10 "Mi celo es tuyo"
Nota: Lo que Mónica se pone a leer, tanto título como argumento han salido totalmente de mi cabeza. No pasemos por alto que es un genero tan popular que las ideas se reciclan y se usan una y otra vez. En pocas palabras no leerás nada nuevo.
Benedict se fue al día siguiente y el hecho de que haya ido personalmente es la comidilla en toda oficina de la Empresa.
- De una vez por todas va a patearle el trasero al primo. – dice Kirk sentándose en mi escritorio mientras devora su sándwich de crema de cacahuate.
- ¿Tú crees?
- Pero por supuesto. Hasta Minho lo sabe ¿verdad Minho?
- Yo no sé nada y pónganse a trabajar. – dice mientras avanza por el pasillo con un café en mano. Tanto Kirk como yo lo vemos achicando los ojos. Este no nos engaña, seguro ha ido a cotillear, pero él lo hace a otro nivel. Con gente del área administrativa.
- Tú sabes más de lo que dices. –Acusa Kirk yendo hacia su oficina y yo le sigo.
- Suéltalo. –Exijo.
Minho me mira a mí y alza las cejas.
- Mónica, eres la más cercana al Jefe ¿y me vienes a exigir información a mí? – Sus palabras hacen que Kirk se gire lentamente a mirarme.
- Es cierto.
- Sé lo mismo que todos ustedes. Que Ben se fue a Londres por una campaña de Moriarty.
- Así que Ben, ¿eh?
- Sabes perfecto Kirk que lo conozco desde hace siglos y por eso se me escapa usar su nombre ¡Que pecado tan grande!
- ¿Fue o no fue a deshacerse del primo?
- Si lo supiera no habría venido a ver a Minho exigiendo información.
- Sé lo que saben todos. –asegura el aludido. – Y solo espero que realmente las cosas se solucionen. Ahora, a trabajar.
Con pasos lentos volvemos a nuestros escritorios. He terminado lo que tenía que hacer al menos por la mañana, checo la última conexión de Benedict y tiene horas que no hay señales de él. Me mandó un mensaje al aterrizar y eso fue todo. El tema cláusulas sigue rondando mi cabeza, pero decido despejarme y aprovechar la ausencia del jefe. Abro una página donde se de buena fuente que publican historias de todo tipo, jamás he entrado antes pues prefiero leer teniendo el libro en mis manos, pero el caso es que desde esa noche que mencioné el tema lobos y vampiros me despertó la curiosidad. Tecleo en el buscador sobre hombres lobos y me aparecen miles de historias, literal abro la boca asombrada. Casi me entra una risa loca cuando veo el título de la primera: Mi celo es tuyo. Doy click para ver la sinopsis y ahora me llevo una mano a la boca, pero para cerrarla.
Mónica trabaja incansablemente para su exigente jefe. Suele sobrellevarlo bien, excepto esos días... Cuando hay luna llena. Se vuelve más exigente, más impaciente, más grande, más todo. Eso incluye que con frecuencia lo tiene detrás suyo aspirando su aroma y sus ojos cambien de color cuando la mira. Benjamín Mccabe lleva meses controlándose al sentir, ver y oler a Mónica, ella aun no lo sabe, pero es su pareja predestinada y será suya. El día en que ella lo descubrirá está cerca y no solo descubrirá eso, sino más, mucho más.
Así que Mónica y Ben. Me recompongo en mi silla y me muerdo los labios para no soltar una carcajada.
Era una noche tormentosa, el cielo había estado encapotado todo el día, pero había sido la oscuridad la elegida para descargar su furia. Mónica avanzaba empapada de pies a cabeza por la mal iluminada calle que la llevaba a su cutre departamento. El único que le alcanzaba para pagar. Esperaba que con la entrevista de esa tarde pudiera mejorar su condición económica. No recordaba ni una palabra de lo que había dicho, solo tenía en su mente la potente mirada del dueño de la Empresa que había estado en la mesa junto a los demás entrevistándola.
¿El mismísimo dueño de la Empresa la había entrevistado? Resoplo burlona. Benedict jamás haría algo parecido. Ni él, ni ningún dueño y Jefe ubicado en la cima del organigrama empresarial. Pero qué tontería ¿Quién lee estas cosas? Es decir, es ridículo.
