13. Jenna

Estoy tan llena de emociones, que me es difícil mantener la mente clara cuando me abrocho el cinturón en el asiento delantero del auto de Mike.

Su camioneta tiene un aromatizante de uva que me recuerda a la pésima medicina que me obligaban a beber mis padres cuando era pequeña y me enfermaba. Y aunque el recuerdo no me produce naúseas, preferiría botarlo del auto ahora mismo.

En fin, poniendo un poco a Ezra en marcha dentro de mis pensamientos, muy pocas veces lo vi ponerse como lunático por alguna situación que le provocara disgusto. Creo que lo más estresado que pudo estar delante mío, fue cuando Beth Collins le restregó en la cara a ver sido el promedio más alto de la Preparatoria en primer año, lo que para Ezra fue una muerte súbita ya que quería ser nombrado el cerebrito de la nueva generación, y no lo logró.

Jamás lo vi vuelto loco por Mike, incluso cuando no se la llevaban bien de vez en cuando. Y aunque sé que le pateó en el hígado escucharme decir el nombre de Nolan para controlarlo, no me hace arrepentirme, de lo contrario, se habrían agarrado a golpes y ese resultado, habría sido mucho peor.

—Llégamos. —dice Mike cuando detiene el auto frente a mí casa.

—¿Tan rápido? —me sorprendo cuando veo nuestra tan familiar calle y nuestras casas, una frente a la otra. Mike mantiene una sonrisa juguetona en el rostro mientras niega con la cabeza.

—No dijiste nada durante el camino. —Puntualiza.

—Tampoco preguntaste nada —respondí para desvalidar la opción de que estaba sumergida en mis pensamientos, cero pendiente del mundo.

—Bueno, la verdad quería digerir las acciones de Ezra —comienza a explicar— me sentí bastante tenso después de lo que pasó en el cementerio. Y en realidad, también te quiero ofrecer una disculpa si es que te molestó mi presencia ahí.

—No para nada — Niego rápidamente con la cabeza.

En realidad, puedo comprender la reacción de Erza. Yo también conozco la historia de Mike.

Mike solía creer que todo giraba a su alrededor porque era el más popular de la Preparatoria y posteriormente, de la Universidad. Era un tanto inmaduro. Haciendo de las suyas por doquier, subiendo chicas a su auto cada dos por tres, bebiendo alcohol ilimitadamente en fiestas, a veces no asistía a clases, era bastante rebelde con sus padres y plantaba una perfecta sonrisa sarcástica en su rostro cada vez que se salía con la suya.

Aunque a veces se pasaba de buen hermano con Ezra, otras veces lo ignoraba descaradamente, cosa que hizo cuando él estaba de luto.

—¿Te duele mucho? —le pregunto a Mike cuando veo un espantoso moretón aparecer entre el puente de su nariz y su ojo izquierdo. Trato de estirar la mano para tocarlo, pero él retroce un poco.

—Estoy bien, no te preocupes.

«Mentira. »

—Me preocupa más que mamá y papá lo vean. —admite.

—No podrás esconderlo —confieso— pero podrías tratar de aminorar el posible castigo que traten de imponerle.

—Hablando de mis padres... —dice Mike mientras frunce el ceño— ¿A dónde escaparon tú y Ezra?

Me muerdo el labio inferior dudando sobre confesar la verdad. Pero a quién trato de engañar, igual debo hacerlo ante mis padres tarde que temprano.

—Fuimos a Cincinnati a buscar a una persona —me limito a decir antes de formar una línea fina con los labios apretados.

Mike me mira alzando una ceja esperando a que continúe hablando, lo que claramente quiere decir, que espera a que suelte toda la verdad sin necesidad de que pregunte más.

—Hace un par de días fuimos a casa de Nolan y encontramos unas cartas en su armario —comienzo a explicar— de una chica llamada Lorraine —Hago una pausa y me planteo si confesarle que se trató de su media hermana, o simplemente omitir ese detalle.

—Y fueron a hablar con ella porque pensaron que podía decirles algo sobre el suicidio de Nolan. —asume.

«No exactamente, pero lo dedujo casi que perfecto »

—Sí —Confirmo— En realidad Ezra iba a huir solo, pero lo convencí de dejarme ir con él.

—Ah claro, ese día que abrí la puerta y subiste a su habitación, ¿no?

—Sí —sonrío avergonzada, y no puedo evitar notar lo chispeantes que son los ojos color avellana de Mike, sobre todo cuando me miran fijamente. Eso acelera mi corazón, lo que me parece extraño, ya que hace mucho tiempo, no me sucedía.

También noto lo marcada que tiene la mandíbula y la anchura de sus hombros que remarcan en la playera color violeta que lleva puesta. Se ha convertido en todo un hombre. Dejó de ser ese adolescente inmaduro para convertirse en lo que todo padre pondría su orgullo. Incluso sé con certeza que el próximo año se gradúa de la Universidad.

