15 "Límites"

Mi risa vuelve, pero en formato histeria.

- Debería habértelo dicho después que comieras. –me mira preocupado. –O mañana, pero...

Alzo una mano callándole.

- No voy a casarme contigo.

- No te lo pediría sino significara la vida o la muerte para la Empresa.

- ¿Estamos en la edad media? Porque un matrimonio significaría eso en nuestros días. Cosas de gente rica ¿acaso?

- Lamentablemente. Pero come primero ¿sí?

- Se me fue el hambre. –Me pongo en jarras.

- Mira estas papas, se ven deliciosas. –Me lleva el plato con ellas.

- No quiero nada. –Me las pone debajo de la nariz y mi estómago gruñe, gruño igual al ver su cara de satisfacción, se las arrebato y empiezo a comerlas molesta sin importarme usar las manos frente a él.

- Despacio.

Dice suavemente como si le hablara a un gato montés y estoy por gruñirle de nuevo. Lo miro enojada, pero sin dejar de comer. Cuando veo el plato casi vacío avanzo de golpe y él da un paso atrás.

- Te juro que todo va a salir bien.

- No voy a casarme contigo. –Voy a la mesa buscando desesperadamente el café. Lo necesito.

- Ya dijiste eso dos veces.

- Y lo seguiré diciendo las veces que sean necesarias hasta que lo entiendas.

- ¿Ni siquiera vas a preguntar por qué es necesario?

- La ignorancia es felicidad. –respondo limpiándome con una servilleta y tomo el café como si fuera a lograr que olvide todo.

- Mi abuelo dejó una clausula digna de una película romántica ridícula.

- Calla.

- Mon, no tengo a nadie a quien más recurrir.

Nuevamente esa voz cansada. Detengo mi alegato y lo miro sin decir nada. al verme callada continua.

- De alguna manera mi abuelo creía que al crecer sin padres desarrollaría un trauma al compromiso e iría de relación en relación sin buscar nada estable.

Alzo una ceja y trato de no sonreír con ironía, pero él alcanza a verme.

- No voy de relación en relación. –me dice irritado.

- Ajá.

- Sabes bien que no.

- No tanto como Tris-Tras, pero vamos, que no has sido un monje. –resopla ante mis palabras y no limito mi sonrisa esta vez. Olvidando por momentos el quid de toda la cuestión.

- En fin, cree lo que quieras Mon. Pero definitivamente no tengo fobia al compromiso.

- ¿Ah no?

- No.

- Ajá.

- Estoy empezando a odiar tus ajas. Quiero algo estable y una familia por lo menos desde que tenía dieciséis.

- ¿Y qué hay de toda esa sucesión de chicas todos estos años? ¿Ninguna fue suficiente? –pregunto no creyéndolo y destapando el plato donde viene mi hamburguesa.

- No, ninguna. Y no fue una sucesión de chicas.

Claro, pienso. En lo que llevaba trabajando con él habían sido unas cinco aunque más que nada eran mis suposiciones.

- Quisquilloso. –susurro.

- Selectivo. –dice cerca de mí. –Dame por lo menos la mitad de eso. –señala mi preciosa y apetitosa hamburguesa. –No he comido en horas.

- Preferiría casarme contigo. –la tomo y le doy un enorme mordisco enfrente de su cara.

- ¿Sí? - Sonríe ladino.

La dejo en el plato y con lo que parece un cuchillo para la mantequilla intento cortarla a la mitad. Hago un desastre, pero le extiendo triunfante una mitad toda mal cortada. Mueve la cabeza, pero la toma enseguida.

- Podríamos haber pedido servicio a la habitación.

- Me muero de hambre Mon. –se la come rápidamente.

- Oye, calma. Toma que si no va en seco. –le doy de mi café cuando recuerdo algo. –La cláusula 9 ¿verdad?

- ¿Cómo sabes? –me ve sorprendido.

- Cuando me mandaste por unos papeles alcancé a ver algo.

- ¿Leíste algo confidencial? –acusa.

- ¡Tú lo dejaste a la vista! y mira que no termine de leer el documento.

- Pues mejor así, ya sabes que esa maldita clausula pide matrimonio de mi parte para quitarle así de una vez por todas los derechos a Morris.

- Así que tu abuelo no le dejo el control porque le estimara.

- Se lo dejó para meterme presión aun muerto. –dice molesto.

- ¿Qué pasa si no te casas?

- Morris sigue teniendo el control de esta filial y va a acabar con todo. La cuenta Moriarty, no puede con ella. Ya sabes que representa un gran activo a nivel global para nosotros. Va a cagarla y con ellos nos arrastraría. Podríamos con ello, pero la cláusula dice que, si no me caso y el tiempo va pasando, cada año se le cede el control al idiota de Morris de una filial europea.

