7 "De lengua me como un taco"

De lengua me como un taco

No creer en lo que nos están diciendo, prácticamente saber que lo que estamos oyendo es una mentira o un chisme.

Los Mackenzie podrán saber español más no toda la cultura o el significado alrededor de miles de palabras o frases. Nosotras tampoco lo sabríamos de no ser porque mi madre pronuncia refranes, expresiones e incluso trabalenguas con frecuencia y ni qué decir de la abuela. Disfruto lanzando tales expresiones y ver la cara de confusión de Benedict. No saber a ciencia cierta de qué hablo pese a su conocimiento del español es reconfortante. Ha buscado en internet, lo sé. Pero aun así hay cosas que digo sabiendo que nunca antes las ha oído, logrando ponerle nuevamente en duda ¿Por qué menciono todo esto? Porque nada más aplicable a este refrán lo que pasó esta noche.

Me giré hacia la entrada en cuanto leí el mensaje de mi hermana esperando la fastuosa entrada de la Young ignorando que Tristán pregunta:

- ¿Qué nuevo jefe?

Entran varios invitados y en eso entra Kislev, preciosa y arrebatadora con su vestido rojo abrazando sus curvas, lleva su largo cabello color chocolate suelto sobre un hombro y me busca ajena a las miradas de apreciación de muchos. Me mira y decidida avanza hacia nosotros, parpadeo admirada ya que estando Tristán presente ella suele ponerse nerviosa.

- Hola chicos. –saluda casual y con una media sonrisa. –Necesito a mi hermana mayor. –dice agarrando mi mano y ya empezando a caminar.

- ¿Un hola y adiós? –la detiene Tristán. Ella no se inmuta y yo observo atentamente. Le da otra media sonrisa.

- Hola. Gusto verlos. Disfruten la fiesta. –dice de carrerita. –Lo siento, tengo prisa. –y me arrastra lejos. Yo la sigo intentando no ponerme a aplaudirle y olvidándome en primer lugar la razón de su urgencia.

- Connor llegó. –me dice cuando llegamos a una esquina poco iluminada.

- Estoy tranquila incluso si la Young entra. –miro hacia la entrada mientras descubro que, en efecto, estoy tranquila.

- Viene solo.

- Qué raro. –frunzo el ceño. –Oye ¿Cómo hiciste para ignorar tan magistralmente a Tris?

- ¿Eso quieres saber justo ahora?

- Bueno, fue genial.

- Me importas más tú que la posibilidad de verlo.

- Eso fue dulce.

- Escúchame. –me centró de nuevo. -Oí como Connor peleaba por teléfono seguramente con Melissa. Ella no quería venir, pero él sí, la dejó en su departamento y seguro está furiosa.

- Ella odia estas cosas. –me encojo de hombros. La noche va muy bien. Mi hermana ha ignorado a Tristán. No le veré el careto a Melissa y Connor no me podría importar menos.

- Él le dijo que lamentaba haber terminado contigo. –suelta mi hermana.

- ¿Qué? –arrugo la cara al oír eso. –Yo no lo lamento, solo el tiempo perdido...

- Y que esperaba encontrarte aquí porque tú sí eras alguien que tenía verdadero interés por la causa de esta noche.

- Ella vendrá. Le ha puesto una capa roja delante. –digo molesta y buscando con mirada asesina por el salón a Connor. – ¿Por qué rayos me usa para hacerla enojar?

- Creo que hablaba en serio Mon.

- Ajá. De lengua me como un taco. –gruño audiblemente.

- Se veía mortificado e incluso arrepentido.

- ¿Cómo puedes saberlo solo con verlo?

- Es verdad. Hasta está más flaco.

- ¿Lo compadeces?

- No. Solo digo que realmente creo que sabe que eligió mal, muy mal. Y no lo lamento, se merece todo lo que le está pasando.

- No sé si alguien se merezca el caos de Melissa, pero sí. Él tuvo la culpa. - Oímos como de pronto nos dicen que vayamos a nuestras mesas y recuerdo algo olvidando a la probable amenaza de Melissa. –Tris vino con una rusa.

- No es algo que me sorprenda. Siempre anda con alguna chica ¿no? –dice con tranquilidad, pero percibo un dejo de resignación y decepción.

- ¿Estarás bien? –pregunto preocupada.

- Claro. Estás aquí. Y tener de compañero de mesa a Caleb hará la noche amena.

- ¿Caleb?

- Mi Jefe.

- ¿Le hablas por su nombre?