Tres horas después...
Lo siento cerca, no sé cómo explicarlo. La zona de archivo es oscura, pero algo está aquí lo sé. En estos momentos hasta puedo oír los sonidos de mi corazón y de pronto lo oigo: una respiración pausada y lenta. Me detengo y en la oscuridad veo dos ojos brillar con intensidad enfocados en mí, un gruñido bajo y profundo escucho ahora y mi cuerpo se eriza.
Un sonoro golpe en la mesa logra no solo que me detenga, sino que de un grito.
- ¡Te estoy hablando desde hace un rato! –Kirk me ve con curiosidad.
- Estoy concentrada en mi... trabajo.
- ¿Cuándo no está el jefe? Es un milagro no estés al teléfono con tu hermana.
- ¡Oye! Que solo pierdo tiempo cuando ya acabé con mis tareas ¿Qué quieres?
- Preguntaba si quieres un café voy por el mío.
- Sí, por favor, el de siempre.
- ¿Qué leías con tanta concentración?
- Una próxima campaña.
- Ajá.
- Lo juro. –Miento.
Kirk se va y me llevo una mano al corazón. Tomo un poco de agua y me preparo a seguir leyendo cuando veo a Kislev entrar.
- Hola hermanita. Hola futuro nieto de mi abuela. –le dice a Minho quien le dedica una enorme sonrisa.
- ¿Por qué solo a ella le sonríes así? A mí solo me regañas. –Reclamo porque me agrada ponerlo en aprietos, es obvio que le gusta mi hermana, pero no hace nada al respecto por lo que considero no es tan profundo el interés. Me mira con ojos entrecerrados lo que hace que se vea adorable y nada amenazante por lo que me río.
- Déjalo en paz.
- ¿Dormiste bien? –pregunto. Trabajó todo el fin de semana pues tenía que clasificar un nuevo cargamento de cosas viejas, es decir: libros.
- Sí y tengo libre la mañana. Podemos ponernos al día.
- Perfecto porque no te he visto desde esa noche.
- ¿La de la Guacamaya? –dice risueña.
- Sí. Sabes que sí. Caleb te llevo a casa ¿no?
- Así es.
- ¿Se quedó a dormir?
- ¡No! ¡Claro que no! – responde enseguida.
- Pero si es un papucho. -La provoco.
- Ya, pero es mi Jefe.
- ¿Y eso qué? ¿Están prohibidas las relaciones en la oficina?
- ¿Aquí lo están?
- Pregunté primero Kis.
- Preguntas solo para molestar. Sabes muy bien que no se quedó conmigo y que siendo mi Jefe es algo que pensaría mucho si decido que podemos ser algo más.
- ¿Lo considerarías para algo más?
- Nos llevamos bien, es amable y atento. Un jefe excelente pero no lo sé.
- Es por Tris Tras ¿verdad?
- Sabes, pasó algo extraño esa noche. Hace un tiempo, me encontré a Tristán en la calle y caía una ligera llovizna, él me compró un paraguas de esos que venden en las tiendas de autoservicio y me lo dio. Pues, me lo pidió la noche de la Guacamaya.
- ¿Qué? – la miro a medio camino entre la risa y el asombro. - ¿Qué te dijo?
- Me escribió: Devuélveme mi paraguas.
- ¿Es en serio?
- ¿Por qué mentiría Mon?
- Le dije que no tenía idea de que hablaba porque ni siquiera me acordaba.
Las dos sabemos que sí se acordaba pero en fin.
- Es lo más absurdo e infantil que le he visto hacer ¿Qué paso después?
- Le dije que se lo mandaría al día siguiente y que por el momento me dejara disfrutar la noche. Al día siguiente en un descanso fui y compré diez y los mandé a su casa con un mensajero.
- Oh por Dios. Excelente, excelente. – La tomo de los hombros y la muevo hacia atrás y adelante feliz. – Esta es otra Kis ¡Y me encanta! ¿dijo algo?
- Nada. Silencio absoluto.
