Incendio🍁
🍁🍁🍁
Es la hora del almuerzo y todos estamos compartiendo mesa. Algunos parlotean cosas sin sentido, otros son silenciosos y se dedican más a su comida. Ann ha estado un poco más apartada de mí hoy, y ha estado conversando con otros chicos sobre algo que intuyo es importante. Me alegro mucho por ella, ya que desde que la conocí se ha comportado como una chica solitaria y apartada, pero espero que eso cambie. Ella es como un pequeño sol que fue acabando su combustible; demasiado sensible y frágil; solo espero que ella siempre esté bien.
Desde que estuve a punto de cometer esa locura dos veces, he valorado y analizado un poco más la vida:
Mi madre nunca supo aprovecharla bien porque siempre tuvo un vicio a su lado; Mi padre siempre vivió sintiéndose culpable por ser un asesino, pero nunca hizo nada; Jill todo el tiempo vivió con un rencor que envenenaba su alma; Ethan pudo haber encontrado un camino mejor y no lo hizo.
¿El resultado?
Todos están muertos.
Cada uno nunca valoró su vida, ni la de los demás. Pudieron ser mejores, pudieron haber mejorado su vida.
Ninguno hizo nada.
También vivieron cosas terribles, pero nadie los obligó a ser quienes eran. Todo lo que hicieron fue su decisión.
Yo voy a cambiar, porque morir es tan fácil, y eso Jill lo sabía; por eso lo hizo.
Voy a vivir hasta que no pueda más, hasta que mis fuerzas se hayan acabado por haber intentarlo todo. Haré todo lo que Jill no creyó que haría:
Seguir viviendo.
Me llevo un bocado de comida a la boca, pero entonces veo algo:
Figuras sombreadas, de aspecto humanoide deambulando por todo el comedor. Las mismas que me han atormentado desde que puse un pie en Texas, las mismas de mis pesadillas...
Son ellos.
Las Sombras.
Ellas se dan cuenta que las estoy mirando, y entonces se alejan y corren a otro lugar. Quieren que las siga.
Dejo mi cuchara de un manotazo y me levanto de la silla tan rápido como puedo. Nadie me presta atención; creo que eso es lo mejor de este lugar, no hay que fingir ser alguien que no eres.
Las sombras me llevan corriendo con una sensación de vértigo y confusión al sótano del psiquiátrico. La puerta está abierta, así que es fácil bajar.
Enciendo la luz de un golpe y las veo frente a mí formando una hilera. Estoy respirando fuertemente, con los pulmones casi explotando. No las veo desde hace mucho tiempo.
—¿Cómo es que están aquí? —Les pregunto con la última respiración que me queda.
Una de las sombras, avanza hasta mí, envolviendo mi cuerpo de escalofríos y incomodidad. Escucho susurros provenir de su figura, pero esta vez algo pasa:
Esta vez entiendo todo lo que me dice.
—Entendí... Lo entendí todo —respiro con dificultad —¿Por qué?
Hay más sonidos, que comprendo.
"Porque ahora eres la única que ha quedado, la única que pueda utilizar la Gema ahora que Jill no está".
Tengo un nudo en la garganta. Dios, no, por favor...
—¡¿Vienen por eso?! —Levanto la voz —¡¿Por la Gema!? ¡YA LES DIJE QUE NO PUEDO HACER NADA!
La sombra mueve la cabeza de un lado al otro, en negación.
"No, Emely. Venimos a darte esto"
Su mano hace contacto con la mía y veo que trata de darme un cuaderno.
"No, no es un cuaderno. Es un diario".
Es el diario de Leonardo.
No entiendo porque está dándome esto, pero si las sombras tienen este diario, significa algo importante.
Con indecisión y un manojo de nervios, lo abro, y en ese momento cae una hoja escrita en las dos caras. La tomo de inmediato y empiezo a leerla.
Querida hija mía:
Esto es lo único que dejo antes de mi muerte. En pocos minutos vendrán a matarnos y ya no tendré como decirte que te quiero mucho y tampoco podré pedirte perdón.
Esto es, esto es... ¿una carta escrita por Leonardo para mí?
