidar niños! Es una mala influencia para nuestros hijos y es inevitable que termine peleando por el dominio con nosotros.
—Eso es cierto —soltó Hyunjin. Los ojos de Jisung casi se salen de sus órbitas. Quería saltar por encima de las mesas y arrancarle el pelo rojo a ese gilipollas—. Los alfas tendemos a ser territoriales. Y no somos tan buenos con los niños.
—¿Lo ve? El señor Hwang está de acuerdo.
—Eso es una mierda —exclamó Jisung, la mano de Bang Chan le agarró del antebrazo—. Nosotros no vivimos juntos. Tú cuidas de Suni cuando está en tu casa, ¿no es así? —Hyunjin apretó la mandíbula y le miró con silencioso odio—. ¿Será que no debo dejar que vaya a tu casa nunca más?
—Han, calma —susurró Bang, dejando que sus feromonas le cubrieran un poco para relajarlo.
—Esta no es una conversación para tener aquí, Jisung —aseguró Hyunjin y tenía toda la razón, pero todavía quería agarrarlo por la melena y estamparle esa cara bonita contra el pupitre.
—Yo no estoy de acuerdo con que despidan al señor Lee —añadió Han, relajando sus nervios, en gran parte gracias a la presencia de Bang a su lado—. Suni está muy feliz con él, nunca jamás ha tenido una queja. Así que no cuenten conmigo con este circo de mierda que están montando para expulsar a un buen profesional de su puesto de trabajo porque tienen la mente cerrada.
—Bueno, usted es un omega, señor Han, no entiende de esto —desechó la señora Jeong.
—¡¿Perdón?! —exclamó Jisung, poniéndose de pie.
—Yo tampoco estoy de acuerdo con que despidan al señor Lee —dijo rápidamente Bang Chan, poniéndose de pie a su lado—. Estoy con el director Yoo y con Han, el señor Lee es un buen profesor. Hoshi ha mejorado muchísimo y él sí necesita un poco más de atención.
—Que su hijo sea... así no justifica que un alfa esté dando clase a la mía. —Bang Chan gruñó audiblemente y sus feromonas se esparcieron por la habitación con agresividad. El lobo de Jisung gimoteó asustado.
—Cuide sus palabras, señora Jeong. Yo no le he faltado al respeto, no lo haga usted con mi hijo —advirtió, cortante como un cuchillo recién afilado.
—Por favor, mantengan la calma —ordenó el director Yoo.
—No puedo mantener la calma, queremos fuera a ese alfa. El padre de un niño rarito y un omega no van a tomar esta decisión. —Chan golpeó el pupitre con las manos.
—Según sus propias palabras, ser omega me capacita para tomar mejores decisiones sobre la crianza de los niños —interrumpió Jisung rápidamente, evitando que Bang Chan atacara a esa asquerosa mujer—. Así que me opongo a esta mierda que está montando. Y tal vez debería callarse la puta boca y prestarle más atención a su hija. —Los señores Jeong parecían indignados, ahora sus olores eran aún más intensos que el de Bang Chan y el chucho que vivía dentro de él estaba cagado de miedo.
—Señor Han, por favor, modere su lenguaje —murmuró Yoo, pero pudo ver como contenía una sonrisa—. Creo que no queda nada más que decir, Lee Minho-ssi continuará dándole clase a los niños hasta final de curso, no está sujeto a discusión —Los señores Jeong parecían cada vez más enfadados—. El timbre sonará en un minuto, espero que tengan una buena tarde. Ha sido un placer.
El beta se levantó y el resto de padres hizo lo mismo, los primeros en salir fueron los Jeong.
—Esto no quedará así, director Yoo, tendrá noticias nuestras —gruñó la mujer, desapareciendo por el pasillo.
Jisung no esperó a que el aula se vaciara para acercarse a Hyunjin y agarrarlo del brazo.
—¿De qué vas? ¿Qué problema tienes con el profesor? —reclamó, en voz baja.
—Que no me gusta, te lo dije.
—No tenías que ponerte de parte de esos imbéciles públicamente. Los Jeong son terribles personas y eso te hace a ti una terrible persona.
—No seas infantil, Jisung. Se trata de la educación de mi hija.
—Nuestra hija, no te olvides, Hyunjin —interrumpió, el alfa se zafó de su agarre y lo encaró, tratando de intimidarlo con su altura. Por suerte para Jisung, estaba curado de espanto con ese idiota y lo único que le provocaba eran ganas de abofetearlo.
