21. Susto de los cojones

The Real Slim Shady - Eminem

12 de febrero, 2011


Darla


"Mamá siempre decía que la vida es como una caja de bombones. Nunca sabes lo que te va a tocar". Por mi parte, jamás pensé, cuando leí el libro y vi la película, que Forrest Gump tuviera razón. La vida nunca me había sorprendido y estaba bien con eso. Sin embargo, me atrevería a decir que ahora, en este preciso segundo, no tengo otra forma de definirlo.

¡Esa noche contigo la pasé bien, pero me enteré que te debes a alguien! —canta Danka, acompañada de su ukelele, con Kaoru sobre los hombros—. ¡Y tú fallaste, pero ya es tardeeee! ¡Y tú...!

—Esa no, tonta —la regaña Kaoru, riéndose.

—Lo siento, es la única canción que me sé en español.

—Es mexicano, no puertorriqueño.

—¡Bueno, perdón!

Si alguien me hubiera dicho que iba a estar un sábado en la noche, en la calle, acompañando a la hermana menor del chico que conocí en terapia, mientras esta le da una serenata a su novio, no lo habría creído.

Creo que tengo un nudo en el estómago de los nervios, por estar haciendo algo así y que la gente nos vea... Pero también es cierto que no recuerdo haber sido tan feliz ni haberme reído tanto en mi vida como ahora con estas chicas, aunque eso me estuviera impidiendo realizar la labor que se me encomendó con total eficiencia: grabar la hazaña.

Mis brazos no dejan de temblar por la risa, mientras -a través del lente- se ve a Kaoru cantando Can't help falling in love de Elvis Presley, acompañada del ukelele de Danka, de la forma menos seria posible. Porque cuando me dijeron los planes de esta noche, Kao me aseguró que su novio Edmundo la había desafiado a hacerlo, con tal de que nos invitara a las tres a salir por el día de San Valentín.

Así que, por más raro que suene, aquí estamos, como sacadas de una película de comedia romántica cualquiera, por un par de bebidas y una noche de fiesta que, por cierto, será mi primera vez. Creo que mi subconsciente usó eso como artimaña para autoconvencerse de que era una buena idea.

Estoy tan nerviosa y emocionada, que ni tiempo de asustarme tengo.

—¡Ay, no mames, Linda! —dice un chico castaño desde la ventana de la casa frente a la que todo el espectáculo se desarrolla—. Estás bien pinche loca, la neta.

—Tenlo en mente la próxima vez que me desafíes, Eddy.

—Me quedó clarito como el agua —responde él, asomándose de la ventana para darle un beso a Kaoru. Luego repara en Danka y en mí—. Supongo que ustedes son las que me dejarán en bancarrota hoy. —Todas nos reímos—. Esperen que voy por las llaves de mi auto...

—¡Te queremos, Eddy! —grita Danka.

—¡Sí, claro! —contesta él—. Me lleva la chingada...

Cuando el chico desaparece por la ventana al interior de la casa, las tres nos comenzamos a reír y Danka baja a Kao al suelo.

—¿Por qué te llama "Linda"? —pregunto en voz baja.

Danka suelta una gran risotada, pero es Kaoru la que responde:

—Es una larga historia, pero la resumiré en que es un chico de mi clase de español y fue compañero de Ko en la banda del instituto y tuve que decir unas mentirillas piadosas, porque mi hermano es el mejor del mundo, pero tiene problemas para controlar su ira a veces...

—¿Entonces no sabe que eres hermana de Kosuke?

—¡Claro que lo sabe! —aclara, rodando los ojos—. Solo que me hice un perfil falso de Facebook para conseguir hablar con él, ya que en clases solo quería ser mi amigo y evitar problemas con "Uchiha y sus amigos", así que habló unos cuantos meses con Linda, hasta que por fin se lo dije y acá estamos.

—Tan sutil mi bebé —gorjea Danka.

—Sí, bueno, Ko todavía no lo sabe. Ya buscaré la forma de no espantarlo.

—Yo no se lo diré —prometo.

—Oh, Darla, espero que no o ya no podrás ser mi cuñada...

Rayos.


***


—¿Nunca han pensado que, de todas las vocales, la "o" es la única que parece enojada todo el tiempo? —pregunto, en el asiento trasero del auto del novio de Kaoru, ya de vuelta de la fiesta. Y todo dándome vueltas también, por qué no decirlo—. ¡Oooh! —gruño.

—Joder, Darla, tienes razón —dice Kao, quien va de copiloto.

—Es como un sumo —complementa Danka—. ¡Ooooh!

El chico que nos lleva a casa no puede más de la risa. Tristemente, nuestra sesión de gritos de "o", se ve interrumpida por los Jonas Brothers en la radio. Entonces, cuando estamos fuera de la casa de los Uchiha, Burnin' up resuena en todo el vehículo.

Es seguro decir que estoy borracha.

Pensarlo me da risa. ¿Cuánto tomé? ¿Dos cervezas? ¿Es legal estar ebria con tan poco?

Nos despedimos de Eddy y entramos a la casa, tratando de no hacer demasiado ruido, pero fracasamos en el intento brutalmente. Luego, Danka, en una de sus risas, se pone a toser y, de alguna forma, transforma el sonido en un beat box que me inspira a cantar.

