Capítulo 11
Jungkook estaba cumpliendo con sus obligaciones dominicales de barrer la nieve de la vereda, cuando de lejos vio a su crush levantando la mano para saludarlo. ¿Me está saludando a mí? Se preguntó, mirando hacia atrás por si es que en realidad venía otra persona a quien Namjoon conociera, pero no había nadie. Sólo entonces devolvió el saludo.
- Hola, Jungkook
Recordaba su nombre. Se veía tan precioso, con los hoyuelos decorando sus mejillas, y la nariz enrojecida por el frío.
- Hola Namjoon, ¿cómo está?
- Muy bien, ¿y tú? Te veo haciendo trabajo pesado hoy
- Ay, sí... pero al menos me dan algo de dinero – sonrió, arrepintiéndose inmediatamente de la frase. Lo hacía sentirse como un niñito mimado que no hacía favores en el hogar a menos que le dieran plata, y no era así. Sus padres le ayudaban a comprarse cosas porque nada más querían verlo contento, y Jungkook retribuía este gesto siendo un hijo servicial.
- Hay que ganarse la vida de alguna manera – le sonrió Namjoon. – Y bueno... ¿le entregaste el sobre a Jimin?
Jungkook sintió su garganta apretarse y una sensación de náusea. ¿Cuántas veces más tenía que suceder, que Namjoon sólo se acercara a preguntarle por su amigo?
- Ah, eso, sí, se lo entregué - agachó la mirada, y enterró la pala en la nieve con tanta fuerza, que sin darse cuenta rebotó con una roca y lo hizo caer de culo en el suelo, mojado y frío.
No le faltaba más, además de no ser correspondido, ahora hacía el ridículo frente al chico de sus sueños. Namjoon no lo pensó dos veces y se agachó a atenderlo.
- ¿Estás bien, Jungkook?
- Ouch – se quejó, cuando el mayor intentaba pararlo – sí, estoy bien... qué ridículo, disculpe
- Hey, no pidas disculpas, no hiciste nada malo. Oye, estás rojito
Normalmente, Jungkook se habría enfurecido por hacer notar algo como eso, pero lo había dicho tan tiernamente, que una sonrisa brotó en sus labios. ¿O es que acaso a Namjoon le perdonaba todo?
- El frío y la vergüenza no son una buena mezcla
- No tienes por qué sentir vergüenza conmigo... ya somos como amigos, ¿no? Eres mi mensajero personal, además
- Cierto – la amargura volvió a apoderarse de sus órganos internos y de sus recuerdos. Cada vez que Namjoon estuviera ahí, lo haría por Jimin. – Bueno, será mejor que me cambie de ropa. Permiso, Namjoon-ssi
- Ve, cámbiate o te resfriarás. Nos vemos, Kookie
- Nos vemos, adiós
Era la primera vez que Namjoon no le preguntaba por Jimin directamente. Bueno, le preguntó por el sobre, pero nada más. Otras veces lo bañaba en preguntas, hasta que llegaba un punto en que Jungkook quería llorar, pero nunca demostraba hastío, siempre respondía cada una de sus inquietudes, con la paciencia de un monje.
Nada como para ilusionarse, de todas maneras. Jungkook conocía su lugar, que siempre sería el de subalterno.
~
Hacía mucho tiempo que Jimin no asistía a un musical de tal calidad. Nunca había ido a un teatro como ese, tan maravilloso, elegante y sofisticado, pese a su antigüedad. La acústica del lugar era excelente, la música y las voces se oían con tal nitidez que Jimin se preguntaba si es que estaba grabada en algún parlante. Los bailarines y actores eran sin duda extraordinarios.
Namjoon, a su lado lucía feliz, aplaudiendo emocionado. A ratos, sus miradas se encontraban, y Jimin prefería mirar en otra dirección.
Había leído la carta junto a las invitaciones. Sabía bien lo que pasaría, no era un ingenuo, pero estaba indeciso. Una parte dentro de sí le decía que era buena idea ir y conversar las cosas cara a cara; otra parte le aconsejaba relegar la responsabilidad a las redes sociales y arreglar las cosas por chat.
No, esa no era su forma de enfrentar los problemas, de hecho, eso era básicamente huir de ellos, y Jimin no era el tipo de persona que escaparía. Ya se sentía lo suficientemente deshonesto, y para eso ya bastaba y sobraba con Taehyung.
Se reunió con Namjoon finalmente para ver el musical, y lo estaba pasando bien. Cuando salieron, Namjoon le pidió su compañía para ir a ver los juegos de agua y luces al Río Han. Era un espectáculo precioso que, aunque vieran habitualmente, siempre se sentía como novedad.
