El dolor en la soledad, parte dos 🍁
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No sé cuánto tiempo pasa después de que el abogado sale de la celda, pero se sienten las horas más eternas de mi vida, mientras miro algún punto inexistente en las paredes, tratando de salir de mi triste realidad. Un policía llega a golpear las rejas cuando me estoy quedando media dormida, y me da el aviso de que ya pronto comenzará el interrogatorio.
Cuando salimos, primero me guían hacia una sala donde preguntan por mis datos personales otra vez, y me toman las huellas dactilares y incluso una foto. Durante ese proceso, me preguntan si estoy bien.
Después de todo eso, me arrastran a un lugar más y me informan que es la sala de interrogatorios. Ahí dentro, en una sala de color blanco intenso, hay dos personas; un hombre y una mujer que esperan sentados, con una silla vacía en frente. El policía me guía hasta allá y me obliga a sentarme. En ese momento recibo la primera mirada de los dos detectives.
Este lugar parece un cubículo; una pieza tan pequeña en la que apenas alcanza para tres sillas y una mesa. Ellos están tan cerca de mí, analizando cualquier cosa de mí que hace que me ponga nerviosa. Por unos minutos ellos no hablan y se limitan a observar papeles y a acomodar otros documentos, quizás esperando alguna reacción mía.
Puedo casi escuchar como el corazón me late frenéticamente en un ritmo intenso. No puedo parar de temblar. Tengo mucho miedo de que piensen que estoy así porque soy la culpable de la muerte de Jill, pero no puedo evitar estos movimientos compulsivos de mi cuerpo.
El detective golpea su bolígrafo contra la mesa y me mira. Después de decir unas palabras que no puedo comprender y presentarse junto con la mujer como el detective Johnson y la detective García, me ofrece una botella de agua, la cual acepto porque siento que mi garganta se está quemando.
El agua pasa por mi boca y llega a mi garganta, pero no me relaja; no cuando hay dos pares de ojos que me observan sin quitarme la vista de encima, quemando incluso lo único que me queda: mi propia identidad.
El interrogatorio comienza entonces.
Al principio todo es fácil; datos que me habían preguntado antes como nombre y fecha de nacimiento. Quiénes son mis padres, la razón por la que me trasladé aquí, entre otras cosas.
Preguntan como va mi nota escolar, que materias son mis favoritas, cuantos amigos, además de Jill, tengo. En ese momento me quedo frita. Si menciono a los otros dos van a meterlos en esto, van a interrogarlos y se darán cuenta que son culpables de los asesinatos que causaban junto con Jill.
Me pongo a pensar que esa es la ventana a mi libertad. Si averiguan que ellos son asesinos, también descubrirán que Jill es parte de ellos, por lo que dudarán en si es verdad que yo la maté, pero eso, descubro ahora, no garantizará que yo sea declarada inocente. Ethan y James también deben de saben que participé en el asesinato del profesor, ellos lo dirán, y aunque me salve de la condena por la muerte de Jill, tendré que pagarla por la del profesor.
—¿Emely?
He dudado durante un largo momento, si digo que no hay nadie más sabrá que estoy mintiendo, y de todas maneras irán a investigar a la escuela los nombres con las personas con las que nos juntábamos. Por lo que, tengo que decirlo.
—Éramos cuatro —Suelto el aire que estaba manteniendo —. Jill... yo... y dos chicos más.
El hombre apunta sus nombres. Es un hecho, ellos serán llamados a interrogatorio también. Me pregunto que es lo que dirán. ¿Serán capaces de mentir también? ¿Ellos creerán que yo maté a Jill?
El pensamiento me aterroriza, mi estómago está rugiendo por dentro.
—¿Cómo te llevabas con ellos? —Esta vez es el turno de la mujer —¿Cómo era tu relación con ellos?
Pienso en ellos, pero no hay ninguna imagen correcta que pase por mi mente. Tan sólo pienso en ellos como los que mataron a Steven, los asesinos de muchas personas junto con Jill que merecen estar aquí; pero tristemente, con un nudo en la garganta, sé que no puedo acusarlos, o de lo contrario ellos dirán lo que pasó con la muerte del profesor, y eso sería ponerme una soga más en el cuello.