El más alto apretó la mandíbula enfadado, pero Han solo levantó una ceja con hastío. Sintió a Bang Chan cerca, seguramente preocupado por la escenita. El olor a sándalo se hizo más fuerte y compitió con el del romero del alfa a su espalda. Jisung no descartaba vomitar por toda esa amalgama de aromas peleando en el aire.
Se quedaron unos minutos en silencio, el omega solo estaba esperando que se le pasara porque lo conocía a la perfección y sabía que esa explosión de carácter se calmaría eventualmente. Bang no parecía tan seguro porque estaba ahora muy cerca y su amenaza no bajaba lo más mínimo. Jisung pensó que le debía una cesta de frutas por todos los favores que le hacía últimamente.
—Ese alfa me reta cada vez que me ve y deja sus malditas feromonas en Suni —se quejó Hyunjin, de pronto—. ¡Como si fuera suya! ¡Suni es mía! —Han lo miró gravemente—. Nuestra —corrigió—. Suni es nuestra hija, no puede dejar su olor por todas partes y mirarme como si fuera un mal padre. Él no me conoce. Yo no soy un mal padre, Jisung. —Parecía un niño pequeño al que habían quitado su juguete. Entendió que aquello era una rabieta y una dosis muy alta de inseguridades.
—Nadie ha dicho que lo seas, Hyunjin —murmuró. Vio a Bang Chan pasar por su lado y llegar a la puerta, le hizo un gesto para indicarle que lo esperaría allí—. Si no te gusta que deje su olor sobre Suni díselo, habla con él tranquilamente. De todas formas, yo nunca lo he sentido, puede que sea tu impresión. Tal vez te portaste como un imbécil y eso lo hizo reaccionar así.
—El día que vine a buscarla me impidió llevármela, Jisung, tuvo que venir el director Yoo, como si yo fuera algún tipo de secuestrador. —El omega se rio a carcajadas y Hwang le miró confundido.
—También se lo hizo a Felix —comentó—, piénsalo de esta manera, ¿no crees que Suni estará más segura con él? —El alfa idiota pareció reflexionar.
El teléfono de Hyunjin sonó y él contestó con monosílabos. Un segundo después colgó.
—Tengo que irme corriendo, no podré ver a Suni... Quiero que quedemos pronto, necesito que hablemos de... bueno, ya sabes de qué —cambió de tema abruptamente—. No quiero que sigamos alargándolo más.
—Hyunjin, no es el momento...
—Señores, tengo que cerrar el aula —avisó Yoo desde la puerta, justo al lado de Bang.
Salieron de allí con un Hyunjin arrugando la boca como un bebé. Sabía que ese berrinche le duraría un rato más, le vio trotar hasta la salida llamando al teléfono de nuevo. Bang le apretó el hombro con ternura y le dio una sonrisa.
—Eres muy valiente, Han —murmuró—, me asustó un poco cuando se puso así de agresivo.
—Nah, olvídalo. Hyunjin es como un chihuahua, ladra mucho, pero no muerde. Le encanta el drama —susurró y ambos rieron.
—Ven a comer con Suni a casa, Hoshi habla mucho de ella. Y del chef malandro.
—¿Quién?
—Felix —contestó Bang Chan entre carcajadas—, Hoshi dice que Felix es un chef malandro, pero le encanta. También me pidió que lo apuntara a taekwondo para ser una máquina de matar. Supongo que es cosa de Felix.
—Ah, sí, bueno, estamos yendo los sábados a taekwondo con Suni. Somos los únicos adultos de la clase, pero los niños se lo pasan muy bien. Deberías traer a Hoshi, seguro que se divertiría.
—Lo pensaré... De todas formas, Seungmin vuelve mañana de Japón, podemos comer el sábado, venid los tres a casa...
—Hagamos una cosa —propuso Jisung—: trae a Hoshi a taekwondo. Después comemos todos juntos. Así tendrás un par de horas con tu hombre a solas —murmuró lo último dándole un codazo suave y las mejillas pálidas del chico se colorearon justo antes de asentir.
—¡PAPÁÁÁÁÁ, VINISTEEEEE! —gritó Suni emocionada, corriendo hacia él cuando cruzó el umbral de la puerta del aula.
Jisung se acuclilló justo a tiempo para que esa bolita de demolición se tirara contra él. Sus pequeños brazos le rodearon el cuello y cayó de culo, sentándose con ella colgada como un mono. La abrazó con fuerza, su corazón canturreó en su pecho y le dio un beso en la coronilla mientras ella se restregaba contra su cuello.
