17 "No estoy embarazada"

- ¡Oh por Dios! –Lily está hiperventilando en la video llamada. Se abanica los ojos y ríe. - ¡No puedo creerlo! – grita emocionada.

- Yo tampoco. –dice mi hermana con sequedad al lado mío y le doy un codazo.

- Déjame verlo. –pide Lily y levanto mi mano izquierda para que vea el anillo. Mi futura cuñada se tapa la boca en un acto de felicidad y me siento verdaderamente mal por primera vez desde que volvimos a Nueva York. Aun no le decimos a nadie más de la familia, pero ya que lo sabe Kis, Tristán y la abuela lo lógico es que la siguiente persona sea Lily. Engañarla de esta manera me deja mal sabor de boca. –Iré en cuanto pueda. –me dice feliz. –Me has dado una alegría increíble en medio de... -se detiene.

- ¿De qué? –pregunta Kis con el ceño fruncido al ver lo mismo que yo. Lily ha puesto esos enormes ojos de cachorro que bien conocemos. Los pone cuando algo la tiene mal. - ¿Qué pasó? –insiste mi hermana.

- Me rompieron el corazón en cachitos. –Y sus ojos se llenan de lágrimas.

- ¿Quién fue? –exijo saber.

- No le digan a mis hermanos. –pide secándose una lágrima escurridiza. –sé que no lo harán, pero solo de pensar en si se enteran, lo rastrearían y sería vergonzoso. Aunque dudo que den con él tan fácilmente. Aun así, probablemente lo lograrían y no quiero.

- No si merece una paliza. –Quiero atravesar la pantalla y abrazarla.

- No la merece Moni. Fue mi culpa.

- ¿Cómo rayos sería tu culpa? –la miró molesta con el tipo que ni siquiera conozco. Lily es un ser dulce, amigable y cariñoso. No me la imagino teniendo la culpa de que le rompieran el corazón.

- Él fue muy claro ¿saben? Me dijo que lo que pasaba entre los dos jamás llevaría a nada más, que no cometiera el error de pensar más allá de lo que teníamos. Y duró muy poco, quise más y me di de bruces con la realidad. Solo me dijo: Ya habíamos hablado sobre ello Lilian. Cero compromisos ni de tu parte ni de la mía. No nos prometimos nada. Además, no estás hecha para la vida que llevo.

- ¿Acaso es un espía secreto? ¿un cirquero, toreador? –Inquiero extrañada.

- ¿Piloto de fórmula uno? –añade Kis.

- Es un diplomático. –Nos responde Lily con la voz quebrada y lo que quiero quebrar es la cabeza de ese idiota.

Mi hermana y yo nos quedamos mirando. Lily es todo lo que desearía alguien con dos dedos de frente. Pertenece a los Mackenzie, su apellido habla por sí solo si es que vamos a tomar en cuenta lo que alguien como un diplomático querría a su lado. Una familia con dinero y contactos. Eso sería lo de menos, ya que vale por derecho propio.

- No me imagino a nadie mejor para ser pareja de alguien como él.

- ¡Y se lo dije Mon! Yo, que odio que la gente me respete solo por mi apellido lo usé para tratar de retenerlo, tontamente porque él no lo necesita. Él es para una princesa probablemente.

- ¿Qué? Pero si tú lo eres.

- No, una princesa de verdad o lo más cercano. Siempre tuve esa sensación. Su porte, sus modales, su manera de ser.

- ¡Tú eres lo más cercano a una princesa! –protesto. Y ella sonríe triste pero niega con la cabeza. 

- Ya quiero verlas, necesito una buena borrachera con ustedes para desahogar las penas. –Zanja el tema.

- No tardes entonces. –pido.

- Eso necesito para sacarlo de mi sistema. –se limpia los ojos. –Espero que se enamore de verdad y esa mujer lo haga sufrir. –Me ve. –Mon, la noticia de tu boda con mi hermano es lo mejor de estos días, gracias.

- No me des las gracias. –respondo apretando la mandíbula.

- Sí, no se las des. –secunda Kis y la veo mal.

Nos despedimos y ella promete estar aquí en una semana. Mañana sábado iré con mis padres a darles la noticia y tengo los nervios a flor de piel.

