Agua de vida

          La noche antes de llegar aquí, claro que la recuerdo. Recuerdo que era una noche sin estrellas visibles, oscura como nunca había visto, donde solo existía el color cuando un relámpago alumbraba todo, pero cuando no, todo parecía estar en blanco y negro, el viento y la lluvia arremetían fuertemente. El barco en el que íbamos en aquél momento se mecía con tanta fuerza que parecía que se voltearía en cualquier momento, como una mecedora que llega a su límite. Antes de aquél evento, nunca había visto olas venir de todas las direcciones. Era como sí el mismísimo mar estuviera atacándonos.

          El capitán Abel había llegado a su límite de cordura. Todo lo que había pasado en esos últimos meses lo habían dejado lo suficientemente traumado como para querer enfrentar semejante tormenta sin importar más nada y no era el único con este pensamiento, los pocos tripulantes que habíamos sobrevivido pensábamos igual, no podíamos quedarnos en esa isla maldita ni siquiera un segundo más.

           Pero no era, la lluvia, el viento ni siquiera los rayos cayendo cerca de nuestro barco atunero lo que más nos preocupaba, sino lo que nos aguardaba en la isla y las aguas a su alrededor sobre todo esa entidad que ellos consideraban majestuosa.

          Todo allí aunque en un principio pareció maravilloso en realidad era algo más que tenebroso y sombrío, debimos saberlo desde el primer día que llegamos a la isla, llenos de esperanzas y grandes ambiciones sobre todo el capitán Abel.

           Mi amigo del alma Denis fue el que tuvo la gran idea de visitar la isla, pero aún así no lo culpo a él por todo lo que pasó después, ya que ninguno se negó cuando él lo propuso, pues sonaba como el plan perfecto.

          La idea se le había ocurrido luego de ver en las noticias un anuncio sobre una isla milagrosa de nombre Cuarim, era una de las pocas islas pobladas en lo más alejado al sur del pacífico. Una de la que ninguno de nosotros había escuchado antes, probablemente por su inmensa pobreza y nula importancia por tantos años.

          Lo primero que debió causarnos sospecha era que de la nada la isla había empezado a llamar la atención de varios inversionistas y científicos de todo tipo, ya que se habían descubierto floras y faunas de formas y colores nunca antes vistos, entre los animales resaltaba una nueva especie de pez. Un pez azul muy parecido a un salmón pero con un color totalmente diferente y al menos veinte veces su tamaño, los que lo habían probado decían que era el pez más sabroso del mundo y luego me di cuenta que no estaban equivocados.
       
          Nuestro barco atunero que funcionaba con un mecanismo de red de cerco normalmente no nos había dado problema antes, pero desde el primer día antes de llegar a la isla tuvimos un inconveniente que debió darnos una pista de lo que se venía. Ese día la temperatura había bajado notablemente y el frío era a penas soportable las olas eran tan altas que por poco no repasaban el barco. La tripulación de doce marineros hizo lo imposible para que el barco no se hundiera.

          El barco no se hundió pero algo nos había golpeado tan fuerte que incluso había abierto una gran apertura en uno de los costados, Barney uno de los cocineros aseguraba haber visto un animal rápido entrar por la apertura, él dijo que parecía algún tipo de pulpo pues aseguraba haber visto uno de sus tentáculos, para el resto de la tripulación fue solo una confusión, el cocinero ese día había bebido de más y no era de confianza su palabra.

          El punto era que la apertura había hecho que el agua entrara al camerino de Lucius. Lo curioso es que desde ese preciso instante no recuerdo haber visto a Lucius más. Era como si el mar se lo hubiera tragado, pero los otros marineros de la tripulación incluyendo al capitán Abel, pensaron que él había dejado el barco mucho antes de zarpar a la isla, así que durante todo el viaje no se preocuparon.

          Era cierto que Lucius acostumbraba a abandonar el barco para no trabajar, pero ese día yo juré haberlo visto durante el viaje, yo nunca me creí eso de que no había venido con nosotros.

          Habíamos llegado a la isla asustados y cansados pero nos recibieron con alegría y entusiasmo. Todos nosotros estábamos extrañados por lo que veían nuestros ojos. Parecía otro mundo desde el momento en que pisabas la tierra del lugar.