—Eran mis amigos... —digo en un susurro triste, viendo hacia el frente con la mirada perdida —Igual que Jill.
Se me escapa un sonido de tristeza, casi de llanto, pero lo disimulo.
—¿Alguna vez pensaste en lastimar a alguno de ellos? —La pregunta llega como dinamita a mi mente, sacándome del balance —¿Alguna vez Jill hizo algo que te molestó y pensaste que debías de hacer algo como... gritarle o pararla?
Esta pregunta es diferente a las otras. Es una pregunta más acusatoria, una pregunta con la que tengo que tener cuidado. Después de todo, eso es lo que quieren comprobar.
—No... —Casi me ahogo, aún aturdida por la pregunta —No.... ¡Ella jamás dejó que alguien le gritara! Ella siempre tuvo una actitud fuerte contra todos en la escuela, incluso conmigo. Es verdad. Habían muchas cosas que no me gustaban de Jill, y algunas veces se lo hice saber, pero Jill siempre era tan determinante que nunca le importó lo que le decían.
Parece que han encontrado un punto importante, porque la mirada del detective se intensifica.
—Quieres decir que Jill sí hizo algo que te molestara en el tiempo en el que la conocías —La mujer recalca bien todas las palabras, como si fuera para mí difícil entenderlas —¿Qué cosas eran esas?
—Quería lastimar a la gente —contesto.
El detective tiene una mano en el mentón. —¿Cómo?
Estoy tan cansada a pesar de que calculo que hemos estado un poco más de media hora aquí. El agua se me ha terminado y empiezo a sentir náuseas. Ya no siento que pueda seguir más con esto. Las paredes tan cerca de nosotros y de color blanco brillante me están mareado, y empiezo a sentirme somnolienta y sin aire.
Creo que debo de seguir con esto, fue lo que el abogado me dijo, pero tengo miedo que por el cansancio que siento termine por decir algo que me perjudique.
—A Jill no le gustaban muchas personas —respondo —, y como se lo dije antes, le molestaba que le llevarán la contraria. Algunas veces ella me dijo que quería darles su merecido a algunas personas en clases, entonces yo trataba de que no lo hiciera.
Sólo se escucha el sonido del papel siendo rayado por el lápiz.
—¿Qué era lo que les hacía?
Me quedo en silencio, y entonces un diálogo del pasado se cruza por mi mente:
»Y tú..., que sea la última vez que hagas lo que me acabo de enterar, ¿entiendes?
»Pero no fue mi culpa, ya te lo dije.
»Oh, dices eso siempre. Por eso se lo dije a ella.
»¿Qué le dijiste?
»Le dije que eras un perdedor, le dije que eras un niñito llorón...
Mis ojos empiezan a derramar lágrimas despacio, y me llevo un puño a la boca para evitar llorar con fuerza. ¿Por qué diablos no pude hacer nada a tiempo? Pude haber salvado a Steven, pero no hice nada...
Me recupero del llanto atravesado en mi garganta y contesto:
—Los amenazaba —recuerdo a Steven —. Los juzgaba —pienso en mí—. Algunas veces los golpeaba —pienso en Tina.
"Los mataba" —quiero decir.
El hombre levanta la mirada y me examina, él sabe que estaba llorando.
—¿Te golpeó alguna vez por algo? —pregunta, asiento con la cabeza —¿Porque le llevaste la contraria?...
Asiento una vez más.
Se produce un profundo silencio en la sala, el suficiente para recordar la vez que creí que me había caído, y defendí a Jill a como sea, sin embargo ahora puedo dudarlo. Pudo ser Jill quien en realidad me empujó esa vez.
—¿Nunca te sentiste cansada de los abusos de Jill contra las personas y contra ti que... —La mujer se traba — quisiste hacer algo para que dejara de molestar a las personas?
Otra vez la misma pregunta. Sé a donde se dirigen. No importa que tanto diga que Jill fue mi amiga y que la quería, ellos piensan que yo la maté.
—No —digo.
