20 "A menos qué...
Tiro las flores negras a la basura, pero antes tomo una foto junto con la tarjeta. Me quedo con las otras y estoy a punto de mandarle un agrio mensaje a Melissa en las redes, pero me detengo. Es obvio que ella fue. Me quedo pensando como devolverle la acción.
- Mónica. Te esperan en la sala de juntas.
- ¿Quién? – Veo hacia la oficina de Benedict y no está por ningún lado.
- No tengo idea.
- ¿No vas a felicitarme por mi boda Minho? –Lo pincho. En términos generales nos llevamos bien, a veces no, pero ha estado tan indiferente que es raro.
Se me acerca serio.
- Sé porque lo haces.
- ¿Qué sabes? –lo miro preocupada.
- He firmado un acuerdo de confidencialidad así que no te preocupes. Sé lo que estás haciendo para quitar la empresa de las garras de Morris. No estoy de acuerdo en que te embarques en esto.
- ¿Por qué no?
- Aunque no me lo creas, no me caes mal.
- Vaya, gracias. –Quisiera alborotarle el pelo por su seca declaración.
- Eres talentosa, inteligente y guapa. Buena persona, aunque insolente, terca, rebelde y desafiante lo que hace que a veces quiera ahorcarte, pero no deberías tener que sacrificarte así.
- ¿Has dicho que soy guapa? –le sonrío abiertamente.
- Te has quedado con eso de todo lo que te dije. –Me ve irritado.
- Awww, creo que me quieres. –Lo provoco y él rueda los ojos. –Tengo que hacerlo. –Le digo con tranquilidad. –Incluso tu empleo estaría en juego si no lo hago.
- Aun así, la única que saldrá perdiendo eres tú. –Sentencia y trago saliva porque algo me dice que así puede resultar.
- Sé que no voy a un lecho de rosas, pero oye, gracias por preocuparte por mí. –Lo abrazo instintivamente y él se queda quieto como un palo y me río por ello. Me da unas ligeras palmaditas en la espalda. –Prueba a ser más cariñoso, sobre todo con mi hermana. –le guiño un ojo y voy a la sala de juntas.
Benedict ya está allí con unos tres tipos trajeados con aire de tiburón. Ah ya, son abogados.
- Buenos días. –Saludo y los abogados me responden sin dejar de evaluarme. Los miro seria y añado un toque de hastío. A mí no me van a intimidar. - ¿Qué hago aquí? –pregunto a Ben.
- Hay que firmar unas cosas. –Benedict sigue leyendo los papeles que tiene en la mano.
- Define cosas.
- El acuerdo prenupcial señorita Cohen. -Dice el que fácilmente podría salir en una película sobre un hombre mitad tiburón mitad humano. Hasta los dientes son largos y afilados, lo miro detenidamente esperando que hable otra vez para checar sus colmillos.
- Bien. – Me rindo cuando veo que no dirá más. El acuerdo es lógico. Estamos entrando a un compromiso con fecha de caducidad. –Me siento y me pasan un fajo enorme de documentos. - ¿En serio?
- También creo que es demasiado. –Ben me mira.
- ¿Están pidiendo la custodia de mi primogénito? –Bromeo, pero nadie se ríe.
- Por favor sentémonos y repasemos. –Este es de cara larga y delgado, usa anteojos y me recuerda a uno de los abogados del señor Burns de los Simpson.
- ¿Nos alcanzará el día?
- Claro que sí Mon, ya he quitado muchas cosas. –Sigue tachando.
Veo mis copias y leo al azar.
La custodia en caso de haber hijos pasa directamente en caso de divorcio a Benedict Adler Mackenzie.
Así que por eso nadie se río. La veo tachada y por eso no digo nada, pero me revuelvo incomoda en mi silla ¿Por qué hablan de hijos? Estoy segura que saben del testamento y de la finalidad de este matrimonio. Si quedaba algo de mis actividades alcohólicas de anoche estas han terminado de irse.
En caso de divorcio, no le corresponde nada de los activos a la Srita. Mónica Cohen.
No he pedido absolutamente nada de dinero. Respiro profundo cuando leo lo siguiente.
En caso de adulterio por parte de la Srita. Mónica Cohen tendrá que dar una compensación económica y perderá derechos totales sobre hijos en caso de haberlos...
- ¿Qué es esto? ¿En caso de hijos? ¿Adulterio...? ¿Y yo debo pagarte a ti? – Empiezo a sentir en mis venas la sangre correr.
- Tenemos que abarcar todas las posibilidades. -Menciona uno de ellos.
- Entre esas posibilidades ¿contemplaron la posibilidad de meterse en el trasero todo esto? –Aviento las hojas hacia la mesa y se esparcen en ella, pero caen algunas sobre la cabeza del medio tiburón quedándole una como un sombrero.
Benedict no dice nada ¡Nada! así que lo busco con la mirada y veo que está aguantando la risa. Me cruzo de brazos y lo asesino con la mirada.
- Salgan de aquí. –Les dice con tranquilidad, pero firme.
- Pero, señor...
- Fuera.
- Tiene que protegerse en todos los frentes.