- Solo quería fastidiar. Se quedó sin su cita antes de que empezara la noche.
- La vi marcharse. –asiente Kis pensativa.
- ¿Todo bien o estamos regresando a las andadas con Tris?
- Todo bien y por eso estoy aquí ¿recuerdas que subí nuestros datos para tener citas?
- Sí. -No quiero ni preguntar.
- Pues tenemos una cita doble para mañana en la noche.
- ¿Qué?
- Sí, son monísimos, mira. –me muestra una foto de los dos tipos con los que hemos tenido coincidencia supuestamente al más del 80% en gustos y demás.
- ¿Aceptaste sin decirme nada? ¿en que estabas pensando?
- Lo siento, pero me urge algo para que Tristán no se cuele en mi cabeza Mon. –me mira con ojos suplicantes y claudico.
- Bien, bien. –acepto a regañadientes.
- ¡Genial! Será en un lugar público y solo una copa, nada de cena a menos que los cuatro queramos.
- Bueno, no están tan mal.
- Son lindos acéptalo.
- Mmmm....
Mi hermana se fue, yo me quedé pensando que me pondré para esa cita doble y sobre todo porque Benedict seguía sin dar noticias. No me mal entiendan, el asunto es que suele mandarme mensajes mediante fotos por cualquier tontería. Ya sea una foto de lo que se va a comer o beber o algo que le parece interesante o chistoso. La adjunta con alguna de sus observaciones y me ha acostumbrado a ello. Lleva 24 horas fuera y nada. No pude regresar a mi lectura sobre ese jefe lobo y su secretaria. No niego que a veces me muerdo los labios para no romper a reír a carcajadas con las boberas que leo, pero hay partes que me ponen en la orilla del asiento y sigo, sigo y sigo. Pero por hoy terminé.
Esa noche fue ponernos a buscar ropa para la cita, opinar, descartar y aprobar. Nos fuimos por algo sencillo, casual sin que pareciera que nos arreglamos demasiado, ustedes saben cómo es eso. Yo de rojo esta vez y Kis de blanco. Creo que los colores nos van. Al terminar vi mi teléfono como por milésima vez.
- ¿Qué tanto checas en el teléfono?
- Nada, cosas del trabajo.
- Ben no está, me dijiste ¿no?
- Precisamente por eso, suele pedirme cosas a deshoras cuando no está en la oficina.
- ¿Qué no acaso lleva el día entero sin contactarte?
- ¿Quién te dijo eso?
- Tú. Como tres veces desde que entraste por esa puerta.
- Bueno, es que es raro. -Y más raro que no recuerde haberlo dicho ya tres veces.
- Raro es que no aceptes que lo extrañas.
- Primero extrañaría a Connor créeme. –me burlo de la idea.
- Ajá. –responde mirándome con atención.
- ¿Qué no íbamos a poner una película? –La miro enfadada por su cuestionamiento sin sentido. –Veamos quien escoge. –Pongo la mano para hacer piedra, papel o tijera. La que gana escoge.
Rato después finjo un sonoro ronquido mientras estoy desparramada en el sofá. Pongo mi cabeza pesadamente sobre el respaldo haciendo un ruido enorme simulando un desmayo, ahora mismo mi hermana sabe que estoy en un fingido coma producido por el exceso de azúcar y estupidez. Sí, ella ganó y ha puesto algo en Netflix. Kis es de las personas más inteligentes y cultas que conozco, pero al elegir películas elige las peores. Las que están llenas de clichés e involucran príncipes del siglo XXI de naciones inventadas. Intenté soportarlo sin hacer un show. Pero veo a la protagonista de un supuesto barrio pobre dirigirse a su trabajo como peluquera en Nueva York caminando en calles que no están atestadas, donde se topa con todo el mundo y los conoce a todos. Va regalando postrecitos a los niños y ¡oh! Todos son amables. Y ella es una especie de hada madrina del lugar. Pero allí no acaba todo. Por equivocación la contratan para cortarle el pelo a un príncipe, el cual traía la mata más espantosa que he visto sobre la cabeza de alguien ¿en serio? Si la realeza cuida cada mínimo detalle. En fin, ella le corta el pelo y se va molesta porque él fue no sé, ya se me olvidó, lo que no me importa se me olvida en nanosegundos. Creo fue grosero o indiferente con el personal.