           El pasto era de un verdoso casi azul real que no parecía natural, las estrellas del cielo parecían brillar con más intensidad en una atmosfera donde se respiraba un aire dulce y sano, incluso parecía haber una humedad refrescante, pero el cielo parecía verse de un color azul purpúreo en la noche, como sí justo en la isla hubiera algo que cambiara la percepción de los ojos.

          Los arboles de peras tenían un color aguamarina, las manzanas luchaban por ser un rojo y un morado puro y las naranjas un verde oscuro, a pesar de los colores todo se veía saludable, fuerte y apetitoso, además que todos mis compañeros coincidirían conmigo al decir que las frutas y verduras del lugar eran las más jugosas y dulces que hubiésemos probado.

           Los isleños fueron muy amables los días que nuestro barco estaba siendo reparado. El líder de ellos el señor Ramón Ralco nos ofreció varias cabañas acogedoras y frescas con chimeneas estrambóticas en donde nos quedamos por días. El olor en el viento cada día fue llamativo, era como a rocío de césped puro combinado con la sal del mar.

           El viejo nos contó la historia de la isla que más bien parecía la leyenda sobre un ser llamado Aqua Vitalis, él nos contó que todo empezó hacía solo seis años, cuando la mayoría de los isleños estaban muriendo de hambre y de sed, cuando ya en la tierra no había nada sembrado y cuando lo único que comían eran pequeñas sardinas que quedaban en sus redes, cangrejos viejos que llegaban a la orilla y una que otra gaviota que atrapaban herida.

           En esos tiempos oscuros todo índice de humanidad entre los isleños se había perdido y más bien ahora vivían en una competencia por sobrevivir, parecían salvajes rogando por no morir de hambre. Hasta que una noche en su pequeño bote de pesca el mismo señor Ramón mientras había durado horas pescando, ya mareado con su cuerpo agotado, y débil del hambre presenció el milagro.

           El bote en el que iba terminó volteándose debido a la gran ola que lo arremetió ese día casi ahogándolo, cientos de esos extraños peces azules de gran tamaño que casi brillaban en la oscuridad venían en las olas revolcados por la fuerza del mar, el señor Ramón no tenía fuerzas para volver a la superficie y sin aire en sus pulmones ese día se desmayó esperando simplemente morir, pero al despertar no estaba muerto, escupió agua salada y estaba vivo en la orilla.

           Pudo ver al ser majestuoso que desde ese momento había sido su salvador este lo soltó en la arena, era bastante alto y aunque su vista estaba borrosa, pudo a penas observar como regresaba al mar y se sumergía, parecía controlar y tranquilizar las olas. El señor Ramón solo pudo asociarlo a un tipo de tritón o señor del mar.

           Ese día todos los isleños salieron de sus casas porque el mar había tomado casi toda la orilla de la isla, se había llevado al viejo puerto y los peces azul brillante saltaban del agua, todos pescaron ese día de noche y a pesar de las horas se dieron un gran banquete que revivió las esperanzas del pueblo.   

           Luego de eso empezaron a ocurrir más milagros, uno tras otros, todos asociados al mismo ser.

           Empezó a llover más desde ese día y la lluvia parecía tan bendecida y pura como los mismos peces, todos en la isla tenían la teoría de que era debido a la lluvia y el agua del mar de ese día que todo empezó a cambiar su color, sabor y tamaño.

           Pronto más personas empezaron a ver al extraño ser, que ahora empezaban a adorar los isleños de Cuarim  lo veían chapotear en las noches aunque nunca directamente, este a veces los guiaba a los mejores sitios de pesca y atraía a las orillas a esos inmensos peces. También el señor Ramón aseguraba que el mismo Aqua Vitalis era el que hacía que lloviera y desde entonces todos los frutos fueron más grandes y nutritivos, la tierra más fértil y hasta los mismos isleños más amables.

           Todo en la isla parecía perfecto, cuanto más días pasábamos con el grandioso clima y la mejor comida del mundo nos empezábamos a dar cuenta que probablemente ya no íbamos a querer irnos, todo parecía un paraíso incluso nos acostumbramos a las extrañas celebraciones que hacían cada noche que servían como adoración al dios Aqua Vitalis.

