La entrega eterna

          El lugar a donde habían mandado a llevar el “Delivery” estaba por una zona donde el motociclista no había pasado nunca, pero el GPS indicaba continuamente que era la única vía que existía para llegar a la entrega. Por un momento dudó pero considerándose bastante hábil y negando el temor que le causaba andar por esas zonas donde la calle se unía con un bosque oscuro y de donde había escuchado leyendas de espantos y mujeres de blanco.

          Antes de adentrarse en la aventura observó en su reloj la hora y eran las nueve y diez minutos, se dio cuenta que llegaría con tiempo de sobra a la entrega, haciendo un cálculo puramente especulativo porque realmente no tenía la certeza de donde estaba el lugar exactamente.

          Como acostumbraba a hacer debido a las altas horas de la noche en las que solía trabajar, tomó una bebida energética que combinó con un poco de café. Esto enseguida lo despertó y lo puso más activo y quizás un tanto más ansioso de lo que le gustaría, pero era mejor eso que dormirse en la carretera.

          Se acomodó en la maquina y la encendió, se puso su casco, sus guantes y apretó sus botas de motociclista abrazando la moto, que ronroneaba con un sonido que el disfrutaba, también se ajustó el bolso donde llevaba el pedido. Aceleró poco a poco colocándole más fuerza al girar de su puño.

          Como sintió confianza aceleró más, no quería durar tanto tiempo en esa zona ya que además de las leyendas de posibles mujeres de blanco y espantos, también se comentaba que era una zona de alta criminalidad. El motociclista ya había sido asaltado varias veces y quería evitar que eso volviese a pasar por el susto que representaba.

          Avanzó por una calle larga calle donde cada vez había menos casas y edificios, el lugar empezaba a estar cada vez más y más bordeado de arboles. Ya casi no parecía haber tráfico y la noche se tornó más oscura mientras más se adentraba en el camino,  el aire que arremetía en la parte descubierta de su cuello estaba frío. Y el cielo de pronto empezó a llenarse de nubes grises.

          El motociclista consideraba que la lluvia era uno de sus peores enemigos ya que en una moto no se tenían la mismas ventajas que en un auto; en un auto las personas no se mojaban por lo que no sentían tanto frío y mucho menos les caían gotas en los ojos que no los dejara ver, además que los autos con sus cuatros ruedas resultaban más estables a diferencia de las motos que con dos ruedas se solían deslizar en las calles húmedas y los suelos más lisos lo que provocaba que fuese mucho más difícil mantener el equilibrio o usar los frenos sin caerse.

          La lluvia no era conveniente para él en ese momento y más considerando que por la calle donde estaba andando estaba bastante deteriorada. 

          Sin darse cuenta ya todo tráfico había desaparecido, solo estaba él y su motocicleta, a su izquierda ahora tenía un inmenso bosque con arboles altos de lo que él pensó que era pino y a su derecha había una baranda de protección que impedía salirse del camino, ya que del otro lado había un risco con una caída inmensa de la que nadie sobreviviría.

          El camino era digno de cualquier película de terror, pero el motociclista se concentró en seguir avanzando, pronto el GPS anunció que debía seguir derecho por el camino por tan solo cinco minutos.

          El motociclista trató de enfocarse solo en el camino sin ni siquiera dar un vistazo a la majestuosa vista a un abismo natural donde los arboles se intercalaban con el cielo, donde las estrellas brillaban ante esa oscuridad de la calle que no estaba ni siquiera un poco iluminada. Aunque muchas personas de la zona habían insistido muchas veces al gobierno que ese trayecto necesitaba ser alumbrado, nunca se había hecho. Por lo que llevaba años permaneciendo oscuro.

          Sin embargo para él no era ningún problema pues las luces de su motocicleta funcionaban muy bien e incluso su tablero se iluminaba en la noche indicando la velocidad a la que andaba, en ese momento cuando observó iba a unos 80Km/h, iba relativamente lento con respecto a las velocidades que el normalmente alcanzaba. Incluso cuando tomaba una curva bajaba aún más la velocidad.

          Escuchó al GPS de su teléfono nuevamente anunciar que faltaban solo cinco minutos para llegar a su destino, pero él estaba casi seguro de que ya llevaba avanzando al menos cuatro minutos. No le dio muchas vueltas al asunto ya que el GPS normalmente tenía pequeños errores en sus cálculos, además todavía estaba a tiempo para la entrega.

