El sótano 🍁

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Veinte minutos para las doce de la noche.

El reloj de la sala no ha parado de avanzar, con un pequeño tick tack en las agujas cada vez que se mueven, haciendo que la ansiedad se apodere como una descarga eléctrica en mi cuerpo.

El viento mueve las cortinas con un silbado suave, al igual que lo hace con las copas de los árboles. Puedo ver a través de la ventana la luna llena devolviéndome la mirada. La medianoche estrellada está empezando a avanzar, y pronto este momento se borrará como si nunca existió.

He esperado en todo el día llegar hasta aquí, y ahora ha llegado: el momento en el que Sara me lo contará todo, y por fin podré dejar de preocuparme.

Hay mucho cosas que me parecen inquietantes. Como el, ¿porqué el sotano? ¿qué tiene ese lugar? Ni siquiera sabía que en esta casa había uno; por lo que cuando ya es hora de ir a buscarlo, tengo que hacerlo sola, y sin preguntarle a alguien.

Llevo conmigo una linterna que uso para iluminar toda la sala, y el cuchillo que me dio Jill escondido en mi chaqueta. No puedo simplemente confiar en una anciana con actitud sospechosa que me ha invitado al sótano en la media noche para contarme algo. La actitud de Sara siempre me ha parecido sospechosa y maniática, pero yo sé que ella sabe algo, muchas cosas. He pensado toda la noche sobre eso. Todo lo que pasa en esta casa no es natural: televisores que se encienden solos, luces que se encienden y se apagan, sombras extrañas sin explicación, y presencias que caminan por los pasillos y arañan la puerta.

Sin duda, la verdad detrás del misterio no es algo fácil de asimilar, algo que podría destruir mi cordura para siempre, pero ya he aceptado recibir la verdad a pesar de todo.

He estado buscando el dichoso sótano por toda la casa por más de media hora, por lo que ya son pasadas las doce de la medianoche, y me preocupa que Sara piense que ya no iré. Ella me dijo que tenía que descubrir el sótano por mí misma, pero no hay ninguna señal ni puerta oculta en ningún lado.

Un pensamiento entra en mi mente como dinamita. He visto que Sara suele limpiar el piso de madera, pero nunca toca cierta parte que hay en la esquina de un pasillo cubierto por una alfombra color roja persa, y que prohíbe estrictamente quitar. Si estoy en lo correcto, y todas estas casas tienen un sótano escondido como lo he escuchado, la respuesta más razonable es que ahí puede haber algo.

Me dirijo a pasos rápidos al lugar y quito la alfombra de un tirón. Como lo suponía, no es un piso cualquiera. La alfombra ha estado cubriendo una pequeña puerta de madera podrida que posiblemente lleve al sótano que Sara ha mantenido oculto y donde ahora me espera la verdad.

Me empiezan a hormiguear la manos, las rodillas a temblar, mi boca se atraganta por la saliva nerviosa que fluye. Estoy de frente a frente a conocer la verdad, puedo abrir esta puerta y bajar, pero tengo tanto miedo...

Los minutos no se detienen, el reloj sigue adelante con ese molesto sonido, y yo, con las manos sobre la puerta del sótano, me encuentro media sentada como pensando en si bajar o no.

Suelto un suspiro.

Necesito acabar con esto ya, y así poder tener un poco de paz mental. Si lo hago, esa cosa dejará de molestarme todas las noches, y yo estaré bien. Si Sara sabe lo que yo he visto, y tiene respuestas, ella sabrá como detener esto. Es lo que espero.

Uso toda la fuerza que tengo en mis brazos para empujar la puerta. Cuando se abre, apunto rápidamente con la linterna y asomo la cabeza con cautela. La luz ilumina todo allá abajo, revelando los muebles viejos que han sido almacenados llenos de telarañas y mugre, contrastando con el sótano tétrico y podrido en donde están. La luz también refleja cuerdas, pinturas y otros objetos descompuestos que se han quedado aquí abajo congelados con el paso del tiempo, quizás los únicos testigos de lo que pasa aquí.