           Pero no todo era tan perfecto. Entre las personas empezamos a notar un patrón extraños que no podía ser coincidencia, en cada familia había una persona enferma, lisiada o con algún impedimento, del habla, el oído, la vista, el olfato e incluso unos no parecían ni poder moverse. En un principio nos pareció algo normal hasta que durante los días el mismo capitán Abel comentó que era muy extraño que toda familia tuviese a algún familiar enfermo. Incluso el mismo señor Ramón tenía a su esposa incapacitada de las piernas, empezó a preocuparnos mucho más cuando de pronto dos de mis compañeros Bernardo y Harry perdieron el habla después de pasar una noche pescando bajo la lluvia. Lo más raro es que por más que le dijimos que escribieran lo que les había sucedido nunca lo hicieron.

           En ese momento no lo sabíamos pero ahora estoy completamente seguro de que ese mismo dios que les había dado todo a los isleños, era el que poco a poco les estaba quitando parte de su vida.

           Luego de esperar alrededor de una semana nuestro barco estuvo listo y nos preparábamos para nuestra primera pesca, ese día madrugamos y ninguno quería salir de la isla a excepción de Bernardo y Harry que parecían estar desesperado por irse de ella. Pronto ambos tomaron un barco privado de turistas y se fueron para no regresar, hubiera deseado haberme ido con ellos en aquél entonces que se podía de una manera fácil.

           Ese mismo día fui capaz de comprender la desesperación de ellos dos por irse, y más teniendo en cuenta que supe que nunca pudieron volver a decir ni una sola palabra. 

           Cuando ya estábamos alejándonos de la isla empezamos a notar enseguida una densa niebla que raramente hizo desaparecer el cielo y nuestro alrededor, era cierto que era de madrugada pero era muy extraño que estuviese tan oscuro. No fui el único que ese día empezó a escuchar voces como susurros que venía de el mar, parecían como zumbidos o palabras de personas como si fuesen un soplido. No podía ser ningún animal, lo asociamos erradamente al sonido del eco de las olas al chocar las rocas.

           Estuvimos trabajando por horas y en ningún momento dejamos de escuchar esas extrañas voces y de pronto casi de la nada escuchamos un grito de auxilio, toda la tripulación incluyendo al capitán Abel corrimos a socorrer a Claudia, una de las enfermeras. Cuando llegamos ella yacía en el suelo temblando y sosteniendo sus ojos cuando se quitó las manos pudimos observar que estos estaban blancos, habían perdido la luz que los caracterizaba.

           Ella gritaba con tristeza que estaba ciega y que un ser extraño la había tomado del cuello hasta dejarla inconsciente y cuando despertó ya no podía ver. La historia no convenció a todos pero el capitán Abel sospechaba que algo en la isla era lo que había provocado que Bernardo y Harry quedaran mudos y ahora Claudia quedara ciega.

           La pesca ese día había sido muy buena y había generado más ganancias de las que el Capitán Abel había hecho en solo un mes.

           Varios días seguimos así, pescando cada mañana detrás de la extraña neblina, pero poco a poco nos dimos cuenta que mientras más tarde se hacía más se acrecentaban los extraños susurros. Después de un mes ya éramos ricos.

           Yo estaba bastante contento por cómo iban las cosas incluso había comprado una cabaña en la isla.

         Con el tiempo nos volvimos más vigilantes y mejores pescando, creíamos que teníamos el completo control, incluso nos empezamos a apoyar con dos lanchas una de esas las manejaba yo. Junto a mi amigo del alma Denis. En aquél entonces nos alejamos bastante de nuestro barco y pasamos el borde donde estaba la neblina creíamos que ese sería un mejor lugar para pescar, libre de esos susurros atormentadores, pero cometimos un error.

           Era cierto que allí no se escuchaban susurros, pero el sonido del silencio ya resultaba inquietante, duramos horas allí en silencio intentando pescar algo, pero aunque no habíamos capturado nada, decidí quedarme un rato más para descansar. Denis por su parte no se negó y guardó silencio por más tiempo, cosa que ya resultaba sospechosa porque él era el tipo de persona que hablaba hasta dormido.

           Me dio tiempo incluso de tomar una siesta, y cuando desperté me di cuenta que Denis seguía en el mismo lugar y en la misma posición, sentado allí aguardando, intenté hablarle pero no me respondió pensé que estaba dormido pero estaba bastante equivocado, pronto me acerqué a él y le toqué la mano que aguardaba sosteniendo la red de pesca. Esta estaba tan fría que parecía de un hombre sin vida. Lo apreté fuerte y él no se movió. Me paralicé de miedo en ese momento mis ojos se cristalizaron.

