El juego del miedo 🍁
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Durante las últimas semanas, Texas se ha convertido en un infierno.
Me he visto envuelta en toneladas de tareas que se manifiestan en las decenas de libretas que están en la mesa de mi habitación esperando ser completadas; llegar a la escuela a casi mitad del año es terrible. Todos y cada uno de los maestros te acribillan con trabajos que incluso están mucho más afuera de tus capacidades. Pero aún ellos quieren, de alguna forma, que termines lo que estás haciendo a pesar de todo. Y es esa presión que siento que hace que últimamente me he estado sintiendo muy cansada de lo normal, incluso mucho más que cuando me mataba trabajando.
Todo se ha vuelto más pesado, mucho más frío. Y desde aquel día que sentí esa presencia detrás de mi puerta ya nada ha sido igual. Me he sentido mucho más amenazada, vigilada, mucho más vulnerable, pero sin una razón aparente.
Lo único que sé es que esa noche y después aquel día en el parque han estado llenas de una alarmantemente paranoia y tensión que me hacen levantar la guardia a cada momento y luego cuando me doy cuenta que no es nada me empiezo a preguntar el porqué me he sentido así.
Todos los días hago mi típica rutina de siempre: que consiste en ir a clases por las mañanas, regresar a casa, hacer las tareas, almorzar, ir al teatro y regresar a casa ya de noche. El tiempo se ha consumido más rápido de lo normal, pero aún así sigo detestando estar aquí.
Tengo gente con quien hablar en la escuela, tengo algunos que podría considerar mis amigos, tengo un sueño que estoy alcanzando, pero aún así hay algo extraño que últimamente ha estado sucediendo a mi alrededor.
Personalmente, nunca he sido creyente de esas leyendas sobre fantasmas, demonios o criaturas sobrenaturales. Pero esa creencia negativa sobre ello ha empezado a desboronarse. He pensado en buscar un libro o algo así sobre sucesos paranormales para saber si realmente es lo que está pasando en esta casa. Me siento estúpida, pero sólo ahí hay una salida.
¿Pero qué pasa si esa afirmación es mentira y soy yo quien en verdad está imaginando todo?
Estoy a un punto de volverme loca. Esta casa me asusta, la oscuridad me asusta, Texas me asusta. Y a pesar de que trato de fingir que estoy delirando, estoy a punto de romperme. No puedo más.
Los problemas entre los que habitamos en esta casa tampoco hacen la diferencia. La tensión entre esto que intentamos llamar familia ha explotado y finalmente han salido a relucir los conflictos entre Leonardo y mi madre; cualquier cosa en la que estén en desacuerdo ya es motivo de pelea, y si tenemos suerte, ninguno de los platos que suelen aventar al piso nos cae en la cabeza.
Intento mantenerme en el margen; ayudo a mi madre a no ser descubierta bebiendo alcohol, intento fingir ser amable con Leonardo y ayudo en la casa a los más ancianos. Pero a pesar de eso, sé que la mayoría de cosas que hago no son correctas. Sé que debería de intentar hablar con alguien y confesar lo que ha estado haciendo Margareth, pero no confío en ninguno de esta casa.
Durante una de las peleas habituales, escucho voces venir de la cocina, platos rompiéndose, pasos ir hasta la habitación, seguido de más cosas rompiéndose, incluyendo un espejo. Me asomo y veo el cuadro de la discusión.
—¡¿Cómo que lo has perdido?! ¡¿Qué demonios has hecho?! —Leonardo suena demasiado alterado hoy, lo que me sorprende mucho por la actitud que suele tener.
—¡No entendía lo que significaba! —Mi madre alza su escudo contra el ataque —¡¿Puedes culparme?!
Leonardo da algunos pasos hasta quedar frente a ella con pose protestante y hecho una furia, Margareth retrocede nerviosa, pero éste la toma de los hombros asustándola mucho más. Mi aliento se congela.
—¡Lo vendiste, ¿no es cierto!?
Ella trata de excusarse —Sí, pero...
—¡Te repetí millones de veces que no lo hicieras!
Me pregunto de que estarán hablando, pero no encuentro el nexo de la lógica. La mayor parte de veces, sus peleas se basan en el dinero semanal que derrocha mi madre en nada y ella le dicta sus reproches sobre no estar haciendo ni una mierda en esta casa y lo aburrida que se encuentra. Recuerdo que una vez él le dijo que se buscara un trabajo y incluso tuvo el apoyo de sus padres, pero ella supo esquivar la pelea audazmente, usándome para decir que ella era una madre ejemplar y que no tenía espacio para trabajar por ocuparse de mí la mayor parte del tiempo.