- ¿Qué hubieras hecho en mi lugar? –me giro a Kis haciéndole la pregunta por enésima vez ya que se ha negado a contestar– Y no me vengas con que dirías que no cuando sé muy bien que si fuera Tristán no lo hubieras pensado dos veces. –me mira feo, pero no responde. - Se salva la compañía, los empleos de muchísima gente y se salva la familia. Entiéndelo.

Kis reposa su cabeza en el sofá mirando al techo.

- No quería que te casaras así.

- Ni siquiera lo contaré como matrimonio.

- ¿Cómo de que no? Estar casada con Ben no será un paseo por el parque. Tu verdadero Juan del Diablo... -suspira dramáticamente. –Se sentirá muy decepcionado.

- Ambas sabemos que nunca he tenido un Juan del Diablo.

- Quizás si Ben se deja crecer el cabello. -Le aviento un cojín, pero se ríe y me abraza. Sé que me apoyara a partir de ahora. Porque aunque no lo diga, ella hubiera actuado igual que yo.

Después de lo de Londres tuvimos un día libre al volver haciendo un fin de tres días. Quedo sola después que Kis se va al trabajo y aunque este día debería aprovecharlo para descansar no puedo, enfoco mi energía nerviosa en limpiar el departamento y dejarlo como un espejo. Busco lo que llevaré a casa de mis padres y nada me satisface. Enciendo la televisión solo para que haga ruido y se lleve mis pensamientos frenéticos. No me ayuda escuchar más noticias sobre la próxima colección de Bianik, no somos nada, pero aun así hubo una cita de por medio. Y me siento la mentirosa más grande del planeta. Voy a apagar la televisión y sale la última noticia del mundo del entretenimiento, el cual en algún momento pasó a incluir a los llamados influencers.

Melissa Young anunció en un conmovedor video de hora y media el rompimiento de su relación y por lo tanto de su compromiso. Sin dar nombres, señaló a una tercera persona, la cual habría llevado a que la pareja terminara. Fuentes aseguran que tiene que ver con la misteriosa mujer que estuvo en la fiesta de beneficencia organizada por Young, donde se le vio a solas con Connor el ex prometido y donde después Melissa y él tuvieron una gran discusión.

Miro la pantalla pensando en que dimensión acabo de ingresar. Me paso las manos por la cara y doy un grito. Al menos no dio nombres, pero Melissa es rastrera. Este falso compromiso quizás me ayude. Tomo el móvil y mando un mensaje a mi falso prometido.

Mon: ¿Listo para mañana?

FP: Por supuesto. –Me responde enseguida.

He cambiado su nombre en mi teléfono FP es más acorde ya que es eso, falso prometido.

FP: ¿Qué haces?

Morir de los nervios quiero responder, pero me abstengo.

Mon: Hablé con Lili y le conté. No sé cómo decírselo a mis padres.

FP: Bueno, no es como si les vamos a decir que te embaracé. Les diremos que nos vamos a casar y déjame a mí. Yo soy el que hablará con ellos.

Mon: Probablemente crean que nos casamos por un embarazo.

Caigo en la cuenta de que mis padres si bien quieren a Ben nunca lo han considerado como alguien que tenga madera de esposo. Y mucho menos esposo de una de sus hijas, de Tristán ni hablemos. Mañana quizás piensen que este hombre se ha visto en la necesidad de casarse conmigo. No, no creo que lleguen a pensar eso. No, no. me repito. Bueno, sí.

Mon: Creo que sí se les puede pasar por la mente que esa es la razón de la boda. – Vuelvo a teclear admitiéndoselo a él y a mí misma.

FP: Eso tiene solución.

Mon: ¿Quieres que lleve un test de embarazo y compruebe lo contrario?

FP: No, no me refería a eso.

Mon: ¿Entonces?

FP: Olvídalo ¿paso por ti a las 9?

Mon: Bien. –Me tiro a la cama encima de toda la ropa que saqué y aunque pensé que no era posible me quedo dormida. Sueño mil y un tonterías, como el verme casada por amor y no por un maldito testamento. Sueño que me caso por un embarazo, que él lo hace obligado y mil pesadillas más. Por lo que al otro día mi cara parece la de un mapache con resaca.

