No había podido protegerla por más que tratara. Y ahora en sus brazos, se extinguía poco a poco la vida de Kyouka-chan, una de las personas que se había vuelto importante en su vida.

Y lo peor de todo, es que no llegaría a tiempo para que Yosano-san la curase con su habilidad.

Atsushi estaba llorando, desesperado, sin saber que hacer. Kyouka le miró con ojos cansados, pero culpables.

Izumi también quería llorar, pero debía ser fuerte por ambos. Posó suavemente una mano en la mejilla del chico, limpiando las incontrolables lágrimas que no dejaban de caer por su mejilla.

- Atsushi... no llores, por favor...- sabía que lo que estaba por decir, podría hacerle daño psicológicamente pero aún así... debía decirlo.- Te amo, Atsushi... perdón que sea hasta ahorita el que te lo diga.

El peli-gris dejó salir una risa, rota. Acercó lentamente su rostro, tomando su mano con fuerza.

- Yo también te amo, Kyouka.

A la oji-azul se le llenaron los ojos de lágrimas, sintiéndose dichosa aunque triste por no poder permanecer a su lado.

- Gracias... Atsushi.

Tras decir aquellas últimas palabras, cerró los ojos con una sonrisa en sus labios. El oji-bicolor ya no contuvo más su llanto, sintiendo que ha perdido lo más importante de su vida.

Y sin poder evitarlo la llama, la llama desesperadamente a pesar de que ella ya se ha ido.

Pues, esa fue su primera y última confesión.

-Traumada Taisho

Me daba por hacer una historia así, lo siento(?