5 "Pasta"

Voy por mi bolso y meto el libro que estaba leyendo. Me dirijo a la caja y saco la dichosa tarjeta negra. Aún están empaquetando y me detengo a ver unas mancuernillas.

- ¿Me vas a comprar algo más? –dice detrás de mí logrando que por poco pegue un brinco en mi lugar.

- No.

- Esas se verían bien. –señala unas con el dedo lo que hace que se acerque más a mí y roce su pecho con mi espalda.

No puede verme así que trago saliva. Frunzo el ceño y busco algún calendario en la pared o lo que sea que me recuerde el día en que estamos. Al no ver nada, saco mi teléfono, por poco y abro la app con la que checo la llegada de Andrés, ese que llega cada mes. Me detengo al saber que lo tengo tan cerca y solo abro el calendario, ni siquiera se supone que esté ovulando. Muevo la cabeza pensando en que tengo algún desequilibrio hormonal. Son cosillas que por lo general he sentido, pero desecho enseguida de la mente. Pero ahora, después de las palabras de Kiss parece que estoy más alerta y la sensación de que no sé exactamente qué me pasa, no me gusta.

- Tienes razón, ya tengo muchas. –dice mal interpretando mi negación silenciosa. Las empleadas nos observan atentamente y casi percibo lo que están pensando.

- Creo que ahora a sus ojos soy la amante rica que puede pagar por ti.

- ¿Pagarías por mí? –pregunta, sus labios en mi oreja y yo sin poderme detener esta vez, doy un respingo. Me llevo una mano a mi oreja como si me la hubiera mordido y lo miro ceñuda. - ¿Qué? –dice divertidísimo. – No te mordí.

- Tengo orejas sensibles. –lo fulmino con la mirada. –Atrás. –le digo como si le hablara a un animal salvaje. Voy a caja sin esperar más reacciones y pago.

Las chicas me ven con algo entre admiración y confusión. Yo siento más lo último. Me dan las bolsas y yo se las doy enseguida a él. Benedict suele ser así conmigo pienso en cuanto vamos caminando a la salida. Siempre buscando alguna reacción y provocándome. Sé que lo disfruta y trato de devolverle todas y cada una. Quizás es porque nos conocemos de años, él considera que nunca le voy a mal interpretar. Está loco finalizo mi pequeña introspección de nuestra rara relación.

- ¿Vamos por tus botas? –rompe el silencio.

- Eran edición limitada. –no puedo evitar decirlo con un deje de amargura. Me mira enseguida.

- Te gustaban mucho por lo que veo.

No respondo. Me alegro en parte que me lo haya recordado, ahora solo tengo pensamientos rencorosos y no confundidos.

- ¿Comemos algo? Eso quizás ayude con tu mal humor. –ofrece caritativo y sigo sin responderle. - ¿Pizza? –silencio. - ¿Un buen filete en el Nobu? –nada y saca su As. - ¿pasta?

No me entiendan mal, amo la comida mexicana, pero hay pocos lugares donde realmente la preparen como es de verdad. Suelo enojarme cuando voy toda emocionada a un sitio que proclama autentica comida de mi país y es un fiasco. He descubierto que los lugares pequeños y poco publicitados son los mejores al respecto. Y todos a los que voy cuando no puedo con el antojo el día de hoy por lo que sé no o no abren o están muy lejos de donde estamos ahora. Y la casa de mi madre tampoco está precisamente cerca. La de mi abuela ni se diga. Por ello mi segunda opción siempre será la pasta y la comida italiana. Hay un pequeño restaurante cerca de la empresa y cada que puedo voy. Incluso Benedict y Tris suelen ir.

- Sigue hablando. –digo al fin y él me dedica una enorme sonrisa de mil vatios.

- Pasta de Carlo's ¿le llamo?

- Bien. –acepto y ahora solo pienso en comer.

Un rato después suspiro al llevar la pasta a mi boca, el aroma de la salsa inunda mi nariz y luego mi paladar haciendo que quiera dar saltitos de alegría pura en mi asiento, pero me conformo con masticar con deleite.

- ¿Está rica Moni? - Me dice un pequeñín adorable de cinco años que lleva a nuestra mesa una canasta de pan. Es precioso. Rizos negros enmarcan su carita de ángel. Sus ojazos oscuros me miran atentos a mi repuesta. No puedo evitarlo y tomo su manita acercándolo a mí y haciendo que se siente en mi regazo. Él se deja entre risas. Siempre lo hago cada que lo veo.

