12 "Inferno"

Voy caminando lentamente por la acera al ritmo de mis cavilaciones interiores. Mi cabeza es un lío un tanto confuso ¿Por qué pedirme cosas del trabajo a esa hora? Y ¿Por qué después de ver esa foto? Me paro frente a un escaparate que exhibe algo, pero no veo nada, sin poderlo evitar me rasco la cabeza, aunque no siento picazón en ella. Debería ir a paso rápido pues nos sigue llegando trabajo desde Londres y solo salí por algo ligero que comer.

Yendo por la vía lógica, Ben está supremamente ocupado (sigue sin mandarme mensajes de los usuales, el único fue la exigencia de anoche) y verme tranquila en dicha foto, pasándomela bien sin duda provocó su molestia y por eso pasó lo que pasó.

Mi instinto me dice que se me escapa algo, pero lo callo. No quiero pensar cosas disparatadas y menos cuando he sentido cosas raras hacia mi jefe. Porque eso es lo que es, MI JEFE. Por mucho que lo conozca desde niño. Creo que lo que me sucede es atracción por aproximación o algo así. Leí que puede pasar cuando estas demasiado tiempo con otra persona y ¿con quién paso más tiempo que nadie? Pues con Benedict ¿Quién más?

Una vez la palabra atracción entró en mis pensamientos me da un escalofrío y niego con la cabeza. Tranquila, tranquila. Por eso tu cita de anoche.

- Esa reacción es ¿Por qué el vestido no te gustó o la idea de usarlo fue la que te desagradó? –me dice una voz que logra penetrar en mi niebla personal. Volteo y miro a Benjamín. Si creyera en el destino diría que me está poniendo a ese hombre enfrente, pero es la casualidad únicamente. O al menos eso espero y no que sea un acosador.

- Hola. –saludo y él se acerca y pone una mano en mi brazo mientras me da un suave beso en la mejilla. Espero a sentir algo pero, aunque no me desagrada no pienso en nada más. Huele muy bien, aunque Ben... me aparto enseguida de él en un acto reflejo por ese fugaz pensamiento y muevo una mano para disimular. –Una pelusa ¡Qué casualidad! – le sonrío.

- No trabajo lejos de aquí. Y bien ¿vas a decirme?

- ¿Qué cosa?

Mueve su cabeza indicando el escaparate y hasta ese momento caigo que es de una tienda de vestidos de novia. Me río sin poder evitarlo.

- ¿Me creerías si te digo que ni siquiera estaba viendo? Traigo demasiadas cosas en la cabeza y solo me detuve, mirando sin ver.

- Te creo. –sonríe y juro que un rayo de sol se cuela entre el árbol que nos da sombra y le da luz a su rostro dándole un inmejorable marco. - ¿Mucho trabajo?

- Sí, todavía. Salí rápido por algo de comer.

- Hay un sitio aquí a la vuelta con las mejores ensaladas. Todo libre de gluten, carne animal, es vegano de hecho, riquísimo. Atienden muy rápido.

- ¿Sí? – para mí algo ligero que es por lo que iba es una hamburguesa que no sea doble. Pero pongo una emoción fitness en mi rostro. O vegana, lo que sea.

- ¿Vamos? Yo invito.

- Oh no, no. Déjame a mí aún me siento en deuda. –recuerdo y él enseguida ve hacia mis pies. Su sonrisa se ensancha.

- Vértelos puestos es más que suficiente.

- No para mí, vamos.

- Bien. –Y me guiña un ojo y de nuevo, nada. No siento nada. Me estoy preocupando.

Sé que la comida vegana puede ser rica que nadie me mal entienda, pero no podré salir en horas y aunque la ensalada es enorme mi estómago la procesará a toda velocidad, lo sé. Y como un bebé tendré hambre en dos horas. Se me olvidó pedir que no le pusieran queso, o lo que ellos llaman queso, porque no tiene nada de lácteos. Hasta ahorita no he probado uno que engañe mi paladar y siento arena compacta en la boca. Cuando veo los trocitos en mi plato casi gimo. Pero compongo mi aspecto y planto una sonrisa de ¡wow, que rico!

