★. 01

Después de una larga jornada laboral, Nao cerró con pesadez la puerta de su apartamento. Se preparó un café y se acomodó en su espacio de trabajo para terminar los pendientes del día anterior. Mientras revisaba los papeles, comenzó a sentir un leve tirón en la parte baja de la espalda. Soltó un pequeño quejido y trató de aliviar el dolor masajeando la zona, pero no obtuvo mejoría. Resignada, cerró su laptop y decidió prepararse para dormir, ignorando por completo la invitación de sus amigas más cercanas para salir de fiesta.

La idea de ir a un bar abarrotado le resultaba poco atractiva. Suspiró mientras se recostaba en la cama y tomaba su celular. En la pantalla de inicio brillaba el ícono de una aplicación de citas. Con desgana, la abrió y revisó su perfil. Solo diez personas habían interactuado con él. Frunció el ceño al leer la descripción que sus amigas habían escrito por ella:

"¡Hola, soy Nao! Me gusta leer, comer postres en cafeterías acompañadas de un buen café. Soy pésima en la cocina. Tengo veintitantos años".

Bloqueó su celular y lo dejó descansar sobre su pecho, que subía y bajaba lentamente al compás de su respiración. El cansancio acumulado de los últimos días parecía envolverla como una manta pesada. El débil parpadeo de las luces del edificio vecino se reflejaba en la pared de su dormitorio, acompañándola en el silencio. Por unos breves momentos cerró los ojos, permitiendo que el ruido lejano de los autos en la calle se convirtiera en un arrullo, y sin darse cuenta, se quedó dormida, con el leve aroma del café todavía impregnado en sus manos.

***

Sanemi golpeaba con fuerza el saco de boxeo, sus nudillos envueltos en vendas ya algo desgastadas. Cada impacto era un estallido seco que reverberaba en la sala vacía, amplificando el eco de su frustración. El sudor resbalaba por su frente y empapaba su camiseta, se pegaba a su piel marcada por cicatrices que cuentan fragmentos de su vida.

La reciente conversación con sus amigos en la sala de profesores no dejaba de rondar en su cabeza, una y otra vez. "Deberías intentar conocer a alguien que soporte tu maldito carácter", le habían dicho entre risas, como si fuera algo tan sencillo. La idea le resultaba absurda, casi insultante. ¿Qué clase de persona podría soportarlo realmente? Ese pensamiento lo irritaba aún más, empujándolo a golpear con más fuerza, como si cada puñetazo pudiera silenciar esas voces molestas.

Se detuvo un momento, respirando con dificultad, mientras su mirada se clavaba en el saco que oscilaba de un lado a otro. El aire denso y cargado de humedad lo envolvía, pero no lograba calmar el nudo de incomodidad en su pecho.

«Lo peor que puede pasar es que te bloqueen, ¿no?». Pensó, sentándose en las bancas y bebiendo un poco de agua y tomando su celular.

—Ridículo —gruñó para sí mismo, mientras revisaba la app que Uzui le había instalado en su teléfono. Sin embargo, cuando un perfil sencillo apareció con la descripción de una chica llamada Nao, su dedo se detuvo.

***

Nao se despertó horas después, confundida los reiterados sonidos de su celular vibrando sobre su pecho. La alta iluminación de su pantalla hizo que cerrara los ojos con molestia. El reloj digital de su móvil marcaba las 00:52 a.m., acompañados de varias notificaciones de diferentes aplicaciones y llamadas perdidas de sus dos íntimas amigas.

"¡Cielooo, te estás perdiendo la mejor fistaaa!"

Leyó el mensaje de Hari: "aunque pensándolo bien, no es tu estilo en absoluto". Seguía el mensaje en su grupo en común, adjuntando una selfi de Hari y Lana con vasos de colores.

Lana más tarde había escrito en el mismo chat:

"Por cierto: ¿cómo vas con la aplicación?, ¿has congeniado con alguien?"

La muchacha suspiró y siguió deslizando las notificaciones aún media dormida. Cuando notó que había una notificación proveniente de la aplicación:

"¡Rápido! Tienes nuevas coincidencias".

Acercó su celular a su rostro y apretó el mensaje que la llevó de manera instantánea a la pantalla principal, en donde había diferentes perfiles. Se acomodó en la cama mientras luchaba de manera desesperada por eliminar cualquier rastro de sueño.

Deslizó hacia la derecha cualquier perfil que la misma aplicación le había recomendado, deteniéndose al ver un perfil que captó su atención.

"Sanemi Shinazugawa, veintitantos años. Profesor de matemáticas. Me gusta el Ohagi, no la gente. (Tengan paciencia, es agradable)", decía la breve y realista descripción, acompañada de una foto que no intentaba disfrazar su aspecto severo.

Nao interesada comenzó a deslizar las fotos adjuntadas en su perfil. Realmente las pocas fotos que tenía adjuntas en su perfil eran de mala calidad, casi pixeladas y en ninguna parecía estar sonriendo. Inconscientemente soltó una risa.

Sanemi al mismo tiempo, leyó el perfil de Nao. "Me gusta leer, comer postres en cafeterías acompañadas de un buen café. Soy pésima en la cocina". Algo en esas palabras tan sencillas lo hizo fruncir el ceño. Sin pensarlo demasiado, presionó el botón que indicaba interés.

Y en ambas pantallas apareció un enorme corazón rosado acompañado de un hermoso título en letras grandes de color blanco y en cursiva.

"¡Tremendo match!"

Y apareció en la pantalla el perfil para mandar mensajes, se veía que él estaba en línea. Nao duda si debe dar el primer paso y mandar el primer mensaje.

Sin poder creerlo, sacó una captura de pantalla, sus manos tiemblan al sostener con fuerza su móvil, lo adjuntó junto con un mensaje de sorpresa en su grupo de amigas.

"Hice match con un hombre muy divertido". Escribió, sin recibir un mensaje por parte de ellas y salió de la aplicación de mensajería al recibir un mensaje de aquel hombre llamado Sanemi.

No esperaba que alguien como tú, se interesara en mi perfil.

Nao arqueó una ceja, sonrió ante la seguridad de las palabras mostradas en la pantalla.

¿Y eso?, ¿cómo crees que soy? 

Te ves como una persona ingenua, casi tontita en tus fotos... Mm... dulce y amable que probablemente piensas que puedes con todo y todos somos amigos.

El tono directo de aquel hombre la tomó por sorpresa y no negaría esas palabras de «tontita e ingenua» no lograron que frunciera el ceño. Era diferente a lo que Hari y Lana le habían comentado y advertido, hombres llenando las burbujas de chat con palabras vacías, halagos y un encuentro para algo íntimo sin ni siquiera presentarse. Este hombre era sin filtro, y con naturalidad cautivó a Nao con facilidad.

¿A si me veo? ¿Ingenua y tontita en mis fotos?

Mentiría si dijera que no me ofendí, pero siento que es interesante y, ya que aquí estamos: ¿qué piensas que veo en tu perfil?

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