No puedo ver nada más que eso, lo que me hace sentirme desbordada de un sentimiento de inquietud. Allá abajo podría haber cualquier tipo de criaturas: alacranes, cucarachas, incluso serpientes, pero yo no podría saber que es lo que me está atacando.

Hay otra cosa aún más aterradora: a penas abrí la puerta, el sótano liberó un olor apestoso: como a carne podrida mezclada con un olor a viejo; como el olor cuando se mata a un animal y se deja disecando, esperando que lleguen moscas y se formen larvas que comiencen a comerlo. El olor es tan intenso que me hace querer vomitar, pero me contengo y lo hago,

En un movimiento rápido, agarro bien la escalera, asegurándome que se encuentre bien posicionada, y comienzo con la tortura.

Bajar cada escalón es como bajar paso a paso al infierno. Puedes ver los bordes de la oscuridad, pero no la boca del infierno. No puedes ni asegurarte de que estarás bien, sólo que tarde o temprano golpearas el suelo sin saber que es lo que te recibirá.

La escalera reproduce el último crujido y finalmente aterrizo.

Ya no puedo respirar.

Todo ese esfuerzo físico y mental me ha dejado exhausta, respirando fuerte. Estar bajo tierra ahora me hace sentirme literalmente atrapada, mientras espero cualquier cosa que pueda atacarme.

Ahora, bajo la luz de mi linterna, puedo ver todo con más claridad: Este sótano parece tener decenas de años. Las paredes están llenas de hongos, barro y otras sustancias pegajosas que no puedo reconocer. Las moscas, cucarachas y un montón de insectos sobrevuelan los rincones llenos de cuerpos desperdiciados de otros insectos. Hay una especie de olor a sudor en alguna parte que se mezcla con el olor a la humedad que se impregna en el aire, y de pronto, el asqueroso olor a cucaracha machacada también llega a mi nariz, y bajando la mirada, me doy cuenta que he pisado a algunas mientras caminaba.

El silencio es tan inquietante que cualquier sonido me pone en alerta. El movimiento de unas sombras deslizarse delante de la luz amarilla de mi lámpara me hace sobresaltarme, pero bajo la guardia cuando descubro que son solo ratones ruidosos vagando por el sótano.

Apunto la lámpara o través.

El miedo que hay en mis entrañas es intenso. Nunca antes había sentido algo así, y no tengo ni idea de cómo es que continúo caminando, tampoco de donde está Sara. Este sótano es tan diferente a como me lo imaginé. Más bien, parece un laberinto, un buen lugar para morir de claustrofobia. Me recuerda a aquellas prisiones antiguas que utilizaban para torturar.

—¿Sara? —Empiezo a llamarla mientras camino, guiándome con la luz de la lámpara por el lugar —¡¿Sara?!

Una sombra sale de repente de algún lado en la oscuridad, saltando sobre mí.

—¡Shhh..!

—¡Diablos! ¡Me asustó! —Coloco una mano en mi pecho, sintiéndolo latir con fuerza —¿Qué estamos haciendo aquí?

—Te dije que te lo iba a contar todo —dice ella, esforzándose por hablar bajo, pero no entiendo el porqué si estamos tan sólo nosotras dos.

El rostro de Sara se ilumina con la luz amarilla. Trae un candil en la mano, y su brazo tiembla sin control.

—Si... ¿Pero porqué este lugar? ¿Qué va a mostrarme?

—Sólo no hagas preguntas y sígueme. —Me ordena ella, dándome la espalda y caminando por delante de mí.

Ella me guía todo el camino en silencio. Miro su espalda seguir avanzando, pero noto como aún está temblando.