- Él me lo pidió. Es un hábil conversador, siempre tiene platicas muy interesantes, aparte es respetuoso y un caballero.

- ¿Ah sí?

- Sí.

- ¿Guapo?

- También. - me mira con una sonrisa.

- ¿No es un anciano verdad Kis?

- Míralo por ti misma. Es el de traje gris.

Lo busco enseguida y veo un hombre en sus treintas de cabello rubio cenizo, alto y delgado con gafas. Luce como todo un intelectual y uno guapo justo como dijo Kis.

- Vaya, ya quisiera que fuera mi Jefe también. –le digo sin dejar de verlo.

- De lengua me como otro taco, mentirosa. Es guapo, pero sé justa. Benedict es muuuuy guapo.

- Bah.

- Si tú lo dices... ¿sabes? Tiene ascendencia judía.

- De allí el nombre ¿eh?

- Tenemos eso en común, igual preguntó por mi nombre y terminamos hablando por un buen rato.

- Ve por él, chica. –le digo con una sonrisa y ella rueda los ojos divertida. Casi todos ya están en sus mesas.

- Si Melissa viene, sabes que estoy aquí y no dudaré en sacarle los ojos de ser necesario.

- Oh, lo sé. –le lanzo un beso y agarradas del brazo caminamos a nuestras mesas. Caleb nos ve y sale a nuestro encuentro con una sonrisa que debo admitir es bonita.

- Debes ser la hermana de Kislev. –me saluda y me da un beso en la mejilla. –La belleza es de familia por lo que veo.

No puedo evitarlo y suelto una risita pese a la frase cliché. Por el rabillo del ojo me parece ver a Connor y prefiero no dirigir mi vista hacia donde creo se encuentra.

- Me alegro de conocerte Caleb. –sonrío y busco con la mirada mi mesa sutilmente. Benedict cerca me viene muy bien en este momento. No creo Connor sea tan idiota de buscarme si me mira con otro hombre.

- Oh, ella te ha dicho mi nombre. –dice complacido.

- Claro, eres su nuevo jefe. –Vaya, el hombre parece tener más que un interés laboral en mi hermana. No lo culpo. Lo miro fijamente, es guapo, elegante, intelectual y culto. Vestido formal y con esos lentes está muy lejos de lo que es Tristán. Suspiro pensando en que es lo mejor y deseando que en realidad mi hermana supere al Mackenzie menor. –Tenemos que ir por un café los tres un día de estos. –sugiero y Kis me ve con cierta sorpresa. -¿Qué? Quiero conocer más al hombre con el que trabaja mi hermanita.

- Por supuesto, encantado. –Sonríe e insisto, tiene una sonrisa bonita. Justo detrás de él Connor aparece de espaldas y se me congela la cara. - ¿Pasa algo?

- Me pareció ver un fantasma.

- ¿Cómo?

- Olvídalo, solo bromeo. Tengo que irme. También vine con mi jefe, pero él no es tan amable como tú.

Kislev ya vio el motivo de mi cara y me apura con la mirada.

- Lamento eso. –dice genuinamente preocupado.

- Lo tengo bajo control. Nos vemos después ¿vale? – Y camino a toda prisa hacia Benedict una vez localizado. Me tiro prácticamente a la silla.

- ¿Dónde estabas? –me dice Benedict.

- Con Kis ¿con quién más?

- Te ves agitada. –me observa entrecerrando los ojos.

- No vengo de un rapidito en el baño si eso te estás preguntando. –Escucho que alguien se atraganta con su bebida y tose.

- ¡Rayos Mon! –me regaña el que se ahogó, Tristán.

- ¿Qué haces aquí? –Exijo saber. No esperaba tenerlo en la misma mesa. No cuando viene con Lady Rusia.

- ¿Te recuerdo que nos vimos hace apenas unos minutos?

- ¿Por qué rayos esa reacción? –Le espeta una rubia platino de pechos impresionantes. Sí, aquí esta ella, la rusa. - ¿Eres un santurrón? Creía que eras un ser liberal ¿Qué tiene de malo que ella haya tenido un rapidito en el baño? –pregunta molesta y veo a Tristán irritado por su diatriba. Bien, sonrío feliz. – O acaso ¿Ella te gusta o qué?

- No tuve sexo en el baño. –Aclaro tomando una bebida morada de la mesa que ha dejado un camarero y bebiendo de la pajita sin perderme detalle de la interacción de esos dos.