Estás en ese maldito lugar por mi culpa, porque yo le dije a tu madre que llamara a la policía. Hay una razón para eso, que no me justifica, pero sé que te ha salvado la vida.
Hace meses empecé a tener un sueño contante en la que nuestra casa estaba en llamas. Todos moríamos, pero en el sueño no te veía a ti. Pensé que la razón era porque sólo tú te salvabas, ya que no debías de estar ahí para ese momento.
Llegó ese día en el que murió Jill y tú estabas llorando sin parar, en ese momento pensé en llamar a la policía para que te metiera en prisión, era lo que debía de hacer para salvarte. Yo ya estaba condenado y aceptaba más que feliz mi muerte y lo sigo haciendo, pero tú, Emely, debes vivir y seguir adelante cueste lo que cueste.
"La oscuridad se ha apoderado de nosotros, y ya no puedo controlar el mal que nos acecha. El pueblo sufre a manos de nuestra maldición, y no puedo soportarlo más. Me he refugiado aquí, en nuestro hogar, para proteger a quienes quiero. Si estás leyendo esto, es porque me he ido, espero que a un lugar mejor. Por favor, no dejes que el mal prevalezca, lucha por nuestro pueblo y libéralo de esta pesadilla..."
Perdóname...
Arrugo la hoja, lágrimas caen sobre el papel, pero le doy la vuelta.
Quiero aprovechar también para contarte una historia;
Cuando fui de visita a Nueva York fue para cazar más víctimas para la Gema. Una de esas iba a ser tu madre; la seguí hasta que llegó a su vecindario para matarla, pero un hombre la asaltó afuera de su casa y yo la ayudé a defenderse. Entre los dos matamos al hombre, pero ella le dio la estocada mortal. No tuvimos más remedio que meter el cuerpo del hombre a su casa y enterrarlo en su patio. Así es, la mayor parte de tu vida has vivido con un cadáver en tu casa.
Mi cuerpo empieza a temblar al pensarlo.
Sé que ya sabes todo sobre la Gema ya que mi madre se encargó de decírtelo, y entiendo la razón por la que no quieres hacer eso, yo tampoco quería; así que cuando conocí a tu madre le di la Gema pensando que ya no correría peligro con ella. El problema fue que esa no era la Gema. Y lo descubrí cuando tú gritaste que Jill era mi hija. Ahí entendí que Nefertari me la había robado desde hace años.
Lo siento por todo... Ese día que volví a Nueva York fue para reclamar la Gema que le había dado a Margareth hace años atrás, pero ahí descubrí que estabas tú, descubrí que tenía una hija a la que amar. Perdóname por todo el daño que te causé durante mi ausencia. Perdóname por no decirte nada sobre la Gema, pero lo único que quería era que no te convirtieras en alguien como yo.
Lamento todo lo que le pasó a Jill, pero tú no tienes la culpa. Cuando muera, la buscaré y le pediré perdón también.
Hay un último párrafo, que es el que más me sorprende.
Una última cosa, las personas del hospital donde te encuentras están planeando huir. Tienes que ayudarlos para que tú también puedes hacerlo. Huye, Emely, porque tu madre, Margareth no está muerta. Búscala en el pueblo. Huye y búscala.
Termino de leer, con lágrimas en mis ojos. Podré salir de aquí. Podré salir de aquí. Al fin.
Me giro hacia las sombras, limpiando las lágrimas que caen por mis mejillas.
—¿Dónde tienen la Gema?
La sombra hace aparecer en su mano la Gema, que resplandece cuando la veo. Las sombras me explican que la tomaron del cuello de Jill después de su muerte.
—No. Deben de tenerla ustedes —Les digo cuando intentan dármela —. Yo me encargaré de liberarlos así como se los prometí.
Siento que no están de acuerdo, pero no me dicen nada. Seguro creen que no seré capaz de cumplir mi promesa y que tendré que seguir con el plan de asesinar gente para la Gema, pero sé que no será así. Haré todo lo posible para que el pacto que hicieron hace muchos años atrás con mis ancestros se rompa, y el pueblo sea seguro para todos.
Regreso al comedor, que para mi sorpresa nadie se ha movido. Voy hacia la dirección de Ann y sus amigos, que se encuentran de pie, y los miro muy seriamente.
