Acepto que siempre lo tuve todo, o casi todo, pero mi ambicioso corazón siempre deseaba más. El dinero y las posesiones llenaban mis manos, pero mi alma anhelaba algo más profundo.

Amplificadores, guitarras, música y libros adornaban mi vida, una casa bonita y una familia hermosa me rodeaban, ¿por qué entonces no era suficiente? Aunque el dinero no alcanzara para los grandes lujos, siempre tuve lo necesario, pero aún así, mi deseo de arriesgarme y obtener más persistía.

Hoy, ese deseo se volvió abrumador, y cuando estoy solo, no puedo contener las ganas de expresarlo en voz alta. La guitarra se convierte en mi confidente, y sus notas distorsionadas acompañan mi cántico infernal.

Las sombrías producen notas un eco tétrico que me sigue hasta los últimos rincones del infierno. Desde un agujero tenebroso que surge de la nada, el diablo se convierte en mi espectador en este lúgubre concierto.

Seductoras promesas de fama y lujuria emergen de mi música, nunca antes había escuchado sonidos tan melodiosos. Ahora estoy cautivo por el placer de mis notas, acepté ser su protegido, todo lo que siempre soñé está conmigo ahora, pero sin darme cuenta, mi familia se ha destruido.

Inmerso en lo que desconocidos aduladores me daban, abandoné todo lo que realmente amaba. El dinero, la lujuria y la fama ya no significan nada, y mi corazón se siente vacío.

Deseo deshacer este terrible pacto que firmé con sangre, pero ninguna cláusula ni ángel pueden salvarme. Se me ha otorgado todo lo que mencionaba ese oscuro pacto, y yo lo he disfrutado todo.

El diablo aparece reclamando lo que dice que es suyo, ya no tengo nada, es el precio a pagar. ¡Ven, diablo, soy tuyo!