En tu rostro humano, ¿un monstruo se oculta?

¿Es tu sonrisa sincera o engañosa y astuta?

Mi razón me advierte, estate siempre atento,

mas mi ingenuo corazón se rinde sin lamento.

Con globos y golosinas, cautivo quedé,

ignorando las advertencias, sin miedo me entregué,

vendé mis ojos a la razón, su voz acallé,

apacigüé el temor, dejando la precaución atrás.

Influenciado por el corazón, la relación se ríe,

de los enigmáticos chistes, la risa se despliega,

mas ¿por qué esa apariencia siniestra portas?

¿Es ese tu verdadero ser, el que aterra y transporta?

Descubro ahora que el mundo es un infierno,

los payasos son humanos, demonios internos,

ocultos tras pinturas y regalos hipócritas,

en este teatro sombrío, bufones en sus citas.

El circo de la vida, morada cruel y fría,

donde actuamos sin piedad, donde el dolor es poesía,

desconfiamos unos de otros en este juego macabro,

pero al mirarnos en el espejo, no vemos el reflejo claro.

Entre sombras y delineador, se quiebran los lentes,

al observar lo que soy, mi ser se resiente,

en el engañoso espejo de mi teatro oscuro,

sigo viendo al niño temeroso, sin notar el daño futuro.

Me he convertido en un payaso sin darme cuenta,

con chistes y regalos, causo daño en esta cuenta,

mi reflejo distorsionado, mi verdadero ser esquivo,

en el juego de los payasos, el dolor es el motivo.