Avanzamos por el largo camino rocoso y lleno de tinieblas, mientras miro hacia arriba aunque lo único que pueda ver es oscuridad. Tengo esa sensación de que estoy bajo miles de metros enterrada y ya no podré salir nunca más.

Para este punto, creo que estoy preparada para lo que sea. Si Sara, por alguna razón, en realidad está loca y trata de hacerme daño tengo algo con que defenderme por lo menos.

Hay un movimiento brusco en algún lado que hace exaltarme. Un par de piedras se han desprendido de alguna parte y me han caído casi encima.

Seguimos caminando solamente ayudadas por la luz de nuestras lámparas. Siento un remolino en mi estómago. Estoy dando pasos hacia la nada, sintiendo como si estuviera obligada a seguir caminando.

Hasta que Sara se detiene, y quedamos frente a una puerta de metal.

Sara le quita el seguro a la puerta y un chasquido metálico resuena y se evapora en el silencio. Ella me mira como con advertencia en sus ojos, y con cuidado, le sigo el paso y entro.

Contengo mi respiración al ver dentro de la habitación.

Allí dentro, en el fondo, hay decenas y decenas de cascos militares apilados como una montaña, teñidos de sangre seca y barro. Las paredes de al fondo tienen un largo rastro de humedad y también manchas de sangre.

—¿Qué es todo esto? —pregunto, en un jadeo sorprendido. Mi cuerpo siente descargas de miedo.

—Esto, Emely —Su voz me hace volver a verla, pero ella no lo hace y en vez de eso su rostro se mantiene viendo hacia el frente con una aterradora seriedad —. Es la razón de las cosas que pasan en esta casa.

El aliento se me escapa. —¿Qué?

Se gira de nuevo hacia mí, con los ojos brillantes llenos de seriedad.

—Cuando empezó la guerra, los soldados caían y botaban sus cuerpos en todas partes. Este lugar se volvió un vertedero de desperdicios humanos. Los años pasaron y la gente empezó a vivir o través su vida y a construir casas para crear este pueblo, olvidándose de aquellos que derramaron su sangre. Sin embargo, toda la gente que murió en la batalla aún no era libre. Los espíritus de todos permanecen aquí —Me mira fijamente, una aura siniestra empieza a apoderarse de ella —¿Puedes oírlos, Emely?

Pero yo no puedo oír nada; me he quedado muda.

No puedo despegar las palabras de mi boca, ni de mi mente. Todo lo que recorre en mi cabeza son sus palabras flotando alrededor, tratando de conectarse con otras escenas, conversaciones y hechos en esta casa. Todo lo que hay en mi cuerpo son escalofríos, el miedo llenándome con una mezcla de exaltación violenta, y de pronto, de una extraña alegría al darme cuenta que esa suposición que por tanto tiempo mantuve resultó cierta: no estoy loca, en la casa lo están.

Aún así, tengo mucha más incertidumbre:

¿Sara confía tanto en mí para decirme todo esto? Igualmente, también me ha sorprendido la manera en la que me lo ha dicho; se ha escondido en un sótano para decírmelo y no quiere que los demás la escuchen, por alguna razón también tiene miedo. Pero cuando ya fue tiempo de contármelo, me lo dijo de la manera más simple y banal posible, como una charla con un viejo amigo. Ese mismo tono, esa misma actitud es la que utilizaré para contestarle.

—¿Y porqué no intentan mudarse? —El tono casual de mi voz ha salido bien, pero el movimiento irregular y nervioso de mi cuerpo responde al miedo.

—Lo han intentado, pero ninguno ha podido huir —Su rostro sigue sereno, pero de pronto hay una chispa que ilumina sus ojos y me mira con desesperación, agarrándome de los hombros con tanta presión que hay un chasquido —. Escucha, Emely, ellos tienen un gran poder con el cual pueden influenciar el pueblo para bien o para el mal. Todo depende de ellos.