          De pronto no sabía el porqué pero empezó a escuchar algo que no sabía describir bien, pero era como la combinación del grito de una persona o quizás el aullido de un animal. Más bien al escucharlo bien, parecía el pitido de algo.

          Casi enseguida recordó los cuentos que había escuchado tanto de sus compañeros de trabajo como de las personas que rodeaban la zona, aún así, decidió no voltear ni a la izquierda ni a la derecha solo miró al frente. Estaba seguro que así se iba a librar de cualquier entidad, maleficio o espanto que se le apareciera.

          Aunque el motociclista era una persona bastante temerosa, no le gustaba demostrarlo, aunque su cuerpo empezaba a mostrar las evidencias del miedo que empezaba a crecer poco a poco en sus pensamientos. Ya sus manos dentro de los guantes empezaban a sudar más de lo normal y sentía las gotas de sudor frías en su frente debajo de su casco.

          Estaba seguro que ya habían pasado otros cuatro minutos cuando el GPS volvió a mencionar que el destino estaba a tan solo cinco minutos nuevamente, justo en ese instante el motociclista empezó a respirar más rápido e intentó volver a convencerse de que había sido un error en el cálculo del GPS.

          Sin darse cuenta había aumentado su velocidad de 80 a 100 Km/h y de allí a 120, pero de pronto como de la nada, la frecuencia de un sonido fue aumentando hasta tal punto que después se escuchó un fuerte estruendo que sonaba como la estática de un televisor cuando no tiene señal, escuchar esto alteró un poco los sentidos del motociclista y lo hizo aligerar el acelerador en su puño.
          Después de tan solo dos minutos de escuchar ese tormentoso sonido empezó a sentirse mareado, cerró sus ojos varias veces con fuerza intentando recuperar su equilibrio pero no lo consiguió y aunque él no se daba cuenta estaba zigzagueando de izquierda a derecha sobre una calle oscura en la que por suerte no había más nadie que interrumpiera su paso.

          Algo hizo que empezara a ir más lento, pero no fue el mareo, ya que de eso él a penas pudo darse cuenta, era algo más ni siquiera fue curiosidad, sino más bien un instinto de defensa. Era ese resplandor que apareció sin previo aviso, parecía ir acompañado del fuerte sonido estático que tenía rato escuchando. Miró esa luz y se encegueció por unos instantes pero cuando sus ojos se acostumbraron al resplandor pudo observar algo que hubiese preferido no haber visto.

          Desde abajo, casi oculto en el bosque observó un objeto metálico que curiosamente parecía ser ligeramente trasparente, a pesar de su gran tamaño y de cubrir al menos unos siete arboles grandes, parecía camuflarse en el bosque, estaba flotando en el aire y parecía que quería mantenerse oculta pero de seguro algo había fallado. Porque aunque era pocamente visible su estructura, esa luz cegadora confirmaba que estaba ahí, eso también ese sonido delatador que emanaba posiblemente al levitar. 

          El motociclista no tuvo que razonarlo mucho, solo pudo darle un nombre en su mente. Era un platillo volador y estaba empezando a emerger hacia el cielo, era eso, estaba seguro y ni siquiera se lo cuestionó, esa nave hacía temblar el viento de tal forma que el sonido parecía entrarle por un oído y salirle por el otro, atravesando su cerebro como sí fuese una bala.   

          Cuando volvió en sí, se dio cuenta que se había detenido por completo, solo fue por un segundo pero la impresión lo hizo parecer una eternidad, temblando aceleró y no miró atrás, retomó su viaje alejándose lo más posible de lo que había observado. El sonido poco a poco se fue difuminando.

          Ni siquiera se dio cuenta que ya no tenía ni la más mínima precaución en su andar. Iba más acelerado de lo normal y no era tan observador ni precavido como lo había sido todo el camino. Solo quería salir de ese lugar rápido. No sabía lo que podría pasarle y tampoco tenía mente para imaginarlo.

          Su ansiedad aumentó a un nivel más allá de lo imaginable cuando el silencio que había conseguido al alejarse de la nave se vio interrumpido por el GPS que anunció por tercera vez que solo faltaban cinco minutos para que llegara a su destino. Esa voz fue como una explosión que hizo que en su cabeza estallara el pánico y ni siquiera se fijó en la velocidad y esta vez no tuvo que convencerse de nada, aceleró a todo lo que pudo. El corazón le latió tan rápido que sintió que lo tenía en la garganta como si se atarugara con un pedazo de manzana sin morder. Intentó balbucear algunas palabras que para él era un tipo de oración o plegaria, pero realmente no sabía lo que el mismo decía.

