Historias de terror 🍁
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En la noche no puedo dormir.
Escucho el chirrido de los neumáticos de algunos autos afuera, los pasos de las personas que todavía andan en la calle a esta hora, la ventana siendo golpeada por el viento mientras choca y se vuelve o través, y me encuentro medio sentada en la cama, mirando hacia la puerta, con el deseo de poder salir.
Más ruidos viniendo de afuera, risas, quizás del grupo de vagos que caminan por las calles a esta hora, y un gato que anda por los tejados, del cual los vecinos ya se están empezando a quejar; sonidos cada vez más cercanos que están aumentándome la tentación de abrir la puerta y salir.
En la oscuridad, mis pasos son torpes y inseguros mientras trato de hacer el menor ruido para no despertar a la gente durmiendo. Casi tropiezo con una silla metálica en la cocina, pero a como puedo me las arreglo para esquivarla y seguir adelante. Busco en mi mochila algunos cuadernos y los pongo en la mesa de la cocina, suponiendo que al leer esas historias con palabras difíciles y raras me harán dormir. Pero a los segundos de intentarlo, una figura sombreada se posa adelante mío, quitándome la luz de la lámpara, y levanto la mirada.
—¿Estás bien? —Los ojos de Sara están nublados por el sueño, hay incluso ojeras debajo de ellos. Ella luce atemorizante bajo la luz tenue de la lámpara y la oscuridad de fondo.
Toco mi sien, acariciando toda mi cabeza mientras siento el dolor impactar ahí tras noches de desvelo.
—No he dormido nada, me pareció haber escuchado unos ruidos raros venir desde aquí.
—Uh, oh no lo creo. —abre la puerta de la nevera, su mirada desviada a otro lado con nerviosismo —¿Porqué no vuelves a dormir? De seguro fue tu imaginación.
—Sí, digo, ¿cuantas películas de terror he visto hasta ahora? —apoyo mi mejilla en la palma de mi mano, pensando. Otro ruido vuelve a reproducirse, me giro hacia ella con rapidez —¿Escuchó eso?
—Creo que fue el viento...
Me remuevo incómoda en la silla.
—¿Sabe algo? Creo que no lograré dormir esta noche —Le digo, desempaquetando mis cuadernos y fuerzo una sonrisa — ¿Podría quedarme aquí y terminar mi tarea?
—¿Por qué no lo haces otro día? —pregunta, esforzándose también por sonreír —. Mañana es sábado.
La miro seria —¿Hay algún problema con que me quede aquí?
—N-no para nada. —Sonríe de manera tensa —. Sólo... está muy helado aquí —Le echa un vistazo a los dos lados —¿Estás segura?
Muevo la cabeza.
—Cualquier cosa... —Se atraganta —, cualquier cosa puedes gritarme.
Y luego se aleja.
Me quedo mirando el lugar donde se ha ido con miles de dudas. ¿Qué es lo que oculta Sara realmente? ¿Porqué cada día luce mucho más nerviosa?
Me quedo en la mesa unos pocos minutos hasta que me doy cuenta que la tarea de Literatura no va a combatir mi insomnio. Me levanto de la silla y voy hasta la ventana. Miro hacia la calle, observando los pequeños detalles; las flores del vecino de enfrente que están empezando a marchitarse, algunos tejados mal puestos en la otra casa, la pintura desconchada, algo andar entre los arbustos... ¿algo andar entre los arbustos? Mirando más de cerca me doy cuenta que no puede ser la sombra de un perro, ni siquiera la de un gato. Es una sombra que no tiene una silueta clara, más bien parece una masa oscura deforme que se desliza con rapidez entre los arbustos y las plantas grandes, provocando que estas se muevan cuando pasa.
No puedo ver más de ella en detalle, sin embargo está más que claro que esta sombra no obedece a ningún carácter natural, aunque no sé si está consciente de que la estoy viendo, o es lo que quiere.
La sombra se sigue moviendo de manera apresurada, los arbustos se menean revelando el camino por donde esta pasa, como si lo hiciera con intención. Pero, de pronto, deja de moverse.
Agarro las llaves del perchero, abro lentamente la puerta con cuidado de que no chirríe y cierro.
El frío que hay afuera me hace estremecerme, la piel se me ha vuelto carne de gallina. La niebla cubre los alrededores, fundiéndose con la oscuridad, volviendo este paisaje aún más tenebroso. Camino rápido, pisoteando con fuerza las hojas secas, viendo a todos lados en alerta. Me siento como en un laberinto, no puedo ver nada.