- ¿Qué? –lo miro con horror.

- Este año sigue teniendo solo Londres, pero el que sigue tendrá París. Y así sucesivamente. –me ve con gran seriedad y me desplomo en un asiento. Se pone a mi altura en una rodilla. –Sé de esa cláusula hace mucho y no puedo pensar en nadie más para ayudarme. Intenté otros medios legales, otras alternativas y nada.

- ¿No puede casarse Tristán?

- Soy el mayor, mi abuelo siempre considero que el deber y el ejemplo me correspondían a mí. Si me casaba yo, mi hermano lo haría. –se ríe ante la idea. –Eres mi única esperanza Mon.

- ¿Intentaste no sé, hablar y convencer a Morris?

- Claro, por eso vine y solo he logrado aumentar el desprecio que siento por él. Cree me tiene en sus manos y en cierto modo por ahora así es. Así que Mónica Cohen ¿te casas conmigo? –me mira y trato de ignorar la esperanza en sus ojos.

- No quiero... –le digo temiendo ponerme a sollozar y a punto de decir que no quiero casarme así, pero si no es así ¿entonces cómo? Me pregunta mi yo interior. Me toma de las manos y las aprieta suavemente. –Levántate de allí. –pido.

- Hasta que digas que sí. –niego con la cabeza. - Todos esos empleados perderán sus puestos irremediablemente, gracias a la mala gestión y lo sabes. La abuela no podrá soportarlo. –dice sabiendo que eso me moverá más que nada.

- Juegas sucio.

- No tengo otra alternativa. Y solo serán unos pocos meses y después libre.

- Pero ya divorciada ¿Qué va decir de mi la sociedad? –digo lastimeramente para ver si eso en algo me ayuda, pero luego me enojo al oír su risa.

- Mónica, nunca te ha importado la sociedad.

- ¿Cuántos meses? – resoplo a punto de claudicar, lo veo sonreír ampliamente al ver que lo está consiguiendo.

- Quizás unos tres, poco más poco menos. Lily se ha encargado de Paris en los últimos meses, lo sabes ¿Cómo se sentirá si tiene que trabajar bajo las ordenes de ese idiota?

- Lily... -susurro para mí. Recuerdo sus breves comentarios sobre Peter siendo un estúpido con ella. Tratando de ligársela. Cosa que sus hermanos no saben por supuesto o Peter ya sería historia de una manera más cruda y cero legal. –Tres meses y nada más.

- No puedo decirte una cantidad exacta de tiempo Mon, pero será poco ¿podrías ya decir que te casarás conmigo y así levantarme?

- Nadie te dijo que te arrodillaras.

- Ya di que sí.

- Mmm...

- Mónica...

- Bien, sí. –digo insegura al mil por ciento.

- ¡Sí! –se levanta de un salto y me levanta junto con él y me abraza fuertemente, tanto que me quejo. – Oh, lo siento. –Suelta un poco su agarre.

- Lo hago por la abuela y Lily. –aclaro aun apretada a él y pensando cómo es que puede oler tan bien si se nota que no ha parado en todo el día. –Y los empleados.

- Por mi nada ¿no? está bien. –me separa para mirarme sonriente. –No importa, lo tomo.

- Mejor que no lo sepa nadie por favor, una boda rápida en el civil y se acabó.

- Lo siento, pero será pública. Mucho.

- ¿Qué? –me separo mirándolo con los ojos muy abiertos.

- Sino, le daremos armas a Peter para demandar. Y no quiero eso.

- Pero...

- Tengo que hacer unas llamadas. Nos vamos a Paris pasado mañana.

- ¿A qué?

- Por tu anillo claro. La propuesta igual debe ser pública.

- ¿Harás un maldito flash mob?

- ¿Te gustaría?

- No Benedict. Dije que sí a esto, pero en serio vamos con calma.

- Tenemos todo menos tiempo. –ya está tecleando y se pone el teléfono en la oreja. Y yo, estoy a punto de saltar por la ventana, sin importarme que sea el piso doce.

El siguió haciendo llamadas y yo me puse mi pijama, que afortunadamente era muy decente. Me sequé el pelo e hice tiempo pese a que me moría de sueño. Pero necesitaba ajustar detalles y hablar más sobre la locura que cometeríamos. Sin embargo, no pude así que fui a la cama tan solo a sentarme y pasados unos minutos estaba acostada y después irremediablemente dormida.

- Vamos dormilona levántate ¿O debería decir prometida mía o algo así? – Ben bromea totalmente despejado y con la energía a tope, yo me pongo la almohada en la cabeza y balbuceo que se largue ¿Por qué debería levantarme si me acabo de acostar? Y así se lo hago saber. – Son las siete de la mañana Mon.

