Arriesgarlo todo 🍁

🍁🍁🍁

El tiempo del castigo de Jill y mi reposo pasan tan lentos que se siente como si el tiempo se hubiera congelado y todo hubiera reiniciado hasta llegar el ahora. La escuela es la misma de siempre. Los estudiantes siguen empujándose, insultándose, luchando para encontrar un lugar en las mesas, mientras el alboroto surge como de costumbre. 

Las mismas caras de siempre, los mismos maestros, las mismas aulas; todo permanece igual.

En la semana en la que llego, pasan algunas cosas. Ethan y James se ausentan, Jill finalmente regresa.

—¿Le volverás a hablar? —Me pregunta Steven tristemente viendo a Jill abultonada en un rincón.

—No lo sé.

Los ojos de Steven se abren con asombro. —¡Pero te golpeó!

—Tú viste que no fue así. —Giro mi rostro para verlo, mi voz sonando desesperada —, sabes que no fue así, ¿verdad?

Asiente con la cabeza, casi temeroso —S-sé que tú resbalaste mientras retrocedías. —Al escuchar eso, hay un alivio casi instantáneo, y me encuentro con la necesidad de suspirar, sin embargo algo me alerta de que quiere seguir hablando —. Hoy escuché a Tina esa en la oficina de la directora diciéndole que no es buena idea tener a Jill aquí, está tratando de convencerla de expulsarla de la escuela —murmura con la cabeza gacha —, y, ¿Emely? Creo que ya lo está logrando.

—¿Tina? —pregunto asustada.

—No sólo eso —continúa —. Ha organizado una reunión de padres para que firmen a favor de la expulsión de Jill del colegio con el fin de que sus hijos estén a salvo.

—¿Y cuántas ha logrado ya? —De mi boca sale una exhalación temblorosa.

—La mayoría.

Hay un silencio estremecedor. De repente, quiero echarme a reír. ¿Creen que con eso Jill va a dejar de ser como es? El tiempo que la conozco me ha hecho ver que Jill es sólo una alma solitaria y vacía, como yo, como muchos. Jill no podría cambiar. Su actitud fría y indiferente es parte de ella.

¿Qué aventó a una chica por las escaleras? He escuchado muchas estupideces sobre eso. Tina no es la dulce y inocente chica que pintan todos e incluso ella misma. Aquel día que ella quiso usarme en frente de la directora lo descubrí. Estoy totalmente segura que Jill tuvo alguna razón para hacer lo que hizo, aunque ella siempre me diga que no lo recuerda, es porque quizás no quiere decírmelo.

Tina parece ser esa chica que se burla de todos por ser diferente, por no pensar igual que ella. Es probable que haya sido una de las que más molestaba a Jill antes, y ella cansada de tantos abusos haya decidido tirarla por las escaleras, lo cual es aceptable. Yo hubiera hecho lo mismo con esos niños que me molestaban si hubiera sido igual de valiente que Jill.

Pero no lo soy.

Ella a diferencia de mí es tan diferente. Yo no puedo levantarme sobre alguien y hacerla callar con una sola palabra, porque me da miedo. Soy una cobarde. Pero estar junto a ella me hace sentir mucho más valiente, mucho más invencible, porque ella lo es. Con Jill, es como si todo fuera posible...

No quiero que ella se vaya de la escuela. No puedo permitir que Tina convenza a la directora.

Debo hacer algo, lo que sea.

—Aunque eso pase a Jill no va a importarle, ella odia estudiar —digo con desesperación —¿Qué daño van a hacerle? ¿Y a cuántos colegios no les importan la conducta y aún así matriculan a los alumnos?

—Tengo entendido que la madre adoptiva de Jill es alguien muy estricta —dice él, asustándome más —. Una vez escuché algo sobre mandarla a un internado si seguía así, incluso creo que la castiga.

Esa frase hace eco en mi cabeza. ¿La castiga? No. Espero que no. No de la manera en la que Margareth lo hacía conmigo, ella no podría. Jill es fuerte. Nunca se dejaría golpear. Nunca sufriría algo como lo que yo pasé.

—Tenemos que hacer algo —digo con desesperación —, tenemos que evitar que...

—¡¿Y nosotros que podemos hacer?! —De pronto Steven ha subido la voz —Vamos, reacciona ya. —Está sacudiéndome un poco —¿Porqué insistes tanto en defenderla?