          Sus emociones tomaron el control absoluto de su cordura a tal nivel que empezó a sentir que algo lo seguía, estuvo así por unos cuantos segundos paranoicos mirando por el espejo a su derecha, pero no observó el platillo volador, era probable que se hubiera hecho invisible y ni siquiera lo podía ver, no estaba seguro de que ese platillo pudiera hacer eso pero era posible y eso era suficiente como para que no de desacelerara la moto.

          Después de unos instantes sintió que su razón tomaba nuevamente el control de sus acciones y bajó la velocidad y casi enseguida empezó a escuchar otro sonido, este le era familiar, pero no era el sonido perturbador que sonaba como la estática de un televisor. Más bien parecía el sonido de un motor rugiendo, muy parecido al sonido que hacía el sonido de su moto ronroneaba igual incluso era el mismo ritmo al que él ya estaba acostumbrado.

          Le tomó solo unos diez segundos perder la razón nuevamente y empezar a acelerar otra vez, en primera instancia había pensado que podía ser otro motociclista que pasaba por el camino y que le serviría de consuelo. Pero ese sonido le parecía tan familiar. Era prácticamente, no más bien era exactamente igual al de su motocicleta. En segunda instancia llegó a la conclusión de que era el mismo platillo volador, de seguro poseía un tipo de tecnología capaz de imitar los sonidos incluso de su propia motocicleta.

          Pasaron unos tres minutos más y ya no escuchó a más nadie, se empezó a dar cuenta para su alivio, que justo a la derecha había desaparecido el abismo boscoso, ahora empezaba a haber una llanura que se ocultaba ligeramente con una neblina como cobija, esta parecía aproximarse lentamente.

          Era algo diferente, el camino había cambiado notablemente incluso la calle parecía estar en mejores condiciones aunque todavía estaba sin iluminación. Ya pronto iba a salir de ahí y todo sería una simple anécdota para contarles a sus familiares. Sí, tenía que convencerse de eso.

          Por un momento empezó a pensar en la idea de regresar pero no era una opción factible para él, tan solo de pensar en el hecho de volver a pasar por el mismo lugar donde había visto aquél platillo volador le daba terror así que solo decidió seguir avanzando, el GPS indicaba que ya pronto llegaría a una zona donde había un pequeño pueblo. Allí se podría quedar durmiendo hasta el día siguiente donde tomaría el mismo camino pero en la mañana.

          Se dio cuenta que cada vez más la neblina tomaba toda la calle no dejando ver nada alrededor, no tuvo más opción que bajar su velocidad ya que le era muy difícil observar si había algún obstáculo en el camino. Como ideas fugaces se le venía a la cabeza que incluso la neblina había sido provocada por la presencia de aquél platillo, pero quería concentrarse en el camino y bloqueaba esas ideas constantemente solo deseando salir de allí.

          A lo lejos empezó a escuchar algo que al principio era como murmullos pero mientras más se acercaba a muy baja velocidad se hacían más y más fuertes hasta que en un punto empezó a escuchar una voz y cuando la escuchó empezó a sentir un escalofrío recorrer desde sus piernas a través de su espalda hasta su nuca.

          Había alguien ya ronco pidiendo ayuda a gritos, lo repetía una y otra vez, gritaba que se había quedado varado, lo que más lo desconcertó era que esos gritó aunque roncos y débiles parecían su voz, era su voz de eso estaba seguro. Era raro escucharse a sí mismo. ¿Las cosas o seres dentro del platillo volador imitaban su voz también? No era posible pues ellos no lo habían escuchado o ¿si lo habían hecho? Incrédulo y buscando explicación recordó cuando en su motocicleta empezó a hablar de alguna forma orando, debió ser allí cuando me escucharon y ahora quieren engañarme con mi propia voz.

          El motociclista decidió ignorar los gritos de ayuda y siguió avanzando hasta que desaparecieron, se engañó a sí mismo diciéndose que no había escuchado nada, que solo era su imaginación y anduvo por un rato más, hasta que la neblina desapareció, el alivio que sintió al ver la neblina desaparecer fue tan efímero como un parpadeo. Pues el mismo abismo que había recorrido antes volvió a aparecer a su derecha.