—Sé lo que están planeando.
Tamara, una de las chicas del grupo que a mi parecer es la líder de la operación, mira de reojo a Ann.
—¿Tú se lo contaste?
—¡No! ¡No fui yo! —exclama Ann rápido —¡Nunca metería a Ems en esto!
—No te preocupes —Le digo a Tamara—, yo lo intuí por el movimiento de sus labios; es algo que se aprende y que hasta un sordo lo puede hacer.
Durante unos segundos hay silencio, mientras se miran entre ellos.
—Está bien —dice al fin Tamara —. Admiro tus habilidades, Emely. ¿Pero vas a delatarnos con esa información?
—No, voy a ayudarlos —afirmo.
Ahora parece más interesada —¿Y qué ayuda podrías darnos?
Entrecierro mis ojos y avanzo más hacia ella.
—Por si no lo sabes, la encargada de la bodega me tiene bastante confianza; podría traerles cualquier cosa que quieran o obtener algún tipo de información.
Durante unos segundos se queda en silencio, meditando.
—Tú estuviste en mi mira por un tiempo para que pudieras ayudarnos, pero desistí porque pensé que podrías delatarnos —Me sonríe —. Necesitamos las llaves que abren todas las puertas para poder escapar.
—Ella tiene esas llaves, las cuelga en el sótano todos los días antes de irse —Le digo segura.
—Entonces será fácil —puntualiza con una sonrisa y chasquea la lengua —. Consigue esas llaves lo más pronto que puedas, y nosotros nos encargamos del plan esta noche.
—Bien —asiento —¿Qué planean hacer?
—Vamos a provocar un incendio que sea lo suficientemente impactante para que el personal no encuentre que hacer y nosotros podamos escapar. Tengo los fósforos, los planos de todo este lugar y las posibles salidas y puertas para que todos encuentren donde salir sin que se quede uno sólo adentro. Sólo necesitamos las llaves.
—Admiro tu ingenio —La halago —¿Por qué estás aquí?
—Exactamente por eso. Por mi ingenio —responde con un toque presumido —Asesiné a mi maestro de historia de una manera muy creativa y oculté su cuerpo por meses hasta que me descubrieron. Me diagnosticaron psicopatía y me hicieron uno de esos test de inteligencia; según esa cosa; es mejor mantenerme medicada antes de que haga una bomba, literalmente.
Parece no estar bromeando. Miro algo de maldad en sus ojos, pero por la forma en la que trata a Ann sé que dice la verdad.
Es una apuesta de vivir o morir.
—Buscaré esa maldita llave ahora mismo.
🍁🍁🍁
Voy en busca de las llaves, o través al sótano. Le pido a las sombras que vigilen la entrada mientras bajo. Por suerte, hoy la encargada de la bodega no vino, así que nadie se dará cuenta de la pérdida de las llaves.
Agarro las llaves del gancho colgando de la pared y echo una mirada a mi alrededor. Hay cajas dispersas por todos lados que nunca había visto, así que intuyo que son nuevas ya que se encuentran por todos lados, desordenadas. Miro más de cerca y me fijo que cada una tiene un nombre de los pacientes de este centro; Gloria, Marina, Grecia... Marcos...
Molly... Andrea... Javier...
Abro la caja que dice Gloria y veo que adentro hay jabones de baño, cajitas de galletas y fotografías. Hay un sobre de fotos familiares donde aparece Gloria cuando estaba bien. También hay algo escrito detrás del sobre: "Para Gloria. Tu familia aún te espera".
Mis ojos se ponen llorosos. Todo esto debía ser entregado a Gloria, pero no lo hicieron. ¿Por qué? ¿Por qué hicieron creer que la habían olvidado? ¿Por qué?
Reviso rápido las demás cajas y me doy cuenta que todas tienen cosas que enviaron sus familiares, pero que nunca se las entregaron. Si hay muchas cosas aquí, ¿habrá algo que me enviaron y nunca me lo dieron?
Le doy vueltas a todo el sótano en busca de una caja que diga mi nombre. Debe de estar por aquí, es imposible que me hayan olvidado.
"EMELY".