Eso hace que me siente de golpe.

- ¿Qué haces aquí? – pregunto y escupo cabello que tengo atrapado en la boca. Ben con cuidado me mueve el cabello hacia atrás y lo acomoda.

- Así que eres gruñona en las mañanas.

- No, solo soy gruñona contigo y no importa la hora.

- Y yo casi nunca lo soy ¿ves? La pareja perfecta.

- ¿Por qué estás aquí? ¿Cómo entraste? –me limpio la cara con la sabana esperando que no me vea miserable.

- Nunca me fui. –dice caminando a la puerta para abrir al servicio de habitaciones.

- ¡Dormiste aquí!

- Sí.

- ¿En dónde? –Y giro a ver el lado de la cama que no ocupé y sí, la huella de su cabeza está en la almohada.

- En la cama ¿dónde más? – entra el carrito de comida y lo miro con la boca abierta. –Te pegaste a mí como si fuera un osito de peluche. – comenta burlón y yo le aviento una almohada que hábilmente evita.

- ¡Estuviste fuera de lo límites!

- Bueno, vamos a casarnos. -empieza a abrir las bandejas de comida y me levanto para seguir con esto.

- Ben, no hemos hablado de límites. Definitivamente no vamos a ser un matrimonio normal.

- Lo sé.

- ¿Por qué te quedaste aquí anoche entonces? –insisto en una especie de chillido de virgen victoriana ultrajada. Más que nada porque presiento que eso de que me pegue a él como si fuera un peluche es verdad.

- Porque debemos dar la apariencia de que es real por eso Mon. Quiero que lo sepan todos y que quede claro que estamos locamente enamorados.

Tiene un punto, pero aun así me dirijo al baño y azoto la puerta. Después de hacer lo propio y de lavarme cara y dientes y confirmar que no me miraba tan desastrosa salgo.

Él me espera pacientemente sentado a la mesa de la habitación donde ha desplegado todos los platos.

- Te pedí hot cakes con plátano. Y café mucho café.

- ¿Cómo quieres hacer esto? Dilo y veré si concuerdo. –le digo seria sentándome enfrente suyo.

- Bien, pero come algo antes.

Tengo hambre así que empiezo sin decir más.

- Vamos por el anillo mañana y quiero que sea algo que vea la gente. Boda en casa en unas dos semanas.

Me atraganto con un pedazo de hot cake y él se levanta para darme café.

- ¿Dos semanas? –toso al decirlo.

- Dos, quería que fuera menos, pero es un tiempo razonable.

Lo miro como si se hubiera vuelto loco.

- Iré a hablar con tus padres y a nadie le diremos que esto es solo un acuerdo entre nosotros. Sería más incómodo para ellos.

- Que nos divorciemos será incómodo. Un momento ¿Qué pasará conmigo una vez divorciada? No podemos seguir trabajando juntos ¿voy a quedarme sin trabajo?

- No veo porque tendrías que irte.

- Sería raro Ben. Por eso.

- Para mí no. Quiero que todo siga igual una vez terminado esto. –lo veo incrédula. –La abuela sí lo sabe todo, debo avisarte.

- Es lógico si nos ponemos a pensar que el testamento lo hizo su esposo.

- Ella tenía la esperanza de que nuestro matrimonio fuera real y no por cuestiones legales.

- Ya entiendo la conversación ese día en su casa. A mi hermana le diré Ben.

- Está bien. Tristán también lo sabrá, pero no quiero que Lily lo sepa. Le rompería el corazón. Realmente te quiere y estará feliz con que seas su cuñada, si sabe que no es real es capaz de intentar impedirlo.

- Bien, estoy de acuerdo. ¿Podríamos ampliar el plazo para casarnos?

- ¿Cuánto más?

- ¿Unos meses? -pido suplicante.

- No. Dos semanas. Ya casados seguiremos trabajando como hasta ahora y por supuesto tendrás que irte a mi departamento.

- Viviremos juntos... -digo asimilando más a plenitud en lo que me acabo de meter.

- Eso hace la gente que se casa. –se burla.

- Tendré mi propia habitación obviamente.

- Si tú quieres sí.

- ¿Cómo que sí quiero?

- La mía es muy grande. –me dice, pero veo el brillo de picardía en su rostro y lo ignoro.

- Dado que no es real no esperes que estando solos siga con esta comedia.

- Y yo que esperaba que me cocinaras entre otras cosas... Por cierto, acabas de tocar un punto interesante. En público debes ser la novia más profundamente enamorada que haya visto este planeta.

Empiezo a masajear mi sien. Esto se va salir de nuestras manos. Lo veo venir. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top