Viéndolo directo a los ojos, me doy cuenta de que no existe una respuesta. Simplemente, desde que conocí a Jill me vi reflejada en ella. A pesar de que somos diferentes, también somos iguales a la vez...

—Nada... —susurro, luego guardo silencio —Es sólo que..., ella era mi única amiga.

Los dos nos quedamos en silencio. Yo porque me he sorprendido de haberlo dicho en voz alta, y él porque, quizás, nunca creyó que alguien consideraría a Jill como una amiga.

—Bueno, esa amistad es muy tóxica —dice al fin, soltándome de los hombros —. Ningún amigo hace eso con otro.

🍁🍁🍁

Conduzco por el pasillo de la dirección, en busca de la directora. Mi corazón está temblando casi como si quisiera salirse de mi pecho, mis pensamientos son un caos total. Mis pulmones se inflan y desinflan como un globo apunto de estallar, y mis manos están cubiertas de sudor acuoso. Esta es mi única oportunidad de demostrar que Jill es inocente.

Cuando por fin atienden mi llamado y abro la puerta, la directora se me queda viendo durante un largo rato, quizás extrañada de que yo esté ahí porque quizás piensa que me he metido en otro problema.

A pesar de su mirada penetrante, me permito avanzar un poco más y mirarla de frente. Siento como las plantas de mis pies comienzan a temblar.

—Hola, Emely —dice ella muy suavemente, dejando la vista del escritorio para concentrarse en mí —¿Ha sucedido algo?

Exhalo tan rápido para que ella no se de cuenta.

—Quería hablarle sobre algo.

La directora guarda silencio y luego asiente, ofreciéndome la silla detrás de su escritorio.

—Está bien. Siéntate.

Otro silencio. Ella me observa con confusión, mientras yo jugueteo con mis dedos.

—¿Ya te sientes mejor? —pregunta, mirándome atenta. Ella ha tomado el hilo de una conversación normal porque yo no puedo hacerlo.

—Sí. No fue tan grave.

—Oh, bueno, gracias a Dios —exclama, tomando un lapicero de su escritorio —¿Ella no ha vuelto a molestarte, verdad?

Ha mencionado a Jill. Es el momento.

—De hecho, justo de eso quería hablarle. —Mi voz suena tranquila a pesar de lo tensa que estoy, obligándome a no reflejar el miedo en mis ojos.

—¿Qué pasa, Emely? —Esta vez la voz de ella suena preocupada.

—Es sobre Jill —digo con un nudo en mi garganta. Ya he empezado, no puedo dar marcha atrás —. No me parece justo que piensen en quitarle la matrícula y expulsarla por lo que ustedes creen que hizo.

Al fin... lo he dicho.

—Emely... No lo entiendo —Ella me voltea a ver con confusión en su rostro —¿Quieres que no expulsemos a Jill después de lo que te hizo?

—Así es.

—Pero no lo entiendo —Ahora suena alarmada —, ¡¿por qué!?

El severo horror en su rostro no hace contraste con mis ahora facciones relajadas.

—Porque ella no me hizo nada.

Su rostro es la muestra más perfecta de incredulidad, la expresión llegando incluso a acentuar mucho más sus arrugas.

—Emely, según me contaron, estaban teniendo una pelea en el comedor con otra chica. —Me dice ella —. Tú le dijiste algo que hizo enojarla y ella te empujó a cambio. El golpe fue bastante fuerte. No puedes venir aquí y decirme que no le de medidas drásticas a Jill cuando ella te hizo eso. Además, no has sido la única. Varias chicas han sido afectadas por los actos violentos de Jill. Los padres están inconformes, y si yo no la saco, ellos serán los que retiren a sus hijos de mi escuela. —Su sentencia es más que clara, sus ojos ahora se han endurecido —. Emely, no podemos arriesgarlo todo por Jill.

Arriesgarlo todo por Jill... ¿Vale la pena?

Miro fijamente el punto en la pared de enfrente que he creado, pensando en todas las cosas buenas que ha hecho Jill por mí. Ella me ha hecho sentir más segura conmigo misma, me ha ayudado en las tareas que no le entiendo, me ha ayudado a enfrentar al mundo con más dureza. Gracias a ella y los demás ahora me siento parte de algo.