Después de eso, me preguntan más sobre Jill. Sobre que tipo de cosas hacía, que decía, con quienes se relacionaba... Jill es el tema principal del interrogatorio, pero aún no hemos llegado a lo más importante, lo que no quiero decir.
—Emely —dice ahora el oficial, cerrando una de sus libretas —. Dices que Jill era una chica de temer en tu escuela, sin embargo, dime, ¿por qué te juntabas con ella?
Por fin, han lanzado la bomba.
—Porque me sentía bien al lado de ella, y creía que Jill podía mejorar si tenía a alguien como yo a su lado.
Asienten, después de que terminan de anotar, se disculpan y salen.
Por un momento, pienso que esto ha terminado, pero luego razono en que no me han preguntado lo más importante acerca de lo que sucedió y intento calmar mi sufrimiento.
He pasado tanto tiempo en esta silla que comienzo a sufrir calambres y dolores de espalda. Me inclino hacia adelante, para no sentir el respaldar doloroso de la silla y evitar el dolor en mi cuerpo.
En este momento no puedo evitar levantar mi vista y sentirme vigilada, pensando que hay una cámara escondida en cualquier parte, vigilándome.
Siento como el tiempo va pasando y ellos no vuelven. Empiezo a desesperarme.
Cuando ellos por fin regresan, me vuelvan a ofrecer agua y me preguntan si estoy bien. Asiento y espero a que las preguntas continúen.
—Emely, sabemos lo afectada que estás con la muerte de Jill y hemos visto cuanto la querías —La detective se inclina para que pueda escucharla mejor —¿Te gustaría que ella estuviera aquí en este momento?
Asiento, con un par de lágrimas fuera de mis ojos.
—Sí... por supuesto.
—¿Te gustaría que la muerte de Jill se resolviera? —Otra pregunta.
—Sí.
—Yo también —murmura el detective —. Y es por eso, Emely, que estamos haciendo esto, queremos que la muerte de Jill sea resuelta. Pero para eso, tenemos que hacerte unas cuantas preguntas de más que tú debes contestar, ¿está bien?
Muevo la cabeza —Sí.
Presiona las hojas de su libreta y levanta la mirada. Esta vez reconozco una mirada diferente, algo cambió en el interrogatorio también.
—¿Por qué saliste de la escuela apurada? ¿Qué ibas a decirle a Jill que no podías esperar?
No puede ser. No esto. Por favor, no...
Me trago otras lágrimas que iba a derramar, pero aún así me siento inestable. No quiero hablar sobre esto, pero ellos aún mantienen la mirada en mí, escaneando mi rostro, y sé que debo decir algo rápido.
—No iba a decirle nada, fue Jill la que me llamó —digo, mi voz de forma atona.
—No, eso no es verdad —El hombre menea la cabeza —. Hemos revisado el teléfono de Jill que dejó en su habitación y no hay ninguna llamada tuya durante la hora en la que el guardia de la escuela te vio salir. Hay testigos que dicen que saliste de la escuela apurada y que parecías exaltada —Guarda silencio, sólo analizando mi rostro —. Entonces, ¿Qué ibas a decirle a Jill?
No puedo respirar bien, no puedo conseguir decir una palabra, mi mente permanece en blanco.
—¿Querías hacerle algo a Jill? —vuelve a insistir.
Sin respuestas.
Intento buscar algo en mi mente, cualquier cosa para decir, pero tengo tanto miedo de decir algo incoherente que siento que mis piernas empieza a temblar y las lágrimas empiezan a bajar por mis ojos.
—Era un asunto de la escuela... —intento decir, con la fuerza que me queda, pero él me interrumpe.
—¿Qué no podía esperar?
No puedo mantener la mirada. Sus ojos parecen estar mirando a la peor asesina de todos.
Me trago un sonido de dolor, sorbiendo por la nariz. —Yo no fui la que...
—Necesitamos saber porqué nos mientes —Me corta —. Tú saliste de la escuela para buscar a Jill, dejando incluso tu mochila en el aula. Tú fuiste con alguna intención a la casa de Jill, ¿no es así?
No puedo soportarlo, empiezo a llorar.
—No.
