C4. Canyon Lovell.
¿Cuándo había sido la última vez que Charles había dormido tan plácidamente en compañía de otra persona?
Alexandra había sido la última persona con la que había compartido la cama una noche completa y hacía ya algunas semanas de aquello, un par de semanas posteriores había coincidido con algunas amigas de la adolescencia que no habían mostrado reparo alguno con compartir algunas horas intimas con él; pero casi antes del amanecer, se despedía de ellas para luego marcharse.
No es que fuese un imbécil, aunque Arthur no tenía problemas con hacerle creer lo contrario en cada oportunidad que tuviese por pequeña que fuese, pero consideraba que compartir esos momentos donde la luna se despedía y le daba la bienvenida al sol no era para compartirse con cualquiera.
Sin embargo, ahora estaba haciéndolo con June.
Una June que permanecía completamente dormida entre sus brazos. Su pecho subía y bajaba lentamente en señal de un profundo sueño y aunque él ya había tenido tiempo suficiente para estudiar su rostro, tenerla tan cerca en ese momento era algo completamente diferente. Su rostro parecía en santa paz, era como si nada de lo demás importase.
Sus cejas se fruncieron cuando se encontró a sí mismo siendo invadido por el deseo de querer besarla. Joder, ¿Por qué quería besarla? Y es que le resultaba jodidamente sencillo; que de alguna manera le producía escalofríos.
Era su esposa, sí. Un beso tendría que ser la muestra de afecto más sencilla que podría tener para con ella pero también era cierto que no habían llegado a ese punto en condiciones que se consideraban normales.
June era preciosa, tenía que admitirlo. Su cabello negro azabache y esos ojos azules enmarcados por largas y espesas pestañas lo sacaban de órbita más de lo que quería admitir. ¿Y si Carlos tenía razón?
Dios santo. ¿Por qué estaba si quiera considerándolo?
La chica se removió en su sueño, acto seguido se acurrucó más en los brazos del monegasco y la sonrisa de él volvió a aparecer.
—Buenos días—murmuró contra su pecho. Charles se rio.
—Buenos días, June—saludó pero no se apartó ni un solo centímetro, ella tampoco lo hizo y en silencio lo agradeció. El gesto era pequeño pero agradable.
—¿Hace cuánto despertaste?—quiso saber—espera ¿me has estado observando todo este tiempo?—su voz salió un tanto alarmada y él se echó a reír.
—Algo así, parece que no rompes un plato cuando duermes.
—No sé de qué me estás hablando, Charles Leclerc—se quejó haciéndolo reír. June levantó la mirada y sus ojos se encontraron—tus ojos...
—¿Mis ojos?—murmuró—¿Qué pasa con mis ojos?
—Son preciosos, Charles...
—¿Has visto los tuyos?—cuestionó en voz baja. Charles levantó su mano y acarició su mejilla con lentitud. Una lentitud extrema que le hizo estremecer la piel y él lo notó, sin embargo, no dijo nada.
—Prefiero ver los tuyos—respondió sincera.
Joder, no era un idiota. No pretendía serlo pero estar cerca de June le estaba resultado tan jodidamente sencillo que estaba comenzando a asustarse. Dos días habían sido suficientes para que aquella pequeña pelinegra le inspirase tanta confianza que estar a su lado le resultaba tan sencillo.
—Quiero besarte, June...—confesó sin dejar de mirarla. June le sonrió y antes de que Charles pudiese decir cualquier otra cosa, los labios de la chica estaban moviéndose sobre los suyos.
Entonces el recuerdo de su primer beso, en aquel pequeño cubículo de boda imprevistas llegó a su memoria. La manera en la que June lo observaba con una amplia sonrisa en sus labios, la manera en la que sus ojos brillaban y esos labios. Joder.
Él siempre se había considerado una de esas personas que no se detenían a pensar en el tan famoso "¿qué hubiese sido si...?", pero teniéndola ahí, entre sus brazos se estaba permitiendo pensar en que hubiese sido si se hubiesen conocido antes o en cualquier otra situación que no fuese aquella.
El hubiera no existe, Charles, se le recordó esa vocecita en su cabeza, el ahora sí.