Toda la mierda que pase valdrá la pena, las discusiones, Hyunjin, no llegar a fin de mes, la caridad, las horas de más, las noches sin dormir, los celos en soledad, los viajes al hospital. Todo valía la pena porque tenía ese pequeño ser humano al que amaba más de lo que nunca se amaría a sí mismo. Suni era la cosa más preciosa del mundo y Hwang era parcialmente responsable de todo lo maravillosa que era, así que debía concederle esa medalla. Suni era un tesoro y ellos lo habían creado juntos.
Se separó para agarrarle las mejillas regordetas y darle un beso.
—Viniste a mi clase, papá —dijo ella, emocionada—, te voy a enseñar todos mis dibujos.
—Claro que sí, ardillita —murmuró, besándola una vez más. Aspiró para captar el olor a café de su bebé.
Un momento, ¿café?
«¿Café?», su lobo estaba tan confundido como él.
Olfateó a Suni confundido, ese no era su olor, esas feromonas de alfa eran de...
—Mira, papá, él es el señor Lee, por fin lo conoces.
Suni se escapó de sus brazos para correr hasta aquel muchacho que le miraba con los ojos muy abiertos. El estómago de Jisung dio un vuelco y se ruborizó. Era endiabladamente guapo, joder, tenía los ojos enormes y la nariz perfecta. Jesús, ahora él también quería unas clases particulares del señor Lee. Unas de anatomía, a ser posible. O de flexibilidad, o de cualquier cosa que implicara poca ropa.
Felix no había mentido. En todo caso, había ocultado lo jodidamente bueno que estaba ese tipo. Lixie, cabrón egoísta, los quieres todos para ti.
Se dio cuenta de que estaba en el suelo cuando Bang Chan le tendió la mano para que se levantara. Sus mejillas se calentaron y apartó la vista de aquel chico con delantal de dibujos para agradecerle al otro alfa por su ayuda. Le pareció que el señor Lee murmuraba algo y sintió un poco más fuerte el olor a café. Le resultaba familiar, estaba seguro de que había olido antes ese aroma y su lobo estaba repentinamente callado y quieto.
Bang Chan le dio una sonrisa muy suave, con sus hoyuelos mostrándose otra vez y él se la devolvió.
—Parece que últimamente no paras de ayudarme.
—Estás teniendo una etapa bien torpe —bromeó el otro.
—¿Dónde está el papá pelotinto de Suni? —interrumpió Hoshi. Bang se sonrojó.
—¡Hoshi! —lo reprendió su padre—. No puedes llamar así al señor Hwang.
—El tío chef-malandro lo hace.
—Pero el señor Lee dice que eso no se puede decir, Hoshi —intervino Suni. Tiró del delantal del hombre—. ¿Verdad que no, señor Lee?
—Cla... claro... Sí, digo no —tartamudeó el chico. Jisung sintió unas maripositas extraviadas en su estómago cuando escuchó su voz suave. Le pareció muy tierno que se pusiera nervioso y desviara la mirada.
—Ves, no puedes decir eso de mi papi...
—Perdón... —murmuró Hoshi, haciendo un puchero—. ¿Ya no vas a ser más mi amiga? ¿Ya no me vas a enseñar taekwondo?
—No, no —Suni se acercó a él y le puso una mano en la cabeza aunque el niño era más alto que ella —. Solo no lo digas más, a veces todos decimos cosas malas sin querer. —Eso pareció tranquilizar al niño, que sonrió.
—Hoshi —lo llamó Jisung—, el sábado vienes con nosotros a taekwondo, ¿qué te parece?
El niño miró a su padre con los ojos brillantes, verificando la información. Bang le sonrió y asintió. El pequeño gritó y tiró del pantalón vaquero de su padre. El alfa lo aupó y el niño le pellizcó las mejillas con fuerza. El adulto se rio y le acarició la cabeza como acababa de hacer Suni, solo que sus manos se veían inmensas en aquella carita de bebé.
—Pa, voy a ser una máquina de matar, es todo lo que he querido en la vida —aseguró.
—Solo hace una semana que quieres ir a taekwondo.
—¿Puedo llevar los colores?
—No, Hoshi, no se puede pintar en taekwondo.
—Entonces si alguien hace llorar a Suni, ¿cómo le voy a regalar un dibujo altrastos?
—¿Un qué? —preguntó Bang Chan.
—Un dibujo abstracto —aclaró Jisung con una risita.
—Me hizo un dibujo de Bbama y otro de mi tío Lixie. No se parecían mucho pero papá dice que son muy bonitos porque son altrastos y los tengo colgados en el tablón de mi cuarto —añadió ella.
Se descolgó la mochila y rebuscó dentro hasta que sacó el perro asqueroso con el que insistía en dormir. Se lo mostró al padre de Hoshi con una enorme sonrisa.