—¿Qué querías hacer al ver a Jill? —Sus preguntas son como un ataque —¿Ibas a lastimarla?
—¡No! Jill era mi amiga —afirmo tan rápido como puedo.
—¿Estás segura?
El rostro de Jill se reproduce en mi mente y cierro mis ojos para no verlo más. ¿Por qué Jill está muerta? ¿Por qué estoy aquí?
—No... —Las palabras no se despegan de mi boca, mientras lloro —Yo... yo lo lamento tanto. Lo siento...
—¿Estás aceptando haberle hecho daño?
No puedo, ya no puedo más...
Alguien me agarra de los hombros, pero no puedo ver quien es ya que tengo todavía los ojos cerrados.
—Dime, Emely —El detective vuelve a preguntar cuando abro los ojos —¿Jill fue empujada intencionalmente o fue un accidente?
Niego. —No fue así. ¡Jill se lanzó!
Se tardan un momento en preguntarme algo más, tiempo en el que aprovecho para intentar recuperarme, pero aún así sigo sollozando con fuerza y llorando sin detenerme.
—¿Sabías que hay un diario escrito por la mismísima Jill que dice todo lo contrario?
Se me acaba el aliento, mi mundo se para.
—¿Qué?
—Mira —Me muestran un cuaderno forrado con pasta de colores que miro sin parpadear —¿Esta letra es de Jill?
Trago con fuerza —Sí.
—Este es el diario de Jill, lo encontramos en su habitación junto con su teléfono —Señala algunas partes del cuaderno —. Aquí dice exactamente lo que tú querías hacerle.
Mi mundo se viene abajo, mi pulso late con violencia. Lo que queda de mí se rompe —No sé de qué está hablando.
—Mira, aquí dice: "Emely no ha parado de molestarme. Desde que la conocí se ha portado extraña. Muchas veces me ha amenazado y me ha prohibido que se lo diga a alguien. Tengo mucho miedo de que me haga daño. Escribo esto por si algún día llega a pasarme algo, espero que lo encuentren y sepan lo que me pasó" —Levanta la mirada, mirándome —¿Quieres que te lea más?
Empiezo a llorar, con sonidos lastimados que no puedo parar.
—"Emely parece demasiado obsesionada con lo que le pasó a mi hermana, Nefertari. Me hace muchas preguntas y anda en todas partes investigando sobre eso. Me ha dicho que le parece interesante la forma en la que ella murió. No sé que es lo que trae entre manos Emely, pero tengo mucho miedo".
Corre algunas páginas hacia adelante, y me las señala.
"Hoy Emely me ha dicho algo que me hizo estremecerme. Me ha dicho que le gustaría saber cómo se siente matar. No le respondí a eso, sólo espero que ella esté bien".
Finalmente, levanta la mirada.
—¿Todo eso es verdad?
—¡No! —grito con la voz que me queda — ¡Todo lo que dice ahí es mentira! ¡Yo nunca la amenace, nunca quise matarla! ¡Jill es una mentirosa!
—Ella dice que tú estabas obsesionada con ella, que muchas veces la hostigabas —dice él —. Mira, todas estas páginas tienen fecha, no es ningún invento de nosotros. Jill fue la que escribió todo eso.
—No... —Me ahogo con mis propias lágrimas —No. No. No fue así. Nunca fue así...
—¿Cómo fue entonces?
Me quedo en silencio, pensando en muchas cosas al mismo tiempo. Ya no encuentro ninguna salida, ni siquiera podré salir de esta a pesar de que tantas personas afirmen que Jill era violenta.
Jill escribió el diario por una buena razón: ya lo había planeado todo.
Quizás su última instancia era matarse y hacer creer que yo era su asesina, por eso aprovechó para escribir todo eso.
—No fue así —Logro balbucear una exclamación —¡Jill era la que quería matarme!
Ahora me prestan algo más de atención. —¿Por qué Jill quería matarte?
Niego varias veces, sin poder detener mi llanto desenfrenado. Estaba dispuesta a no decir nada sobre la Gema y sobre algo que llevara directo al secreto de mi familia, pero ahora lo único que me queda es decir parte de la verdad.