Encuentro la caja y la abro con mis manos impacientes. Lo primero que veo son decenas de cartas de Nicolle y mi familia en Nueva York para mí; cada una con una fecha diferente, un nuevo mensaje, aliento para mí. Ahí dice que me creen, que me esperan; incluso que varias veces vinieron de visita, pero no los dejaron verme.
Aprieto con fuerza los ojos. No me olvidaron, no lo hicieron. Gracias...
Hay algo más al fondo de la caja; otro sobre, pero éste es de color azul brillante, que destaca más que los demás.
Lo tomo y veo la dirección de la que fue enviado; también es de Nueva York, pero de un tal Otto. ¿Quién diablos es Otto?
¿Recuerdas cuando hice una parodia de Otto Mann? Dijiste que el personaje no me quedaba; que a pesar de que era alocado como yo, no éramos iguales. Lo cierto, es que sí lo somos.
ETHAN. Es de ETHAN. ¿Pero cómo?
No tengo mucho tiempo. Esta carta la escribo antes de ponerme la soga al cuello, pero es mi responsabilidad hacerlo. La última vez que nos vimos te dije que iba a ayudarte a salir de ahí, ¿lo recuerdas? Yo no rompo mis promesas.
Si hiciste lo que te dije, entonces cuando estés leyendo esto no estarás en una cárcel, sino en un loquero. Es lo mejor. Le diré a la oficina de correos de Nueva York que envíen ésta carta tres meses después de mi muerte, para que nadie más pueda saberlo.
Lee bien esto, Emely:
En la casa en la que antes vivía, en el sótano, hay información y pruebas de los asesinatos que Jill y nosotros cometíamos. Debes escapar y buscarlo. Entregar eso y así demostrar tu inocencia
No te olvides de rezar por mi alma cuando seas libre al fin.
—Lo siento tanto, Ethan —susurro para mí misma —. Jamás voy a olvidarte, al igual que Jill. Gracias...
"Ahora tienes las llaves, no debes de preocuparte".
Una voz en mi cabeza me sorprende.
Son ellos.
Puedo hablar con ellos en mi mente.
Estoy tan sorprendida que me tambaleo hacia atrás. No puedo creerlo. ¿Esto es parte de la conexión que tengo con ellos ahora que soy la única capaz de utilizar la Gema?
Si es así, no puedo ni imaginarme las grandes cosas que se pueden hacer con la gema, como lo hizo Jill cuando la tenía en su posesión.
Comienzo a subir las escaleras, pensando en eso y en muchas cosas, sobre todo en las pruebas que dejó Ethan. Esta noche seré libre por fin...
🍁🍁🍁
Aguardamos toda la noche, en espera de que el incendio comience. Ann está nerviosa a mi lado, contando segundos en voz baja. Tengo un nudo en la garganta. Si esto no funciona, será peor para nosotras.
Cada una tiene una razón para salir de aquí. Ann espera volver a la casa de su abuela para saber si está viva, yo intento volver para eliminar de una vez por todas la maldición del pueblo. Si esto no resulta, cada uno de nuestros planes se irá a la basura; nunca seré libre y el pueblo será consumido por las sombras que ahora me acompañan; no habrá otra forma de deshacerme de la Gema si estoy aquí encerrada.
Hay una parte oculta en mí que me dice que debo dejar las cosas como están; que el pueblo ya no tiene solución. Pero sé que eso sería muy arriesgado. El pueblo se hundiría, las personas sufrirían. ¿Qué pasaría después?
He puesto todas las esperanzas en esto, nada puede salir mal. Si Leonardo, mi padre, lo vio en sus sueños al igual que su muerte, significa que esta huida servirá y seremos libres. No puedo arriesgarme a pensar en otra cosa.
Necesito volver y encargarme del pacto buscar las pruebas de Ethan y ser libre de verdad.
Una neblina de sueño invade mis ojos. Estoy apunto de quedarme dormida, hasta que gritos de horror puro y de angustia invaden el silencio, y nos despiertan a Ann y a mí.
Son gritos de agonía, gritos de alarma y tensión. Ann y yo nos levantamos y abrimos la puerta lo más rápido que podemos.