- Mon es prácticamente mi hermana ¿crees que quiero escuchar que ha tenido sexo en el baño?

Eso parece calmarla un poco. Pero la nada inteligente mujer elige retomar el tema, pese a que estamos rodeados de gente en un evento público.

- Sé muy bien que solo tienes una hermana. Nunca he oído hablar de Mon. –Arrastra mi nombre con veneno en los labios.

- De sangre sí, pero conozco a Mon desde que gateaba.

- No exageres. –Corrijo. Miro a Ben y pese a que lo oculta muy bien lo noto ligeramente hastiado del show de la rusa.

- Y dime ¿hay otra hermanita de la que no estoy enterada?

Tristán elige no responder, se le ve molesto. Al ver que no dice nada doy un pequeño bote en mi asiento y alzo la mano pidiendo responder su pregunta. La rusa me mira y alza una ceja.

- Hay otra. –digo sonriéndole ampliamente solo para que siga sacada de quicio. Ben oculta una sonrisa tomando un trago de su whisky.

- Sí hay o no, no es algo de lo que te tenga que informar. El hecho de que no sepas sobre Mon implica que lo nuestro dista mucho de ser serio.

¡Auch! Hasta a mí me dolió. 

Me había metido de lleno en las tonterías de Lady Rusia que hasta me había olvidado de Connor. Eso cambió en cuanto la rubia rubísima se levantó indignada y abandonó la mesa. Tristán no la vio dos veces y puso cara de hastío.

- Oye, eso fue duro. –Dije.

- Fue la verdad.

- Ya, pero... -me callé al ver que la rusa bloqueaba justo a Connor sentado enfrente. Ahora no había nada que evitara tenerlo en mi campo de visión. - ¡Maldición! –siseé bajito cuando el susodicho al fin me miró. La cara se le iluminó, juró que lo hizo y yo aparté la mirada y me bebí rápido lo que quedaba de mi trago.

- No voy andar presentando a nadie de mi familia a un ligue casual.

- Ben suele conocerlas. –digo en automático.

- Es distinto. –menciona el mismo Ben.

- ¿Por qué? Ah ya, claro. Los dos son iguales. Ligues casuales aquí y allá, corazones rotos por doquier. –continuo, pero sin dejar de mirar esta vez hacia la entrada, esperando que aparezca Melissa en cualquier momento echando fuego por la boca. – Pobres chicas.

- La que exagera ahora eres tú. –Ben me quita la bebida de las manos. No tiene ya nada, pero no me había dado cuenta. - ¿Quieres otra?

Simplemente asiento.

- Ahora seguro dirán que ellas saben exactamente en lo que se están metiendo.

- Y así es. –Ben dice al tiempo que pide otro trago para mí.

- Ya sé que es así, pero de todos modos.

- No voy hablar de mi vida amorosa contigo Mon. –Señala Tristán mirándome socarrón.

- ¿Por qué soy tu como tu hermana?

- Sí.

- O sea que no podría hablar de mi vida amorosa ni contigo ni con Ben.

- Solo si es para darle una paliza a alguien. –Tristán sonríe divertido.

- ¿Piensas igual? –miro a Ben.

- Bueno, definitivamente sé que no tienes vida amorosa en este momento. Y es lo único que deseo saber. Gracias.

- A este paso creo esperan que siga siendo virgen ¿A que sí? –bromeo y veo sus caras serias. Lo que hace que empiece a reírme a carcajadas. Nada como tener un Mackenzie cerca para ignorar todo a tu alrededor. - ¿De qué siglo son? –Digo aun entre risas. Pero sé muy bien que no se trata del siglo en el que vivimos. Tienden a ser bastante protectores y exagerados con las personas que les interesan en verdad. Me pongo la mano en la boca para acallar mis risas al ver que alguien va hacia el micrófono y va a empezar a hablar. Las luces bajan en intensidad para darle realce al que hablará. Estamos en una suave penumbra. – Dios, que dirían si realmente hubiera tenido ese rapidito. –menciono en voz baja y mi silla se mueve de improviso. Ben con una mano la ha acercado y sin mediar palabra mete su nariz en mi cuello, siento su aliento en mi piel y como aspira tratando de inhalar mi aroma. - ¿Qué haces? –intento moverme, pero no me deja.

- Trato de averiguar si en realidad ocurrió o no. Veo que no, el olor de otro estaría en ti. –me dice al oído aún demasiado cerca.