El ruido de la noche es lo único que me acompaña. Pequeños grillos resuenan entre la maleza, mientras el sonido ondo de mis pisadas se combina con sus cantos.
Más ruidos, más pisadas.
Pero no son mías.
Escucho como alguien camina en dirección hacia mí, pero no puedo ver nada; la adrenalina y el miedo se mezclan en mí, y me hacen caminar aún más rápido para evitar ser atrapada.
Hay un escalofrío en mi nuca. Esa cosa viene detrás de mi.
¿En qué demonios estaba pensando?
Las pisadas avanzan más rápido hacia mí, por lo que empiezo a correr con todas mis fuerzas. Me duele el pecho del esfuerzo y el frío.
¿Acaso creía que podía comunicarme con esa cosa?
Las pisadas se detienen justo detrás de mí, miro la sombra en el suelo que también se ha detenido. El miedo me hace sobresaltarme y girar en un segundo.
—Dejaste la puerta abierta —Es Sara —¿Qué hacías afuera?
—Yo... vi... —Intento decir.
—¿Viste, qué?
—Había...
—¿Había, que? —Ella me está tomando de los hombros cuando vuelvo a la realidad —¡Emely, mírame!
—Había una sombra y... —no puedo completar la frase, ella me empuja hacia dentro y cierra la puerta.
El aire cálido me da la bienvenida. Me siento en el sofá con la cabeza gacha, oyendo sus pasos sobre el piso, escuchando como cruje la madera.
—¡Estas no son horas de andar afuera! ¡Son casi las una! —oigo como pisotea con fuerza.
Soy invadida por miles de preguntas al ver su estado, quizás más fuera de sí que el mío. Ella podría estar diciéndome que estoy loca, pero en vez de eso está gritándome sobre lo peligroso que es, como si supiera que lo es, como si supiera que lo que vi es real.
—¡No volverás a salir afuera, prométemelo! —Me está gritando cada vez más fuerte —¡Ni a ningún lugar de esta casa de noche, ¿entendido?!
Todavía tengo fuerzas para levantar la mirada y encararla.
—¿Porqué?
—¡Sólo haz lo que te digo! —Sus ojos son afilados, su mirada me hace darme cuenta de que no está bromeando —Ahora, ve a dormir.
Ella sale de la escena rápidamente. Me quedo en el sofá respirando fuerte, recordando lo que vi allá afuera. ¿Qué era eso?
Era una sombra, justo como la que vi ese día...
🍁🍁🍁
—Ha empezado a vomitar sangre desde ayer —informa Leonardo, citando la razón por la que Margareth no está presente en el desayuno en la mañana tras haber regresado a la casa —. Creo que tiene...
El padre de Leonardo luce más que preocupado. —¿Qué tiene, qué?
—No la sé, podría ser algo relacionado al alcohol tal vez —carraspea su garganta —. La llevaré al hospital hoy de nuevo.
Miro el vaso de cristal y miro mi reflejo en él. ¿Cuánto daño le he hecho a Margareth? Si no hubiera tomado botella tras botella, si yo no hubiera permitido que se hundiera así... si yo...
Pero por alguna razón, esta vez no me siento tan mal por ella.
—¿Puedo hablar contigo un momento, Leonardo? —Le pregunta el señor Rafael.
—Claro.
Ambos se levantan y salen, escucho como sus zapatos impactan contra el piso. Ahora nos hemos quedado Sara y yo en silencio, todo lo que no quería que pasara.
—¿Dormiste bien anoche?
Levanto la mirada, sorprendida de que me haya dirigido la palabra después de ayer. —¿Qué?
—Si dormiste bien anoche...
No entiendo nada. ¿Porqué me está hablando? Creí que no quería hablar sobre ello.
—No... no después de lo sucedido —digo, mientras retorno a mi plato de comida.
Justo cuando creo que ya no va a seguir hablando, siento como se acerca a mí y apoya su hombro contra el mío, y me dice en voz baja:
—Sé que quieres respuestas y te las daré, pero no en este momento. —Sus ojos me perforan como cuchillas —. Este martes en la madrugada baja al sótano y espérame ahí. Entonces lo sabrás.
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En el almuerzo el lunes, todos están contando historias de terror, pero mi mente está en otra parte, mi mente está en lo que podría decirme Sara mañana en la madrugada, mi mente está en el lugar en el que me ha citado. ¿Porqué el sótano? De todos los lugares, ¿porqué ahí? Ni siquiera sabía que esa casa tuviera uno.
Aparentemente, James está contando una historia de como una vez se enteró de que estaba desarrollando 'Telekinesis' [7] y el episodio sorpresa que tuvo al poder mover un armario en el aire.