—Ese es Bbama, Pa, es un perro. El tío Lixie es más alto y no es un perro, es un chef-malandro —comentó Hoshi.
Hubo un montón de expresiones de sorpresa y Jisung decidió que tenía que terminar esa conversación tan aleatoria.
—Bueno, Suni, vámonos, estamos molestando al señor Lee...
—¡No! —exclamó el chico, todos lo miraron desconcertado—. Quie... Quiero decir no, no molestan. No. Es mejor... No... Hmm... —balbuceó, moviendo las manos sobre el escritorio, nervioso—. Yo, bueno, me... Me alegro de conocerle, señor... Hmm...
—Jisung —contestó—, puede llamarme solo Jisung...
«Llámame como quieras, gatote», Han se ruborizó por el tren de pensamientos de su lobo que, sorprendente, coincidían con los propios. El profesor parecía paralizado y podía sentir en su pituitaria las feromonas ajenas y como las suyas respondían positivamente. Joder, ¿por qué ese olor le era tan familiar?
—Ehm... —Bang Chan carraspeó—. Nosotros nos vamos, nos vemos el sábado. Hasta mañana, señor Lee.
—Gracias por todo otra vez, Bang Chan.
—Llámame Chan —bromeó. Jisung le sonrió.
—Está bien, Chan hyung, te mandaré un mensaje para avisarte de la hora a la que pasaré a por Hoshi —Le acarició la mejilla al niño—, vamos a ir con el tío Lixie a clase de taekwondo y te convertirás en una máquina de matar.
—¡SÍÍÍ! ¡Corre, Pa, vayamos a comprar el uniforme de máquina de matar!
—Hoshi, cariño, podemos ir mañana...
—¿Y si no hay? ¡Corre, Pa, vámonos ya! —exclamó, alterado.
Bang Chan rodó los ojos y se despidió del profesor. Le puso la mano en el hombro a Jisung cuando salía y escuchó un poco más claramente el gruñido de Lee. Se volteó para mirarlo y pareció realmente avergonzado. Por un segundo, creyó que estaba buscando un agujero en el que esconderse.
—Papá, ¿dónde está el tío Lixie? —preguntó Suni, haciendo que apartara su atención de ese alfa tan raro y tan guapo.
—Está en casa, ¿por qué? ¿Lo quieres más a él que a mí? ¿Por qué me haces esto, ardillita? —dramatizó.
—No, no, no —se rio ella—, solo preguntaba porque nunca me vienes a buscar tú... Pensé que el tío Lixie estaría en el coche.
—Bueno, a partir de ahora vendré a buscarte más porque papá ha sido ascendido, ¿recuerdas? Ahora tengo más tiempo para estar contigo.
—Enhorabuena... —el susurro le llegó desde la mesa al otro lado del salón, donde el alfa seguía paralizado. Jisung sonrió, sonrojándose.
—Gracias, señor Lee... Bueno... Ya nos vamos. Ha sido un placer, supongo que ahora nos veremos más.
—Oh, sí que es un placer —susurró el chico, con una sonrisa tirando de su bonita boca rosada.
Jisung tomó de la mano a la niña y salió de aquella clase con una extraña sensación de asfixia. Su estómago bailaba, dando saltos como los que Suni daba a su lado. ¿Por qué mierda le era tan familiar ese olor?
Tal vez era el celo, al fin y al cabo acababa de pasarlo, así que tal vez era simplemente que ese alfa era muy guapo y olía bien. Y que él seguía estando un poco hormonal. Sí, seguramente era el celo y su estúpido lobo se calmaría si se acostumbraba a verlo más a menudo.
—Es el omega más bonito del mundo —repitió Minho por décima vez.
Changbin rodó los ojos, harto de su mierda adolescente. Cambió de canal una vez más, pero no había nada que le interesara de verdad. Comprobó su teléfono, ninguna notificación. Bufó en voz alta y soltó el dispositivo sobre la mesita de café sin cuidado.
—Joder, huele tan bien y es tan guapo. Tiene las mejillas redondas y estaba muriéndome por pincharlas con el dedo. Y ese maldito alfa lo tocó, le dio la mano y luego le tocó el hombro. Y le dijo que le llamara "Chan" —Minho hizo una mueca—. "Llimimi Chin", estúpido.
—¿No es el padre de uno de tus alumnos?
—Sí, pero me da igual es un idiota. Y es el que se llevó a Jisung a casa el sábado.
—¿El alfa semidesnudo? —preguntó, conteniendo la risa. Minho arrugó el ceño—. ¿El que estaba mamadísimo?
—Sí. Es él. Pero no parece la misma persona todo formal y serio, Binnie —gimoteó.