—Porque yo me había enterado de que ella era mi hermana; mejor dicho, mi medio hermana.
—Cariño —La mujer se inclina hacia adelante —. Jill no es tu hermana. Ella era hija adoptiva de la señora Jillian Rawder, si eras su amiga lo tendrías que saber.
—¡Yo no soy amiga de ella! —exploto en un segundo —¡Dejó de serlo desde que me metió a esto!
El hombre y la mujer comparten miradas al ver mi estado. —Ella no es tu hermana, Emely.
—Sí lo es —digo ahora, de forma mucho más dura —No sé como, pero ellas nos mintió a todos. Nos hizo creer eso. Yo me enteré en la escuela, cuando vi que una chica tenía una revista en la que aparecía Nefertari, la supuesta hermana adoptiva de Jill, usando un collar que le pertenecía a mi familia. Sabía que lo había robado y que lo tenía Jill en ese momento, por lo que fui a buscarla.
Estoy temblando, pero ahora no sólo de miedo, sino que también de coraje. Cuanto odio a Jill... Mientras yo era su amiga y estaba a su lado, ella planeaba todo esto, planeaba como meterme a la cárcel, como hundirme en esto para siempre.
—¿Qué tan importante era ese collar?
Mi respiración se congela.
¿Debo decirlo? ¿Debo decir la verdad, que en mi familia son unos asesinos? Este es el momento de decirlo. A ellos no les importó meterme a la cárcel, debería de hacerles lo mismo.
"Emely" —escucho las palabras que Sara me dijo un vez.
"Si alguien se entera de nuestro secreto, todo estará perdido. Somos los únicos que tienen conexión con los espíritus del pueblo, y si dejamos nuestro lugar, el pueblo caerá en desgracia. ¿Entiendes lo que pasaría?"
Se me forma un nudo en la garganta, todas las lágrimas que tenía acumuladas explotan.
Decir la verdad sería condenar al pueblo, dejarlo devastado y en sufrimiento. Todo lo que han hecho por el pueblo no servirá para nada. Todas las muertes no valdrán nada. Y aunque acuse a mi familia, yo seguiré aquí ya que no me justifica en nada, en cambio me perjudica.
Tampoco sé cómo se lo tomarán las sombras. Me verán como una enemiga, y cualquier cosa podría pasarme. El pueblo se vendría abajo, ya lo está haciendo. Que las cosechas se pierdan y hayan asesinatos frecuentes todavía es poco con lo que podría pasar si yo muevo mi boca y digo unas cuantas palabras.
Es mi decisión.
Para poder salvar al pueblo debo de callar todos los asesinatos que ha cometido mi familia. Debo de fingir, de no decir más sobre la Gema, de lo que pasó con Jill en verdad.
—Lo era demasiado —afirmo, con la voz amarga —. Cuando fui a buscar a Jill, ella me reveló que Nefertari y mi padre habían tenido algo y que ella le había robado el collar durante ese tiempo. Me dijo que ella era mi hermana, pero que nadie lo sabía —Estoy arrastrando las palabras, hablando con dificultad, cuidando cada palabra que sale de mi boca.
—¿Estás segura de eso que dijiste? —Me vuelven a preguntar, hay desafío en la mirada del detective —¿Lo suficientemente segura como para que te hagan una prueba de ADN ahora mismo y lo comparen con los análisis de Jill?
—Sí.
Entonces detienen el interrogatorio y me llevan de inmediato a hacerme la prueba. Mientras estoy en la habitación siguiendo el procedimiento que me dicen, el detective me dice que aunque los resultados sean positivos, yo no saldré en libertad todavía, que eso no garantiza nada.
Me informa que volverán a interrogar a Leonardo y a la señora Jillian, lo que para mí cae como agua fría. Leonardo no sabía que tenía otra hija que era Jill y la señora Jillian también se lo ocultó, por lo que siento que ese interrogatorio será bastante tenso. Otra cosa que me preocupa es que aunque yo haya decidido guardar silencio sobre los crímenes de mi familia, Jillian Rawder está dispuesta a decirlo. Ella odia a mi familia al igual que lo hacía Jill, hablará sobre los asesinatos que cometían y todo estará perdido.