- Riquísima, sublime, deliciosa. Pero tú te ves más sabroso. - le digo y empiezo a intentar morderle la mejilla. Suelta más risas y grititos. - Oh, vamos Carlitos déjame robarte un pedacito de ese sabroso cachetito. -  Los niños me gustan, pero aun así, si me preguntas te diré que no tengo suficiente instinto materno. Porque si fuera así, absolutamente todos los pequeños me resultarían adorables y no es así además nunca me he imaginado siendo madre. Y si crees que sí soy maternal saldrías de tu error al ver a Kis, ella es la reina de los niños.

- Tú deberías haber sido la madre de ese pequeño. - Dice de pronto el vozarrón de Carlos el abuelo. Llega descorchando una botella de vino y nos ve muy campante.

- ¿Estaría de acuerdo Sofía? - Pregunta entonces Benedict quien nos observaba, pero ahora mira al dueño del lugar con una sonrisa burlona haciendo alusión a la nuera de Carlos y mamá del pequeño.

- ¡Bah!

Yo solo muevo la cabeza sabiendo que Carlos quiere a su nuera, pero le encanta molestarla.

- Ya estás en edad de ser madre, Moni. - Me dice Carlos y yo lo miro con el ceño fruncido. Carlitos aprovecha a escapar al ver que perdí la concentración y yo no dejo de ver mal a Carlos, quien se ríe a carcajadas por mi reacción. Sé que lo hace igualmente por molestar, pero siendo quien es, también sé que piensa que efectivamente, ya debería ser madre. - Sofía tuvo a mi nieto a los 22 años. - Dice muy ufano.

- Bien por ella. - Niego y agarro otra porción de pasta.

- No quiere saber nada de los hombres. - Comenta Benedict como si nada. Y yo sigo engullendo mi pasta ignorándolos. - No creo quiera ser madre soltera.

Benedict sabe que acabo de salir de una relación, si es que así se le podía llamar. Un día en la oficina arrojé unas carpetas al suelo en un leve arrebato después de ver en Instagram una foto de Connor con Melissa precisamente aquí, en mi sitio favorito de comida italiana. Nunca traje a Connor, pero le había hablado de él y claro, trajo Melissa. Me molestó que hubiera tenido el atrevimiento de pisar este lugar. El caso es que Kirk todo dulzura había recogido las carpetas, me había sentado en el sofá y traído un té relajante. Movimientos que Benedict captó y obvio preguntó que pasaba. Así como Kirk es dulce, es comunicativo y sin más le dijo: "Su ex, lo acaba de ver con la otra". Benedict quiso saber más pero lógicamente me cerré en banda.

- ¿Algún idiota te hizo pasar un mal rato Moni? - pregunta Carlos serio.

- Algo así, pero nunca dije que no quiero saber nada de los hombres. - miro a Benedict quien ni se inmuta.

- Ah, claro. No por algo Minho está en la lista de la abuela. - Dice mirándome mientras bebe de su copa de vino.

- ¿En serio, volvemos a Minho?

- No sé quién es Minho, pero mejor quédate con un italiano, ahí está mi guapo hijo menor Raffael.

- ¡Tiene 19 años! –Por poco me atraganto de la risa.

- Te ves de esa edad, no tengo problema en que seas mayor.

- Tú no Carlos, pero el quizás sí. - Digo riendo. - Y me gustan mayores que yo.

- Está bien, está bien. Pero la oferta seguirá en pie, ya lo verás en unos años, más guapo aún. No por nada se parece a mí. - Finaliza orgulloso y se va a otra mesa.

- La lista crece. - Menciona mi acompañante de mesa alzando una ceja burlona.

- ¿Quiénes van estar el viernes en la recaudación? - Pregunto cuando esa precisa duda vuelve a mi mente. Me ha rondado desde que acepté ir.

- ¿Cambiando tema?

Simplemente asiento.

- Bien. - sabiendo esa parte de mí, de que puedo cambiar tema sin problemas a toda velocidad, acepta el giro en la conversación. - No tengo idea, yo no lo organizo.

- Alguna idea tendrás. - muevo mi copa de vino observando el intenso color rojo del líquido.

- Lo de siempre. Gente que de verdad le interesa el tema, gente que va por ser vista, gente que va por deducir impuestos, lo usual.

- Gente que va por ser vista mmm - tomo la copa y la bebo toda de un trago y de pronto quiero la botella al recordar en flashback como yo misma le insistí a Melissa apoyara esa precisa organización. Había mandado un cheque a regañadientes y hecho un video de media hora contándolo. Le había ganado adeptos. Ahora solo rogaba no asistiera. Pero, era exposición mediática, oportunidad de hacer vlogs y videos.