Y sí, suelo decir lo que pienso, pero apenas estoy conociendo a Benjamín y no quiero que piense que soy una quisquillosa sobre todo porque de verdad quiero que su presencia me ayude a dejar de pensar en todo lo relacionado con ya saben quién. Le digo que tengo poco tiempo y en esa media hora se dedica a comentar sobre lo bueno que es ser saludable, pero admite que igual come carnes y eso me relaja, bromea sobre que en unas horas irá por una hamburguesa y río quedamente.

- En realidad, no te pregunté si esto es lo que querías, perdona. Lo di por hecho.

- Esta buena, pero probablemente también me coma una hamburguesa más tarde.

Propone que vayamos juntos, pero tengo que negarme porque no sé a qué horas saldré del trabajo y es cierto. Quedamos en vernos otro día y al salir caminamos hasta que llego a mi edificio.

- Así que trabajas para ellos. Estoy impresionado. –Dice mirando la construcción en tonos grises y negros.

- No deberías. En serio que no.

- En el mundo de la publicidad, son los mejores.

- Sí, lo somos. –digo sintiéndome orgullosa.

- Quizás los contratemos para una próxima campaña.

- Eso suena bien. No me has dicho en que compañía trabajas.

- Que quede el misterio, así no te aburres pronto de mí. Nos estaremos viendo más rápido de lo que crees. –Se despide enigmático e igual con un beso en mi mejilla y se va. Giro hacia las puertas y veo a Kirk corriendo con algo en la mano, me ve y parece que respira aliviado.

- ¿Dónde estabas? –dice casi sin aliento en cuanto nos topamos.

- Sabes que fui a comer.

- Dijiste que no tardarías. El jefe llamó. –me tiende lo que tiene en la mano y es mi teléfono. El cual dejé en mi escritorio. Lo checo y veo unas tres llamadas perdidas.

- ¿Qué quiere? –gruño por dentro.

- No sé, dijo que le llames. Cuando no contestaste llamo al fijo. Llámale porque se oía molesto y mucho. Ahora yo iré por mi comida. –dice Kirk y se va.

Respiro hondo y lo pienso antes de llamarle. Cuento hasta diez y controlo mi agitación, llamo y a los dos tonos responde.

- Gracias por hacerme el favor de estar atenta. –Me dice aparentemente tranquilo, pero detecto su ligero sarcasmo.

- ¿Qué quieres ahora? –Suelto sin poderme detener.

- No lo sé ¿Qué cumplas con tu trabajo?

- Fui a comer.

- Pudiste llevar tu teléfono.

- ¿Y que me interrumpieras en mis sagrados alimento? No, gracias. –lo oigo emitir un sonido de irritación.

- No estoy en un lecho de rosas aquí Mónica.

- Lo sé y he hecho lo que he podido, pero tengo que comer.

- Y cenar también ¿no?

- Nunca he omitido las cenas Ben. –Algo se activa en mí al oír su alusión a la cena. –¿En serio tenías que desquitarte conmigo por tu carga de trabajo que me pediste algo casi a las once la noche?

- Ah disculpa ¿interrumpí algo? –dice con un sarcasmo ahora declarado.

- No importa ¿Qué necesitas ahora?

- No están claros los datos del 2019, necesito los cheques de nuevo con Kirk, pero comparando los del área de archivos, con los de la nube y con los que yo tengo en mi computadora en la oficina.

- Bien. Pudiste decirle a Kirk.

- Bien podía decírtelo a ti.

- ¿Es todo?

- Por ahora.

- Hazme un favor. Tomate una maldita jarra de tila combinada con valeriana y pasiflora. –dicho eso corto la llamada.

No saldré tan tarde después de todo y algo dentro de mí me pide relajarme y muchos tragos, muchos. Llamo a Kislev y parece estar en sintonía conmigo. Mientras nos cambiamos para salir y pensamos donde ir no puedo evitar preguntarle a mi hermana.

- ¿Por qué crees que justo durante la cena Tristán te mando ese mensaje?

- Cuando empecé a darle vueltas al asunto tuve que parar. –admite. - Sé que hay una alta probabilidad de que haya visto la foto que subió Travis, por eso mi mente y corazón corrían hacia la montaña de las ilusiones, ya sabes, tuve que detenerme de pensar. Lo dejo en que es una desagradable casualidad y en esa manía sobre protectora que suelen tener los Mackenzie. Ya conoces que suelen ser intensos pero que no significa necesariamente nada, nada con tintes amorosos.