          Dijo todo tipo de palabras obscenas como gritando hacia el cielo, estaba tan molesto como asustado, la ira lo hizo descontrolarse. Quiso ignorar todo pero luego se puso paranoico y empezó a pensar que los mismos seres del platillo volador de alguna forma estaban distorsionando el tiempo, esa era la única explicación. Quizás la había inventando por la gran cantidad de películas que rondaban en su cabeza, pero era lo único que para él tenía sentido en ese momento.

          Decidió no seguir pensando y simplemente actuar. Pues mientras más pensaba más tormentoso se volvía el camino.

          Ese tramo ya se lo conocía, era idéntico al que había pasado justo antes de ver al platillo volador, así que empezó a acelerar, y aunque trató de no mirar a la derecha cuando empezó a escuchar el estático sonido y la deslumbrante luz, no pudo evitarlo, esta vez aunque sintió miedo no se detuvo y siguió avanzando ignorando todo, sin pensar en nada. Estaba seguro que esta vez el sonido no lo había mareado pero si le había afectado la cabeza, tenía un fuerte dolor que intentaba ignorar con todas sus fuerzas.

          Pronto confundido y a penas pudiendo manejar, se sintió parecido a como se siente un hombre después de una resaca. Ya ni siquiera podía sentir miedo. Pero aún así tuvo esperanza y estas aumentaron cuando observó más delante de él otra motocicleta que iba con prisa, iba demasiado rápido. Sí lo alcanzaba era probable que juntos pudieran escapar de ese lugar, pero el hombre o mujer que iba delante de él no se preocupó en lo más mínimo por detenerse sino que aceleró aún más. ¿Había sentido un miedo igual al que sintió él cuando huyó? Era posible. No lo podía culpar.

          No pudo alcanzarlo y pronto se dio cuenta que el combustible se estaba agotando y no podía seguir acelerando la motocicleta porque terminaría por acabarse más rápido.

          La cabeza le punzaba tanto que el motociclista sudando frío se detuvo un instante justo unos kilómetros después de donde terminaba el abismo y estaba empezando a aparecer nuevamente la neblina.

          Se quitó desesperado el casco y los guantes, no quería permanecer mucho tiempo allí, estaba sobre un terreno de tierra justo viendo la neblina a su lado. Cuando de pronto su motocicleta se apagó sin previo aviso, hizo un par de intentos por encenderla pero no quiso. Había entrado en pánico cuando la neblina empezaba a arroparlo.  Apretó sus puños con tanta furia que sintió como le tronaban los dedos, eran ellos, estaba convencido que las criaturas de el platillo volador estaban haciendo todo esto, él los había visto y ese era motivo suficiente como para atormentarlo. Solo lo pensó pero lo negó con su cabeza y se concentró en el problema.

          La moto nunca antes le había fallado pero por más que intentó encenderla esta no quiso. Se había calentado por la velocidad a la que iba. Tenía que ser eso, se engañó a sí mismo… Ahora nada más le tocaba esperar.

          El motociclista observó su teléfono y se dio cuenta que justo en esa zona no había nada de cobertura. Eso explicaría porque la voz del GPS se había callado. Pero lo que le extrañó más fue la hora que marcaba el teléfono y al observar su reloj se dio cuenta que todo era una locura y le dio mucho más sentido a la teoría de la distorsión del tiempo.

          Solo habían pasado diez minutos desde que había tomado la orden de entrega. Eran las nueve con veinte minutos, tanto su teléfono como su reloj decían lo mismo, pero eso no era posible, el sentía que había estado alrededor de cuarenta y cinco minutos dando vueltas. Enojado revisó su bolso para ver que le habían mandado a enviar pero no era nada del otro mundo.

          Unos platos de comida china, eran cuatro de ellos. Todo esto le estaba pasando por cuatro míseros platos de comida china. Sintió tanta ira y frustración que casi los arroja al suelo pero se dio cuenta que como estaba perdido probablemente esa sería su única fuente de alimento.

          Pensó en arrastrar su moto hasta una altura y después lanzarse con ella en la carretera aunque estuviese apagada, pero la neblina no le daba la suficiente confianza y ya empezaba a cubrirlo todo. Decidió mejor esperar. Y allí estuvo aproximadamente treinta minutos intentando no pensar en nada, pero la imagen del platillo volador saltaba una y otra vez a su cabeza sin querer salir, ya había decidido intentar encender la moto nuevamente.

          El frío empezaba a hacerlo temblar, a pesar de que iba vestido con una chaqueta larga y gruesa. Quizás era un frío más de miedo que de otra cosa.