—Wow —dice Jill con burla —¿Puedo tratar de fingir creerte?
James rueda los ojos. —No me creas si quieres. Realmente eso fue lo que sucedió.
—Está bien —dice Jill poco convencida, moviendo la cabeza en negación —. Faltas sólo tú, Emely.
De repente, soy consciente de que todos me están viendo.
—¿Qué?
—Una historia de terror, vamos —. Ruega Ethan —. Todos la han contado ya.
Los cuatro pares de ojos me quedan viendo en espera, y siento algo oprimirse en mi garganta.
—Realmente no lo sé... —susurro —Nunca me ha pasado algo extraordinario como a ustedes. Podría mentir y decirles que una vez hablé con un fantasma, pero es que nunca me ha pasado... —termino con una risa artificial para que no se noten mis nervios, pero termina haciendo todo lo contrario.
Ahora ellos me ven de forma más extraña. Muerdo el interior de mi mejilla, deseando que ya no hagan más preguntas y que no noten mis nervios.
El silencio que hay es desesperante.
—¡Yo tengo una buena, yo tengo una buena! —exclama Steven, robándose todas las miradas que antes estaban sobre mí.
—Argh, adelante, niño —dice Jill con irritación, inclinando su espalda hacia atrás en el aire.
—Seguro esta les será conocida, puesto que es una leyenda de nuestro pueblo. —Junta sus manos, intentando parecer misterioso, empezando a llamar mi atención —. Ocurrida hace exactamente casi diecisiete años, una chica llamada Nefertari Rawder terminó suicidándose en el lago Green por causas desconocidas, pero muchas dicen que fue por un hombre que la rechazó, y blablabla... —dice con una sonrisa, comienzo a ponerme nerviosa. Jill está escuchando —¿Saben que es lo mejor de todo? Dicen que su espíritu aún vaga sobre este pueblo, haciendo que los demás se suiciden en el mismo lago, y que era una bruja. Aunque, ¿les doy mi opinión? Quizás ellos tengan razón después de todo.
Todos se han quedado en silencio, sorprendidos. Cada uno esperando la reacción de alguien.
No puedo evitarme alarmarme. ¿Ha dicho eso? ¿Él sabrá...? Volteo a ver a Jill. Sorpresivamente su rostro luce serio, pero con una mirada dura. Sin embargo, su expresión se mantiene solo unos segundos ya que ella sale corriendo.
—¡Jill, espera, Jill! —James trata de hacerla volver, pero al no lograrlo también sale corriendo en su dirección.
Ethan se levanta también enojado. No sé porqué están actuando así todos. ¿Porqué Jill se lo tomó de esa forma si ni siquiera es realmente de la familia?
—¡¿Qué demonios has hecho?! —le reclama Ethan, es la primera vez que lo veo así de enojado. Ni siquiera cuando bromeé aquella vez.
—¡Sólo contaba una historia, nada más! —Steven trata de excusarse —¡No sé que le ha sucedido!
—¡Lo has arruinado! —pisotea el suelo cerca de él —¿No viste como se puso, acaso?
—¿Pero qué tiene que ver Nefertari Rawder con Jill...? Espera... —Consciente de lo que ha notado, guarda silencio —¿Porqué tienen el mismo apellido?
—Porque la madre adoptiva de Jill es la misma madre biológica de Nefertari, tonto —. le dice Ethan bruscamente y se aleja.
Los ojos de Steven se llenan de lágrimas.
Viéndose sólo, agacha la mirada, su rostro reflejando culpabilidad.
—Yo sólo quería contar una historia, no quería hacerla sentir mal... —trata de decir con un lloriqueo.
Suavizo mi mirada y lo miro —No te sientas mal, no lo sabías.
Steven sorbe su nariz —¿Debería ir a disculparme?
Lo pienso un instante. Probablemente Jill no querrá verlo después de todo esto y corre el riesgo de ser el próximo aventado por las escaleras.
—No lo creo, por lo menos no por ahora —golpeo su espalda suavemente —. Deja que ella se calme y luego le hablas.
—Ok.
Agacho mi cabeza para mirarlo, consciente de que él sabe muchas cosas.
—Esa historia que contaste... —pregunto —¿es real?
Levanta la cabeza —Claro que es real, dicen que Nefertari se mató por un hombre —me mira desafiante —¿No me crees?
Fuerzo una sonrisa. —Claro que sí, pero ¿Quién era ese hombre?