- No está tan mala. –Defiende mi hermana su elección.
- Déjame ver si entendí, la contratan para peinar a todo el mundo en la boda sin checar antecedentes ni nada ¿no?
- Bueno, algo si investigan.
- Y ahora viaja con sus amigas a un reino lejano, esa parte es lo único bueno de todo.
- Mira el lado positivo. –Dice animada que encontré algo bueno entre toda la bazofia.
- Y ahora ella va a arreglar los problemas del reino. Claro, estaban esperando una peluquera para percatarse de sus malas decisiones y optar por solucionarlas con canciones y amor ¡qué lindo! –Kis me avienta un cojín y yo empiezo a reír. Aun así, aguanto hasta el final valientemente.
Ya en mi cama lista para dormir reviso de nuevo la última conexión de Ben y bingo, se ha conectado, pero definitivamente sigue sin mandar un mensaje, una foto, nada. Bloqueo el celular molesta y de pronto un pensamiento brilla en mi mente y me quedo viendo el techo ¿Por qué estoy molesta? ¿Por qué siento que en realidad sí lo extraño? Mi situación con Benedict se está poniendo rara por mi parte y agradezco que mañana tenga una cita, eso debe servir para ponerme en el buen camino de nuevo. Ni siquiera desbloqueo el teléfono para poner la alarma, no quiero caer en la tentación de revisar de nuevo.
Por supuesto me levanté tarde. Corrí como loca y llegué derrapando a la oficina. Aunque Benedict no está cuido de hacer mi trabajo y llegar a tiempo, lo que menos quiero es levantar suspicacias y rumores de que soy algo así como su favorita. Por lo pronto estoy orgullosa de mí misma porque no he vuelto a checar su última conexión. Me pongo a trabajar a toda velocidad, Minho no se percató de mi llegada tarde y necesito acabar mis tareas, así podré leer más sobre ese jefe ficticio que es un hombre lobo después.
¿Quién es? Dijo Mónica con la voz temblando de miedo. En dos segundos la presencia que la acechaba se lanzó hacia ella. Aun en la oscuridad ella vio con horror un animal enorme ir directo hacia donde estaba, todo garras y colmillos. Gritó aterrada. Antes de ser derribada otro animal parecido, pero mucho más grande lo interceptó. Y pudo escuchar más que ver el ruido de una furiosa pelea, aullidos intercalados con el ruido de zarpazos y roncos gemidos. Trastabillando fue hacia la salida y empezó a correr por el pasillo. Corrió muchísimo pero aun así garras arañando el piso avanzando en una frenética carrera escuchó detrás de ella. Eso no era un lobo normal, no lo era. Eso era un hombre lobo, ¿O eran dos? Por ahora uno le seguía. El aire le faltaba y entonces...
- Mónica... ¡Mónica!
Levanté la vista hacia Kirk quien de nuevo me encontraba en lo más emocionante de la lectura, tristemente no había avanzado casi nada y lo vi molesta por la interrupción.
- ¿Qué te tiene tan ensimismada?
- Ya te dije, la campaña de los lobos esos.
- ¿Lobos?
- Bolos, bolas de boliche.
- ¿La de la cadena de boliche?
- Exacto. –Asiento enérgicamente.
- Pero si no estamos supervisando nada de eso al ser una campaña menor.
- Pero es que me gustan las bolas. –digo por decir algo y Kirk suelta una estruendosa carcajada.
- Golosa. –dice y se aleja aun riendo y diciendo que me traerá mí café. Lo cual me permite recomponerme y fijo la vista en la pantalla, pero claro, no dejan a una en paz. Minho toca el vidrio que nos separa y me pide vaya a su oficina.
- ¿Qué quieres?
- Que dejes de perder tiempo con las bolas. –me dice serio, pero veo brillar sus ojos con diversión.
- ¿Qué tiene de malo que me guste ese deporte? –Pongo los brazos en jarra.
- ¿Es un deporte? Como sea, el Jefe quiere todos los archivos sobre Moriarty. Desde el más reciente hasta el más antiguo.
