Hola, ave siniestra, gran mentira alada,

Dócil y frágil ante los ojos, pero mi corazón, tu pico hiere, alma acorralada.

Tus plumas erizan el miedo en mi piel,

Frío y lamentos, hoy siento, en este cruel laurel.

Aún no sé por qué te temo, sombras del infierno acechan,

Corro, huyo, el temible fuego en tus alas se despechan.

En mi cuarto me escondo, oídos tapo,

No quiero el cántico de tu vuelo, ni tu pico, tampoco.

Eres como un dragón salvaje, lanzando fuego con desdén,

En la penumbra, mi alma busca un amparo también.

Las sombras del ave siniestra, en mi mente se enredan,

En este poema en prosa, mi miedo a ellas queda.

Horrible ser creado por el diablo,

Demonio que almas humanas toma, ejército incendiario, trágico halo.

Quisiera evitarte, no verte más,

Pero como centinela, en cada camino estás.

Ojos que envían miradas malignas,

Turban el alma, rompen las esquinas.

Ser maligno, torturador del mundo,

La única huida es que te vayas, profundo.

Siempre acechas, no sé cómo escapar,

Oh, maldito ser, mi existencia desbaratar.

Espero algún día poder ignorarte,

Romper las cadenas que me haces llevar.