5.ELLA


Eres la más hermosa, mi mirada testigo,

Si te marchas, amor futuro veo perdido.

Quizá ridículo parezca sentirme abandonado,

Pero esa es mi verdad, en tu ausencia, desolado.

No sé cuánto amor destila mi ser,

Cada día, tras mi ventana, te contemplo en placer.

Observo en silencio, oculto mi anhelo,

De tus ojos, mi secreto se hace destello.

En aulas distintas, compartíamos el destino,

Miradas bonitas, un lenguaje divino.

Mis ojos hallaban refugio en tu mirar,

Tímida respuesta, en tus ojos brillar.

Ignoro si notaste el amor que me invadía,

Coquetas miradas, en mi alma sembraban alegría.

Esperanza brotaba de esos encuentros furtivos,

Quizá, algún día, confesaré estos latidos cautivos.

Nunca supe por qué el silencio prevaleció,

Doncella inalcanzable, mi alma suspiró.

Un plebeyo, ante tus labios, sin voz,

En sueños, acaricio dulcemente tu calor.

Tu largo cabello, amado tesoro,

Juega con el brillo de tu piel, encanto sonoro.

Demasiado tímido, no pude confesar,

En sueños, tú me hablabas, sin despertar.

¿Acaso no sentías lo mismo en tu corazón?

Dudas agobiantes, mi alma en confusión.

¿Dónde estarás ahora, quién tu amor mereció?

Lamento no haber estado a la altura, lo siento, perdóname.

Mi vida persiste en su añoranza,

Ingenuo enamorado, en la ventana esperanza.

Te veo en los recuerdos, desdichados,

Observo tu andar, entre sombras, perturbado.

Soy el espectro que te sigue, en las calles sombrías,

Donde la tristeza se entrelaza con el día.

Un conjuro me ata a la desolada ventana,

Ante tu sombra, ya no me escondo, invisible en la alborada.

La distancia entre nosotros ahora me aterra,

Dimensiones distintas separan nuestra tierra.

Imposible romper el vidrio de esta prisión cruel,

Atrapado en la eternidad, en un duelo.

A través de los años, tu apariencia cambió,

Niños, sangre y pacto humano, alrededor te arropó.

Ángeles de Dios, hermosos como tú,

Te acompañan, como la promesa que se ciñó.

Hoy te veo apoyándote en sus hombros,

La niña de antaño, sus manos acarician con esmero.

El bastón, sólido y lujoso, en tus manos resplandece,

Un aire tenebroso por tu busto se estremece.

Pronto llegará el día, trajes oscuros danzarán,

En tu partida, en la eternidad, aquí esperaré, amada hallarán.

Reconozco la joven del primer día,

La máscara vieja, símbolo del viaje a la sombría.

No se rompió el portal hacia esa dimensión,

En esta prisión, no hay escape ni rendición.

Aunque veo la luz de aquel primer encuentro,

El viaje a las tinieblas será nuestro centro.

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