Ella me ha hecho ver que no estoy sola en el mundo.

No puedo cruzar la puerta sin antes haber defendido a Jill. Necesito decir algo que la convenza, pero ahora sin argumentar las razones por las que es inocente, porque no me hará caso ya que sabe que todos los padres se pondrán en su contra.

En su contra.

Eso es.

—¿Usted acaso nunca ha hecho nada malo en su vida, directora? —Hay un cambio de tono en mi voz, ahora suena mucho más oscura —¿Cuándo era joven, quizás?

—Por supuesto —dice ella —. Nadie puede librarse de los errores, pero yo nunca aventé a alguien por las escaleras ni golpeé a alguna compañera.

Me pongo de pie, avanzando en círculos por su escritorio sigilosamente.

—Exacto —le doy una sonrisa falta —. Usted también ha cometido grandes errores. Sus errores nunca han sido golpear a nadie, porque ha hecho cosas mucho más malas. —Guardo un instante de silencio, como si estuviera pensando —. Como... robar fondos de la escuela para su beneficio sin que la junta de padres se enteraran.

La oficina se queda en un hondo silencio.

Ella se inclina hacia adelante como un rayo, mirándome sorprendida. Veo el miedo y el asombro en sus ojos. Me está mirando como si fuera la peor cosa en el mundo, como si fuera un monstruo. Y eso, por alguna razón, se siente bien.

¿Cómo demonios sabes eso?

Le sonrío. La sonrisa más cínica y malévola que he hecho nunca.

—Oh, ya sabe. —Mi voz hace una pausa —. La gente cree que por estar en cargos importantes es más grande en comparación a los otros. Creen que pueden engañarnos, cuando nunca es así. Siempre habrá alguien, por más pequeño que sea, que derribará al gigante. La verdad siempre sale a la luz, y yo tengo pruebas, directora, de su fraude.

Ella contiene el aliento, mirándome desesperada. Todo lo que le he dicho lo sé porque Steven me lo ha comentado, ya que su padre es de la asamblea de la escuela y ha tenido sospechas de que la directora ha estado robando gran cantidad de dinero.

—¿Qué es lo que quieres? ¿Qué esa chica se quede? —escupe con rabia, ahora sí puedo ver la verdadera cara de la directora.

—Exacto.

—Está bien —dice de pronto, mirándome con brusquedad —. Que ella se quede.

🍁🍁🍁

Nunca en mi vida había amenazado a alguien, y nunca en mi vida me había sentido tan bien. Es lo que se siente, pienso por un momento. Eso es lo que se siente tener el control sobre las personas y tener el poder de dominarlas, de ver que te obedecen cuando dices unas simples palabras que los hacen volver vulnerables. Eso es lo que siente Jill, lo que sentía mi madre cada vez que me daba ordenes, es lo que sienten esos políticos cuando nos manipulan y nos machacan como hormigas. Es lo que hace el mundo...

Mi mente no para de maquinar lo sucedido, casi siento ganas de saltar de la euforia por lo que me he atrevido a hacer. De pronto, no me reconozco.

¿Lo que he hecho me ha vuelto una buena o mala persona? He defendido a Jill, pero al costo de amenazas.

Aunque esa vieja robaba dinero, se lo merecía.

Sin embargo, mi actuación sigue tachándome como una persona mala, no debí de haberlo hecho. Pero todo fue por Jill...

Encuentro a Jill en la misma esquina de siempre, consumida por la soledad ahora que James y Ethan no vienen. Quiero simplemente dejarla de lado, decir que ya la he ayudado lo suficiente con permitir que no la expulsaran, pero no sé porqué demonios no puedo hacerlo, y en vez de eso, me encuentro de pronto caminando hasta quedar en frente de ella.

—Jill...

Ella levanta la mirada, sorprendida de escuchar mi voz.

Ahora que la veo de nuevo, me doy cuenta de que estaba equivocada. Yo no ayudé a Jill porque la consideraba mi amiga, lo hice porque en cada acto de rechazo hacia ella me hacía recordar lo que yo pasé. Lo hubiera hecho por cualquiera, no solamente por Jill.