- ¿Quién crees que fue el infeliz que le rompió el corazón a Lily? –Kis está arreglando mi cabello, le hace ondas suaves. Me había negado a hacerme nada, pero ella dice que mamá me tiene que ver radiante para que se crea todo.

- Quisiera saberlo para darle una patada en la entrepierna.

- Creo que es un hombre mayor, ya sabes, de esos que con los años se ponen más buenos como el vino. No es que haya muchos diplomáticos jóvenes. Estilo Richard Gere o Clooney con unos diez o quince años menos.

- Puede ser. –Kis termina y me aplica un poco bloqueador solar con color, corrector para mis ojeras de campeonato y un ligero rubor, rímel en las pestañas y ya está. Lo que destaca es mi labial rosa oscuro. Pero me veo natural y medianamente radiante. -Aunque Lily tiene gustos especiales y específicos. Que yo recuerde no mucho mayores que ella.

- Altos, morenos y con cuerpo de Adonis. –recuerdo sus palabras. –Todos sus novios han sido así. –me quedo pensando en que todos sin excepción han sido investigados por sus hermanos. Lo que ha provocado peleas monumentales y que Lily viva más del otro lado del océano que aquí.

- Ponte el vestido verde, te alegra mucho la cara. – me lo lanza.

- Deberías venir conmigo. –imploro.

- Ah no, esto lo resuelves tú. No quiero que la furia paterna se me venga encima.

- ¿Crees que se enojen? ¡Pero si es Ben!

- Pues por eso, lo querrán mucho pero no para su primogénita. Saben que nunca ha tenido novias formales. No lo ven como prospecto de yerno. Quizás piensen que sentará cabeza porque te preñó. Y si algo tienen los Mackenzie es sentido de la responsabilidad.

- Ya no sigas que me pones peor. –respiro hondo.

- Toma. Te compré un test de embarazo.

Me desinflo al ver que las dos pensamos en lo mismo. Conocemos a nuestros padres.

- Una cosa más.

- ¿Qué?

- ¿Aún tiene mamá la escopeta que le regaló la abuela?

********************

- Te ves terriblemente nerviosa. – Vamos en el auto de Benedict rumbo a casa de mis progenitores. No estaría así de estresada si todo fuera cierto. Si en realidad él y yo estuviéramos enamorados y deseosos de unir nuestras vidas. No me importaría nada más. Pero esa sensación de que soy un fraude no me deja tranquila. Me giro a verlo y va conduciendo con una mano mientras con la otra se pasa los dedos por el cabello. No lleva fijador y este cae más suelto que de costumbre. Lleva jeans y una camisa casual blanca. Se ajusta los lentes de sol y veo flexionar los músculos de sus brazos, me dan ganas de pasar mis manos por allí y ya que estamos, por otros lados también. Miro rápidamente hacia la carretera.

- Estaré bien.

- ¿Segura?

- No. –Lo oigo reír.

- Siempre dices la verdad Mon. Es una de las cosas que más me gusta de ti.

- Odio la cláusula de tu abuelo. – exclamo para ignorar sus palabras anteriores y pensando que la barba le queda demasiado bien.

- Ya somos dos.

- ¿Cuándo será publico nuestro compromiso?

- Hoy justo después de hablar con tus padres nuestro departamento de relaciones públicas emitirá la noticia.

Me hundo en mi asiento. El lunes todo el mundo estará chismoseando sobre eso en la empresa.

- La boda está prácticamente organizada.

- Pero si acabamos de volver. –Lo veo sorprendida.

- La abuela reservó todo desde que supo de la cláusula.

- ¿Sin tener a la novia y sin tener una fecha?

- Lo hizo con fecha abierta. –Privilegios de gente asquerosamente rica pienso. -Y en cuanto a la novia supongo que...

- ¿Qué?

- No quiero sonar arrogante, pero ella sabía que era algo que podía resolver fácilmente.

- Ah, vaya. Que he sido fácil ¿no? –me cruzo de brazos molesta.

