Obra tenebrosa 🍁

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—Entonces, ¿irás a una de esas obras de teatro que montaban en la secundaria para actores mediocres? —pregunta mi madre, soltando un suspiro lastimado.

—Es una obra de teatro seria, y sí, sí iré —Me oigo gritar desde el baño —. Dudo que te importe mucho, así que esto no es una invitación, sino un mensaje.

Salgo del baño y encuentro su rostro levemente cansado, adornado con ojeras y bolsas debajo de los ojos que se están haciendo más notorias con el paso de los días. Sentada en el filo de la cama de mi habitación, está viendo todo el cuartucho con extrañeza y algo de repudio. Esta fue su idea, venir aquí, sin embargo, tengo leves sospechas de que se está arrepintiendo debido a que en las últimas semanas ha permanecido sin beber una sola gota de alcohol en el día sólo para mantener al margen las buenas apariencias de ser una buena madre. Está tirando fuerte la cadena de sobriedad, pero se destrozara pronto. Estos últimos días no ha podido contenerse y casi termina por beber las latas de cerveza de la dispensa de la cocina de los padres de Leonardo. Si yo hubiera llegado un poco más tarde hubiera sido descubierta. Pero sé que en fondo su vicio terminará por llegar a la luz aunque esté haciendo lo más sobrehumanamente posible.

—¿Qué es? —está viendo hacia la pared, ni siquiera a mí. Desearía que por un segundo se preocupara por lo que trato de decirle.

—Hoy llegaré tarde también —le informo, se supone que debería de invitarla, pero no haré el más mínimo esfuerzo para que me vuelva a humillar. Cuando veo que ella trata de hablar, alzo la mano y la interrumpo —. Tampoco te interesa, pero te lo digo para que se lo menciones a la gente de aquí que se escandaliza mucho por eso.

Frunce el ceño, pero sin una emoción pasar por su rostro. —De acuerdo. Se los diré —parece demasiado desinteresada, incluso aún sin verme a los ojos —¿Alguna última cosa?

Quisiera decirle muchas cosas, pero decirlas sería volver a repetirlas, a volver a pelear. Y estoy harta de volver al círculo repetitivo de antes.

—Nada.

Sin despedirme, me largo cuanto antes y voy hacia el Teatro.

Estoy caminando por las estrechas calles llenas de gente, cuando llego a la avenida, alguien golpea mi hombro pero lo ignoro. Pienso en mi madre. Busco en mis recuerdos algún momento en el que me dio alguna muestra de cariño, o por lo menos quiso intentarlo, pero no encuentro nada. Nada que me indique que mi madre me ama, ni siquiera una señal. Creí que iba a abandonar este sentimiento de vacío si pensaba en alguna otra cosa, pero no es así. El desinterés de mi madre hacia mí siempre va a afectarme, y aunque no quiera admitirlo del todo, sí me gustaría recibir de su atención y su amor. 

Ni siquiera me doy cuenta cuando ya he llegado. El teatro está encendido en luces. Bajo la gran cortina de la noche como el grafito, está iluminado con las estrellas y la luna, volviéndolo más elegante. Todo está más limpio de lo normal a diferencia de la primera vez que vine aquí, pero mucho mas alborotado. Incluso puedo escuchar las voces de las personas que vinieron demasiado temprano querer entrar, mientras los guardias tratan de mantenerlos haciendo fila bajo los insultos que la gente les gritan.

Los carteles de promoción de la obra están colgados por todas las paredes, y me maravillo cuando noto mi rostro y mi firma en un afiche. Jamás creí que tendría una oportunidad como esta, pero al fin ha pasado, lo cual me hace pensar que al venir aquí por lo menos ha pasado algo bueno.

Todo parece discordante cuando ingreso a camerinos. El maquillaje de escena está tirado por todo el suelo y la mayoría se encuentran luciendo nerviosos. Tirando papeles, quejándose del tiempo que ya ha transcurrido en vano y no ha salido como esperaba, está el profesor Bram, dando órdenes, y gritándole a los encargados de las luces en escena.

—Vamos, vamos, ¡coloquen esas luces bien! —oigo que les dice —. Les dije: pongan las luces en la esquina —hay una pausa —. Sí, justo ahí —ellos obedecen y él asiente—. Muy bien, ahora las cámaras —su rostro vuelve a ponerse serio —. No, ahí no...

Él se acerca hacia mí cuando me ve entrando y termina de mandar. Trago saliva al saber lo que va a preguntarme.

—¿Qué hay de tus padres?, ¿no pudieron venir? —Me examina con el ceño fruncido.

—Demasiado ocupados. Vendrán a la próxima —mascullo sin afectarme, intentando parecer despreocupada.

Afortunadamente, no hay más comentarios respecto al tema.