La cólera me serpentea cuando la vuelvo a mirar, y el sentimiento de comprensión que tenía por ella se va. Yo no soy una buena persona, Jill tampoco. Pero Jill es una idiota que no sabe valorar a la gente. Ella es igual a mi madre; personas con pasados difíciles que ahora tratan a la gente como la mierda y que siempre dicen que van a cambiar, cuando no es así. Siempre han sido manipuladores, jugadores de sentimientos y unos mentirosos. Y que, para mi maldita suerte, me siento unida a ellas.

—Amenazaste a la directora... —Lo Consigue decir al fin, balbuceante, como asombrada —por mí.

—Deja de subir la voz, aquí está toda la escuela —Le ordeno, con el mismo tono de voz que con la directora —¿Cómo te enteraste?

La directora me llamó. Me dio un sermón de los mil infiernos, diciéndome lo que habías hecho y también insultándonos como unas malnacidas. Nunca antes la había visto tan enojada —ella se ríe, pero luego ve mi mirada —¿Qué?

Con una determinación nunca antes sentida, avanzo hacia ella. Puedo notar un poco de asombro en su rostro.

—En lo único que tienes suerte, Jill, es en haber tenido una amiga que se preocupara por ti —le digo, con una falsa sonrisa —. No te alegres mucho por eso ahora.

Jill se queda en silencio, como meditando. Ahora hay un poco de tristeza en sus ojos verdes.

—Lo siento... —Se atasca, no puede decirlo bien. —Yo no quería...

Estaba en lo cierto.

Es idéntica a mi madre. Nunca podrá disculparse por algo.

—¿No querías qué? —La interrumpo en seco, al ver que ella no puede hablar —¿Porqué siempre te quedas malditamente callada? Dilo, Jill.

No me dice nada más, sólo mantiene la cabeza hacia abajo en silencio. Quiero escucharla disculparse, quiero que Jill por fin deje ese maldito orgullo que tiene.

—No quería pelear contigo —La escucho decir de nuevo, ella por fin me está viendo —, ni hacer que tú te cayeras —Aspira fuerte —. Es sólo que... soy una estúpida.

—Tienes razón —Le digo, y ella se ve sorprendida —  Una estúpida que no sabe valorar a nadie, no merece tener amigos, solamente morir sola, así como estás —No hay respuesta ante eso —. En todo lo que dijiste en la cafetería ese día, en algo tenías razón: no somos amigas. Tu diste la sentencia aquella vez. Nunca he sido parte de los que idolatran o odian a Nefertari, nunca me he ajuntado con alguien para sacarle información. Sin embargo, a pesar de que yo siempre te he entendido, Jill, tú no me has entendido a mí. Y creo que por eso es que no somos amigas. Tú nunca vas a entenderme, tú nunca entiendes a nadie. Por esa razón es que siempre estarás sola.

Abriendo y cerrando rápidamente los ojos, como si quiera llorar, Jill me observa dar la vuelta y irme para siempre de su lado. En un último intento, siento la mano de Jill jalarme hacia ella, lo que hace ver más de cerca de su rostro, a punto de llorar.

—No es cierto. No es cierto, Emely —Está como sollozando —. Sí somos amigas. Tú eres mi amiga. Perdóname.

Jill me agarra del hombro y me sostiene, como si estuviera dándome un abrazo. Ahora sí puedo confirmar que está sollozando.

—Jill... —Me detengo pensando que decirle, pero no quiero decir algo que pueda herirla más —Claro que eres mi amiga, siempre serás mi amiga. Jill...

Jill, con una sonrisa triste, se separa de mí y me dice:

—Gracias por todo lo que has hecho por mí, Emely, gracias por arriesgarlo todo por mí. Siempre supe que en el fondo tienes un carácter duro, siempre me ha gustado verlo en ti —La risa de Jill me contagia, a la vez que el timbre del final del recreo suena, haciendo que en el patio se forme un caos total —. Eso significa que ahora tenemos el control de la escuela, ¿eh? Amenazar a la máxima autoridad de una escuela. Ya estás aprendiendo.

🍁🍁🍁

En la casa, durante la tarde, me encuentro sola o través. Intento prepararme un sándwich, aunque sea, pero veo que la margarina se ha quemado y que el pan se está desboronando, lo que hace que mi paciencia se agote y casi tire todo por la ventana.

Intento tostar otro pan de nuevo, pero escucho un ruido venir de la sala, como si una caja de cereales se hubiera caído, lo que hace desconcentrarme.