Me está lastimando, pero yo no puedo decir nada, no puedo ni escuchar mi propia voz, no puedo entender lo que hay en mi mente. Lo que Sara me dice no es parte de su locura, ella tiene razón, puedo sentirlo.

—Podemos bendecir la casa —digo totalmente desesperada —. Traer a un padre o algo así. ¡Tenemos que hacer algo!

—No, Emely —Ella me responde meneando la cabeza —. Ellos se enojaran y no podrás sacarlos jamás.

Siento el aliento helado salir de mi boca, en una exhalación sorprendida —¿Y q-qué pasa si se enojan?

—Es una buena pregunta —Su mirada va hacia el suelo —. Pero nadie te la podría responder, porque los que lo han averiguado nunca han vuelto.

Nunca han vuelto...

El sótano se llena de silencio, pero se interrumpe por el sonido de un gemido aterrado que se me escapa desde el fondo de la garganta, y ahí es donde me doy cuenta de cuán asustada estoy.

—¿Porqué usted sabe todo eso? —Mi voz suena completamente aterrada —¿Qué es lo que quiere hacer? ¿Qué gana con decírmelo?

Ella lanza un largo suspiro exhausto.

—No te lo he contado todo aún, Emely —dice ella, y todo mi aliento se acaba —. Cuando estos soldados murieron, no fueron al cielo ni al infierno. Estaban aferrados a la tierra por algo, sus almas querían seguir viviendo. Por lo que, cuando fallecieron, estuvieron atrapados en algún lugar del que no sé nada, pero que les otorgó ese poder de seguir aquí. Después de la guerra y que los olvidaran, ellos empezaron a maldecir al pueblo. Comenzaron los asesinatos, las violaciones, los ataques violentos. Huracanes, inundaciones, terremotos... —Estoy escuchando cada palabra atentamente, tratando de descifrar cualquier cosa —. El pueblo se volvió un infierno, pero nadie le atribuyó eso a estos espíritus —Cierra los ojos y los abre de un golpe —. Hasta que mis antepasados lo hicieron.

Mis tatarabuelos encontraron la forma de comunicarse con ellos y llegar a una mediación. Estos seres les dieron una gema como pacto, pero también como un intercambio. A cambio de mantener al pueblo es un estado de prosperidad y desbordante alegría, mis tatarabuelos tenían que buscar sangre para la gema —Ella suelta un largo suspiro con dolor —, tenían que asesinar. Es algo que no me hace sentir orgullosa, pero tenían que hacerlo. Al poco tiempo, el pueblo regresó a su normalidad, incluso fue mucho mejor. Por años, el pacto ha continuado a través de las generaciones de nuestra familia. La gema es otorgada al primogénito de cada generación y es el que se encarga de mediar la paz del pueblo —Ella guarda silencio por un instante, pero al final suelta lo que tanto dudaba decir —. Emely, por un momento la porté yo.

Otro silencio.

La observo con horror. A punto de llorar, a punto de colapsar.

Estoy en la casa de unos asesinos. Todo este tiempo... han acabado con la vida de personas para alimentar a esas cosas sin sentirse culpables. Todo este tiempo he estado con unos psicópatas adictos a la sangre.

—Usted buscó sangre para la gema... —Es como si me lo dijera a mí misma para poder creerlo —Usted asesinó.

—Así es —asiente ella sin mirarme —. Me volví una asesina, todo fue por el pueblo.

Ella habla como si en todo este tiempo hubiera hecho una hazaña increíble que debería de agradecerse, algo que me aterra mucho más.

—¡¿Por el pueblo?! ¡¿por el pueblo?! —levanto la voz, de pronto, totalmente furiosa —¡Asesinó a personas inocentes!

—Tienes todo el derecho de ponerte así, pero quiero aclararte que los que asesiné no eran de aquí —Me dice ella como que si eso me calmara —. Busqué a gente ajena del pueblo y los usé como sacrificio. Por años todo estuvo bien. Me casé con mi primo hermano y concebí a Leonardo. A él le tocó heredar la gema, y ahí comenzó el problema.