          Justo cuando se iba a acercar a la moto, observó sobre el cielo… provenir de la neblina a la derecha del camino el platillo volador, era el mismo que había visto antes y le dio frustración haber pensando en él porque de alguna forma parecía que lo hubiese invocado. El platillo empezó a acercarse y por un momento se paralizó hasta que ya lo tuvo suficientemente cerca.

          El sonido estático le afectó en tal nivel los tímpanos de los oídos que cayó al suelo adolorido tapándoselos, dio un grito muy fuerte pero no era posible ni siquiera para él mismo escucharlo. Se había quedado sordo.

          Cuando el sonido se detuvo, aún en el suelo frío, lleno de tierra miró hacia arriba y sintió un dolor agudo en el pecho que como un corrientazo saltó a su brazo izquierdo parecía un infarto, pero no era eso. Era el impacto del susto de lo que sus ojos estaban viendo y su mente no quería aceptar, allí estaba una criatura alargada y delgada, con piel grisácea, una gran cabeza y grande ojos negros tan profundos como la inmensidad que se observa al ver las estrellas.

          Puso sus alargadas manos sobre el hombro del motociclista, que se paró rápidamente y empezó a correr desesperado a través de la neblina. Gritaba una y otra vez pidiendo ayuda, pero nadie lo escuchaba, él también todavía seguía sordo así fue durante unos diez minutos mientras ya se quedaba sin aliento.

          Por un momento vio una luz que se acercaba hacia él, no era la luz del platillo volador sino más bien la luz de un vehículo. Aunque ya le ardía la garganta gritó con más fuerza pero la persona que iba en la motocicleta aunque iba a una baja velocidad no se detuvo, lo ignoró por completo. Ya no sabía cuántas horas había caminado en la neblina hasta que de pronto se dio cuenta que allí estaba nuevamente su motocicleta.

          Había algo... quizás el mismo platillo volador y los seres dentro, que lo mantenía en un bucle eterno en ese lugar. Quizás ya habían pasado más de ocho horas y seguía siendo de noche.

          El motociclista se acercó a su moto con la esperanza de que pudiera avanzar pero algo era diferente. Era su misma motocicleta pero ya no tenía combustible y además estaba mojada y la comida alguien más se la había comido. No quiso buscarle más explicación al asunto y desconsolado siguió caminando por una hora más y nuevamente observó a su motocicleta.

          Su motocicleta seguía en el mismo lugar pero esta vez sí tenía combustible y la comida seguía intacta, dio un grito mientras se jalaba el cabello de su cabeza. ¿Algo estaba jugando con su mente? No sabía exactamente lo que pasaba pero el hambre no lo dejó pensar mucho y se comió todos los platos de comida china y con esperanza encendió la motocicleta y esta encendió con éxito. Fue con cuidado en la neblina, podía ver la sombra de los seres altos y grises merodeando el lugar, estaban allí de eso estaba seguro aunque ya no podía escucharlos, ya ni tenía mente para hacer teorías, simplemente avanzaba.

          Así estuvo por un tiempo, se alegró cuando la neblina parecía desvanecerse y empezaba a llover, sentía que realmente estaba avanzando hasta que la motocicleta se detuvo sin remedio. No había logrado avanzar nada, estaba exactamente en el mismo lugar en donde había empezado y ya no había mucho que hacer. La neblina no tardó mucho en reaparecer.

          Agotado y sediento se tiró en el suelo a aguardar y sin darse cuenta se había dormido.

          Pronto sintió como unas manos acariciaban la piel de su rostro y después otros sostenían sus brazos. Gritó, lo hizo tan alto que pudo sentir como sus oídos se destapaban y volvía a escuchar, los seres grises lo sostuvieron con una firmeza que ni con todas las fuerzas pudo escaparse pronto apareció el platillo volador y se lo llevaron con ellos.

          De pronto estaba nuevamente en la carretera solo faltan dos minutos para llegar a su destino dijo el GPS, mientras que el motociclista empujaba su moto a una estación de servicio que estaba fuera de la neblina. No recordaba cómo había llegado allí, y sentía el agotamiento físico de dos, tres días o quizás una semana. Pero cuando vio su teléfono se dio cuenta que solo eran las nueve con treinta minutos.

          Cuando llenó el tanque de la moto en la estación de gasolina y revisó su bolso para hacer la entrega, se dio cuenta que la comida china ya no estaba, alguien se la había comido. Eso solo significaba una sola cosa para él, TODO HABÍA SIDO REAL.

Fin.

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