(...)
—¡Buenos días, señor Leclerc!—saludo Carlos apenas lo vio atravesar las puertas del garaje de Ferrari—Diablos ¿y esa sonrisa de oreja a oreja a qué se debe?
—Oh, vamos—se quejó en medio de una risita divertida.
—¿Tuviste una buena noche de bodas?—bromeó.
—Te estoy escuchando—lo acusó June haciendo acto de presencia un segundo después. Charles se rio en voz baja y la atrajo hacia su cuerpo envolviéndola entre sus brazos—pero si quieres detalles, pasamos una noche espectacular, ¿verdad, amor?
Charles dejó un beso sobre su frente—ni te imaginas.
—Si bueno, tampoco quiero saber sus intimidades, que asco—se quejó el español—solo espero que pronto me den un sobrino. El proyecto Ferrari dos mil cuarenta no va a suceder solo.
—¿tú estás segura que puedo estar aquí?—la voz de una chica llenó el aire. Charles se apartó de June y la pelinegra se rio—Dios, me siento como en un museo donde hasta ver directamente está prohibido. ¿Por qué no puedo ir arriba?—la pelirroja levantó la mirada y sus mejillas se tiñeron de rojo.
—¿Y esta señorita de dónde ha salido?—preguntó Carlos.
—Carlos, ella es Tessa—comenzó Charles dedicándole una pequeña sonrisa—es la mejor amiga de mi esposa. Y Tessa, él es Carlos, mi compañero de equipo y mi mejor amigo también—añadió—Carlos, Tessa viene para acompañar a June, Andrea le ha conseguido un pase VIP así que la verás aquí durante todo el fin de semana.
—Que bendición—respondió.
—No me dijiste que Leclerc tenía un amigo tan sexy—comenzó ella y Carlos se rio.
—¡Tess!—reclamó la pelinegra.
—Tranquila, cariño—le sonrió él—solamente está diciendo la verdad absoluta.
—Yo siempre digo la verdad—anunció la pelirroja con orgullo.
—¿Todos los pilotos son igual de engreídos?—cuestionó June con modo de burla y ambos la miraron—¿eso significa que sí?
—Que esposa más grosera—se quejó el monegasco y ella se echó a reír un momento antes de que él dejase un beso sobre su mejilla.
—Creo que nosotras nos iremos por ahí—Charles asintió, June sonrió y depositó un pequeño beso sobre sus labios—Éxito, Leclerc. Te veo pronto.
Y antes de que él pudiese decir cualquier cosa, ambas se marcharon.
—¿Y eso que fue?—los ojos verdes del monegasco lo miraron de inmediato y largó un suspiro—¿de verdad, Charles?
—Anoche tuvimos una noche increíble y no tiene nada que ver con lo sexual—explicó lentamente—June quería conocerme mejor así que nos quedamos juntos y charlamos técnicamente hasta que nos quedamos dormidos juntos...—pausó—joder, Carlos; fue increíble. Fue como tener un espacio donde pude ser yo mismo, hablarlo, disfrutarlo sin presión alguna.
—Me queda bastante claro, mira nada más los ojos que tienes, Charles—él se rio—hacía mucho tiempo que no te veía de este modo y no tienes ni idea de cómo me encanta que parezcas feliz.
—June es increíble—susurró—incluso tengo que confesar que me permití un poco pensar sobre lo que dijiste sobre, ya sabes, sobre que quizás era una buena idea intentarlo.
—Te lo dije—el español asintió orgulloso—parecías demasiado feliz esa noche y ella también.
—Ya tendremos tiempo para que me cuentes todo con lujo de detalles—sentenció—pero de una vez te digo que si yo fuese tú, apostaría por June.
—Bueno, no puedo negar que esto está de otro nivel—Tessa anunció al tiempo que ambas tomaban asiento en una de las mesas designadas en el paddock. June se rio—por dios, June, no pareces la June de hace dos días y no hablo solamente de tu aspecto sino, bueno, ya sabes, la June de hace dos días era más moco que persona y lloraba por un idiota que no tuvo los suficientes hue...