Asiento, entendiendo.

- Hoy vi a Benjamín. –digo para cambiar de tema y procedo a contarle.

- Me gusta para ti, pero no hay mariposas ¿verdad? –dice cuando acabo mi breve relato.

- Si te refieres a atracción no. Es atractivo y me cae bien pero no, aún no. Eso no quiere decir que no surja. –digo esperando pase.

- Pues yo quiero ir a ahogar mis mariposas en alcohol hoy. Y quiero hacerlo en Inferno.

- ¿Quieres ahogarlas o sacarlas a pasear? Sabes que Tristán puede estar allí.

- No es el único Inferno que maneja, y ese es el que menos visita. Él en alguna ocasión lo dijo. Además, subió a su Instagram una foto de la carretera, seguro hizo un viaje en moto. Ya sé, ya sé. –dice cuando me la quedo viendo. –Es la última vez que checo sus fotos, lo juro.

- Eso espero.

Rato después salimos tomadas del brazo listas para una noche de chicas, en este caso solo dos, pero noche de chicas al fin de cuentas. Decididas a olvidarnos de todo por un rato, ninguna menciona que aún estamos en días laborables y pareceremos zombis mañana.

Lo único que queremos es música, tragos y bailar.

Decido seguir la idea de Kis y vamos a Inferno. No sé qué quiere lograr con ello, quizás es una forma de probarse a sí misma.

Al llegar y aunque el guardia nos conoce, veo que echa mano de su inter comunicador, aunque le pedimos no lo haga en cuanto sospechamos el porqué. En poquísimo tiempo sale quien temía saliera, pero bueno, aquí estamos ya.

- ¿Qué hacen aquí? – Tristán nos ve desde su altura y entrecierra esos ojos que se le ponen a mi hermana las rodillas de gelatina. Imagino como la pobre intenta controlarse, pero ella tiene la culpa por haber elegido este lugar.

- Tris-Tras. - Digo sin poderme detener y siento las garras de mi hermana clavarse en mi antebrazo. Sigo sonriendo valientemente sin quejarme. El insiste en saber porque estamos allí.

- Bueno, no venimos a vender enciclopedias Tris. - Mira hacia mi hermana, aunque yo fui la que hablé.

- No vas a poder ni sentarte con lo corta que es esa falda. Es como si no trajeras nada. Le dice a Kis haciéndole un repaso visual de arriba abajo deteniéndose en sus piernas, hasta yo siento ganas de carraspear. Este es un problema con los Mackenzie, siempre lanzan esas miradas incendiarias a veces furioso-pasionales y de no conocerles hasta yo habría caído en un charco lujurioso en el suelo. Kis aguanta estoicamente a mi lado y me siento orgullosa de ella.

- Es un short. –aclaro, aunque nadie me lo pidió. Y allí están esos dos lanzándose miradas matadoras. - pantaloncitos cortos que por delante parecen falda...- Mi voz se atenúa al ver que nadie me hace caso.

- Si sabes que me puedo poner lo que quiera ¿no? - habla mi hermana al fin.

- No van a pasar. - asegura firme y Kis abre los ojos con indignación.

- Esa vena controladora y con perturbadores tintes machistas es genética ¿verdad? - intervengo otra vez.

Al fin Tristán me mira. Y sonríe mitad frustrado y mitad malévolo.

- La única verdad es esta Cookie. –Por eso la sonrisa malévola. Sabe que no me gusta me digan así. Aprieto los dientes y miro al cielo. - No puedo estar vigilando que los lobos no les salten encima. Y vienen con toda la pinta de caperucitas inocentes y sexis ¿Crees que permito que Lily venga si no estoy aquí? Cada semana por lo menos un tipo se va con la cara partida por alguien de seguridad por querer propasarse con alguna chica que estaba demasiado borracha para defenderse. Si no dejo a Lily a ustedes tampoco, son familia. Este es el mundo real. Ya sé que no es justo para el género femenino y espero realmente mejore para ustedes, pero mientras tanto deberían venir con más personas, y con eso me refiero a personas confiables que estén alerta. Así podrían hacer lo que quisieran sin problemas o preocupaciones.