- Si ella no está de acuerdo yo tampoco.
- Puede perder mucho. –Advierte el abogado del señor Burns.
- Dije que fuera. –Responde enojado y salen de inmediato sin rechistar más.
- Entiendo que hay cosas que dejar en claro, pero esto es sumamente desagradable. –Miro hacia los papeles esparcidos por todo el lugar.
- Lo siento. De verdad.
- No he dicho que no firmaré. Solo que ese acuerdo es...- No encuentro las palabras.
- Estúpido. –finaliza él por mí. –Sobre todo en la parte de la infidelidad.
- ¿Podemos sernos infieles?
- ¡Claro que no! -Casi no alza la voz pero esta vez lo hizo un poquito.
- ¿Entonces?
- Mientras estés casada conmigo, no vas a estar con nadie más, eso se sobre entiende.
- ¿Aunque seamos de mentiritas?
- Si. –Responde molesto.
- Te aplica a ti también ¿no?
- Por supuesto.
- Entendido. –No me quejo. Ficticio o no, no me apetece verlo con otras. -Redactemos nosotros el acuerdo. Simple, efectivo y al grano. –Sugiero.
- Lo que me interesaba que firmaras es esto. –Me pasa otras hojas y las leo. Se me están cediendo acciones de la Empresa las suficientes para tener voz y voto y estar presente en las reuniones del consejo.
Lo miro asustada.
- ¿Qué es esto?
- ¿No sabes leer? –Se sienta en una silla a mi lado.
- No te pedí nada.
- Y yo quiero dártelas.
- ¿Por qué?
- ¿Cómo que porque? Vas a ser mi esposa. Y si, ya sé que, por un tiempo, pero Mon estás haciendo un enorme sacrificio por nosotros. Esto no es nada. Mereces todo. Toda la familia está de acuerdo.
- Pero no te he pedido nada. –Insisto. –Además ¿querrás que tu ex esposa quede como accionista después?
- No pienso darte el título de ex esposa. –Lo miro con un signo de interrogación en la cara por lo que prosigue. - Me refiero a que, aunque nos divorciemos siempre serás Cookie para mí. Y basta ya, firma. –me lanza la orden.
- Tengo que pensarlo. Ya lo pensé: NO. –Me levanto y me toma del brazo para detenerme, me niego e intento avanzar, por lo que tira de mí con fuerza y acabo sentada en sus piernas. Nos vemos unos segundos y luego trato de impulsarme de nuevo para quedar en pie, pero su brazo rodea mi cintura y no me suelta.
- O firmas o no te suelto. –Amenaza con voz ronca.
- ¿Así sueles hacer firmar a los demás? –Trato de sonar segura, confiada y tranquila pero la voz me sale débil y me maldigo. –Va a entrar alguien. –grazno.
- ¿Y eso que? Estoy con mi prometida. –Me atrae más hacia él y nuestras caras quedan demasiado cerca. –Firma. –susurra.
Me esfuerzo por no pasar saliva en mi garganta y verle a los ojos nada más. La tentación de ver sus labios es fuerte y la de pasar mi lengua por los míos que se han quedado resecos es igual de poderosa. Pero me detengo y uso hasta el último gramo de fuerza que logro obtener. Así que hay algunos clichés ciertos porque que alguien me diga ¿Porqué de pronto se me han secado los labios? Debe haber alguna explicación científica. Mi lengua asoma buscando humedecerlos y la muerdo.
- Firmaré, firmaré. –Suelto enseguida. –Pero sentada como debe ser en una silla.
- No. –Responde escuetamente.
- Esto es ridículo. – me pasa un bolígrafo y los documentos mientras me sigue sujetando. Todo mi cuerpo me pide pegarme más y más para... No, mejor claudico así que doy un pequeño giro hacia la mesa moviéndome en el proceso.
- No te muevas tanto. –Me gruñe.
- ¿Qué? ¿Estoy muy pesada para ti?
- No quieres saber la respuesta ¿o sí?
- Grosero. Ni siquiera he cambiado de talla. Un centímetro o dos en la cadera. –refunfuño mientras leo el documento.
- ¿Uno o dos? –Pregunta demasiado cerca de mi oído y siento una mano deslizarse de mi cintura a mi cadera.
- Quieto manos largas. –Tomo su mano y la alejo de un manotazo.
- ¿Sólo allí? La cintura luce igual.
- ¿Sólo allí qué? –Trato de concentrarme en lo que leo, no vaya a terminar firmando que estoy obligada a embarazarme y perpetuar el apellido. Toda la situación me está poniendo paranoica.
- Si solo allí hay más centímetros.
- Quizás en el trasero, como bien señaló Kirk el otro día. –Lo siento moverse. –Ni se te ocurra intentar confirmarlo.
- Oye, no he tocado nada. Y Kirk debería saber que no le conviene estar viéndote el trasero.