June la interrumpió—no hace falta recordarlo—se rio nerviosamente—lidiar con Charles es todo un reto y no precisamente por él, por todo esto—señaló a su alrededor—las personas no paran de mirarnos desde que entramos al paddock, ya de por sí era raro ver que todo el mundo estaba al pendiente de él pero he recibido más felicitaciones por mi boda que felicitaciones por mis cumpleaños a lo largo de toda mi vida—dramatizó y Tessa se echó a reír.
—Tu mamá ha estado llamándome todo el día—las mejillas de June se tiñeron de rojo—¿qué ha pasado con tu celular?
—Está apagado—susurró—precisamente para que mamá no pueda contactarme—inspiró profundamente—no quiero ser una mala hija pero no sé cómo contarle porque tampoco quiero mentirle y si le digo lo que en realidad pasó seguro me manda al Vaticano de rodillas o peor aún, me lleva a uno de esos rituales hippies para que me alineen los planetas o algo parecido.
—Te encanta el drama—se burló su mejor amiga—el domingo volveremos a casa y vas a tener que enfrentarla, no podrás huir de ella toda la vida.
—Sobre eso...—comenzó nerviosamente—Charles me ha pedido que lo acompañe a Mónaco, su madre y sus hermanos quieren conocerme...—los ojos verdes de Tessa se abrieron con total sorpresa—sí, esa fue la misma cara que yo he puesto cuando Charles me lo contó.
—¿Vas a conocer a tu suegra?—exclamó. En automático algunas personas las miraron—¡perdón!
—¡No grites!—la retó—y sí, sinceramente me parecía una locura pero estuve analizando la situación anoche y me di cuenta que tiene razón, no estaríamos mintiendo porque técnicamente sí estamos casados...—suspiró—, Charles dijo que después hablaremos con mi mamá pero por ahora la prioridad es que su madre desista de las ganas de querer castrarlo...
Tessa soltó una carcajada y negó lentamente—¿te das cuenta de la locura? Es como locura de amor en las Vegas pero con más presupuesto—June se rio—no te puedes quejar, digo, al menos te casaste con alguien jodidamente guapo y no parece un idiota.
—Charles es muy lindo, no solo físicamente—suspiró—charlamos por horas...
—¿qué?—se quejó—¿en lugar de darle como cajón que no cierra desperdiciaste el tiempo hablando?—arrugó la nariz—definitivamente tú no eres de esta planeta, June. Cualquiera en tu lugar...—comenzó pero la voz de June la interrumpió de golpe.
—No soy cualquiera—replicó ofendida.—Créeme, no había lugar para el sexo ahí, fue...diferente, Tess...—suspiró de nueva cuenta—fue tener un Charles vulnerable que no tiene nada que ver con el Charles Leclerc que todas estas personas idolatran...
—¿Te gusta?—preguntó de repente, June pestañeó—conozco esos ojos, June. Conozco esa cara y algo me dice que te gusta mucho más de lo que quieres admitir...
—Es demasiado lindo—comentó.
—Lindos son los gatitos de mi abuela—replicó—es mega sexy, dilo con todas sus letras—sonrió—y es tu esposo, te irás con él a Mónaco.
—Sí, bueno—comenzó—estoy jodidamente nerviosa...¿recuerdas cuando conocí a los padres de Connor?—Tessa asintió—pues me siento de esa manera pero cien veces más y multiplicado por cinco—murmuró afligida—si ser la novia del hijo de alguien me produce nervios, ser la esposa del hijo de alguien me da ansiedad...
—A ver, no seas exagerada—se rio—no hay punto de comparación; y si te produce muchos nervios, entonces lleva a tu mejor amiga contigo para garantizar mejores resultados, tener a tu mejor amiga al alcance de tu manita siempre es la mejor opción—bromeó.
—No va a pasar.
—¡Aburrida!
(...)
—¡Joder!—el grito de June resonó en todo el garaje. Charles soltó una carcajada antes de apoyar su barbilla en el hombro de la chica—¡me diste un susto de muerte, Leclerc!
