Epílogo

                1 año después

—Auch. —Elalba se queja cuando se equivoca al dar una puntada y la aguja se entierra un poco en su dedo.
Subo la mano hasta mi boca para reírme, me fulmina con su mirada y pone los ojos en blanco.
—¿Te apetece si te cambio de trabajo a ver si te hace tanta gracia cuando te pinches? —Con una sonrisa reluciente y divertida, niego.

—¿En serio quieres ser cocinera? me quemo mínimo cuatro veces por día. —Alzo los brazos.

—Ya ya ya. No me molestes y ve a servir a tus comensales. —Ahora soy yo quien pone los ojos en blanco y deposito un beso sobre su coronilla.

Me alejo de ella pero me quedo unos minutos en la puerta para observarla en la distancia.
La rubia se pone de pie y por detrás, Josh llega y la abraza, sus manos se entrelazan en la cintura de mi hermana.
El moreno le da un beso en la mejilla y ella responde sonriendo amplia y cerrando los párpados.

Asqueroso, totalmente asqueroso.

Salgo del local de mi hermana y camino los pocos pasos que lo separan de mi restaurante.
Me negué a recibir dinero del Rey Lebah pero no pude negarme a recibir la herencia de mi familia.
Así que invertí el dinero en abrir dos locales, el uno junto al otro.

Una tienda de ropa, hecha en exclusividad para mi hermana y sus ayudantes -entre ellas Maritza- y un restaurante para mí.

Me quedo parada unos segundos para apreciar el letrero que acaban de enviarnos, el nombre de mi restaurante.

       Las Reglas De La Princesa.

Me adentro en mi local y a mi paso, todas las personas me saludan.

Llego hasta la cocina y veo a las tres chicas que cocinan conmigo charlando entre ellas.
—Buenos días, jefa. —Dice una de ellas, le sonrío y gesticulo con la cabeza.

Ahora vivo en una casa mediana. No tengo oro ni tampoco vestidos que cuesten miles, ya no duermo sobre dinero ni tengo grandes y floridos jardines.
Pero ahora tengo todo lo que siempre he añorado y así soy feliz.

Ethan y Josh retomaron sus puestos en el ejército.
Resulta peligroso a veces y más de una noche he estado sin dormir, esperando ansiosa su regreso pero así es como ellos desean vivir.
Así es como desean pasar el resto de sus vidas y así es como quiero que vivan, teniendo derecho a escoger quienes son.

Sin embargo y a pesar de mi nuevo y humilde estatus, no he podido librarme de que el Rey Lebah se presente voluntario para organizar nuestra boda.
Según él, será un evento discreto.

Según yo... bueno, eso ya da igual.

—El plato número 7 para la mesa doce. —Grita Tiffany, una de las chicas. Asiento y agarro el plato entre mis manos.
Camino hasta el salón y sin mirar, pongo el plato sobre la mesa.

—Disculpe... estoy buscando a la cocinera. Me han dicho que es rubia, que está un poco loca y que tiene aires muy... reales. También me dicen que nombró "Las Reglas De La Princesa" a este restaurante como tributo a su historia de amor con un soldado.
¿Sabe donde puedo encontrarla? —Mis labios dibujan una sonrisa de todos los dientes.

—No tengo ni idea. —Me encojo de hombros.
—No sé nada de Princesas.
Yo sólo soy Jaqueline, ¿le vale?

—Me vale.

Y sus labios sellan los míos.

FIN.

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