- ¿Ah sí? Y eso te lo dijo tu olfato perruno ¿no? – siento que empiezo a sudar, la calefacción está muy alta. Eso es.

- Perruno no ¿Qué no sabes? En luna llena sale el lobo que hay en mí. –dice con voz aterciopelada y muerdo el interior de mi mejilla para controlar los repentinos nervios. No puede verme, pero siento que podría escucharlo. – Hueles delicioso, pero no detecto nada más en ti.

- Claro, macho alfa. –Oigo su suave risa y se retira no sin antes depositar un rápido beso en el lóbulo de mi oreja. Llevo mi mano enseguida al lugar que besó y lo miro ultrajada, lo que no sirve de mucho porque no puede verme con claridad. Mi corazón va a mil por hora. - ¿Qué bicho te picó?

- Ninguno, quizás fue mi instinto lobuno.

- Estás loco.

- Shhhh. –nos calla Tristán que no se ha enterado de nada pues ha estado texteando. Sacó mi móvil y elijo mandarle un mensaje ya que aun teniéndole cerca no puedo decir mucho.

Mon: Vuelve a sacar tu instinto lobuno y te clavaré una estaca de plata.

Ben: ¿Qué no las estacas son para los vampiros?

Mon: Como sea. De todos modos, la plata funcionaría. Mañana iré de plata de pies a cabeza al trabajo.

Ben: Puedes intentarlo... da igual.

Mon: ¿Eso que rayos significa?

Ben: Ya llevas dos tragos, creo que debes parar.

Mon: ¿Qué tiene que ver eso con nada?

Ben: Bueno, básicamente acabas de decir que soy mitad vampiro mitad hombre lobo.

Ya no contesté, con un resoplido poco femenino metí mi móvil al bolso y pedí otro trago. Lo bebí a sorbos ya que no era mi intención salir trastabillando de allí. El discurso fue aburrido, menos mal las donaciones ya habían sido hechas si no, la fundación no habría recolectado nada. Las luces se encendieron para dar paso a una especie de espectáculo tipo Circus Soleil el cual nadie esperaba, pero fue bien recibido para eliminar el tedio de los minutos pasados. Yo esperaba ver giros acrobáticos, pero no, los "acróbatas" vestidos de látex brillante y multicolor con máscaras se dedicaron a hacer una especie de baile raro mientras lanzaban pelotas pequeñas que rebotaron entre los invitados. No a todos les alegró. Menos mal todo acabó antes de la cena. La cual fue servida en tres tiempos y fue minúscula y extrañamente adornada en platos triangulares y hondos que no ayudaban en nada a la lucha por sacar la comida del pozo donde había sido enviada. Definitivamente llegué a la conclusión de que alguien había metido sus ideas muy recientemente y no había sido una aportación brillante. Cuando mi tenedor lanzó un pedazo de algo que parecía res a la mitad de la mesa me mordí el labio para no maldecir. Menos mal solo estábamos los tres. Otra decisión rara. Las mesas si es que ibas a ponerlas, debían llevar una cantidad adecuada de invitados. Que fueran para cuatro solo hacía que el espacio se redujera y brindara una sensación de sofoco.

- ¿Quién habrá organizado esto? –Exclamé en voz alta.

- Una tal Melissa Young. –respondió Benedict.

- ¿Qué?

- Lo dice en el menú que pusieron en la mesa antes de servir.

Ya ni siquiera me acordaba de ella, menos de mi ex. Se me ocurrió mirar enfrente y su mirada estaba justo encima de mí.

- Y ahora, recibamos con un aplauso a la que ha hecho con sus geniales ideas una noche memorable. –dijo uno de los organizadores al micrófono. Miré hacia el podio y allí estaba ella, con un vestido tipo látex casi a juego con los que habían hecho el numerito de las pelotas. Parpadeé pues los colores neón refulgían con todo gracias a las luces.

- Ya lo creo, muy memorable. Esta comida si logras sacarla no llena ni a un bebé de un año. –Tristán dejó sus cubiertos a un lado con gesto cansado.

- ¿La conoces? –Ben me preguntó.

- Digamos que sí. Fui editora de sus videos un tiempo. Es YouTuber.

- Quiero agradecer su presencia aquí esta noche. –Dijo Melissa con su mejor imitación de voz dulce. –Han hecho muchas cosas posibles con sus donaciones. Agradezco también a la dirección haberme dejado expresar toda mi creatividad para hacer su noche amena.

Quise reír, pero lo oculté fingiendo una tos. Y en eso, ella me vio.  

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