Mientras estoy sentada en la silla, pensando que hacer, los resultados de la prueba llegan y cuando finalmente el sobre es abierto, los rostro de todos en la sala cambian:
"Jill Rawder es hermana de Emely Smith".
Hay cientos de comentarios sobre eso, incluso el detective se muestra sorprendido. Un policía llega a decir que Jillian ya ha llegado y que está esperando para ser interrogada. En ese momento pregunto si puedo hablar con Leonardo cuando llegue, pero me informan, de una manera bastante dura, que no tengo permitido las visitas.
Me llevan de nuevo a la celda, y me dicen que el interrogatorio seguirá hasta mañana. Encerrada otra vez, tanto en mis pensamientos como físicamente, las ideas de lo que puede llegar a confesar esa mujer entran a mi cráneo como balas explosivas. Todo estará perdido cuando ella hable y los culpe. Los encerraran para siempre y todos caerán, el pueblo caerá.
Trato de pensar en cualquier posibilidad de hacer algo para evitarlo, pero me doy cuenta que la única forma es que yo pudiera hablar con Leonardo, lo cual es imposible. Ahora mismo Jillian debe de estar confesándolo todo.
También he perdido cualquier esperanza de poder salir de aquí, incluso antes creía en que había una posibilidad cuando James y Ethan hablarán, pero ahora ese maldito diario lo complica todo.
Si Jill planeó todo, ellos quizás la hayan ayudado. Lo más probable es que Ethan y James defiendan a Jill, y cooperen con la versión que ella cuenta en ese maldito diario, diciendo que yo la amenazaba. Son los únicos testigos más cercanos de mi relación con Jill. Y si ellos lo afirman, si ellos afirman lo contado en el libro de ella, entonces ya no habrá más duda de que yo soy su asesina.
"Jill... ¿Por qué me metiste en esto?, ¿Por qué? ¿por qué?
Mientras me echo a llorar otra vez, veo la imagen de Jill sonreír y sentarse al lado mío. Es una imagen que parece tan real; como si lo fuera, como si ella estuviera viva. Jill Rawder, mi hermana, está al lado mío.
Las lágrimas hacen nublar mi vista y la imagen desaparece, dejándome un vacío en el pecho. Quiero que vuelva, que esté en el mismo infierno en el que me ha metido, pero ella no lo hace.
Mi mente va apagándose y todo el cansancio me va venciendo. Cierro mis ojos, y de alguna forma me quedo dormida.
El ruido de una puerta metálica siendo abierta me despierta, y veo al abogado de pie, examinándome, pero con una mirada de decepción y con los hombros caídos, luciendo abatido, una imagen que me sorprende y me alerta.
—¿Q-qué fue lo que pasó? —pregunto, levantándome con esfuerzo —¿Qué pasó?
El abogado se mantiene alejado de mí, como si temiera algo. Parece como si se debatiera en acercarse o no, hasta que su lucha termina cuando decide por caminar hacia mí y sentarse al otro extremo de la cama.
—Emely, ¿estás segura que conoces a las personas que están a tu lado?—Su pregunta me desconcierta —Uno cree que lo sabe todo de ellos, hasta que te das cuenta que cualquiera puede ser un asesino.
Empiezo a sentir escalofríos y mi piel comienza a sudar helado. Para este momento, reconozco la mirada asustada del hombre y mi mente maquina lo que ha sucedido: Jillian Rawder lo ha dicho todo.
—¡¿Qué pasó?! —pregunto otra vez, a bordo del colapso.
—Jillian Rawder lo ha revelado todo —Mi corazón deja de latir por un momento —. Ha confesado los crímenes que cometía tu familia —Lo escucho, las lágrimas bañan mi cara —, ha dado pruebas contundentes que acusan a tu familia de ser asesinos en serie, ha llevado a la policía a donde se encuentran las osamentas de varias de las personas a las que asesinaron.
Me derrumbo en la cama, sin fuerzas, con la mirada perdida, sintiendo como todas las lágrimas que no había expulsado antes ahora son arrojadas con fuerzas por mis ojos. Los sonidos de lamentos llenan la habitación, mi garganta ya no puede más.