—Para ser honesto, me sorprendí un poco —se mueve sobre su asiento para recargar parte de su espalda en la puerta del auto y tener un mejor ángulo de visión hacía mí— Luces diferente, incluso diría que creciste un poco de estatura.

—¿Yo? —pregunto incrédula.

—Claro —Sonríe y se acerca un poco para revolver mi pelo con delicadeza como si fuese un cachorro. Sé que no pude evitar sonrojarme, sobre todo por la sonrisa que esboza cuando aprieto los labios en una fina línea para disimular, lo que ya me avergüenza bastante.

—Tú también has cambiado —le digo— luces mucho más fresco y maduro.

—¿Antes era inmaduro? —Pregunta arqueando una ceja.
—Sí, te creías mucho por tener chicas en tu poder y por tener amigos en toda la ciudad. —confieso antes de soltar una carcajada.

—¿Chicas en mi poder? —pregunta incrédulo— Por qué dices eso.

—Es la verdad. Siempre tuviste juegos, nunca algo serio. Muchas fans.

—Bueno... —comienza a decir mientras hace una mueca con la boca como si pensara detenidamente— Era divertido salir con muchas chicas pero, esa fama de patán dejó de sentarme bien, y ahí comencé a entender lo estúpidas que eran mis acciones.

—Me alegra. —digo asintiendo exageradamente en señal de aprobación— me gustas más así.

—¿Te gusto? —Pregunta alzando una ceja mientras una sonrisa roba sus labios.

—Entendiste mal —trato de retractarme tan pronto como veo su reacción, lo que me sonroja todavía más que hace un momento— hablo de que me agradas como persona. Siempre fuimos amigos desde pequeños.

—Claro —sonríe achicando los ojos— pero sé que fuiste mi fan a los siete años. Ezra me lo dijo.

Maldito hijo de puta,  ¿eso hizo? Bueno, tampoco es como que fuera un secreto. Ezra me confesó en varias ocasiones que era demasiado obvia cuando Mike jugaba con nosotros, y es verdad. Mike siempre fue un chico muy atractivo, en realidad, ambos hermanos llegaron a ser elogiados por su masculinidad atractiva, y la única razón por la que Mike resaltó mucho más, es por ser popular y extrovertido, a diferencia de Ezra que es un cerebrito presumido.

Aunque ahora mismo podría decir que los papeles se intercambiaron. Ezra es el chico rebelde, de cabello alborotado que conduce un Audi color uva, pero eso no lo convierte en un fuckboy como el idiota de Damián. En cambio Mike, es un chico más centrado de sonrisa fresca, maduro, y la tranquilidad que mostró ante su pelea con Ezra, es un claro ejemplo, además, con su buena carisma, parece ser el chico que todo padre aceptaría para su hija.

—Era muy pequeña y solían gustarme mayores— me defiendo cruzándome de brazos.

—Entonces si te gustaba —me señala con el dedo mientras me mira pícaramente.

—¡Basta! —Golpeo su dedo para alejarlo de mí mientras hago un puchero.

—Ja, no te preocupes — se mueve en su asiento de nuevo cortando el contacto visual como si fuese a conducir nuevamente, lo que me hace reaccionar en que debo bajar del vehículo— También me parecías linda —dice— Una vez. O dos. No recuerdo —añade riendo.

¿Yo le parecía linda? ¡Eso que mierda quiere decir! ¿Yo también le gustaba? Tremendo parásito, ¿por qué nunca dijo nada?

Me quedo anonadada mientras lo observo, pero todo estalla cuando vuelve a hablar.

—Ahora también eres linda. —Y sonríe.

No puedo aceptar este sentimiento. Sé la razón. Y la que estoy evitando mientras paso tiempo en Indiana antes de volver a Nueva York y tratar de resolverla.

—¿Sales con alguien en Nueva York? —Pregunta repentinamente, y aunque sé con seguridad que espera un "no" como respuesta, y me encantaría poder decírselo, no puedo mentir.

—Sí. —me encojo de hombros. La expresión en Mike se ensombrece y parece confundido ante mis palabras— es...complicado. Nos estamos tomando un breve descanso, pero, podría ser que...tú sabes.

—Entiendo —Asiente un tanto desánimado, lo que me rompe el corazón.

Trato de no pensar mucho en Jake porque prefiero mantener mis emociones estables y porque no quiero hablar sobre el tema de nuestra "relación" si es que se le puede llamar así.

Termino bajando del auto, y al cerrar la puerta le agradezco a Mike averme traído hasta mi casa. Veo que el auto de Ezra no está y mis cosas siguen ahí. ¿A dónde se habrá ido? No quiero creer que está con Damián haciendo de las suyas, pero ya puedo inferir que desafortunadamente es así.

No obstante cuando levanto la vista para subir los peldaños a la puerta de mi casa una vez que Mike entra en su cochera, noto que la puerta de mi casa está abierta y que mi padre me observa desde ella con los brazos cruzados y una clara expresión de disgusto y enfado en su rostro.

Oh, no.

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