CHAPTER 12: Κρύσταλλο

Permítanme presentarme, soy Κρύσταλλο; guerrero del cristal. Me pude permitir autonombrarme así debido a que soy una persona muy frágil y sensible, gracias a mi pasado. En el pasado, me pasaba todas las mañanas, en la escuela, trabajando y estudiando.

Aunque mi escuela no fuera la mejor de la nación, mucha gente había salido de ahí con carreras prodigiosas y trabajos de categoría, debido a la cantidad de contenidos y la diferente manera de educar y enseñar a los estudiantes.

Sin embargo, toda mi familia, tanto paterna como materna, me presionaban con sacar a la familia adelante, ya que mi familia tuvo una época de bancarrota después de la guerra. Esto se fue pasando de generaciones en generaciones, hasta que el peso de un problema, que yo no había causado, me llego a mí sin yo quererlo.

Debido a eso, yo sacaba muy buenas notas en el colegio, la tutora y las profesoras estaban muy contentas conmigo porque yo era un alumno excelente.

Cuando mis padres iban a alguna reunión con mis profesores o tutores, se hacían los buenos, como los locos cuando beben alcohol. Era una de las pocas veces que podía ver a mis familiares sonreír, aunque fuera falso, eso ya a mí me bastaba.

Cuando, obviamente, no pasaba eso, en casa solo hacía que poder escuchar gritos desde mi habitación. Mi cuerpo hacía de candado para que mis padres no pudieran acceder. Lo único que, hacía taparme los oídos hasta poder ahogar gritos, mientras mis padres, también, llegaban a gritarse entre ellos. Mis lágrimas rozaban por mis suaves y delicadas mejillas, mientras lo único que quería hacer era desaparecer de ese lugar, evadirme y extinguirme.

- ¡No te tiras suficientes horas estudiando!

- ¡Estudiando lo que estudias, ya tendrías que estar sacando mejores notas!

- ¿Acaso vives en la biblioteca?

- ¡Lo único que haces es perder el tiempo!

Comentarios con los que tuve que convivir durante mi día a día, fuera donde fuera. La única que me llegó a comprender fue una de mis dos abuelas, la de parte de mi madre, especificando.

Era una tarde con un cielo pintado de naranja, y una esfera de luz marcando el horizonte. Una brisa impactaba mi pelo mientras se movía. Mi abuela y yo estábamos sentados en un banco, donde yo siempre le preguntaba a mi abuela si mi madre y mi padre eran así antes de que naciera yo:

- Oye abuela, últimamente en mi cabeza, circula la duda, ¿mamá y papá eran así antes de que yo naciera?

- Hijo, tus padres no eran así, de hecho, yo nunca los había visto así hasta que naciste tú. El embarazo de tu madre, fue completamente inesperado. Como tu madre no quería abortarte, decidió tenerte, aunque no quisiera hacerse cargo de ti. Tu padre estaba muy molesto por eso, y tu madre se peleó varias ocasiones con tu padre sobre ese tema. Tu infancia y educación te ha afectado en eso. Hijo, vivir ahí no es bueno para ti, tanta presión sobre ti es mala. Yo en casa estoy muy sola, tienes comida y toda la libertad del mundo para no autoexigirte.

Poco después pude largarme de casa, con abucheos e insultos de fondo. Mi abuela me dio un techo para poder vivir con paz y tranquilidad. Nunca más supe nada de ellos, se divorciaron, y cada uno fue a su lado oscuro.

Pude disfrutar con mi abuela, los últimos momentos de vida, mi salud mental había mejorado y mis notas eran mejores que antes.

La abuela llevaba unos días encontrándose muy mal, en cama. Al lado, había un sillón, en el que yo dormía, estudiaba y viví durante ese periodo, para hacerle compañía, con el culo pegado al sillón.

Estaba plácidamente durmiendo en el sillón, cuando un escalofrío, círculo por mi cuerpo. Algo malo iba a pasar, enseguida me levanté, con cuidado de no despertar a la abuela. Su mano estaba fría, cuando me decidí a comprobar su presión, su corazón no latía. Un muro de cemento paro en seco en mi camino, mi mente era una hoja de papel en blanco. Mi abuela era la única persona que me comprendía en este planeta, y se había marchado. En mis manos.

Devastado, fueron pasando los días, en mi cama, soleados y nublosos. Mi cuerpo estaba tapado con una sábana, el cual mi mano no podía soltar. Mientras estaba en la cama, recordé las palabras que siempre abuela me repetía:

Algún día, encontrarás la paz mental, que tanto recé, mientras pensaba en ti.

A partir de ahí, decidí, con el dinero que me dejó la abuela, ella quería que fuera destinado a acabar de pagar mi universidad, y eso fue lo que hice. Acabé mis estudios, y decidí dedicarme a la filosofía, lo que estudié.

Empecé a hacer muchos amigos y todos me veían con gran potencial de destacar en algún sitio importante. Así que, por petición popular, decidí inscribirme a un concurso el cual gané. El propio premio, lo daba la mismísima Καθρέφτης.

Después de recibir el premio, nos hicimos muy amigos, y en varias ocasiones he llegado a trabajar para ella para cosas concretas. Hablamos mucho, sobre todo, de mi pasado. Ella me dijo que mis padres y mi familia, limitaban mi crecimiento como persona. Me invitó a ser uno de los siete asesores en la mesa largada. A lo que yo acepté. Y ahora estoy narrando este capítulo mentalmente para ti lector, desde la cama de mi, ahora, morada, para prepararme para ver a los visitantes del día de hoy.



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