—¡Sigue, sigue! Ya sé a qué me suena —indico, rapeando mi mejor versión de The Real Slim Shady a las chicas. Danka me acompaña, muy animada—. Y'all act like you never seen a white person before. Jaws all on the floor like Pam like Tommy just burst in the door...

Llego al coro y las tres nos reímos hasta las lágrimas.

—Ay, por dios, las amo —dice Kaoru, mientras nos conduce por uno de los pasillos hasta la cocina—. Vamos a asaltar la nevera. No puedo irme a dormir con el estómago vacío.

Please, stand up. Please, stand up...

Sin dejar de cantar Eminem, entramos a la cocina y entonces nos encontramos con alguien en su interior. Alguien ocupado con un bowl de cereales, yogur y frutillas. Y como hoy es mi día de suerte, por supuesto que ese alguien es Kosuke Uchiha.

Creo que nunca en mi vida he maldecido ni dicho una palabrota y quizás este sería el mejor momento para romper otra de mis tradiciones de adicta al control, pero en su lugar, solo digo:

—Recórcholis.

—Joder, Darla —se ríe Huntzberger—. No seas así o me meo.

—¿Rapeas Eminem, pero no puedes decir "qué susto de los cojones, tu hermano está en la cocina como un puto psicópata"? —pregunta Kaoru, en medio de una carcajada—. Vas a acabar conmigo, Dar.

—Ay, mi vejiga —continúa Danka.

Un calor indescriptible de afecto por estas dos chicas me invade, felicitándome internamente por hacerlas reír, aun cuanto no sé si me acordaré de todo esto mañana. Pero cualquiera sea el precio a pagar por sus risas, creo que valdrá la pena.

Justo cuando voy a decir otra cosa, Kosuke traga lo que estaba engullendo y alza una de sus cejas, haciéndome apretar los puños de la emoción.

Jovencita, por dios.

—¿En serio, Kao? —Es difícil decir si está hablando honestamente o no, con él nunca se sabe. Lo cierto es que suena divertido y sobreprotector a la vez—. ¿Ya emborrachaste a Darla?

—No es mi culpa que tenga estómago de pollito —se defiende la menor de los Uchiha presentes—. Además, un amigo nos acompañó todo el tiempo.

Los ojos violeta de Kosuke se vuelven intensos.

—¿Amigo? ¿De quién? Kaoru, te he dicho que...

Las palabras me salen antes de que pueda detenerlas. Lo único que pienso es que Kao tiene un secreto que proteger y yo, como su amiga, debo ayudarla.

—Mío —intervengo, con total soltura—. Un amigo mío.

Bueno, Darla, así es como se silencia una habitación.

Es evidente que Kosuke quiere decir algo más, pero en lugar de ello, sin mirar hacia abajo, mete la cuchara dentro de su plato, para finalmente atiborrarse una cucharada repleta de yogur en la boca. La viva imagen de la diplomacia, salvo porque es evidente que le salta una vena en la sien.

Sabia elección, señor.

—¿Estás enojado con Kao? —le pregunto con una risita. Él niega con la cabeza una sola vez, sin dejar de mirarme a los ojos—. Buen chico. —No sé qué parte de lo que digo en específico le asombra o es el mero hecho de verme borracha, pero el impacto lo hace tragarse todo lo que se ha echado a la boca, de golpe—. Pero, ¿sabes lo que sí estás? —inquiero, acercándome a él y llevando impulsivamente mi dedo índice a su mejilla—. Manchado —finalizo, quitándole con suavidad el resto de yogur, llevándomelo a la boca—. También me gusta la vainilla.

—Ah, su madre... —escucho resoplar a Kaoru.

—¡Darla, necesito que me ayudes con algo! —exclama Danka, tomando mi muñeca y sacándome de la cocina a paso rápido.

El rostro de Kosuke Uchiha es un género literario en sí mismo, mientras no opongo resistencia a que me lleven lejos de él. Ya casi en la puerta, suelto una risotada.

—¡Cuando quieras repetimos! —ofrezco, con las mejillas ardiendo de vergüenza que sé que debería sentir, pero no me importa—. No está bien eso de tener problemas de ira con tu hermana pequeña...

Si me contesta, ya no lo veo, porque la puerta de la cocina se ha cerrado en mis narices.

—Hey, estábamos conversando —digo, con fingida molestia.

—Estabas aniquilando a mi hermano, querrás decir —acusa Kaoru, mientras subimos las escaleras y llegamos a su habitación—. Te estábamos salvando, señorita "me gusta la vainilla".

—Estaba todo bajo control.

—Oh, sigue diciéndote eso. Estás hasta el cogote, Leloquetier —se carcajea Uchiha—. De todas formas, gracias. Me salvaste y te debo una. Y yo no dejo deudas sin pagar.

___

JAJAJAJA dejo esto aquí y me retiro lentamente...

Nuestra Darla es un caso y este capítulo es el salseo que necesitaba. Ya saben, salseo al estilo Cali. Y tengo más jaja, pero van a tener que ser pacientes.

¿Está hasta el cogote? 

¿Qué creen que va a pasar? Yo apuesto un peso a que Ko se fue a soñar con ese "buen chico"... Qué ganas de saber qué pensó jejeje. No se ilusionen, Darla nos sigue narrando por un buen rato, ya que quiero que la conozcan más.

Eso, queso <3

Les tkmmmm, Cali;


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top