—¿Un susto de muerte?—bromeó besando su mejilla.—Lo siento, señora Leclerc, no era mi intención atentar contra su vida—June se echó a reír al tiempo que se giraba entre sus brazos—parecías realmente concentrada viendo las pantallas, no quise asustarte realmente...—Charles pasó sus ojos por todo el lugar antes de volver a verla—¿en dónde está Tessa?
—Carlos la ha invitado a por un trago arriba—él se echó a reír—resulta que comenzaron a hablar y ya no hubo poder humano que los callase.
—Raro—comentó—Carlos es muy serio y no habla demasiado a menos que le hayas agradado muchísimo, así que...
—Tessa tiene ese don—anunció encogiéndose de hombros.
—El punto, señora Leclerc; es que podemos irnos ahora mismo pero...no iremos al hotel porque...tenemos una cita.
Los ojos de June lo miraron con fijeza—¿una cita...?
—Sí, una cita—asintió—quizás esto vaya a ser completamente al contrario; pero tengo toda la intención de que mi esposa tenga citas increíbles conmigo...—la sonrisa de la chica creció y él también lo hizo—¿te gusta la idea...?
—Suena precioso, Charles—respondió sin dejar de mirarlo—y quiero tener todas las citas contigo...
Aunque no era la primera vez que June estaba en Las Vegas, la situación era completamente diferente a las veces anteriores en las que había tenido el privilegio de estar ahí. Charles era mucho más lindo de lo que ella misma había pensado y aunque trataba de que todo fuese lo más normal y agradablemente posible; en el fondo ella sabía que permitirse aquello: era un error.
¿Y qué tanto estaba ella dispuesta a pagar por ello?
—¿Entonces?—la mano de Charles en su rodilla la hizo volver a la realidad. Sus ojos se encontraron con los del monegasco y cuando él le dedicó una amplia sonrisa, su corazón se aceleró.
Estúpido corazón traidor.
—¿Entonces qué?—preguntó. Charles entrecerró los ojos—¡No me mires así!
—No me estás escuchando—la acusó y ella se echó a reír ante el gesto del hombre—¿te arrepentiste de tener una cita conmigo?
—No, no es eso—respondió de inmediato—solo estaba pensando un poco.
—¿Quieres contarme?—cuestionó. June soltó un suspiro y apoyó su cabeza en el hombro del joven—¿eso quiere decir que no?
—Mi mamá ha estado llamándome todo el día y me siento un poco culpable por no querer hablar con ella—pausó—¿eso me hace una mala hija?
—No lo creo—respondió—las mamás a veces pueden ser intensas, mi mamá lo es a veces también—besó su cabeza—¿es respecto a nuestra boda, cierto?
—Sí. Como a todo el mundo le ha tomado por sorpresa, la diferencia acá es que puedo ignorar a todo el mundo excepto a mi madre, primero porque es mi madre y segundo, porque esa mujer es la reina de las hippies y aunque no le tomé las llamadas siempre se las arregla para estar al pendiente...—explicó a toda prisa—y si a esto sumamos que mi cara todavía está en todos lados...
—¿por qué no le pides que venga a Mónaco con nosotros?—June lo miró como si acabase de decir la peor barbaridad del mundo—¿qué hay de malo con eso? Mi mamá quiere conocerte y supongo que tu mamá se muere por conocerme a mí también, es una buena idea—concluyó.
—¿No te pesa ese ego tan grande, mi amor?—bromeó ella y Charles se echó a reír de inmediato—no creo que quieras lidiar con dos mamás al mismo tiempo, Charles. Menos si una de ella es mi mamá.
—De hecho sí, sí quiero—le sonrió—¿lista para bajar..?
June sonrió—más que lista—sonrió también—¿en dónde estamos?
—Bienvenida a Canoyn Lovell—anunció satisfecho—este es un observatorio natural, el espectáculo de las estrellas es la cosa más increíble que verás jamás—explicó sin dejar de mirarla a los ojos—y es solo nuestro.
—Joder...—susurró.
—Esperaba que te gustase—inquirió rascando su nuca nerviosamente—observaremos las estrellas, cenaremos rico y...
—¿Y...?
—Y me muero de las ganas de hacerle el amor a mi mujer...
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