Los gritos son más fuerte afuera. El humo está empezando a expandirse y el calor comienza a ser abrasador.
Los pasos desenfrenados de personas que corren por todas partes nos persiguen. Tomo a Ann de la mano y comenzamos a correr.
Por los pasillos, hay gente en descontrol y guardias tratando de retenerlos. Las enfermeras de turno corren por sus vidas, otros están gritando.
No puedo ver bien por todo el humo que hay, no puedo encontrar una salida. Ni siquiera veo a Tamara.
Le pido a Ann que no se aleje de mí y que busquemos la salida juntas. Se supone que deben de haber seis, pero tres están bloqueadas por filas de personas queriendo salir y las otras no las veo.
—¿Qué hacemos, Emely? —Me pregunta Ann a mi lado, su voz es pura angustia.
No podemos hacer nada, pero éste no debe ser el fin. No dejaré que muramos aquí sin poder hacer nada. Jamás.
Trato de llamarlos en mi cabeza, de pedirles ayuda, pero sé que será inútil. Ellos no harán nada porque no me he ganado el favor de la Gema.
"Tienes que ir hacia la derecha, Emely". Una voz en mi cabeza me da indicaciones y sé que se trata de ellos, me han ayudado.
—¡VEN! —Le grito a Ann para que me siga —¡AQUÍ!
Llevo a Ann agarrada de mi mano, corriendo con toda la fuerza que puedo. El fuego está quemando todo, y el humo no me deja ver. Necesito encontrar la maldita puerta.
—Emely... —La voz exhausta de Ann me hace detenerme —Espera.. espera...
Ann está más pálida y sus ojos lucen derrotados, en cualquier momento va a perder la conciencia.
—Ann... No caigas, por favor, estamos tan cerca...
Ann asiente, moribunda. Debo sacarla de aquí cuanto antes o el humo la va a asfixiar. No sé cuántas personas están aquí todavía, pero el fuego va a venir a nosotras pronto y vamos a morir. Quizás sea muy egoísta de mi parte sólo pensar en Ann y en mí, pero no puedo hacer más.
—Ann, Ann, estamos cerca, tranquila...
La llevo arrastrada con la última fuerza que me queda. Encuentro la salida y trato de despertarla. Ann abre los ojos, pero no sé si pueda seguir.
—Ann, lo hicimos, estamos afuera —Le digo, mientras la sacudo —¡Lo hicimos! ¡Ahora verás a tu abuela y la podrás abrazar!
Ella no dice nada, pero me da una sonrisa. Puedo ver la tristeza en sus ojos brillantes y puedo sentirla en su débil respiración.
—Ann...
Su agarre de mí se suelta, de un segundo a otro mi mundo se pone oscuro, cuando ella me empuja y me hace caer hacia adelante.
Todo se pone tan lento... los movimientos fluyen más despacio, el tiempo se detiene frente a mí cuando lo veo.
Una parte del techo colapsa y le cae a Ann.
—¡ANN!
De un segundo a otro, todo se viene abajo ante mis ojos.
Me levanto como dinamita explotando en mi cuerpo, trato de hacer algo, de jalar los escombros aunque sea, pero no puedo, no puedo hacer nada.
—¡ANN! ¡RESISTE, RESISTE, POR FAVOR! —Mi garganta se desgarra, la desesperación nubla todos mis sentidos —¡VOY A SACARTE!
—Emely, no... —Ella trata de hablar, pero una tos dolorosa abandona su garganta —. No hagas nada. Yo ya no puedo más.
No sé que está pasando por la mente de Ann, sólo quiero que me ayude a sacarla, pero no hace nada.
—¡BASTA ANN! ¡VOY A SACARTE! ¡RESISTE, POR FAVOR!
El llanto baña mis ojos, mis manos tiemblan mientras uso toda la fuerza que puedo para intentar sacarla, pero más bien mis uñas se terminan quebrando y mis dedos empiezan a sangrar.
—N-no Emely, no... —Aún con esfuerzo, no puede seguir hablando —No sigas, el techo se está cayendo. Tienes que irte.
En verdad, todo se está desboronando, pero yo no puedo permitir que una chica tan rota y al mismo tiempo llena de sueños termine así. No puedo dejar que alguien más muera frente a mí. Estoy demasiada cansada de eso.