El pueblo se vendrá abajo, todos estaremos en la cárcel sin poder hacer nada para defender al pueblo de esas criaturas... Yo me pudriré aquí por siempre...
Todo está perdido ahora.
—Quiero que me digas —La voz del abogado se escucha muy cerca de mí —, con la mayor franqueza en tu alma, ¿tú sabías lo que hacían?
Lucho para conseguir aire, para poder hablar.
—Nunca... nunca supe de nada —Una exhalación dolorosa sale de mi garganta —. No entiendo nada. ¡NO SÉ NADA! —Lo miro con enojo —¿QUÉ FUE LO QUE ELLA DIJO?
—Acusó a tus abuelos y a tu padre de haber asesinado a muchas personas durante muchos años... —Hay un movimiento nervioso en su pierna —Ella dijo que lo sabía porque Leonardo se lo confesó a su hija Nefertari... Estaba más que decidida a destruir a tu familia, yo lo vi en sus ojos mientras hablaba en el interrogatorio.
Negando con la cabeza, sin poder creer lo que está sucediendo, trato de contenerme, tomando con fuerza la sábana de la cama.
—¿Qué más dijo? —exijo saber —Dígame, ¡¿QUÉ MÁS DIJO?!
Parece como si el abogado supiera algo más, pero no lo quisiera decir. Lo miro enmudecido y sus ojos cargan decepción.
—De alguna forma, todo lo que dijo fue a parar a los oídos de algunos policías y ellos hicieron que la noticia saliera al pueblo —habla con dificultad, como si tuviera algo atravesado en la garganta —. Las personas se dieron cuenta y llegaron armadas hasta tu casa —empiezo a temblar, mi pecho a doler, mi mundo se empaña —. Quemaron tu casa con tu familia adentro, Emely —Ya no puedo escuchar más, un zumbido llena el aire, mi llanto cubre las paredes —. Nadie quedó vivo —Él empieza a sollozar también —. Sentí que debías de saberlo...
Hay algo pesado sobre mi cuerpo, un ruido extraño en mis oídos. De mi garganta brotan ruidos parecidos a un animal. Los rostros de todos se iluminan en mi mente; el rostro de mi madre, y entonces me doy cobijo conmigo misma, queriendo morir yo también.
—Creo que ahora lo único que te queda es confesar haber matado a Jill —escucho que dice el abogado mientras se levanta de la cama —. Ahora que todo el mundo sabe lo de tu familia nadie te creerá. Eres la única que ha quedado viva, y la gente necesita odiar a alguien. Eres la nieta y la hija de asesinos, claramente eres una asesina para ellos también.
»Di que eres la culpable y librate de algo peor. Después de todo, aquí en Texas, todo puede pasar...
Entonces desaparece, dejándome a mí en agonía, muriendo en mi propio dolor, como si me estuvieran arrancando el corazón de mi pecho.
Durante las siguientes horas, me desborono.
Hay cientos de espinas clavándose en mi pecho, el dolor en mi alma es imposible de calmar, hay un vacío en cada parte de mi ser.
Todos están muertos.
Y yo estoy sola.
Alguien llega un tiempo después, una figura con una capucha negra que se mantiene afuera de mi celda.
—Hola, Emely. Soy Ethan.
Me levanto de la cama y me acerco a él.
—¿Cómo es que?...
—Tranquila, saben que estoy aquí, pero no quien soy —sonríe, como si eso me calmara —. James tiene un tío en la policía, él fue quien me ayudó, aunque sólo me dio unos minutos.
Como si algo me golpeara, me abalanzo sobre él y tomo parte de su chaqueta con violencia, siento la energía recorrer mis manos.
—Sé quienes son ustedes, sé lo que hicieron en la fiesta, ¡lo que le hicieron a Steven! ¡Jill me lo dijo todo, por su culpa estoy aquí!
—Lo lamento —dice con un tono triste, con los ojos llenos de lágrimas —. Lo que le hicimos a todas esas personas... lo lamento.