- ¿Qué el jefe quiere...?
- Supongo ya lo sabías, pero te lo vuelvo a repetir.
- Claro. –No, no sabía nada porque el muy miserable no me ha escrito, no me ha llamado, no nada. Calma, calma me digo a mí misma. No tiene por qué importarme.
- Yo me sumergiré en la búsqueda de lo más antiguo porque llevo más tiempo aquí que tú y tengo claro los sitios de las carpetas en la nube y el departamento de archivonomía, tú y Kirk busquen de este año y retrocedan unos cinco.
- Bien. –Trato de no rechinar los dientes.
- Lo quiere para más tardar mañana a medio día.
Veo el reloj y decido apresurarme para cumplir con mi parte.
- Hecho. –Y llamo enseguida a Kirk.
Hemos estado una hora de tiempo extra, pero avanzamos muchísimo lo cual nos permite irnos y retomar mañana, solo nos queda un año y medio por recopilar y es todo. Corro hacia el metro pues de lo contrario nos retrasaré a ambas en la cita de esta noche.
En tiempo récord me baño, visto y maquillo. Me enfundo en un mi vestido rojo y Kis se pone el suyo que la hace ver absolutamente femenina y perfecta. El de ella es pegado al torso sin mangas y luego se abre en una falda desde la cintura hasta arriba de las rodillas, la tela es una especie de sutil brocado. El mío tiene mangas cortas, escote cuadrado y es en forma de A. Kis usa tacones altos y delgados y yo me enfundo unos zapatos bajos sin tacón. Ella protesta, pero pido clemencia a mis pobres pies, corrí por todos lados hoy y estuve de pie casi todo el día. Me iría de tenis si pudiera. No siento gran alivio con los zapatos bajos de hecho, pero ya no digo nada.
Vamos a un bar que no nos queda tan lejos en la zona de los antros, cafés y bares. Ni siquiera presté mucha atención a la foto que Kis me había mostrado así que en la entrada simplemente pasé de largo mirando donde podía sentarme ya. Una mano me detuvo. Miré lentamente de la muñeca masculina al brazo, de allí al hombro y luego a la cara imprimiendo toda la mala leche habida y por haber en mi rostro. Una sutil sonrisa y ojos apreciativos que dicho sea de paso solo observaban mi cara lo cual le hizo ganar puntos en retrospectiva me esperaron. No se amilanó ante mi cara de pocos amigos y no me soltó. Justo cuando iba a darle con mi bolso Kis apareció a su lado con otro hombre.
- Son ellos Mon. –me dice simplemente. Al ver que parpadeo aun confundida tiene que aclararme. –Vaya, sí que estás cansada. Lo siento chicos, llegó tarde hoy a casa, mucho trabajo. Son nuestras citas de hoy.
- Lo lamento. –dice el que me detuvo y suavemente se retira. –Hola.
- Hola. –digo aceptando lo dicho por mi hermana, sí que estoy cansada. –Mónica. –me presento y les doy la mano a ambos.
- Benjamín. –me dice el que me tomó del brazo. No puedo evitar abrir los ojos sorprendida y una sonrisa se escapa de mi boca.
- Interesante nombre. –digo tratando de no lucir divertida. Él lo toma como buena señal y me sonríe. No es feo, es atractivo. Alto, bien proporcionado no es guapo como Benedict, pero... alto, alto. Detente.
- ¿Pedimos unos tragos? –dice el otro que ya babea por mi hermana. E igualmente creo que tiene lo suyo. Estoy segura que mi hermana lo comparó con Tristán y salió perdiendo, pero está de buen ver y en serio, tenemos que alejar cualquier sombra de los Mackenzie a toda velocidad.
- Él es Travis. –Lo presenta Benjamín y mi hermana oculta lo que pasa por su mente con una ligera tos. Claro, su nombre tenía que ocupar letras parecidas a las de Tris.
- Esto es una locura. –la oigo susurrar a la nada.
- Ni que lo digas. –contesto en voz alta y los tres se me quedan viendo. –Realmente necesito ese trago. –sonrío enseguida. Y los cuatro nos vamos a la barra.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top