🏵️Capítulo 3🏵️

El taxi se detuvo suavemente frente a un edificio antiguo, cuya fachada estaba desgastada.
Rin bajó del auto con movimientos inseguros, sus manos temblorosas luchando por sostener el teléfono que llevaba en la mano . La dirección que había verificado una y otra vez seguía siendo la misma.

El aire frío de la tarde se colaba por el abrigo ligero de Rin, y con un profundo suspiro, reunió el valor para dar el primer paso hacia los escalones desgastados que llevaban a la entrada principal. El corazón le latía con fuerza, cada latido resonando como un eco en su pecho. "Es ahora o nunca", se dijo mientras extendía la mano hacia la puerta.

Tocó con suavidad, apenas rozando la superficie de la madera astillada. No hubo respuesta. Su ansiedad aumentó, y esta vez golpeó con más fuerza, lo suficiente para que el eco resonara en el pasillo del edificio. Desde el otro lado, un sonido de pasos arrastrados rompió el silencio, seguido de un crujido cuando la puerta se entreabrió.

Kaede apareció detrás de la puerta, con el ceño fruncido y una mirada que podría haber helado a cualquiera. Su cabello gris estaba recogido en un moño desaliñado, y la expresión de desdén en su rostro parecía casi permanente.

—¿Qué haces aquí muchacha? —preguntó con brusquedad, cruzándose de brazos como si esperara que Rin se marchara sin más.

Rin tragó saliva, tratando de contener las emociones que amenazaban con desbordarse. Había practicado lo que diría, pero frente a Kaede, las palabras parecían desmoronarse.

—Necesito hablar con usted... Es sobre mi sobrina. ¿Dónde está la hija de mi hermana? —logró decir, su voz temblorosa, pero firme.

Kaede resopló, como si la pregunta no mereciera respuesta alguna. Sus ojos se estrecharon, y durante un instante, Rin sintió que la mujer la estaba evaluando.

—No está aquí —contestó Kaede finalmente, con un tono tan cortante como una cuchilla.

El pecho de Rin se encogió ante esas palabras. Dio un paso adelante, con la desesperación empujándola a insistir.

—¿Dónde está, ella? —cuestiono, su voz rompiéndose con la súplica.

Kaede suspiró con exasperación, como si estuviera lidiando con una niña caprichosa en lugar de una mujer desesperada.

— No podía criar a otra con esta edad. Tengo mis propios problemas, y con tu hermana en coma... ¿qué sentido tenía que la niña sufriera aquí con una anciana? —dijo, su tono tan frío que las palabras se sentían como agujas en el corazón de Rin.

La revelación golpeó a Rin con la fuerza de un vendaval. ¿Cómo podía alguien hablar de su sobrina con tanta indiferencia? La rabia se encendió en su interior, luchando contra el nudo que le apretaba la garganta.

—Esa bebé es mi sobrina. Es mi familia. ¡No puedes simplemente deshacerte de ella!Debió esperar a que llegará. —dijo, levantando la voz con una mezcla de incredulidad y furia.

Kaede arqueó una ceja, como si la pasión de Rin no tuviera importancia alguna.

—Tu hermana está en coma, muchacha. La niña tiene un padre, uno rico, que puede cuidarla. No veo por qué haces tanto escándalo —respondió con indiferencia.

Rin sintió que su mundo se tambaleaba.

—¿Un padre? ¿Quién es? —preguntó, la voz entrecortada mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar.

Kaede evitó su mirada, jugueteando con las mangas de su chaqueta desgastada.

—No importa. Él está cuidándola, en estos momwntoa
. Eso es lo que importa —dijo, como si quisiera cerrar la conversación de una vez por todas.

Pero Rin no podía aceptar una respuesta tan vaga. Dio otro paso hacia Kaede, su mirada cargada de determinación.

—¡Claro que importa! ¿Cómo pudiste decidir algo así sin consultarme o esperar a que mi hermana despierte? ¿Sin siquiera darme la oportunidad de estar para ella? —insistió, con la voz temblando de emoción contenida.

Kaede levantó las manos en un gesto de rendición, aunque su expresión seguía siendo fría.

—Está con su padre. No hace falta que te metas, muchacha. Ella está mejor así. Y déjame decirte algo: ¿qué podrías ofrecerle tú? Apenas tienes para ti misma y eres aún muy joven—añadió, con una dureza que perforó el orgullo de Rin.

Un silencio pesado se instaló entre ambas, roto solo por el susurro del viento que se colaba por las rendijas de la puerta. Rin apretó los puños, sintiendo cómo su frustración crecía. No entendía por qué Kaede parecía tan reacia a darle respuestas claras sobre su sobrina. Su mirada, llena de súplica, se posó en la anciana una vez más.

—Por favor, señora Kaede, ¿dónde está ella? —insistió, su voz quebrándose en cada palabra.

Kaede suspiró profundamente, como si el peso de los años y los secretos que cargaba la estuvieran aplastando. Finalmente, se dio la vuelta, caminó hacia la mesa y tomó una pequeña caja dorada que había estado oculta entre varios papeles. Con cuidado, la colocó frente a Rin.

—Aquí tienes las respuestas que buscas —dijo, cruzándose de brazos mientras la miraba con una mezcla de pena y advertencia.