Cuando estas cosas pasan después de un rato (uno muy largo) me doy cuenta de que no son normales. No es un trato normal entre él y yo. No es normal que esté en sus piernas como si nada, que me abrace, que me toque, que parezca celoso, que yo le pregunte sobre la rusa y que me moleste que no me escriba o me llame. Las palabras de Tristán flotan ante mí: acaben de una vez por todas con esa tensión sexual existente. O sea, otros lo han notado ¿Y yo no? ¿Hay tensión sexual no resuelta entre nosotros? Porque eso dijo también Kislev. Basta, me digo y me enfoco en el hecho de que nos conocemos desde siempre y por eso pasan esta clase de situaciones.
- ¿Por qué no le conviene? –Pregunto hasta que capto lo último que dijo.
- Porque eres la esposa de su Jefe.
- Aún no he firmado el acta matrimonial. –Me muevo para verlo y él parece sufrir un poco. No me importa. - ¿Me vas a poner así para que firme ese día?
- Intenta negarte y lo haré.
- No, ya te dije que sí. Sabes que no suelo retractarme.
- Lo sé.
- Bien, todo en orden. Ya está firmado. Hagamos el prenupcial, pero antes suéltame.
- Tengo que ver que esté bien firmado. –La puerta se abre y entra Kirk quien pone una enorme sonrisa en su cara cotilla. Benedict ni se inmuta y sigue checando mis firmas, aun teniendo su brazo reteniéndome.
- ¿En qué podemos ayudarte Kirk? E ignora esto. –Pido.
- Ya sé, ya sé. Cosas de novios. Solo venía a decirte que te han mandado más flores.
- ¿Viste las tarjetas?
- No. –Lo miró sin creerle. –Bueno, sí. Son de tus amigos YouTuber.
- Ah ya. Que lindos.
- ¿Y las otras de quien eran? -Pregunta curioso.
- De un amigo y de una... -quiero decir zorra, pero me detengo. –antigua conocida.
- ¿Es todo? –Ben lo mira al fin.
- Sí. –Pero no se mueve.
- Cierra al salir. –Kirk sigue en su sitio viéndonos muy sonriente. -Eso quiere decir que salgas ahora Kirk.
- Si, Jefe. –Y se va rápidamente al fin.
- ¿Qué quieres en el prenupcial? –Me dice y aprovecho que afloja su agarre y me escapo sentándome de inmediato en la silla a su lado. - Tramposa.
- Rápida. –Sonrío, pero luego me enfoco. -Quiero que no haya nada sobre hijos ¿Por qué hay clausulas sobre hijos?
- Porque es una posibilidad.
- ¿Perdón? Entonces según tú y tus abogados nadie puede resistirse a ti, al grado de tener sexo sin protección.
- Algo así. –Esboza una sonrisa sexy.
Resoplo entre risas exageradas para dejar en claro que es una ridiculez porque eso es ¿no?
- Arrogante.
- Incrédula. Pero no pondremos nada sobre hijos si tú no quieres.
- No quiero.
- ¿La cláusula o los hijos?
- En este momento no quiero ambos.
- ¿Y después?
- ¿Después qué?
- Olvídalo. –Mira al cielo como hago yo cuando me desespero y deseo ayuda divina.
Tomo una hoja y escribo.
1.- En caso de divorcio ambas partes se van con lo que llegaron.
- Algo me dice que no eres abogada. –Se burla de mis términos.
- Se entiende ¿no? no me quitas no te quito.
- Clarísimo.
- Cállate. Aunque me diste acciones. –Me detengo.
- Sí, solo que antes de casarnos. Así que tu punto número uno es correcto.
- Continuo entonces.
2.- En el remoto caso de hijos... remotísimo caso. La custodia es de la madre si hay divorcio.
- Oye no, en eso no estoy de acuerdo. –Replica de inmediato.
- Pero es una situación hipotética.
- Aun así.
- Aun así, querías la custodia toda para ti ¿no? –contraataco.
- Yo no lo estipulé, fueron mis abogados y todo niño necesita a su padre.
- ¿Qué me dices de la madre? ¿Quién crees que los va a parir?
- Escribe que será compartida.
- No creo...-Digo seria y luego rompo a reír. -¿Nos escuchas? Esto es ridículo, pero aun así se queda.
- Compartida. –Exige y tacho el punto dos. Me pongo a reescribirlo.
2.- En el caso de adoptar una mascota, la custodia será compartida si llega a existir un divorcio.
- Esto es más lógico. – Digo, pero lo veo fruncir el ceño.
- No vamos a tener una mascota.
- ¿Ni siquiera un pez?
- No.
- ¿Qué clase de ser humano eres? –Lo miro horrorizada.
- Uno que no tiene tiempo para cuidar una mascota y tú ni siquiera tienes una.
- Porque no lo permiten en mi edificio. No vamos a funcionar. - Esta vez soy yo la que mira al techo.
- Dije que no.
- Me gustan las medusas.
- ¿Cómo rayos vamos a compartir una medusa? –Me arrebata el papel y escribe.
2.- No habrá mascotas.
3.- Si hay hijos custodia compartida.
4.- Si existe infidelidad no habrá retribución al cónyuge inocente a menos que el amante...
- Que el amante ¿Qué?... -Le animo a terminar esta tontería.
- A menos que el amante se llame Juan.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top