—Dicen que era un chico de secundaria de su misma escuela. Esta misma escuela —explica destacando lo último —. Al parecer la rechazó ese mismo día, pero eso es sólo una suposición. Digo, ¿Quién se mataría sólo por una estupidez? —lo último lo pregunta al aire, como si quisiera encontrar la respuesta él mismo.
—¿Cómo sabes eso?
Steven se levanta del suelo y yo hago lo mismo. Juntos empezamos a caminar.
—Mi hermana estudió en ese mismo año, en su misma sección —me dice con el ceño fruncido —. Me ha contando muchas cosas, pero no sabía que la madre de Nefertari había adoptado a una chica y menos que era Jill, y eso que la conozco desde hace un tiempo.
—¿Entonces esa es la razón por la que Jill?...
—Nefertari se ha vuelto muy popular aquí al igual que Jill —me interrumpe —¿No has visto los recortes?
—¿Qué recortes?
—Hay recortes por todas partes en la biblioteca sobre la tragedia de Nefertari. Aunque no hay fotos de ella, hay muchas historias y hasta un homenaje donde antes era su casillero —Me quedo en silencio, pensando que un día de estos tengo que ir a la biblioteca a verlos —. Pregúntale a los aficionados, hasta han hecho historias sobre eso. Aunque, ¿te digo algo? Hablar de Nefertari se ha vuelto casi como un tabú. ¿No viste como nos miraban?
—¿Por qué? —pregunto.
—Su historia es cruda y muchos dicen que ha maldecido al pueblo. Creo que desde que estaba viva algunos la odiaban. Ese odio ha pasado a Jill, al parecer. Creo que ellos creen que Jill terminará igual ella.
—¿Muerta? —pregunto.
Él me susurra: —Quizás algo mucho peor...
Me quedo en silencio, analizando algunas cosas, algo asustada. ¿Así que esta es una de las razones por las que tanto odian a Jill? Aunque no tiene sentido, ¿acaso Nefera hizo algo malo que ahora, incluso muerta, la siguen odiando? ¿Y porqué ellos creen que Jill va a convertirse en la próxima Nefera? ¿Qué diablos tienen que ver las dos?
—¿Desde hace cuanto estás aquí? —pregunto —En la escuela.
Él me sonríe —Entré este año —dice él —. Antes vivíamos cerca de esta escuela, pero luego, nos mudamos junto a mi hermana a cinco calles de aquí. Dejamos de saber todo lo que pasaba en este lugar, y gracias a Dios, porque allá no hay tantos asesinatos y mucho menos brujas tenebrosas como Nefertari.
🍁🍁🍁
Busco a Jill por todas partes, pero no la encuentro. Incluso me atrevo a preguntarles a los demás si la han visto, pero las únicas respuestas que obtengo son: "deja de preocuparte por ella, es una perra, muy pronto te traicionará". Hago a un lado los comentarios y sigo buscándola, casi a punto de resignarme por no encontrarla, luego recuerdo el lugar donde suele mantenerse cuando está enojada y subo la escaleras, encontrándomela ahí. Pero por alguna razón no encuentro a James ni a Ethan junto con ella.
Avanzo hacia ella, pero me detengo por un segundo pensando en que decirle. No sé si este sea un buen momento después de todo.
—Jill, ese niño no quería... —trato de decir.
Ella me da la espalda como las otras veces y apoya sus manos en el soporte de las escaleras, mirando hacia abajo. Ahora me doy cuenta que quizás no mirar a la gente a los ojos cuando está enojada es su mecanismo de defensa, ella no quiere que la ven así de rota.
—Lo sé, sé que no quería —susurra después de un instante.
Me sorprendo.
—¿En serio?
Me ve de lado —Pero quizás tú ya lo sabes.
—No... no sé de qué hablas —estoy mintiendo, ya que quizás Jill se sentirá mejor si piensa que yo no lo sé.
—¿No lo sabes? —Jill abre ampliamente los ojos —¿En serio no lo sabes?
—Sólo observé tu reacción y quise venir a ver como estabas —le explico —. No tengo ni idea de lo que pasa.
—Entonces tendrías que escuchar la versión completa, pero no ahora.
Evito sorprenderme. Ella quiere contármelo.
—¿Ya te sientes mejor?
—Es que no me estoy sintiendo mal, Emely, sólo estoy enojada. Es diferente —Me dice ella, avanzando hasta donde mí —. Pero, ahora realmente sé lo que Steven se merece.
Abro ampliamente los ojos, asustada por lo que trama Jill. —¿Qué le vas a hacer?
Ella me sonríe. —Ya lo descubrirás.
🍁🍁🍁
[7] Telekinesis: Supuesta habilidad psíquica que consiste en mover objetos con la mente.
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