—Estabas idiotizado por el olor del omega —Minho hizo un ruido con la garganta—. Hyung, el chico tiene alfa, contrólate.
—No le vi la marca, no lleva marca y tampoco anillo.
—Tiene una hija, Minho hyung. Tal vez no viste la marca por la ropa que llevaba. ¿Era cuello vuelto?
—No, era una camisa blanca de vestir y un pantalón vaquero negro que le quedaba como un puto guante. Jesucristo, Binnie, tiene el culo como un melocotón. Te lo prometo —suspiró.
—Lo sé, lo conozco, ¿recuerdas? —comentó, cambiando otra vez de canal. Minho le golpeó con fuerza en el brazo—. ¿Qué haces?
—No le mires el culo al omega. Se lo diré a Lee Felix.
Changbin apretó los labios con una mueca enfadada y volvió sus ojos a la pantalla, ignorándolo. No quería hablar de Felix. No le apetecía que le recordaran que alguien llevaba toda la semana haciéndole el vacío.
Sus ojos fueron a la pantalla negra de su teléfono que, por supuesto, no se encendería. Daban igual los tres o cuatro mensajes que le había enviado, Felix no contestaba. Changbin quería reclamarle a ese duendecillo por pasar de él, pero no podía hacerlo. Es decir, ellos no se debían nada, eran una aventura de una noche, aunque no quisiera serlo.
—Ey, Binnie, ¿estás bien? —preguntó Minho, dándole un empujoncito. Asintió—. ¿Felix no te contesta aún?
—No —dijo, secamente.
—Bueno, el sábado irá a clase, trata de hablar con él y deja de ser un stalker y acosarlo por Kakao.
—¿Qué pasa si no va? —susurró—. Si no va no volveré a saber nada de él porque... no sé nada de él...
—Bueno, es chef —comentó su amigo, encogiéndose de hombros—. No sé donde trabaja, pero puedo preguntarle...
—No, quiero que me lo diga él. Quiero que sea él el que despeje todas esas cuestiones. Quiero que me conteste y salir con él. No sé, invitarlo a cenar o algo. Una cosa así de las que hacen las personas para conocerse mejor...
—Vosotros ya os conocéis bíblicamente, Binnie.
—No quiero follar con él, hyung, quiero salir con él, tener una cita —confesó, resoplando.
Minho se quedó en silencio unos segundos. Solo se escuchaba la televisión en volumen bajo que ninguno estaba viendo realmente.
—Vaya... No sé qué decir...
—No tienes que decir nada, solo no me hables más de él.
—Pero, Changbin, tú estás...
—¿Cómo estaba peinado Han?
—¿Ah?
—Su pelo, ¿cómo lo llevaba? El día que vino a clase llevaba el pelo sobre la frente y parecía súper joven. ¿Qué edad crees que tiene?
—Uhm... Calculo que tendrá 25 o 26. Pero le dijo a Suni que lo habían ascendido, así que igual es un poco mayor... Debe haber tenido a la niña poco después de terminar la universidad. Es adorable, Binnie, joder —Changbin sonrió cuando su amigo apretó el cojín entre sus manos. Era fácil hacer que Minho se distrajera si se traía a Han a la conversación—. Cuando lo vi con ella me derretí. No podía ni hablar, mi lobo estaba desquiciado. Sé que tuvo que olerlo porque el padre de Hoshi lo notó.
—También es desafiante y muy desobediente. Lo puse a dar vueltas al dojang porque no se callaba la boca.
—No lo castigues —gruñó Minho.
—Si se porta mal, tengo que castigarlo —bromeó, sacándole la lengua. Minho le golpeó en el hombro.
—No. Lo. Castigues. —Mierda, su lobo se removió inquieto porque la amenaza parecía demasiado real.
—Él no me gusta, hyung, y tampoco debería gustarte a ti. Deberías apartar esos pensamientos. Te meterás en un problema —aconsejó levantándose para ir a calentar agua.
—No voy a acercarme a él, Changbin, no voy a buscarme más problemas con ese alfa pelotinto que me odia —refunfuñó, con los brazos cruzados.
—Eso espero amigo...
—Pero puedo mirarlo, mirarlo desde lejos... Es el omega más bonito del mundo —repitió.
Changbin rodó los ojos, preparando sus fideos instantáneos para cenar. Escuchar a ese idiota enamorado era mejor que pensar en lo difícil que parecía estar poniéndoselo Felix.
***
Han hecho falta 10 capítulos para que se vean las caras
¡Ahora todo es avanzar, navegantes!
¡Nos vemos en el infierno!
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