El argumento de que somos familia y por ello nos protegen ha sido esgrimido ya varias veces para detenernos de cosas como esta. Sabemos que el lugar a veces es intenso pero la música es buenísima y hoy era noche de salsa y ambas la bailamos muy bien. Solo queríamos bailar, no perder la consciencia o no demasiado. Esa sensación de que sobrepasan los límites por razones no muy claras la siento de nuevo, pero luego me recuerdo insistentemente que nos conocemos desde niños y suelen ser realmente protectores.

Ya ni siquiera habíamos cuestionamos esas miradas intensas que a veces Tris le dedica a Kislev y ni le he mencionado a ella que las noto o que las he sentido por parte de Benedict.

Hemos acordado que miran así a toda fémina para dejar en claro su estatus de macho depredador y que no nos quieren comer a nosotras específicamente, porque pues según sus famosas palabras, somos familia, hermanitas pequeñas para ellos. En fin, como sea...

- ¡Hemos venido con amigos y los has descalificado a todos! –Le dice Kis molesta.

- ¿Así que la pobre Lily solo viene cuando tu estás aquí?

Preguntamos casi al mismo tiempo y él se pasa una mano por la cara.

- Le hablaré a mi hermano a ver qué opina de que estés aquí. Solo con Kis y listas para matar de infarto a más de uno. Sin precauciones extras. -Me dice a modo de amenaza y me cruzo de brazos al tiempo que lo miro belicosa. Saca el celular y gruño.

- ¿En serio? ¿Crees que eso va a....?

Callo al ver como ya tiene el aparato en la oreja.

- Hermano. Tu querida e ingenua asistente está aquí. Sí, sí. Cree que es seguro entrar solo con Kis. Hoy estoy muy ocupado. No puedo echarles un ojo. Lo sé...

Me lleno de una sensación lenta y furiosa. Cierro los ojos. Ni siquiera soy su asistente grito por dentro. Lo eres, me dice una voz interior. Después de todo estoy en medio de su secretario y otro asistente. Respiro profundo.

- Calma Mon. - Me dice mi hermana. Miro a Tris y casi escupo fuego.

- Se han equivocado de siglo. No somos un par de malditas damiselas que precisan cuidados.

- Está furiosa. - dice a su interlocutor, pero retrocede un paso cuando yo avanzo uno hacia él. - Oh, no. No le pasaré el teléfono, puedo perder el brazo. Está bien. – dice sin cortar la llamada. Manteniendo el teléfono cerca de su oreja.

- No es el único antro de aquí, acuérdate que esto es Nueva York. Vámonos Kis.

- Cierto. - concuerda mi hermana y veo como Tris aprieta la mandíbula. - Podemos emborracharnos y perdernos en el alcohol en otro lado. - La molestia de Tris se incrementa.

- Y amanecer en cualquier cama. -remato.

- ¿Ah sí? Le diré a mi hermano justo lo que acabas de decir. No creo necesite una asistente que...

- Le diré a mi hermano, le diré a mi hermano. - repito con voz de niñita. - Es mi jefe ¡No mi novio o algo peor! –Además seguro que ya oyó todo. Tristán nos fue moviendo lejos de la entrada del club para discutir a gusto por lo visto.

- ¿Algo peor? - Tris no puede evitar preguntar.

- Si, algo peor como un esposo. Vamos a ese sitio que dicen está decorado estilo árabe.

- Bien. - asiente mi hermana.

- Pediré un Uber para ustedes, vayan a casa. Es noche de fiebre latina en todo lugar que tenga mínimo espacio para bailar. Todo el mundo lo toma literal.

- No. - Decimos al unísono.

- Pero claro que sí. - Alguien del club llega corriendo y le dice algo al oído. Suspira y se pasa una mano por el pelo igual que Benedict cuando está frustrado. Nos mira y luego al corpulento guardia. - Mándalas a casa Tony. Si no están allí en... - Mira su reloj. En lo que hace ese movimiento Kislev y yo nos miramos y hacemos algo muy maduro: salimos corriendo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top