Me duele la cabeza al procesarlo todo, tengo ganas de llorar. Mi abuela es una asesina, mi padre es un asesino...

—¿Qué fue lo que pasó?

Sara cierra sus ojos, como si le molesta recordarlo.

—Llegó el momento, y tu padre no estaba preparado. Comenzó a asesinar a un par de personas, pero quedó emocionalmente mal. Entonces, dejó de hacerlo.

—El pueblo... —Las palabras me salen involuntariamente, como si eso fuera lo que me preocupara.

—Así es —Me dice ella con cansancio y una tristeza en sus ojos, como si estuviera decepcionada de su propio hijo por no seguir matando —. El pueblo inmediatamente empezó a caer en las sombras, o través volvían los crímenes violentos. Leonardo se arrepintió al verlo, y volvió a los asesinatos, pero ya no podía revertir nada, la conexión que tenía con la gema se había roto.

—¿Qué fue lo que hicieron?

—Hasta el día de hoy no hemos hecho nada. ¿Porqué crees que hay suicidios, asesinatos y robos? —No contesto, pero en sus ojos tengo la respuesta —Emely, esos espíritus están acabando con el pueblo, la gema sigue inactiva... Hasta hoy.

Hasta hoy... así es. Esa es la razón por la que estoy aquí, para lo que ellos me quieren. Ya entiendo.

Quieren que siga con el legado de la Gema sangrienta, quieren que continúe con los asesinatos, quieren que sea un monstruo como ellos.

—Ya entiendo —Me río sarcásticamente —. Ese era el plan de Leonardo. Traerme aquí para cumplir con el trabajo de la gema. De no haber sido porque descubrió que tenía una hija, nunca hubiera traído a Margareth consigo —Un pensamiento llega a mi mente, y de pronto me siento traicionada —. Margareth... ¿Ella sabe de esto?

Ella cabecea —No, tu madre es inocente de esto.

—Pero ella tenía la gema —digo, recordándolo, y eso me da escalofríos —. Era esa gema, ¿verdad?

—Así es. Leonardo se la dio cuando la conoció pensando que al dejársela a alguien que no fuera de nuestra sangre, la maldición se rompería.

Tengo un nudo pegado a la garganta, no puedo procesar tanto en mi cabeza.

Además, hay otra cosa: esa gema que tiene ahora Margareth no es la gema verdadera, ella la vendió hace tiempo. Así que no importa que tanto se esfuercen por convertirme en una asesina, no funcionará sin la Gema.

Decido no darle esa información a Sara, porque no sé que demonios le pueden hacer a mi madre al enterarse de que ella la vendió, por lo que mejor prefiero callarme.

—¿Por qué durante quince años nunca volvieron a buscar la gema? —vuelvo a preguntar.

—Porque mi hijo no quería volver a asesinar. Y a nosotros nos mintió diciéndonos que la había perdido, nunca nos contó sobre Margareth, y por eso nunca supimos sobre ti. Incluso él no sabía que había tenido una hija.

—Pero regresó a buscar la gema —cierro los ojos y los abro con enojo —. Y cuando se enteró que tenía una hija entonces decidió convertirla en una asesina, ¿no es así?

—No lo digas así —Sara me mira arrugando la nariz —. Ser defensores de este pueblo, Emely, es nuestra responsabilidad.

—¿Qué pasa si yo no quiero? —Le pregunto, siento mis manos temblando —¿Qué va a hacerme?

Su respuesta es corta: —Yo no puedo obligarte, la gema sí.

—Hable.

—Emely, durante quince años estas criaturas no han sentido conexión con alguien —Mientras habla, incluso puedo ver una sonrisa en su rostro —. Ellos saben que ahora tú estás aquí y no van a dejarte en paz hasta que aceptes el trato. Tú misma has visto cuando se manifiestan.