- No, Mon. -me mira conciliador. - Con resolverlo fácil me refería a que más de una habría aceptado inmediatamente. Yo solo tenía que elegir. Y me fui por la más terca y difícil mujer que conozco.

- Gracias. –espeto.

- Lo eres.

- No lo soy.

- Claro que sí.

Me callo cuando se estaciona frente a la cafetería de mis padres.

- ¿Sabes? Amo los bollos que tus padres hacen. -Dice cambiando abruptamente de conversación.

- ¿Los de crema de café?

- Si.

- Los de mermelada de bayas igual son deliciosos.

- Lo sé.

Los dos estamos hablando de nada porque estamos retrasando el momento de entrar.

- Tenemos que bajar. –me dice.

- Ve tú y aquí te espero. –lo oigo reír cuando se baja y da la vuelta yendo a mi sitio para abrirme la puerta. - ¿no puedo esperar aquí?

- La Mónica que conozco no es cobarde.

- Es que no me conoces bien. –Me extiende la mano y niego, así que se inclina y me saca con facilidad lo cual me irrita. Entramos con él llevándome de la cintura o empujándome más bien.

- Estás tan tensa que pareces cuerda de violín.

La campanilla que anuncia clientes sigue sonando pues otras dos personas entran después de nosotros. En las mesas hay algunas personas que se giran a vernos. Algunos me reconocen y me saludan con la mano, devuelvo el gesto con una sonrisa extraña porque a duras penas me sale.

- ¡Mónica! –Me dice una vecina de años. – Que guapa estás.

- Hola Clare. –respondo y me da un beso en la mejilla.

- ¿Has venido a ver a tus padres? – Pregunta, pero sin deja de ver a Benedict dándole un repaso completo. Clare tiene casi sesenta años, pero de vista no está mal porque no pierde momento de detallar a mi prometido.

- Sí. Vinimos a verlos.

- ¿Es tu novio?

- Benedict Mackenzie. –Se presenta y le da la mano a Clare dándole también una sonrisa de su marca registrada. Es esa sonrisa carismática de comercial de pasta de dientes.

- ¿Su novio? –repite la vecina como si aún no lo creyera.

- Su novio, así es. –Ben responde algo divertido y yo me quedo paralizada cuando veo detrás del mostrador a mi madre estática viendo y oyendo la escena.

- Hola Ma. – con horror veo que busca algo bajo el mostrador. –Madre, no. –pido despacio soltándome de Ben y yendo hacia ella. La abrazo a la fuerza mientras tenemos un pequeño forcejeo donde yo trato de evitar que saque lo que al parecer sigue guardando. Y eso es la escopeta de la abuela.

- Con permiso. –Ben se acerca a nosotras. Yo me llevo a mi madre a la parte de atrás simulando que jugamos.

- Madre ¿Qué pasa? –no me responde.

- ¿Embarazaste a mi hija? –encara a Ben y este alza las cejas y luego niega con la cabeza. Pero parece disfrutar la escena y lo miro molesta. – Sí o no.

- No. Juro que no. –aclara.

- ¿Lo ves? –pongo mis manos en sus hombros. –Pero estamos juntos.

- Y vamos a casarnos. –completa Ben y veo la cara de sorpresa de mi madre.

- No lo creo. –dice lentamente. -¿Casarse? Quiero que te hagas una prueba de embarazo ¡Ahora! –Exige y Ben aprieta los labios para no reírse.

- ¿Qué es tan gracioso? –exploto.

- No hay embarazo Leonor. –habla lentamente a mi madre. - En un futuro cuando ella esté lista te daremos nietos.

- ¿Cuándo yo esté lista? –Me sobresalto, aunque sé que miente.

- Sí, porque si por mí fuera...

- Cállate Ben. –lo corto ¿Qué hace añadiendo más leña al fuego?

- ¿Qué está pasando? –Entra mi padre y yo hubiera preferido que esta conversación se desarrollara en otro lugar que no fuera la cocina. Nos rodea harina, crema pastelera, huevos y leche.

- ¿Podemos tener esta conversación en otro lado? –pido.

- Hola Joseph. –Ben le estrecha la mano.

- Ella está embarazada. –dice mi madre y Ben y yo exclamamos un NO al mismo tiempo.

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