—¡Tú me lo diste, y nunca volviste a verme! —Mamá suena gravemente deprimida cuando la escucho o través —¡Me abandonaste!
Nunca antes había escuchado a mi madre tan herida, tan expuesta, pero todo este tiempo he sospechado que se sentía así. Esa es la razón por la que nunca me apartaba de su lado a pesar de sus maltratos y humillaciones. Sabía que necesitaba mi ayuda, que ella había sufrido mucho, ¿pero esa era razón para explotarme? Yo estaba ahí, manteniendo su oscuro vicio, sirviéndole, y destruyéndola, sin tener conciencia, acabando su vida mucho más.
—¡No podía volver, y lo sabes! —Le grita de vuelta él, con algo de disminución en el tono de su voz, y soltándola.
—Todo esto es tan complicado —dice ella, dando vueltas por la habitación —. Nunca debí venir contigo aquí. Estoy sufriendo, muriendo lentamente en este lugar.
Estiro el cuello un poco más, para ver aún mejor y saciar mi curiosidad. ¿De qué están hablando? ¿Mi madre sabía que la dejaría por alguna razón en particular?...
—No empieces con lo mismo, Margareth, ya hemos hablado de esto —Leonardo luce más cansando de lo normal, frotándose el dedo pulgar con su frente. Luego, abandona la habitación sin mirar atrás, y me escondo antes de que salga por completo de la habitación.
Miro el camino hacia donde se ha ido y decido dejar enfriar las cosas por ahora hasta que ella se estabilice. Pasan quizás unos quince minutos y decido entrar a hablar. Cuando lo hago, en vez de encontrarme con el rostro deprimente de Margareth, ella está rebuscando de manera ansiosa por todos los cajones, algo en particular.
Ella ve mi mirada interrogante y me dice que la pelea esta vez se ha dado por un dichoso collar que ha perdido y que anteriormente le ha pertenecido a Leonardo. Le pregunto que tan importante es y me contesta que era demasiado importante como para formar un caos en toda la familia y que necesita encontrarlo.
—Así que el que dice ser mi padre alguna vez te regaló una joya —comento vagamente, intentando que me diga algo sobre su relación, mientras ella sigue buscando.
—Quizás no te lo haya dicho nada antes, pero cuando nos conocimos el me regaló una gema en una de nuestras primeras citas hace mucho tiempo —dice sin levantar la mirada.
Me siento incómoda y extraña a la vez. Es la primera ocasión en la que me cuenta algo sobre Leonardo y que no tiene ninguna maldición en el medio. Quiero saber más, mucho más, pero es evidente que ella no quiere hablar sobre eso.
Hay miles de preguntas en mi mente. Según ellos, los dos se conocieron en el bar donde trabajaba Margareth de joven, tuvieron una aventura y luego Leonardo se fue ya que no había ningún compromiso, quedando ella embarazada y sola. Pero la frase dicha por Leonardo apunta a que eso no fue lo que pasó.
Ella sigue buscando por toda la habitación, sin lamentarse por tirar objetos por todas partes y dejar todo revuelto: revisa los muebles, la mesa, y cualquier otro rincón. En cuclillas, debajo de la cama, saca una caja y suspira aliviada.
—Y... ¿lo vendiste al igual que el resto de nuestras cosas?
Me lanza una mirada mortal —¡Estaba en una crisis de alcohol! Era una de las pocas cosas de valor que tenía, así que...
Apoyo mi hombro contra el filo de la puerta, mirándola confundida.
—¿Por eso está furioso contigo? Es terrible. Ahora nos echará y no tendremos a donde ir —intento bromear, pero sé que no sonó como algo divertido, además, me toma desprevenida cuando saca de la caja un collar que se me hace conocido —¿Qué es eso? Es el mismo collar que tenía la chica de la pintura.
—¿Chica de la pintura? —pregunta ella con confusión —. Lo encontré en una de las tiendas de por aquí y ¿adivina qué? ¡Lo usaré como copia para decirle a Leonardo que si lo tengo! ¿Lo ves? Es una copia exacta del collar que solía tener. ¡No se dará ni cuenta!
La miro, miro el collar fijamente y otro dolor de cabeza, como el de la primera vez, palpa en mi frente.