Era eso lo que lo había cautivado de Namjoon, la novedad, la sensación de renovarse. Pero con Yoongi tenía algo muchísimo más seguro, y lo había decidido.
- Sabes – el alto comenzó a hablar, y Jimin temblaba ante la anticipación – creo que hoy... vine por algo que creí que podría hacer... pero... siendo sincero... ya no sé cómo afrontar
- Uhm... ¿y qué sería? – preguntó, la ansiedad haciendo nido en su estómago
- Es un poco tonto. Iré al grano. Venía a declararme. Pero siento que ya no es necesario. Así como también es innecesario decirte que quería declararme y ya no... - explico, avergonzado y torpe - ¡Aish!... soy un desastre, Jimin
- Oh, hyung, no, no eres un desastre, no digas eso
- Lo siento si tenías mejores expectativas...
- La verdad... sospechaba que te declararías, y venía a "romperte el corazón" – ambos rieron por lo ridículo de la situación - Estoy muy, muy enamorado de alguien más, y de hecho, y soy correspondido
- Esa persona es afortunada
- Y yo también lo soy. ¿Y qué te hizo cambiar de opinión, Namjoon-ssi?
- Creo que tú y yo iríamos muy bien de amigos antes que como pareja, ¿no tienes esa sensación? Lo descubrí hace un tiempo, pero no quería aceptarlo. Tenemos mucho en común, es cierto, pero nos falta algo más... que ni siquiera sé que es, pero supongo que lo encontraré cuando llegue esa persona, y todas las piezas encajen
- Estoy de acuerdo... además, esto habría sido muy complicado... pues conoces a mi novio
- Dios, ¿quién es? – preguntó, riendo por nerviosismo
- Yoongi. Min Yoongi. No hay día en que no sienta culpa por omitirlo contigo
- Wow, es mi amigo, Jimin – Namjoon comenzó a reír, había estado tan cerca de cometer un imperdonable error.
- Eso es lo que hace sentir tanta culpa... no haber aclarado eso antes
- Dejémoslo como secreto, ¿te parece?
Jimin sonrió, y estiró su pequeño meñique para prometer el acuerdo. El mismo dedo, pero casi el doble de largo, se enroscó con el suyo y las cosas quedaron así, en una amistad que desde un principio no podía ser otra cosa.
- Había comprado unas entradas para el parque de diversiones...
- Odio los juegos de adrenalina
Namjoon rió otra vez. No toda persona que pareciera su alma gemela lo sería realmente, y allí estaba el encanto en realidad, en las similitudes y diferencias que unían a las personas.
- Pero conozco a alguien que le encantan, y que iría feliz contigo
- No me digas que Taehyung, a ese crío no lo quiero ver en la vida
- No es Taehyung – sonrió Jimin, y luego de conversar un rato más y observar el juego de la fuente de agua, caminaron cada uno en dirección a su propio hogar.
~
Taehyung despertó junto su amado en esa mañana. Seokjin siempre se quejaba que su cara al despertar lucía hinchada, rosada y fea. Taehyung sentía que sus quejas eran una burla, Seokjin era hermoso hasta con fideos en la cabeza, pensaba después de ver un ranking de celebridades que se verían bien hasta con comida encima.
Se acercó a su cuerpo y lo abrazó, pero Jin no reaccionó más que dar un pequeño quejidito en reclamo por los fríos pies de su novio haciendo contacto con los suyos. De todas maneras, lo cobijó, no permitiría que Taehyung estuviera helado por más tiempo.
Al ratito, Taehyung se levantó y fue a preparar algo de desayuno. Siempre era al revés, pero esta vez Tae sería quien mimara a su novio. Era el cumpleaños de Seokjin y debía agasajarlo durante toda la jornada, además el mayor estaba cansado. Habían cogido hasta que la noche no era oscura, pero Tae aún tenía energías.
Eso sí, sentía que su trasero nunca volvería a ser el mismo, pero lo agradecía, le habían destrozado el culo con amor, como habría dicho Yoongi.
Preparó unos waffles de esos que ya vienen congelados y sólo quedaba meterlos a la máquina. Una bola de helado encima, unos arándanos por aquí y por allá, jugo de naranja en un vaso limpio y el desayuno estaba listo para llevarlo a la cama.
Seokjin lo esperaba, sentado en el lecho, con el televisor encendido a volumen bajo con un matinal aburrido para llenar el espacio.
- Buenos días, amor
- Buen día, TaeTae... ¿qué traes ahí?
- Tu desayuno, cariño
- Pensé que tú serías mi desayuno...