- ¡Oye! –Benedict me quita la botella pues estoy a punto de hacer que mi copa se desborde. – No es el primer evento al que vas y nunca te ponen nerviosa ¿es eso?

- No. –miento.

Él tiene razón en que no es mi primer evento y estoy acostumbrada a surfear las olas elitistas de la alta sociedad neoyorkina como una experta. Lo hago desde adolescente porque la abuela Mack nunca iba a un evento sola. Si sus nietos no podían o se negaban a acompañarla siempre había una Cohen a quien recurrir. Significaba pasar el día en maquillaje, peinados y pruebas de vestidos y ¿Qué adolescente podía quejarse de ello? Y por la noche como princesa de cuento ir a la gala. Por supuesto no todo había sido miel sobre hojuelas, tener el privilegio de ser dama de compañía de la abuela implicaba aprenderse el protocolo y la etiqueta, así como saber tener una conversación inteligente. Nunca fuimos presentadas como empleadas de la abuela, nos conocen como las primas lejanas Cohen.

Todo se nos pudo haber subido a la cabeza, nos habíamos criado en una mansión después de todo y tenido acceso a la vida privada y social de los Mackenzie sin ninguna discriminación de su parte. Pero cuando hubo cualquier asomo de empezar a levitar, mamá o papá nos traían de inmediato a tierra de mil maneras diferentes. Y la abuela directamente nos daba un tiro de escopeta en nuestro globo fantasioso. Los veranos en su rancho siempre nos recordaban nuestros orígenes. El caso es que, y disculpen las divagaciones ir a esos eventos pese a que ya tenía su tiempo que no los frecuentaba no era motivo de estrés, pero ahora cabía la posibilidad de enfrentarme con mi más reciente némesis y eso si me ponía de los nervios. Melissa no solo se llevó al tonto de Connor, por mí podía conservarlo. Sin embargo, me dejó sin empleo y lejos del mundo laboral que conocía y me encantaba. Uno donde trabajaba desde casa o desde las locaciones elegidas por Denmark y Scotland para sus videos. Sí, ambos Youtubers con nombres elegidos en base a sus orígenes pues los dos habían nacido de ese lado del charco. Dejarlos por trabajar con la Young fue lo peor que pude haber hecho. Sí que podría haber regresado si no con ellos con otros conocidos del mismo mundo, pero pensar en toparme a la Young aún es demasiado pedir pues soy alguien que desea asestarle por lo menos un puñetazo todavía. Lograr permanecer impasible si la veo no sería tan sencillo.

- Tierra llamando a Cookie. –Benedict chasquea los dedos frente a mis ojos.

El apodo me devuelve al presente y lo miro molesta.

- Vete al diablo. –le digo en español.

- Una grosería más y le diré a tu madre. –me quita mi copa y bebe de ella.

- ¿Y la tuya? –le gruño.

- Te has acabado la botella al servirla toda en tu copa ¿me dirás que te tiene tan distraída?

- El hambre.

- Has engullido ya dos platos de pasta.

- ¿Llevas la cuenta?

- Bueno, barata no sales. -me provoca con una sonrisa, esa en la que solo eleva un lado de su boca. - ¿Son las hormonas? –pregunta con cautela.

Lo fulmino con la mirada y él alza las manos en gesto de rendición.

- Podrías estar ovulando. –arremete con todo sin embargo y vaya que logra traerme de vuelta de mis trémulos pensamientos. Lo miro dispuesta a aventarle mi plato de pasta o lo que queda de ella. Como en un borrón veo que pasa el pequeño Carlitos y él lo toma de inmediato sentándolo en sus piernas. - ¿Ibas a hacer algo?

- Ya me las pagarás.

- Estaré esperando. 

****

El viernes ha llegado demasiado pronto. Con ojo crítico me veo en el espejo del baño de la oficina. Hemos trabajado en la mañana y por lo mismo he tenido que llevar mi vestido al trabajo para ponérmelo allí. He optado por lo sencillo algo casual y acorde al evento. Un vestido de tirantes en tono azul marino abraza mi cuerpo hasta debajo de las rodillas, tacones de diez centímetros con plataformas casi ocultas que he mandado poner  para poder estar trepada a ellos por horas y soportarlo. Desde que trabajo con Benedict he usado más tacones que en todos los años anteriores de mi vida. Cabello suelto  que ha decidido portarse bien hoy gracias a la trenza que me hice en la mañana y me aporta ondas, maquillaje ligero, labios rojos y estoy lista. Antes de salir me doy la charla motivacional, tiene que funcionar si Connor y Melissa aparecen. 

* Todo lo que se dice en español aparece en negrita y cursiva ya que ellos obviamente no hablan en ese idioma la mayor parte del tiempo.

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