           Denis no parecía muerto pero estaba congelado inmóvil como sí se fuese quedado sin su alma o como sí su cerebro se hubiese muerto. Casi enseguida lo recosté en la lancha y empecé a encender el motor para salir de allí pero en el momento que volteé algo pareció saltar del agua y de manera rápida tomó el cuerpo de Denis y se lo llevó a la profundidad del mar, a penas y pude ver un tipo de tentáculo grisáceo mezclado con verde. Quise tener el valor de lanzarme al agua pero no pude, empecé a temblar impotente. Luego de unos minutos intentando reaccionar encendí la lancha y me marché, iba a todo lo que ella daba.

          Tenía la sensación que la misma cosa que se había llevado a Denis ahora estaba detrás de mí, de pronto escuché su voz, la de mi amigo. Decía como un susurro mi nombre “Dylan”. No podía ser él. No podía detenerme así que seguí y qué bueno que no me detuve porque probablemente ahora estaría muerto.

           Cuando llegué al barco, apagué la lancha y subí casi sin aire, empecé a gritar intentando llamar la atención de alguien. Teníamos que ir a rescatar a Denis. Pero la niebla cubría todo el barco y nadie respondió. No era posible que ninguno me hubiera escuchado, así que caminé lentamente a sala de mando del capitán, cuando llegué allí él se sorprendió de verme con vida, sin decirme palabra alguna por medio de señas me dijo que guardara silencio.

          Le conté que algo se había llevado a Denis y que teníamos que ir a buscarlo, pero él me contó una historia similar de lo que le había pasado a Laurel el jefe de maquinas y Tony su asistente. “Algo se escondía en la neblina y se los llevó” el capitán lo describió como un pulpo con torso parecido al del cadáver de un humano que dejaba ver sus costillas, su cabeza parecía más bien una protuberancia con algo parecido a la mandíbula de un insecto con hendiduras que podrían ser sus ojos. Su piel era gruesa y gris verdosa. Se movía rápido incluso fuera del agua.

            Esperamos allí al menos una hora escuchando susurros de voces pidiendo socorro, nos dimos cuenta de que no podían ser reales ya que escuchamos a Bernardo y Harry que ya ni podían hablar y que además se habían ido bien lejos. Luego de un tiempo más, cuando ya empezaba a anochecer todo se calló y el capitán decidió regresar a la isla, lo que debió ser el peor error del mundo.

           Recuerdo que todos bajamos de ese barco de golpe asustados, todos nos reunimos en la cabaña del capitán a conversar lo sucedido y todos habíamos llegado a la conclusión que no podíamos permanecer ni siquiera un instante más en la isla, solo quedábamos seis de nosotros, incluyendo a una Claudia que seguía ciega. Luego de discutir, tomamos varias  escopetas, gasolina y antorchas improvisadas, planeábamos salir justo en la mañana cuando ya todo estuviera más calmado.

           Esa noche escuchamos un canto… uno que ya todos conocíamos, pues habíamos ido a las reuniones de los isleños, pero esta vez no parecía un canto alegre, sino más bien un canto sombrío de adoración. Estaban reunidos y se escuchaban sus pasos al ritmo de su voz, esto nos incomodó a todos y la tensión se rompió cuando tocaron finalmente la puerta del capitán.

           El señor Ramón observó que todos estábamos allí y él estaba con una multitud detrás de él esperando. Él había venido a invitarnos a otra de sus reuniones, el capitán Abel en nombre de todos quiso rechazar la oferta repetidas veces, pero el viejo era insistente y realmente parecía obligatoria la asistencia, aunque él no lo mencionara todos nos sentimos amenazados. Salimos entonces de la cabaña y allí estaban los isleños más armados que nosotros.

           No tuvieron que decir ninguna palabra ni dar ningunas explicación. Nos unimos a ellos y avanzamos en una fila hasta llegar a una playa cerca del puerto en donde ellos formaron un circulo y siguieron con su cantico esta vez más acelerado, el capitán Abel miraba en todas las direcciones como buscando la forma de escapar del lugar.

           En medio de los canticos una criatura de aspecto humanoide empezó a emerger del mar, todos los isleños se arrodillaron, nosotros los imitamos, yo no quise verla en un principio, pero se movía con sus tentáculos arrastrándolos en la arena pudimos escuchar un susurro que decía “Buenas noches”. Y todos respondieron “Buenas noches Aqua Vitalis”.