—¿D-de qué manera se manifiestan? —Me tiembla la voz.

—Rompen cosas. —Sara avanza sospechosamente hacia mí, sus ojos oscuros brillan en la oscuridad como los de un animal salvaje en el bosque —Hay sonidos en la media noche. Ellos te vigilan mientras duermen.

—No lo entiendo... —susurro —¿Qué es lo que quieren ellos a cambio de dejar en paz el pueblo?

Por un momento, mis ojos se cierran y cuando se vuelven a abrir, ya no veo solo a Sara:

Veo a una larga sombra con silueta humana que se forma detrás de ella. Es tan grande que parece doblarme en altura, y no tiene un rostro claro, sólo veo una cara oscura sin ojos ni boca, pero que sé que tiene puesta su atención en mí.

Nunca antes creí ver algo así en mi vida, pero ahora que lo tengo en frente de mí, es que puedo hacerlo.

Esta criatura no es humana, ni siquiera cuando su figura lo parece.

La silueta de sus largos brazos se extiende hasta el suelo y parecen flexionarse todo lo que puede, como si fuera un esqueleto y tuviera huesos.

Las piernas largas, una cabeza pequeña... Es la misma sombra que he visto antes.

Me quedo sin poder moverme cuando el rostro de la sombra se va acercando a mí. Tengo tantas ganas de llorar al ver esa cosa. Mis piernas empiezan a temblar al igual que mi brazos, los vellos de mi nuca están erizados y por mi espalda corre sudor frío.

La criatura pega poco a poco su rostro a mí y me observa. Su mano toma la mía, pero no siento el contacto; no hay nada.

—Vengo aquí todas las noches —Sara vuelve a tomar la palabra, mientras yo estoy temblando —. Les recuerdo que nadie los ha olvidado, los abrazo compartiendo su dolor. Ellos, a cambio, no destruyen el pueblo por completo.

Aún tengo la mano en la de la criatura, por lo que no puedo moverme ni un poco. Miro con horror a Sara en busca de ayuda.

—¿P-puede decirles que paren?

—¿Ellos te han estado molestando?

—Sí —Un lloriqueo se me escapa —. Desde la primera noche que estuve aquí, comencé a escuchar ruidos raros que me parecían que nadie los escuchaba, se siguió repitiendo cada noche. Luego, comencé a sentirme perseguida y vigilada. Ellos siempre han estado conmigo.

Ella guarda segundos de silencio.

—Ya veo. Si lo que quieres es que ellos te dejen de molestar así, lo que debes de hacer es aceptar su trato. ¿Qué dices, Emely?

Muevo la cabeza con horror. La cara de la criatura permanece muy cerca de mí, presionándome a que acepte; a que lo haga.

"Sí".

Un susurro se escucha en la habitación; viene de mí. No sé en qué momento he abierto la boca, quizás fue por lo horrorizada que estoy.

Sara comienza a llamar a las criaturas con un sonido extraño. El sótano se va llenando de seres de silueta oscura iguales a la sombra que tenía mi mano.

Todos ellos empiezan a moverse por el sótano como si fueran una mancha de oscuridad. Incluso hay una sombra extraña que usa sombrero parada frente a mí.

Las sombras comienzan a recitar sonidos que no puedo entender, como un canto lejano. Se agarran de los brazos y forman un círculo, dejándome a mí dentro.

No logro comprender lo que está pasando. Sara permanece afuera del círculo con los ojos cerrados, como si estuviera meditando.

Los puntos negros que pasan me van mareando. Ellos comienzan a susurrar, a cantar, a gritar. Son una mancha negra llena de éxtasis.

—Ellos te han aceptado como parte de la familia, Emely —Sara vuelve a hablar —. Ahora eres la guardiana de esa gema, la única responsable de lo que pase en este pueblo eres tú.

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