Mientras él habla, me siento aún más mal. Se supone que hoy es un día importante, al menos para mí, y debería de estar gozándolo, con mi familia al lado celebrando mis triunfos. Pero tengo una madre que se las ingenia para que no sea descubierto el hecho de que es una alcohólica y un padre con el que no tengo una buena relación y que siento que está escondiendo algo.

Veo a Jill acercarse hasta mí en medio de los parloteos del profesor. Su rostro está a la mitad del proceso de maquillaje de escena, lo cual hace que se vea como una personal totalmente distinta, pero le queda bien.

—Me parece curioso que no hallen venido —opina Jill cuando el profesor Bram se va, desplazándose hasta donde mí y sentándome a empujones frente a un espejo —¿Tienen algo en contra de que te guste la actuación?

—Nada —digo y intento esquivar la pregunta por otra —¿Qué hay de los tuyos?

Su mirada detalla un cambio que no logro comprender, y que pasa extremadamente rápido, pero es suficiente para saber que se ha sentido tan incómoda como yo. En vez de una expresión nítida que espero obtener, ella finge estar cepillándome el cabello.

—A mamá no le gusta esto —trata de sonar indiferente.

Me doy cuenta que ha mencionado a su mamá, haciendo referencia a su madre adoptiva. Quizás ese tema, y no el de que ella no esté aquí, ha sido lo que más le molestó.

No puedo evitar pensar en la historia trasfondo de la vida de Jill. Sé que luce como una chica rebelde con apariencia ruda, pero hay más que eso. Todos tenemos algo que ocultar después de todo, todos tenemos algo que no dejamos ver a simple vista porque es nuestro punto débil y no queremos vernos débiles, no queremos obtener la tristeza de la gente; así que fingimos algo que no somos, para calmar nuestro dolor, lo que nos hace falta en nuestra vida, y luego terminamos haciéndonos otros.

Cuando pienso en eso, pienso en mí. Pienso en lo sola que me siento, y a pesar de tener a Nicolle y a mis primas a mí lado, el vacío no cesa. A veces cuando todo está tranquilo, yo misma rompo esa tranquilidad con mis pensamientos que se atoran en mi cabeza, dibujando ideas que no son, y me pierdo completamente.

—Tú... debes conocer mucho a mi papá —ni siquiera sé porqué le estoy diciendo esto.

Su reflejo deja de moverse, deja de peinarme y está viendo el mío a través del espejo.

—¿A qué viene eso?

Yo también me hago la misma pregunta, Jill.

—Nada. Me gustaría saber un poco más sobre lo que hizo al estar aquí —miento, pero mi voz suena en un estado lamentable.

—¿Tratas de... de atrapar a tu padre cometiendo algún delito o algo así? —me da una sonrisa calambrina a pesar de la atmósfera.

Sé que está tratando de aliviar la tensión que se ha creado aún sin saberlo, pero en cambio está poniéndome aún más incómoda.

—Sólo quiero saber —insisto, quitando mi mirada de la suya a través del espejo.

—No puedo decirte mucho. Es del tipo que suele mostrarse serio cada vez que puede.

—Ya veo.

—Pero quizás no haya hecho algo que te preocupe —dice, su voz suena algo torcida, pero luego vuelve a recuperar su diversión —. No ha tenido otras mujeres si es lo que tu madre mandó a investigar.

Ladeo la cabeza, confundida —¿Qué?

—¿Esa es la información que intentas sacarme? —hace la interrogante con diversión y una pena fingida.

—¡No, claro que no! Sólo quería preguntar algo que haya sonado como un buen chisme de parte de mi padre —explico — ¿Tú eres muy buena sabiéndolo todo, no?

Jill menea la cabeza con diversión —Lo intentaste, pero claramente estás mintiendo. Y él no ha hecho nada fuera de lo normal. Es muy serio como te lo dije.

Una pizca de aflicción cruza muy dentro de mí, pero me las ingenio para parecer divertida de la situación.

—Que lástima. Quería saber algún embrollo del que estaba metido para burlarme de él.

—Tendrás que trabajar más. Aunque dudo que encuentres la respuesta antes.

La miro confundida —¿Antes de qué?

Aunque sorpresivamente ella parece más bien enojada y está tirando de mi cabello con fuerza —Antes de que te descubra, ¿bien?

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—¿Sufres de pánico escénico? —pregunta Jill a mi lado, viendo como mi rostro pasa a adquirir temor al ver a todas las personas reunidas para la obra a través del telón que nos separa.

—¿Qué?

—Tus manos están sudando y tu rostro está pálido. 

Guardo silencio un segundo, estoy sudando frío, en verdad.

—No, no sufro de eso, pero es normal sentirse así frente a una multitud, verdad... —lo digo desesperadamente como si lo supiera, pero ni siquiera yo sé si es verdad, no sé si todas las personas sienten el miedo con la misma intensidad que yo, porque he visto a algunas que a pesar de vivir entre el caos no lo sienten —¿verdad?

Ella me mira y asiente.

—Solo sal allá y da lo mejor de ti. Solo tú decides a quien otorgarle el poder del miedo sobre ti, Emely.