           La criatura se movía rápido alrededor de todos y de pronto de la nada levantó a una de las jóvenes isleñas que estaba arrodillada, la tomó con uno de sus tentáculos y le rodeó todo el cuello y la cintura, yo esa vez no pude evitar observarlos, su aspecto era abominable al verlo empecé a temblar.

           Era un hibrido, un tipo de mutante con una espalda fuerte casi humana pero con espinas y pelos parecidos a cuerdas gruesas, tenía ocho tentáculos en vez de piernas, de su pecho salían huesos que parecían destrozar su cuerpo, uno de sus brazos era humano mientras que el otro parecía una aleta de tiburón. Estaba oscuro y su rostro amorfo no se definía. 

            De pronto la joven empezó a gritar desesperada, pude escuchar su llanto y pude ver como la cosa que los isleños llamaban dios, le arrebataba algo, era como un flujo de energía brillante que salía de ella hacía él. Luego la soltó y fue a por otro, yo estaba temblando cada vez más, cuando pasó en frente de mí. Cuando tomó al segundo, hizo lo mismo, el hombre cayó al suelo, de alguna forma el Aqua Vitalis había adquirido un poco más forma de humano. Y luego se marchó y regresó al mar.

           El capitán Abel me miró como diciéndome que teníamos que salir de allí cuanto antes, todos empezaron a caminar en fila y en ese momento empecé a correr a la cabaña del capitán los demás me siguieron. Cuando llegamos a ella, recogimos todo lo que habíamos reunido. Incluida las armas y fuimos cuanto antes al barco.

            No tardamos mucho en empezar a avanzar cuando el cielo empezó a oscurecerse.

            Mientras más nos alejábamos de la isla, el mar parecía atacar con más agresividad. Todos sabíamos que era esa criatura que controlaba incluso la lluvia en medio del caos de un barco que se mecía sin dejar de avanzar. El capitán estaba decidido, no podíamos regresar, incluso los mismos isleños eran parte de una secta de adoración a esa criatura.

            En medio de la lluvia empezamos a escuchar los mismos susurros, todos corrimos a por las armas mientras la criatura se escabullía sin dejarse ver, los destellos de relámpagos nos permitieron ver uno de sus tentáculos sacudiéndose en el agua, disparamos con las escopetas pero no parecían afectarle. De pronto rápidamente a nuestras espaldas sonó un estruendo parecido al del cuando dejas caer la red de cerco en el barco.

          La criatura se estaba moviendo en un barco a penas estable, a veces medía dos metros y medio pero cuando se alzaba con sus tentáculos podía medir hasta tres. Le disparamos justo al frente pero esto no parecía hacerle nada, sacudió al capitán Abel arrojándolo al piso luego lo tomó con dos tentáculos y lo estiró tanto que terminó derramando sus tripas encima de nosotros. Al ver que las escopetas no funcionaban una parte de nosotros saltamos al mar, cosa que había sido una pésima idea. La criatura saltó con nosotros y nos tomó uno a uno incluyéndome y nos regresó al barco. Nos sacudimos con fuerza intentando zafarnos, la criatura empezó a absorber algo en nosotros.

           Recuerdo que sentí un fuerte dolor en el pecho que me paralizó, uno de mis compañeros casi pudo zafarse de los tentáculos pero la criatura se hartó y le gritó con múltiple voces que se quedara quieto cosa a la que él no le hizo caso. El Aqua vitalis lo sacudió como trapo sucio sobre el barco, sus huesos tronaron y salpicaba sangre y agua por doquier, lo mató al tercer golpe que fue cuando cayó y dejó de luchar.

          Sofía la otra enfermera del barco empezó a verter gasolina sobre la criatura que aún seguía absorbiendo nuestro cuerpo. La criatura no era bruta y cuando se dio cuenta de esto nos soltó de nuevo hacia el mar. La enfermera aprovechó para encender la gasolina y quemar a la criatura que gritaba con diferentes voces hasta arrojarse al mar.

          No dudamos ni un segundo en hacer avanzar el barco y alejarnos lo más posible de la isla, no pudimos dormir en todo el viaje, esperando que la criatura no volviese a aparecer.

           Así fue como pudimos salir de esa isla, señor… más de la mitad de mis compañeros  murieron como les he explicado, nosotros somos los únicos que sobrevivimos a ese día, los demás los absorbió esa criatura o terminó destrozándolos, no sé sí se los comía. Lo que sí sé es que necesita a los seres humanos para hacerse más fuerte, más inteligente e incluso para poder sobrevivir.

Fin.

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