—¿Dónde conseguiste eso? —Le pregunto algo aturdida.
—Te lo dije, en una tienda de segunda mano —me dice, y a penas estoy oyéndola —¿Me estás escuchando?
Asiento y salgo de la habitación casi corriendo. Esa joya es la misma de la chica de la fotografía, es la misma que leí en un relato de un libro de historia o algo, es la misma que comentaban una vez en la escuela sobre una especie de encantamiento. Por eso se me hacía conocida, por eso incluso llegó a aterrarme haberla visto. Era por eso. Quizás esa joya sea un objeto maldito y la razón por la que están ocurriendo cosas fuera de lo normal. Estoy haciendo ideas estúpida en mi mente, estoy tan mal. ¿Qué me está pasando? Estoy incluso inventando cosas para justificar que me estoy volviendo loca.
En la sala están los padres de Leonardo, bebiendo té en la mesa. Han decidido no intervenir esta vez, quizás ya hartos de las discusiones. Me acerco, el palpitar de la sangre en mis venas se siente como lava caliente.
—¿Cómo está...? —intenta preguntar la madre de Leonardo a penas me ve.
—Esta vez ha sido por una joya —le digo, dándole informes sobre la segunda discusión de la semana —. Su hijo le regaló a mi madre un collar de gran valor, pero lo ha perdido y no lo encuentra. ¿Tienen idea de cómo es?
—El collar de la familia, por supuesto —contesta el padre de Leonardo —¿Ves ese cuadro de ahí? La joya de la chica, una gema, es ese. Le ha pertenecido a toda la familia. Ha venido siendo portado de generación en generación, por eso es tan importante.
Me acerco a la imagen. Trazo líneas con mis dedos por ella, admirando la fotografía de tonos oscuros deprimentes. Los ojos verdes de la chica muestran tantas emociones reprimidas en silencio. Es casi como si estuviera reflejando nostalgia y miedo, y compartiéndolo a quienes la miran. Es un cuadro deprimente, trágico, pero sin una razón aparente.
—¿Quién es la chica? —pregunto.
—Era una amiga de la familia. Lo usó por corto tiempo —me contesta él brevemente.
Pero acaba de decirme que la joya sola es usada por un miembro de la familia, pero ella la portó e incluso mi madre.
—¿Qué pasó con ella?
El rostro de Sara decae. —Murió.
Me siento apenada, no debí haber preguntado, ni siquiera esta terrible idea debió pasar por mi mente. ¿Qué estoy haciendo aquí? Inventando historias típicas de novelas de terror y culpando a otros por no asumir que me estoy quedando loca. En lo más profundo de mi mente, algo está mal y empiezo a sospecharlo.
Doy una frase de disculpa y me retiro corriendo. Me encierro en mi habitación, atrapada en mis ideas. Esto está mal, está mal. No sé que diablos sucede conmigo, pero sé que necesito ayuda. No puedo andar por ahí culpando a otros por todo. El simple pensamiento de hacerlo ya es un error.
Escucho a mi madre pedirle disculpas a Leonardo y estupideces salir de su boca mientras le muestra su collar falso. No sé que reacción tiene Leonardo, no lo escucho, pero quizás sea una positiva. Después de todo, Margareth es muy buena convenciendo a otros de creer en lo que aparenta.
La noche llega sin ser consciente de ella. Las paredes que creí iban a bloquear mis pensamientos hacia el exterior no lo han hecho en absoluto. Me siento mucho más débil mentalmente, mucho más confundida. Cuando todos pasan a cenar y no llego, tocan la puerta del cuarto y me preguntan si estoy bien. Estar bien... ¿Cuándo ha sucedido?
La hora de dormir se hace un infierno. En la oscuridad miro el techo a pesar de no verlo realmente. Me quedo pensando, mi mente en otra parte y divagando en que me está sucediendo.
He escuchado mucho de enfermedades mentales. ¿Pero qué tan probable es que yo llegue a tener una? La ansiedad es un gran problema. He leído lo suficiente como para analizar mi situación y pensar que estoy pasando por algo así. También está el Trastorno Obsesivo Compulsivo o la esquizofrenia, lo cual es un problema aún más serio. ¿Desde cuando me pasa algo como esto? Suelo preocuparme mucho por las cosas, dándoles vuelta una y otra vez, incluso llego a obsesionarme con algunos temas, como el de ahora, pero no a este punto.