—¡NO VOY A DEJARTE! ¡ERES MI AMIGA, ANN, Y NO VOY A ABANDONARTE!
Otra parte del techo empieza a temblar, el fuego arde sobre nosotras. Ann empieza a temblar, pequeñas lágrimas caen sobre su rostro.
—Ya no había esperanzas para mí, Ems —Su voz suena en la lejanía, y ya no puede mantenerla —. No importaba si era libre, porque todavía iba a ser presa de mi sufrimiento. Sólo así obtendré mi libertad... —suelta un suspiro profundo —Tienes que dejarme ir...
Una ola de sentimientos golpea en mi pecho, y de pronto me detengo, al entenderla.
Ann quiere esto, quiere ser libre al fin, y yo no puedo quitarle la última cosa por la que puede decidir.
Todo mi cuerpo empieza a temblar, pero mi alma convulciona.
Esta decisión es de Ann y sólo suya, no puedo hacer más. Aunque me duela como un maldito infierno el alma, no puedo hacer más.
—Te quiero mucho Ann —Le digo, casi sin fuerza, soltando todas las lágrimas acumuladas —. Siempre serás mi amiga. Gracias por todo, por dar tu vida por mí.
Entonces me alejo.
Corro con toda la fuerza que mis piernas pueden darme. Atravieso calles, esquivo autos y personas. El viento me ruge al oído y despeina mi cabello. Mi nariz todavía tiene impregnada las cenizas del incendio, mi cabeza mantiene las últimas palabras de Ann antes de su muerte, y la última mirada que me dio...
El miedo se dispersa por todo mi organismo, pero es más grande la adrenalina que bombea en mis venas, que me hace correr con todas mis fuerzas.
Corro, corro y corro. Nunca paro de correr.
Las luminarias ubicadas en las calles son mi única compañía, la única luz que tengo. No hay un lugar seguro a donde pueda ir ni quedarme.
Estoy sola.
Mis pies ya están cansados y entumidos. Empiezo a ver pequeña manchas luminosas delante de mis ojos. No sé dónde están ellos ahora, ni porque ahora no me están ayudando. Clamo por su ayuda varias veces, pero no hay señal de ellos.
Llego a una parada de buses con el último aliento que tengo, y me recuesto en la banca en espera de uno. A pesar de que ya estoy afuera, casi puedo sentir el humo en mis pulmones, el mismo sabor de la muerte.
Ann está muerta.
Dio su vida por mí.
Las lágrimas me hacen retorcer el estómago en un gusto amargo. Mientras la noche sigue su ritmo, yo estoy aquí, una vez más... sola.
El llanto me ataca y tengo que calmar los sonidos que se me escapan. Comienzo a contar los segundos, en espera de que la horrible noche termine y la añorada mañana regrese.
🍁🍁🍁
Bajo del bus cuando llega a la última parada.
Este lugar parece ser otro pueblo, pero luce muy diferente; las calles son distintas, las personas también. El ritmo en el que se mueve es mucho más ligero y con una atmósfera diferente.
Las calles son más amplias y están pavimentadas. Las personas pasan caminando al lado mío, y chocan sus hombros con los míos.
Hay un calor abrasador. El sol está brillando tanto, tostándonos a todos con su incandescente calor.
Camino sin un destino como lo que soy: una fugitiva sin lugar a donde ir, sin un final.
Debo encontrar un lugar donde quedarme antes que alguien me reconozcan. En cualquier momento publicaran la noticia en televisión y empezarán a buscarnos. Lo más probable es que todavía sigan ocupados por el incendio, pero tan pronto como terminen, comenzarán con las investigaciones de nuestro paradero.
Hay un alboroto en una esquina de la calle; un hombre está tocando en su violín, una melodía que transmite como esperanza. Me acerco y me dejo guiar por el sonido lleno de sentimientos.
"Quizás estoy parada en el lugar en el que debería, quizás llegué al lugar correcto"-pienso, y por un momento me siento bien conmigo misma, como si todo el sufrimiento de terminara"
"Quizás, solo quizás, he llegado a mi destino"...
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