Distorsiones cognitivas
Como reza el título de esta obra, consideramos que el lenguaje nos tiende trampas.
No siempre porque se lo proponga, sino porque no puede ser de otra forma, el lenguaje es imperfecto, no nos expresamos correctamente, las palabras adquieren significados distintos según el contexto, etc. etc. y, por si fuera poco, la interpretación del que escucha también juega un papel importante.
Vimos en el capítulo anterior que las frases que decimos tienen una intencionalidad y unas consecuencias a las que debemos estar atentos. Y vimos claramente que tomarse a la ligera los consejos puede ser peligroso, pero ¿y lo que nos decimos a nosotros mismos?
¿Nos hacemos trampas al decirnos las cosas? ¿Todo lo que nos decimos es verdadero por el solo hecho de que fuimos nosotros quienes lo enunciamos?
Por ejemplo, sabemos que los estados de ánimo nos circunscriben a determinados espacios de razonamiento, entonces ¿qué pasa cuando me digo cosas y estoy dominado por una emoción negativa o positiva? ¿Lo que me digo cuando estoy frustrado o deprimido es tan valido como lo que me digo cuando no lo estoy?
Y si estoy feliz ¿Lo que me digo qué valor de verdad tiene? ¿Y si estoy enamorado?
Pues de esto se trata también si queremos esquivar las trampas del lenguaje. De darnos cuenta de que cuando nos decirnos cosas dominados por una emoción, ésta puede interferir con la forma en que interpreto la realidad.
Y aunque no lo creamos, caer en las trampas de lo que me digo a mi mismo es mucho más frecuente de lo que pensamos.
En resumen, estoy señalando que nuestras creencias y pensamientos condicionan a nuestras emociones y dan forma al lenguaje y al tono con el que nos hablamos.
El problema es que, normalmente, aceptamos estos pensamientos influenciado por nuestras creencias y empapados de emoción, sin siquiera cuestionarlos.
No somos lo suficientemente conscientes en cómo nuestras interpretaciones negativas están detrás de los sufrimientos y preocupaciones y, sin que lo percibamos, nos afectan más, mucho más, que la realidad misma.
Estamos influenciados en el día a día por slogans negativos sobre la vida, sobre nosotros mismos, sobre los otros y sobre nuestras circunstancias.
En palabras del Dr. Ellis, psicoterapeuta cognitivo creador de la Terapia Racional Emotiva Conductual:
• "Sentimos nuestros pensamientos. No sólo los pensamos."
Por otra parte, percibimos a muchos pensamientos emocionales como si fueran un conjunto unitario sin darnos cuenta de que vienen macerados en un cóctel de emociones, por ejemplo, la vergüenza y la humillación, que suelen aparecer mezclados y revueltos, son un claro exponente de esto.
Si adoptáramos una actitud menos pasiva frente a las interpretaciones emocionales, podríamos modificarlas para que repercutan de una manera positiva en nuestra vida.
Pero ¿a qué pensamientos me estoy refiriendo? Veamos algunos de los que considero candidatos a ser transformados.
• Yo no soy bueno para esto.
• Eso no es para mí.
• Soy una persona que no termina las cosas.
• No sé elegir.
• No tengo suerte con las mujeres.
• No tengo suerte con los hombres.
• No tengo suerte.
• Estudiar no es para mí.
• Mi vida es un desastre.
Este tipo de pensamientos negativos (y tantos otros que nos decimos a nosotros mismos) son lo que desde la psicología denominan distorsiones cognitivas. Son interpretaciones que hacemos de la realidad, al mismo tiempo que la vamos distorsionando. Son juicios que hacemos de nuestra historia... pero quedándonos sólo con el saldo negativos de la misma.
Otro claro ejemplo de distorsiones cognitivas son los rumores, los chismes, el desmedido interés que le damos a las noticias negativas. Estas nos afectan incluso aunque no aporten pruebas de lo que manifiestan y, lo que es peor, nuestra interpretación de los hechos ni siquiera reclama tales pruebas, aceptando esas manifestaciones con toda la carga de negatividad que traen aparejadas.
Veamos un par de ejemplos.
Si contamos a alguien que
—Un amigo en común está muy feliz en su nuevo trabajo —es probable que obtengamos respuestas escuetas del tipo «¡qué bien!», «¡Me alegra!» o poco más.
El caso de contar que nuestro
—Amigo en común fue despedido de su trabajo por ineptitud e irresponsabilidad —seguramente dará lugar a largos intercambios de información de dudosa fuente, salpicada con la emisión de diversos juicios propios y ajenos.