Es la primera vez en mucho tiempo desde que ellos se presentan. Por un rato, todo se mantuvo tranquilo desde el día del ritual, mientras yo me preguntaba en que momento iban a volver a aparecer con un terror absoluto.

Y ahora han vuelto.

Justo ahora que estoy sola.

Dejo lo que estaba haciendo y me dirijo hacia la sala a paso lento, con las piernas temblando con escalofríos incontrolables. Siento un ardor en mi estómago y en el fondo de la garganta. La espalda me está sudando pequeñas gotas frías al igual que mis orejas, y mi cabeza gira en todos lados con alerta.

Están cerca.

Casi puedo sentir sus presencias...

Según Sara, cuando ellos aparecen, es que quieren algo, algunas veces comunicar algo. No estoy preparada para volver a verlos, pero tengo que...

Una sombra que llega hasta el techo se posa en frente de mí, las tinieblas que rodean su cuerpo cubren mis ojos.

Tengo que hacerlo...

—Ustedes...

No puedo articular otra palabra. Todo mi cuerpo se queda de piedra, viendo directamente a ese ser de oscuridad que también me observa incluso sin tener ojos.

Durante un largo momento, el tiempo parece congelarse. Me quedo estática, sin poder pestañear, sin poder hablar; obligada a ver a esa cosa sin poder hacer nada.

No es la única sombra que está presente.

Más de esas cosas vienen y se posan al lado de la primera sombra. Se quedan ahí, estáticos, como aguardando en el silencio, pero yo puedo leer sus movimientos justo a tiempo;

Todos se abalanzan hacia mí.

Entonces me echo a correr.

Todas las sombras me persiguen por la casa; sus largas piernas les ayudan a correr con pasos inmensos y ondos. No puedo correr con la misma velocidad que ellos.

"Están muy cerca, cada vez más cerca..."

"Intentan atraparme, quizás matarme".

"Están por todos lados".

Vienen detrás de mí saltando y emitiendo sonidos como de chimpancés.

"Van a atraparme..."

No puedo seguir el ritmo. Choco con una mesa y caigo al suelo. Intento removerme, pero la primera sombra se agacha frente a mí, acercando su rostro oscuro al mío.

—¡¿QUÉ ES LO QUE QUIEREN?! —grito, mis palabras tiemblan —¡Teníamos un trato! ¡No nos iban a hacer daño si lo cumplíamos!

Esa cosa parece balbucear algo, el sonido suena como un silbido que no puedo entender.

—No entiendo...

La sombra sin rostro gira la cabeza hacia otra criatura, y como si se entendieran sin explicar, la otra agarra un pedazo de papel de una mesa y empieza a escribir algo. Cuando termina, se acerca a mí y me tiende el papel. Al leer las letras, mi cuerpo se paraliza.

—¿Quieren que asesine a alguien hoy mismo?

Asiente.

—N-no sé si pueda hacerlo —Me está costando hablar —. Por favor, no me obliguen a hacerlo.

La sombra acaricia mi cabeza, pero esta vez si siento el tacto helado. Todas las demás están rodeándome, incluso la sombra que porta un sombrero.

—Ustedes... —Me detengo y sorbo por la nariz —¿Se sienten obligados a permanecer en este mundo? ¿Hay una razón por la que no pueden descansar en paz? —No hay respuestas, pero decido continuar —. No deberían de sentirse así. Todos vamos a morir algún día. Lo que hicieron en sus vidas fue útil, murieron defendiendo algo que ustedes valoraban, gracias a su sacrificio estamos vivos. Pero todos vamos a morir. Lamento que la gente los haya olvidado, que no les hayan dado el descanso que se merecen. Quiero que el pueblo esté bien, quiero que ustedes puedan descansar en paz, pero también quiero que nadie más sufra una muerte dolorosa por culpa de la Gema.

Parece como si mis palabras cambiarán algo en ellos, porque comienzan a susurrar en el mismo tono extraño de antes. Puedo sentir la conmoción en ellos como aceptación de mis palabras.

—Quiero decirles algo más... —continúo, pero esta vez decido ponerme en pie —. Tal ves no pueda solucionar nada, tal vez tenga que asesinar a pesar de todo. Pero por favor... denme un poco más de tiempo, no puedo hacerlo ahora.

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