Me pregunto cuál fue el detonante de todo esto; aquel día en el que esa cosa estaba detrás de la puerta en mi cuarto intentando entrar, o sencillamente el día en el que pisé por primera vez este lugar. Quiero irme ya de aquí, quiero gritar de frustración hasta olvidarlo todo.
Nada volverá a ser lo mismo si se lo digo a alguien. No puedo decirle a nadie sobre esto, nadie me creerá. Además, no estoy segura si es verdad lo que estoy suponiendo. Si lo fuera, ellos tomarían una decisión más arriesgada: mandarme a un manicomio. Conozco a mi madre, conozco sus pensamientos. Si se lo digo, tan sólo en forma de suposición, ella encontrará una manera para ponerme en contra de la familia y hacer que me encierren para deshacerse de mí; es la oportunidad perfecta para hacerlo, es lo que ella siempre quiso hacer desde que yo nací. Así que, ¿porqué perder esta oportunidad?
Me estoy volviendo loca, pienso, y no puedo decírselo a nadie. ¿Qué se supone que debo hacer?
Cierro mis ojos poco a poco, sintiendo como mi cuerpo y mente se adormecen, mis músculos liberándose del estrés de todo el día, estoy tan relajada que se siente como si estuviera flotando en el aire. Entonces, algo llega a mis tímpanos: El ruido o través.
¿Porqué nadie más lo escucha?
Ya no puedo quedarme aquí sólo escuchando, lo he hecho durante semanas, diciéndome a mí misma que es mi imaginación, pero ahora que ha sucedido muchas veces y se siente tan real es hora de averiguar que demonios sucede.
Giro el picaporte con cuidado, todo mi brazo está temblando, a pesar de mi decisión estoy muerta de miedo. El ruido metálico se escucha por los pasillos cada vez más cerca y sé que esa cosa vendrá aquí o través. Tengo que tomar valor y salir, descubrir que es lo que pasa. Pero después de eso, ¿qué demonios voy a hacer?
¿Qué demonios vas a hacer, Emely? Me pregunto a mí misma mientras camino por todo el pasillo, sintiendo el frío de la madrugada impactar por mi cuerpo combinándose con el frío del miedo.
Estoy caminando en puntillas, cuidando de que nadie se despierte al oírme, pero teniendo la guardia levantada. Hago lo imposible para obligar a mis piernas a caminar, porque en cualquier momento siento que voy a desplomarme y seré presa fácil.
El pasillo se siente un túnel larguísimo e interminable. Cada paso que doy es como estar más cerca del infierno. Me siento atrapada en una de mis peores pesadillas; estando rodeada por algo que desconozco, pero que está ahí a punto de matarme.
Respiro fuerte. Tengo miedo, mucho miedo.
Cuando llego a la sala, observo que está en penumbras y en calma, no hay rastros de algo produciendo el sonido, y suspiro.
¿Qué esperaba encontrarme? ¿Un fantasma acechando la sala?
Reviso la cocina, los baños y el pasillo: nada. Para cuando pasan quizás algunos quince minutos, el sonido misteriosamente sigue sin volver a presentarse.
Voy a la sala otra ves. Me apoyo en la pared, recargando mi cabeza contra ésta, esperando algo que ni siquiera sé si existe o que es. Cuando siento que los minutos están pasando en vano, intento retirarme, girando sobre mi eje, dándole la espalda a la sala de estar.
De repente, tras de mí, escucho como algo sucede: el televisor se enciende sólo.
Estoy muerta de miedo, congelada en el lugar sin poder voltear hacia atrás. No puedo moverme, mis extremidades se sienten pasadas, y mi cuerpo como si se hubiera pegado al piso. La temperatura ha bajado mordazmente; el vello de mis brazos se ha achinado, y cuando intento gritar, descubro que no puedo hacerlo. Esto debe ser una pesadilla, Esto debe ser una pesadilla.
La desesperación inunda mi sistema. Me giro muy lentamente, para descubrir el cuadro que muestra la televisión, haciendo que ahogue un grito: una escena terrorífica de 'Saw' [6] está reproduciéndose.
Me ahogo, no puedo respirar, no puedo sentir nada. Una gran carga está abultonada en mi garganta, perforado lo que me queda de cordura.
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[6] Saw (2003): Saw es un cortometraje australiano de horror de nueve minutos y medio lanzado en el 2003. Fue dirigido por James Wan y escrito por Leigh Whannell, como prueba para la primera película de la franquicia.
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