- Jinnie, siento informarte que anoche mi culo falleció
El mayor se rió a carcajadas, mientras recibía la bandeja sobre la mesita de patas plegables, y la instalaba sobre sus piernas. – Tú me pediste que te diera duro, no te quejes ahora
- Sólo la primera debía ser dura, no tuviste piedad, y la perra seguía y seguía – Taehyung fingió llorar, haciendo chiste de su propia tragedia. Tampoco era tan terrible, disfrutaba de reírse de ese tipo de desgracias porque Seokjin tenía muy buen humor todo el tiempo, y cada momento estando juntos eran risas seguras.
Mientras Seokjin desayunaba, Taehyung fue a buscar algo entre sus cosas. Namjoon le había recomendado regalar un libro, y había encontrado uno que siempre le había gustado y que lo hacía sentir cálido, como cuando estaba entre los brazos de Seokjin, y que a la vez, revelaba parte de sí mismo. Lo puso frente al rostro del mayor, indicándole que era su regalo, y Jin lo tomó entre sus manos, sorprendido.
- Llámame por tu nombre, André Aciman – murmuró – no he leído este, pero si te gusta, debe ser increíble. Siempre has tenido buen gusto, Taehyung, y sabes lo que me gusta a mí
- Claro, amor, esperaba que te gustara, lo pensé mucho, hasta escoger este... pero... léelo después, no te apresures... y ahí lo comentamos, juntos
- Como quieras, amor
El regalo era algo que, como había aconsejado Namjoon, tenía un significado especial para ambos. Sin embargo, más que ser simplemente una novela que los uniera, era la camuflada confesión de todas sus mentiras.
Si Seokjin llegaba a entenderlo así, Taehyung tenía los días contados.
~
Seokjin no tuvo que entender ninguna clase de mensaje en clave ni acertijo en el libro para saber que lo que tenía al frente era la absoluta confirmación de sus miedos.
- ¿Qué es esto, Taehyung?
El pelinegro había salido esa tarde a hacer unas compras a un supermercado que no quedaba precisamente cerca de su casa, pero estaba al paso entre esta, y el departamento de Hoseok. Celebrarían que el pelirrojo había conseguido su propio estudio musical, y la pasarían comiendo parrillada, bebiendo cerveza y haciendo el ridículo cantando algo de trot en karaoke.
Taehyung caminaba junto a Jimin y Jungkook, cada uno con una brocheta de fritura en la mano y con uniforme escolar cuando Seokjin los enfrentó. Ya no había fiesta de disfraces que inventar, ni nada que pudiera parecer mínimamente creíble. Taehyung pensó, en varias cosas que podía decir, pero las caras de Jimin y Jungkook (que hasta dejó caer la golosina) en evidente shock, acusaban su mentira, con la cual alimentó a Seokjin durante meses.
Jimin y Jungkook se miraron incómodos, mientras Seokjin se cubría la boca. Estaba completamente desconcertado. No tenía una explicación para lo que veía que no implicara un quiebre moral absoluto. Se sentía ahogado, perdido, dentro de una pesadilla que venía anunciándose de tantas maneras.
Nunca quiso hacer caso a ninguna de esas señales.
Taehyung temblaba, mordía el interior de su mejilla tan fuertemente que comenzaba a sentir el sabor ferroso de la sangre, y la brocheta había caído al piso sin activar ningún reflejo en Taehyung, totalmente descartada.
El menor de todos en la escena parecía ser el más racional e hizo un comentario a Jimin respecto a que ya debían irse y dejar a la pareja sola, pero Seokjin los detuvo. "Ustedes quédense" les dijo, con un tono autoritario, pero a la vez no era intimidante, más bien sonaba como una súplica, así que Jimin tiró suavemente a Kook de una esquina de su manga para mantenerse en el lugar.
- ¿Eres un escolar, Taehyung? - agregó, preguntando con resignación.
- Hm... amor, yo... - Taehyung se rascaba las ropas, sin saber exactamente qué decir. En su cabeza se amontonaban recuerdos entremezclados, como llenando una piscina, entre las mentiras que dijo y aquellos sentimientos que siempre fueron verdaderos.
- ¿Son ustedes escolares? - preguntó esta vez el mayor, más alterado.
- S-sí - respondió Jimin, mirando alternadamente entre su amigo y Seokjin. El mayor se llevó ambas palmas a la cara. Jungkook miraba como los anchos hombros subían y bajaban con un temblor incontrolable, y se aferró a Jimin porque, si bien Jungkook siempre se preocupó de proyectar una imagen de chico fuerte y poco ligado a lo emocional, en realidad ese tipo de escenas lo quebraban, y más sabiendo que contribuyó a destruir al hombre frente a él.
- ¿Qué edad tienes, Taehyung? - preguntó finalmente, quitándose las manos del rostro y dejando ver sus mejillas y nariz rojas, y las lágrimas bañando sus pómulos.