Rin miró la caja con cautela, pero su ansiedad no le permitió esperar. Rápidamente abrió la tapa y se encontró con un pequeño tesoro de recuerdos olvidados: cartas, fotografías, un elegante dije dorado con una inicial grabada, y recortes de periódico que hablaban de la poderosa familia Taisho.

Al sostener el dije entre sus dedos temblorosos, una sensación de desconcierto y furia la invadió. Entre los recortes había varias fotografía de la gran familia Taisho.Una de las imágenes llamo su atencio.
Bajo la imagen, un titular anunciaba: "Sesshomaru Taisho , el succesor de los Taisho se compromete con la hija de Onigumo Nakamura".Mencionaba mientras mostraba una agen familiar donde se encontraban dos jóvenes y sus padres y la hija de los Nakamura.

—¿Qué significa esto? —preguntó Rin, mirando a Kaede como si esperara que todo aquello fuera un malentendido.

Kaede suspiró nuevamente, sentándose frente a ella. Sus ojos reflejaban un cansancio que iba más allá de lo físico.

—Tu hermana siempre fue una mujer fuerte —comenzó a decir, con la voz baja—. Se esforzó para asegurarse de que no te faltara nada. Trabajó duro, incluso en una de las empresas más prestigiosas de Tokio. Pero hubo un momento en el que las cosas cambiaron. Me confesó que se había enamorado de alguien de una familia millonaria. No me dio muchos detalles, pero sé que era un hombre poderoso.

Rin permaneció en silencio, sus ojos clavados en los recortes mientras Kaede continuaba.

—Tiempo después, la vi decaída. Me dijo que había terminado con él. No quería hablar más del tema, pero estaba claro que la había afectado profundamente. Pasaron meses, y cuando volvió a visitarme, estaba embarazada. Su tristeza era tan evidente que no hizo falta preguntarle nada. Se limitó a decir que no le reclamaría nada al hombre. Que esa niña sería solo suya.

Kaede hizo una pausa, observando cómo Rin examinaba las fotografías con creciente indignación.

—Tu hermana tuvo una vida muy dura después de eso. Dio a luz sola, con mucho esfuerzo. Cuando llegó el momento, me pidió que cuidara de la bebé, porque no sabía si sobreviviría al parto. Kagome no despertó, y me encontré con una niña en brazos, sin saber qué hacer.

Rin levantó la mirada, una mezcla de incredulidad y rabia reflejada en su rostro.

—¿Y decidiste entregarla sin más? —preguntó con un tono que cortaba como un cuchillo.

Kaede asintió con lentitud, sus labios temblando.

—No podía criar a una bebé a mi edad. Y su padre... él tenía los medios para darle una vida que yo no podía ofrecerle. Así que, sí, fui a buscarlo. Usé los recortes que encontré en las cosas de tu hermana y supe quien era el ,por eso no dudé en dejarsela.

—¿Cómo pudiste? —Rin se levantó de golpe, su cuerpo temblando—. ¡No tenías derecho a decidir por nosotras!

—Tu hermana ya no estaba en condiciones de criarla, y tú aún eres joven ,no crei que estuvieras dispuestas a arruinar tu vida por una bebé —respondió Kaede, con una firmeza inesperada—. Tal vez no fue la decisión correcta, pero fue la mejor que pude tomar en ese momento.

Rin apretó el collar en su mano mientras las palabras de Kaede resonaban en su mente.
—pero ella era mi sobrina.

—Moroha. —soltó la mujer —Ese era el nombre que Kagome había elegido para su hija. Y ahora, estaba en algún lugar donde no le faltará nada.

Aquello no hizo que se tranquulizara,puesto que en su mente solo iba creciendo  la idea de que su sobrina estaba con un hombre que había abandonado a su hermana cuando más lo necesitaba.

—No sé por qué te preocupas tanto, muchacha —dijo, su tono cansado pero firme—. Pensé que sería lo mejor para la niña. Allí, con su padre, puede tener una vida que tú no puedes darle. No le faltará nada.

Rin dio un paso adelante, su mirada encendida por una mezcla de angustia y desafío.
—¿No le faltará nada? ¿Y qué pasa con el amor, con la familia? ¡No puedes decidir algo así como si ella fuera un objeto! Moroha necesita a alguien que la quiera, no solo comodidades.

Kaede apartó la vista, incómoda con la intensidad de Rin.
—Si quieres buscarla, hazlo —dijo finalmente, su voz cargada de resignación—. Pero te advierto que será difícil. La familia Taisho no es fácil de enfrentar, y aquel hombre no es conocido por ser alguien accesible.

Rin apretó los puños, su determinación endureciéndose con cada palabra de Kaede. Sabía que el camino que tenía por delante sería arduo, lleno de obstáculos y tal vez incluso de rechazos, pero no podía permitirse flaquear. Moroha era su sobrina, su familia, y no descansaría hasta asegurarse de que estuviera a salvo y rodeada de amor.

—No importa lo que me cueste —declaró, con una fuerza que resonó en el pequeño espacio—. Voy a buscarla, y la traeré de vuelta si es necesario. No pienso dejarla sola.

Mencionaba mientras tomaba su bolso y salía de la casa, para ir al hospital.

Continuará

Hola, aquí la continuación.

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