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Me siento agotada, pero feliz cuando la obra concluye. Ethan, James y sus padres se han retirado hace un momento para ir a festejar, pero insistieron en que fuera con ellos antes. Me negué desde el principio diciendo que también lo haría con mis padres en casa y que no podía acompañarlos por esta vez. Jill tampoco fue, argumentando que tenía otras cosas que hacer para esta noche.

Así que me encuentro aquí sola, sintiendo el frío viento que sopla, helándome los huesos y sintiéndome ligeramente desorientada. Veo las luces de los coches alumbrar en fila hasta que se extinguen, las luminarias de las calles pasar una tras otra, y mientras voy caminando, más estoy pensando en si era lo mejor regresar al bloque de hielo que es mi casa o aceptar esa invitación.

Un grito agudo se escucha tras de mí mientras voy caminando y me giro al ver al profesor Bram que está corriendo hacia donde estoy, aparentemente intentando seguirme el paso. Me detengo y retrocedo unos pasos para llegar hasta él. Cuando él me explica que debía de darme algo antes de que me fuera, me siento confusa y lo veo arrugando el ceño.

—¿Esto es... d-dinero? ¿Porqué?

—Tuvimos una buena recepción de ganancias por las entradas y decidimos brindar un pequeño porcentaje a nuestros actores —me extiende o través los billetes y dudo en si tomarlos o no — . Acéptalo, Emely.

Tomo mi pequeña recompensa y la guardo en uno de los bolsillos de mi chaqueta, agradeciéndole. Entonces, me alejo trotando de allí luego de despedirme de él. Paso una calle tras otra hasta que de pronto me encuentro en el tétrico parque en el que conversamos Jill y yo, sólo que ahora está más oscuro y estoy sola. Debido a la elevada temperatura esta noche, hay neblina que se escurre en los alrededores, lo que hace darle un aspecto mas tenebroso.

El parque está en penumbras, con un solo farol que apenas se enciende, siendo ligeramente ocultado por un par de ramas que se salen de su cuadro de manera rebelde. Hay una banca arruinada en medio, y una alfombra de césped en el piso en el que muchas veces estuvo cubierta de sangre.

Me siento paranoica como la primera vez que estuve aquí. Recuerdo las palabras de Jill y mi sangre bombea con rapidez en mis venas. Mi cerebro se precipita a las malas ideas, todas con una conclusión catastrófica. Veo a mis alrededores buscando alguna señal de peligro, veo hacia atrás, a mis lados, hacia los bordes de la oscuridad; no hay nada por ningún lado, pero no estoy relajada. Yo podría convertirme en la próxima víctima en este parque maldito.

Me parece escuchar el sonido de una pisada atrás de mí, pero no giro. Sigo caminando, veo arriba, al cielo, y algunas copas de los árboles parecen oscurecerse.

Las ramas de los árboles se extienden, formando una prisión a mi alrededor. Me siento acorralada, como si alguien ha decidido convertirme en su presa.

Cierro los ojos. Puedo sentir las pisadas tras de mí siguiéndome, la punta del tacón del zapato de alguien marcando el paso en el camino cada vez que avanza.

No mires atrás, no mires atrás, Emely, no mires atrás.

Una mano helada se posa en mi hombro. Me congelo. Me oigo murmurar un "no tengo nada" , y volteo hacia atrás, intentando ver a mi atacante directo a los ojos.

Para mi sorpresa, no hay nadie ahí.

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Si has llegado hasta aquí, muchas gracias. ♡

Como verán, esta historia aún no está editada. La comencé a escribir a los ocho años cuando aún no conocía Wattpad y tan sólo me limitaba a bocetar detrás de mis cuadernos escolares. Los capítulo no los escribía así, obviamente; pasaba mis ideas a ellos y cortaba en escenas que ni las terminaba, luego las retomaba años después y por eso algunas cosas no tienen sentido. Para una niña pequeña de ocho años sin embargo es un gran logro comenzar a escribir.

Ahora, me preguntarán, ¿dónde está el misterio y terror del que tanto hablas? Bueno, paciencia. La trama va despacio para ir desarrollando a los protagonistas. Quiero decir también que el terror no solamente se basa en seres espirituales dignos del conjuro, el terror también está en cosas ordinarias que te parecerían inofensivas y sin embargo adquieren una característica amenazante cuando las ves de cerca. La cosa es temerle a algo a lo que estás expuesto y te das cuenta que es peligroso, a ese terror quiero llegar.

Sin embargo, también habrán cosas paranormales y eso. Al final de la obra  veremos como impacta eso en Emely.

¿Y Jill? Bueno, ella será muy importante, así que no la pierdan de vista.

Algunas preguntas para los lectores:

¿A qué le temen más? Quiero leerlos. 👀

¿Cuál es su libro favorito?

¿Ven alguna serie?

Muchas gracias por todo, nos leemos el martes. ❤

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