—¡TIENES QUE AYUDARME! —Le grito, la desesperación desde el fondo de mi ser —¡TIENES QUE DECIR LA VERDAD SOBRE JILL! ¡TIENES QUE CONTAR TODO!
Pero él niega rápido con la cabeza y se suelta de mí, como si estuviera asustado.
—No. Aunque Jill esté muerta siempre nos perseguirá —Me dice, y su cuerpo empieza a temblar sin explicación, sus ojos lucen desorientados —. No podremos huir de ella, Emely, es como Nefertari. ¡Siempre nos perseguirá!
Quiero creer que este Ethan es el mismo Ethan que gastaba bromas en la escuela y que siempre se estaba riendo, pero compruebo su mirada grisácea ahora vacía y me doy cuenta que no es así. Su aspecto es diferente al de antes; su cabello alborotado y sudoroso, su ropa de estilo extraño, el temblor en sus ojos y en sus manos... ¿Tiene miedo de caer preso? Puede ser, sin embargo ahora que está en frente de mí puedo ver que a quien le tiene miedo es a otra persona.
—¿Te preocupa Jill? —Le pregunto —¿Te preocupa una jodida asesina que ya está muerta y que no puede hacerte nada?
El temblor cada vez más fuerte en su cuerpo me lo comprueba.
—Tú no lo entiendes —Me dice con una mirada dolida —. Ella siempre ha estado con nosotros, como nuestra propia sombra. Lo hizo desde el día que mató a mis padres y nos salvó de morir, ¡a James y a mí! ¡Gracias a ella estamos vivos! ¡Ella prometió estar siempre con nosotros, incluso en el infierno!
Ver el estado desubicado de Ethan, el temblor y la alarma en todo su cuerpo, me hace reafirmar que incluso después de muerta, Jill sigue teniendo poder sobre nosotros: Ethan tiene miedo de ella, y yo estoy en la cárcel por ella, las personas hablan de ella; se ha robado las conversaciones de todos.
—¿Jill los obligaba? —pregunto —¿Los obligaba a matar?
—Lo hacíamos por voluntad propia, para ayudarla —Me dice él —. Era algo que debíamos de agradecer siempre.
Se reproduce un silencio casi incómodo, el suficiente para recordar que James y Ethan siempre se perdían los viernes. Lo hacían porque era su día especial, el día en el que aprovechaban para cazar a sus víctimas. Incluso una vez noté una quemadura en los brazos de los dos, sin embargo nunca llegué a sospechar algo como esto. ¡¿Cómo lo haría?! ¡¿Cómo sospecharía que tres adolescentes asesinan para darle sangre a una Gema maldita?!
—¿Y crees que yo merezco estar aquí? —De pronto mi voz es rota —¡¿Sólo porque Jill me odiaba?!
Parece haber un cambio en él, porque pega un sobresalto.
—Para, Emely —Me dice con los ojos humedecidos, como si le doliera —¡Quiero ayudarte, pero no quiero que Jill esté molesta!
JILL, JILL, JILL.
ESTOY TAN CANSADA DE JILL.
—¡JILL ESTÁ MUERTA, Y TODOS DICEN QUE YO LA MATÉ! —Le grito con toda la fuerza en mi voz —¡TODA MI FAMILIA ESTÁ MUERTA Y YO ESTOY AQUÍ!
Mi grito lo hace desboronares más, porque de sus ojos ahora rojos comienzan a salir muchas mas lágrimas.
—¡No hay forma de que puedas salir de aquí, aunque lo hagas Jill siempre te perseguirá, es mejor que estés encerrada! —Le cuesta respirar, su pecho sube demasiado rápido —. No importa lo que yo le diga a ellos. Tal ves pueda desafiar a Jill, pero no a la policía. ¡La única forma es actuar como un demente!
Me detengo de lanzarle otro grito, también me cuesta respirar.
—¿De qué estás hablando?
Él me da una mirada larga, pero esta vez reconozco que se está hundiendo cada vez más en la locura.
—Haste la loca, Emely. Dile a todos que lo hiciste por locura. Sólo de esa manera te libraras de la cárcel y de las sombras de Jill.
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