- Diecisiete - respondió, agachando la mirada y comenzando a llorar, silenciosamente.
El libro que recibió para su cumpleaños cobraba total sentido.
Y Taehyung lo sabía, sabía que algún día tendría que reconocer todo, no podría mantener una mentira como esa por siempre, pero estar con Jin era la cosa que lo hacía sentir más lleno en el mundo, y el simple hecho de pensar en cortar algo así, llenaba sus noches de amargura.
Se negó por mucho tiempo a pensar en la idea de Seokjin descubriéndolo. Se convenció a sí mismo de que Jin le perdonaría todo, pero el pelinegro parecía indiscutiblemente sacudido. No emitía ningún juicio, no decía nada, simplemente miraba a Taehyung con vergüenza, reproche y tristeza. El rubio intentó acercarse a tocarlo, pero Jin se alejó, mirando con afección la mano que tantas veces fue casi como una extensión de su propio cuerpo. "No" respondió al avance, seco y cortante como acero templado en una espada.
Se dio la media vuelta, y se fue, dejando a Taehyung hecho un mar de lágrimas junto a sus amigos, que intentaban contenerlo como podían para que no lo siguiera.
~
- Supongo que debería ir a hablar con él, o llamarlo - decía Taehyung, impaciente, entremedio de sus dos amigos en una banca de la ciudad. De a poco recuperaba el aire, sollozando entremedio, mientras Jimin le acariciaba la espalda y Jungkook miraba el piso, con las piernas separadas y la cara sosteniéndose en su mano con un gesto de aburrimiento.
- Creo que quedó claro que te mandó a la mierda - respondió, con la misma actitud hastiada. Jimin le dio un golpe suave en la espalda para que midiera sus palabras, aunque en el fondo, sabía que Kook decía la verdad.
- Sólo espera un poco... ahora está muy reciente todo... ten paciencia y podrán aclarar las cosas, sé que Jin aceptará hablar contigo en... algún momento, supongo
- No suenas muy convencido - Taehyung le dijo, e inmediatamente comenzó a llorar de nuevo.
- Vamos, Tae, el tipo estuvo tirándose todo este tiempo a un menor, ¿crees que le hace mucha gracia? Debe estar condenado de miedo, y aparte, dolido... lo engañaste, después de todo
- Jungkook, no estás ayudando - exclamó Jimin, molesto a esas alturas.
- Es verdad... lo que dice Kookie - Taehyung finalmente suspiró, asumiendo su culpa. - Le mentí por meses, Jiminnie... tarde o temprano iba a saberlo. Yo di por sentado que me aguantaría eso, así como siempre me perdonaba todo...
- Y para más imbecilidad tuya, te pilla igual que la vez pasada, por el uniforme escolar
- ¡No puede no usarlo, Kookie! – defendió Jimin, una vez más
- Ya no lo defiendas, nosotros también participamos de esta farsa, ¿no viste como lloraba ese tipo? ¿No te da pena él también?
- Claro que sí, pero Taehyung es mi amigo, no él
- Jimin, no, ya... arruiné todo, desde un principio, nunca debí siquiera hablarle ni menos meterlos a ustedes en esta mierda
Taehyung se puso de pie, rápida e impulsivamente, y se despidió de sus amigos, tomando un autobús que pasaba de improviso por el lugar. No había llorado tanto en toda su vida, el camino a casa se sintió como perder el alma y la voz. Una señora se había acercado a contenerlo, sin pedirle ninguna explicación, sólo prestándole su hombro por un momento, minutos que aprovechó para llorar hasta secarse. "No hay problema sin solución", le decía la mujer, acariciándole el cabello, pero Taehyung no estaba viviendo un problema, sino una catástrofe.
Seokjin lo había dejado.
No, eso no era lo más espantoso de todo.
Seokjin estaba herido.
Llegó el momento de bajar y Taehyung fue presa del vértigo, tuvieron que ayudarle a eso también. Se sentía como la carga que era para los demás, al que siempre debían sostener, cubrir y salvar por ser un inmaduro.
Una vez con los pies en la tierra, caminó a casa y llegó a duras penas hasta la puerta. Abrió despacio, y encontró a nadie. Genial, nada qué explicar. Subió hasta su cuarto y lloró hasta que no tuvo fuerzas, y deseó que todo fuese una muy horrible pesadilla, despertar al otro día a planificar la Navidad, y ver los ojos de Jin en los suyos, esos ojos que no buscaban nada más que amor sincero.
Lamento mucho arrojar esta bomba, pero tenía que pasar :c
Le queda poquito a este fic además u__u
Agradezco por las lecturas, votos y comentarios, y deseo que estén bien ♥ Besos y amor para todos/as, y feliz mes del Orgullo! ♥
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