Estos ejemplos señalan que estamos más receptivos para "lo negativo", algo que el Dr. Ellis llama
• analfabetismo social-emotivo
Este analfabetismo nos produce "malestar" y se contrapone con el deseable objetivo de conseguir el "bienestar".
Podemos decir también que debido a nuestras creencias e interpretaciones, no actuamos por lo que nos sucede, sino impulsados por cómo interpretamos lo que nos sucede.
Nos debe quedar claro que nuestras actitudes negativas irracionales, provocan respuestas que retroalimentan el ciclo, una y otra vez, hasta enfermarnos y conformar verdaderos estilos de respuestas en nosotros hasta dejar de reconocer cómo es que los hemos aprendido.
Pero dado que no podemos cambiar los hechos, ya sean estos buenos o malos, debemos ser conscientes de que sí podemos cambiar lo que pensamos sobre ellos.
Debemos revisar y cuestionar nuestras creencias y pensamientos de forma tal que dejemos de lado una interpretación negativa sobre un determinado hecho.
El Dr. Ellis identificó una lista de estas creencias para que nos sirvan de guía a la hora de empezar a cuestionar o debatir situaciones cotidianas, para trabajar en la búsqueda de pensamientos racionales que se opongan a la interpretación negativa irracional.
Veamos la lista de pensamientos negativos en cuestión para que podamos reflexionar sobre cada punto.
• Pensamiento todo-o-nada
Es cuando interpretamos los eventos y personas en términos absolutos esto se evidencia en el uso de términos como "siempre", "nunca" o "todos" cuando los hechos reales no cubren todas las posibilidades.
• Sobregeneralización
Cuando tomamos casos aislados y generalizamos su validez para todo.
• Filtro mental (también llamado «Abstracción selectiva»)
Equivale a enfocarse exclusivamente en ciertos aspectos, usualmente negativos y perturbadores, de un evento o persona con exclusión de otras características.
• Descalificar lo positivo
Continuamente echar abajo experiencias positivas, por razones arbitrarias... (todos tenemos un amigo así... podemos perdonarlo, pero no nos convirtamos en uno de esos)
• Saltar a conclusiones
Asumir algo negativo cuando no hay apoyo empírico para ello.
Dos subtipos han sido identificados en este ítem:
○ "Lectura de pensamiento": Presuponer las intenciones de otros sin confirmarlas.
○ "Adivinación": Predecir negativamente el resultado de eventos antes de que sucedan.
• Magnificación y Minimización
Sobreestimar y subestimar la manera de ser de eventos o personas. Darle un peso específico que no se corresponde con la realidad.
Un subtipo identificado en este ítem es el llamado la "catastrofización":
○ Imaginarse y rumiar acerca del peor resultado posible, sin importar lo improbable de su ocurrencia, o pensar que la situación es insoportable o imposible, cuando en realidad es sólo incómoda (o muy incómoda) o inconveniente
• Razonamiento emocional
Formular argumentos basados en cómo se siente, en lugar de la realidad objetiva. Esto es particularmente grave cuando no somos conscientes de que nos dejamos llevar por nuestro estado de ánimo al tomar decisiones.
• Debeísmo
Concentrarse en lo que uno piensa que "debería ser", en lugar ver las cosas como son, y tener reglas rígidas que se piensa que deberían aplicarse sin importar el contexto situacional
• Etiquetado
Relacionada con la sobre generalización, consiste en asignar un nombre a algo en vez de describir la conducta observada objetivamente. La etiqueta asignada por lo común es en términos absolutos, inalterables o bien con fuertes connotaciones prejuiciosas.
• Personalización
También conocida como falsa atribución, consiste en asumir que uno mismo u otros han causado cosas directamente, cuando muy posiblemente no haya sido el caso en realidad. Cuando se aplica a uno mismo puede producir ansiedad y culpa, y aplicado a otros produce enojo exacerbado y ansiedad de persecución.
En resumen, no caer en estas trampas del pensamiento negativo nos permiten un mayor control sobre nuestra actitud.
Y, si reflexionamos sobre cada uno de estos ítems, estaremos más cerca domar a las trampas del lenguaje.
Teniendo en cuenta que mucho de estos pensamientos nos afectarán a la forma en que nos hablamos, controlarlos debería ser una tarea obligatoria para evitar boicotearnos a nosotros mismos.
En el próximo capítulo veremos algunos ejemplos de frases negativas que nos hacen hablarnos de manera engañosa.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top